Rudy Giuliani, cerco al ministro de las sombras
El extraordinario viaje de quien fue el "alcalde de Am¨¦rica" y termin¨® empujando al precipicio al presidente que le contrat¨® para protegerlo
Dos portadas de la revista Time, separadas por 18 a?os, ilustran la extraordinaria ca¨ªda en desgracia de Rudy Giuliani. Alzado sobre la azotea de un rascacielos, como un superh¨¦roe con Manhattan a sus pies, en la Navidad de 2001 la revista lo retrataba como personaje del a?o, y se refer¨ªa a ¨¦l como ¡°el alcalde de Am¨¦rica¡±. En noviembre pasado, su rostro ya anciano, desafiante, chulesco, en primer plano y en blanco y negro, ilustraba otra portada con un titular bien diferente: ¡°Secretario de ofensa¡±.
La fiscal¨ªa del sur de Nueva York, que ¨¦l mismo dirigi¨® con mano dura en los ochenta, investiga ahora a Giuliani. Su nombre se repite centenares de veces en los interrogatorios de la investigaci¨®n para el impeachment de Donald Trump. Estados Unidos se pregunta qu¨¦ le ha pasado a Rudy Giuliani. Pero casi cuatro d¨¦cadas de vida p¨²blica est¨¢n ah¨ª para quien quiera buscar explicaciones. La misma naturaleza volc¨¢nica que le convirti¨® en el h¨¦roe de un pa¨ªs en duelo le ha llevado a acompa?ar al borde del precipicio a un presidente que le contrat¨® para protegerlo.
Nacido en 1944, hijo de inmigrantes italianos, su padre, fontanero y camarero, hab¨ªa trabajado de mat¨®n de una red mafiosa local. El crimen organizado, que dictaba su ley en el Brooklyn donde creci¨®, era pues algo casi familiar para Rudy Giuliani cuando en 1983 se convirti¨® en fiscal del Distrito Sur de Nueva York. Dos a?os despu¨¦s protagoniz¨® un legendario golpe a la mafia.
Cayeron 11 capos de las cinco familias de Nueva York. Giuliani brill¨®. Era valiente, idealista, ambicioso. Hablaba el lenguaje de la calle. Al segundo intento, en 1993, lleg¨® a la alcald¨ªa de Nueva York.
Eran tiempos duros en la ciudad. Dos mil asesinatos al a?o, casi seis al d¨ªa. Giuliani construy¨® su campa?a sobre el argumento de la mano dura contra el crimen. Iba a limpiar la ciudad. Pero las t¨¢cticas agresivas que tanto ¨¦xito le reportaron los primeros cuatro a?os se empezaron a volver contra ¨¦l en su segundo mandato. Esc¨¢ndalos de violencia policial. Acusaciones de racismo. La ciudad empezaba a rechazar a su alcalde.
Negada por ley la posibilidad de presentarse a un tercer mandato, intent¨® sin ¨¦xito lograr un esca?o en el Senado. Se enfrent¨® a la entonces primera dama, Hillary Clinton. En cuatro semanas fren¨¦ticas, el alcalde anunci¨® que padec¨ªa c¨¢ncer de pr¨®stata, los tabloides airearon una relaci¨®n extramatrimonial, anunci¨® la separaci¨®n de su mujer y, el 19 de mayo de 2000, abandon¨® su carrera al Senado.
Entonces, cuando le quedaba un poco prometedor ocaso de tres meses hasta dejar la alcald¨ªa, llegaron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Rudy Giuliani tom¨® el control. Nunca se conoce del todo la talla de un pol¨ªtico hasta un momento de aut¨¦ntica crisis. Y Giuliani, de nuevo, brill¨®. Los peores d¨ªas de su ciudad fueron los mejores d¨ªas de su carrera.
Fuera de la alcald¨ªa, supo capitalizar la heroicidad. Hizo de ella su marca. Public¨® un libro llamado Liderazgo, dio conferencias por todo el mundo, fund¨® una consultor¨ªa de seguridad. Y, en 2006, anunci¨® su inevitable carrera presidencial.
Su baza, claro, era el liderazgo mostrado el 11 de septiembre. De hecho, todo era el 11-S. Alguien se lo hizo ver, y ese alguien fue Joe Biden. ¡°Solo hay tres cosas que menciona en una frase. Un sustantivo, un verbo, y el 11-S¡±, le ridiculiz¨® el futuro vicepresidente, en un debate de las primarias dem¨®cratas en octubre de 2007.
Fue un golpe terrible para el ego de Giuliani. Nunca se lo perdon¨® a Biden. Poco despu¨¦s se retiraba de la carrera presidencial. Sus negocios tambi¨¦n se vieron afectados. Un perdedor ya no pod¨ªa venderse como el gran l¨ªder. Cay¨®, por primera vez en muchos a?os, en una discreta irrelevancia. Hasta que, en 2015, Donald Trump anunci¨® que se presentaba a presidente.
Se conoc¨ªan desde hac¨ªa d¨¦cadas y sus historias guardaban evidentes similitudes. Ambos triunfaron en Manhattan con el estigma de haberse criado en los barrios exteriores. Ambos buscaron la luz de los focos y sus vidas alimentaron a los tabloides.
Giuliani se convirti¨® en una de las primeras figuras del establishment republicano que apoyaron a Trump en su carrera presidencial. Trump s¨ª gan¨®. Y una vez en la Casa Blanca, le ofreci¨® varios puestos, que Giuliani rechaz¨® con la esperanza de ser nombrado secretario de Estado, algo que Trump y su yerno Jared Kushner no ve¨ªan claro. Finalmente, decidi¨® quedarse fuera del Gobierno, como consejero y amigo. Y en el momento de m¨¢xima necesidad, Trump recurri¨® a ¨¦l.
En 2018 el fiscal especial Robert Mueller estrechaba el cerco sobre el presidente. Trump se dio cuenta de que ten¨ªa que pasar a la ofensiva y decidi¨® contar para ello con Giuliani, que se convirti¨® en su abogado personal en abril de 2018.
La pol¨ªtica, que dio la fama a Giuliani, no le hab¨ªa hecho rico. Pero desde que dej¨® la alcald¨ªa la cosa cambi¨®. En 2017, seg¨²n sus abogados, gan¨® 9,5 millones de d¨®lares. Su nueva ocupaci¨®n al servicio del presidente, por la que Giuliani se jacta de que no cobra, le permite actuar como esa especie de secretario de Estado en la sombra que se ha descrito en los testimonios del impeachment y, a la vez, seguir con sus lucrativas actividades privadas. Giuliani ha alternado durante su vida etapas de poder pol¨ªtico y de enriquecimiento econ¨®mico. Pero, por primera vez, en el ¨²ltimo a?o y medio ha mezclado ambas actividades. Y entonces llegaron los problemas.
Hubo un momento en que sus interlocutores no sab¨ªan qu¨¦ intereses representaba Giuliani. ?Los suyos propios como consultor? ?Los de su cliente Donald Trump? ?Los de EE UU? En una Administraci¨®n con una inagotable capacidad de producir noticias, las actividades por el mundo de Giuliani no eran el principal foco de atenci¨®n. Hasta que Ucrania se cruz¨® en su camino.
Buscando defender al presidente de la investigaci¨®n de Mueller, dio con un arma conveniente. Como todas las teor¨ªas, tiene un poso de verdad. Es cierto que el anterior ejecutivo de Kiev realiz¨® una campa?a medi¨¢tica y de influencia contra Trump en las elecciones, pero la trama en cuesti¨®n va mucho m¨¢s all¨¢. Sostiene que fue Ucrania, y no Rusia, la que intervino los correos de los dem¨®cratas, algo rechazado tanto por el informe Mueller como por los servicios de inteligencia estadounidenses, que lo contemplan como un intento de la inteligencia rusa de desviar la atenci¨®n de su contrastada injerencia en 2016.
La jugada de Ucrania ten¨ªa otra virtud a?adida: le permit¨ªa a Giuliani ajustar cuentas con Joe Biden, que adem¨¢s es ahora el dem¨®crata con m¨¢s posibilidades de enfrentarse a su cliente, Trump, en las elecciones de 2020.
Hunter Biden, su hijo, estuvo en el consejo de la compa?¨ªa de gas ucrania Burisma, y Giuliani sostiene que Joe Biden utiliz¨® el cargo de vicepresidente que ostent¨® durante la Administraci¨®n Obama para obligar a que destituyeran a un fiscal ucranio que se dispon¨ªa a investigar al jefe de Burisma. La historia, de nuevo, tiene numerosas inexactitudes. Nunca se ha investigado a Hunter Biden y su padre fue solo uno de los muchos agentes extranjeros que maniobraron contra el fiscal, por su fracaso precisamente en combatir la corrupci¨®n. Pero las acusaciones pueden perjudicar la carrera presidencial de Biden y servirle a Giuliani una jugosa venganza 12 a?os despu¨¦s.
Claves en los problemas de Giuliani son Lev Parnas e Igor Fruman, dos empresarios basados en Florida con quienes empez¨® a trabajar en agosto de 2018. Parnas, de origen ucranio, pag¨® a Giuliani un anticipo de 500.000 d¨®lares por lo que dijo era asesor¨ªa legal y de seguridad. Su asociaci¨®n con Giuliani, que exhib¨ªan en sus redes sociales, les abri¨® las puertas de los c¨ªrculos republicanos y ellos ayudaban supuestamente a Giuliani en Ucrania.
En octubre, Parnas y Fruman fueron arrestados, acusados de comprar influencia pol¨ªtica dirigiendo donaciones extranjeras a pol¨ªticos estadounidenses. La investigaci¨®n ha arrojado luz sobre sus manejos con Giuliani. Seg¨²n inform¨® The Wall Street Journal esta semana, los fiscales est¨¢n investigando casi una decena de delitos que pudo haber cometido el exalcalde, incluidos obstrucci¨®n a la justicia, blanqueo de dinero y conspiraci¨®n para defraudar a EE UU. Adem¨¢s, examinan si viol¨® las leyes de lobbies al maniobrar contra la embajadora estadounidense en Kiev, Marie Yovanovitch. Tambi¨¦n esta semana, The New York Times publicaba que Giuliani estudi¨® hacer negocios personales con funcionarios ucranios al mismo tiempo que buscaba su apoyo para obtener informaci¨®n sobre los rivales de Trump.
Los problemas se le amontonan a Giuliani. Tanto que, por primera vez, hasta el propio Trump ha querido marcar distancias con ¨¦l esta semana. Durante meses, seg¨²n los testimonios del impeachment, cuando alguien de su Administraci¨®n le preguntaba algo de Ucrania, Trump le dec¨ªa que lo hablara con Giuliani. Este martes, en una entrevista radiof¨®nica, le preguntaron al presidente qu¨¦ hac¨ªa exactamente Giuliani en Ucrania en su nombre. ¡°Tendr¨¢n que preguntarle a Rudy¡±, contest¨® Trump. ¡°Yo ni siquiera lo s¨¦¡±.
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