¡®Goodbye, Tito¡¯: una nostalgia pol¨ªtica que sigue viva
Un decepcionante presente alimenta la a?oranza del l¨ªder yugoslavo 40 a?os despu¨¦s de su muerte, que se cumplen este lunes
Cuando, hace este lunes justo 40 a?os, muri¨® el l¨ªder yugoslavo por excelencia, la ¨¦lite pol¨ªtica acu?¨® un lema: ¡°Despu¨¦s de Tito, Tito¡±. La frase, como a menudo en los Balcanes, inspir¨® un chiste entre la poblaci¨®n: ¡°Despu¨¦s de Tito, Titanic¡±. Yugoslavia, en efecto, naufrag¨®, en una nada ¨¦pica d¨¦cada de guerras sucesivas que alimentaron en algunos sectores de la poblaci¨®n un fen¨®meno bautizado como Titostalgia, la a?oranza de una dictadura que reprim¨ªa las libertades individuales y reclu¨ªa a disidentes en campos de trabajo, pero en la que aument¨® notablemente el nivel de vida, se promov¨ªan los valores de solidaridad inter¨¦tnica y se pod¨ªa viajar libremente a otros pa¨ªses. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, la Titostalgia no es masiva, pero sigue viva e, insisten los analistas, no es ¨Co al menos no ¨²nicamente¨C la t¨ªpica a?oranza de un tiempo pasado que siempre fue mejor, sino un fen¨®meno pol¨ªtico de aspiraci¨®n a un futuro de bienestar e igualdad que no dibuja el presente de desigualdad y nacionalismos excluyentes.
¡°La Titostalgia est¨¢ ciertamente presente en la antigua Yugoslavia, pero son m¨¢s bien una minor¨ªa los que admiran plenamente a Tito. No es solo un asunto privado, sino tambi¨¦n manifestado p¨²blicamente. Aunque a nivel nacional, la historia, el periodo yugoslavo y el rol de Tito han sido ¡®reescritos¡¯ por los Estados que sucedieron a Yugoslavia, los ciudadanos no siempre lo aprueban y no quieren borrar a Tito de su memoria¡±, explica Monika Palmberger, doctorada por la Universidad de Oxford y profesora en la de Viena que ha estudiado el fen¨®meno de la memoria en la zona.
Seg¨²n una encuesta de 2018, la mayor¨ªa de los serbios votar¨ªa hoy por Josip Broz Tito si se presentara a unas elecciones. La nostalgia por el l¨ªder tambi¨¦n es especialmente fuerte en Bosnia, sobre todo entre la poblaci¨®n bosniaca. Es el pa¨ªs que m¨¢s sufri¨® en las guerras de los noventa y la existencia de Yugoslavia supon¨ªa un tap¨®n ante los intereses expansionistas serbio y croata. Un sondeo de Gallup en 2016 mostraba que el lamento por el fin de Yugoslavia aumenta con la edad y entre las minor¨ªas ¨¦tnicas, y que es muy distinto seg¨²n el pa¨ªs, lo que tiene mucho que ver con la suerte corrida por cada uno de ellos con el paso de los a?os. Mientras que un 81% de serbios y un 77% de bosnios consideran ¡°da?ina¡± la desintegraci¨®n de Yugoslavia, solo es el caso para un 45% de eslovenos y un 23% de croatas, justo los dos pa¨ªses de la antigua federaci¨®n con mayor renta per c¨¢pita y que han acabado ingresando en la UE.
A veces los conceptos se entremezclan o el nombre de Tito alude a otros conceptos. Por ejemplo, kom?iluk, la idea de hermandad en el barrio m¨¢s all¨¢ de las diferencias ¨¦tnicas que, en la gran mayor¨ªa de los casos, se volvieron a?os m¨¢s tarde en el elemento definitorio a la hora de tomar las armas. O el antifascismo. Tito estableci¨®, aunque tuviese corta vida, el primer territorio liberado en Europa de la Segunda Guerra Mundial y fue el gran l¨ªder de los partisanos, que derrotaron a los nazis y sus aliados. Eso le permiti¨® en parte mantener el prestigio ante el resto de potencias mundiales despu¨¦s de 1945 e incluso romper con Stalin tres a?os m¨¢s tarde. Una memoria que mantienen orgullosas las asociaciones de partisanos, principalmente la poblaci¨®n de m¨¢s edad, en las conmemoraciones del 9 de mayo, el D¨ªa de la Victoria contra el fascismo. Aunque la mayor¨ªa de estatuas han sido destruidas y de calles renombradas, en Sarajevo se fren¨® un intento de rebautizar la principal arteria de la ciudad nueva (Mariscal Tito) y en Istria (Croacia) o partes occidentales de Eslovenia de tradici¨®n antifascista a¨²n hay plazas y calles con su nombre, recuerda Palmberger.
La Titostalgia es en ocasiones simplemente la a?oranza de un determinado nivel de vida. ¡°En la mayor¨ªa de sociedades de la antigua Yugoslavia, que hoy se caracterizan por un desempleo en aumento, pobreza y brecha creciente entre ricos y pobres, Tito se mantiene como un s¨ªmbolo de una vida mejor, m¨¢s justa y m¨¢s segura¡±, apunta la ling¨¹ista y antrop¨®loga Tanja Petrovic, responsable del Instituto de Estudios de la Cultura y la Memoria de Liubliana. Yuga, como se llama afectuosamente a la Yugoslavia socialista, fue una ¨¦poca de crecimiento, industrializaci¨®n e introducci¨®n del modelo de autogesti¨®n en las empresas, y con el pasaporte que permit¨ªa cruzar m¨¢s fronteras sin visado en el mundo, sin apenas registrarse peticiones de asilo pol¨ªtico. La brecha entre campo y ciudad, sin embargo, se mantuvo, el pa¨ªs se endeud¨® progresivamente en los setenta (sobre todo a ra¨ªz de la crisis del petr¨®leo) y el mercado laboral se ve¨ªa favorecido por la marcha de trabajadores a otros pa¨ªses europeos, sobre todo Alemania (800.000 en 1969, un 22% de los yugoslavos empleados).
Todor Kuljic, exprofesor de Sociolog¨ªa Pol¨ªtica y Cultura de la Memoria en la Universidad de Belgrado, aboga por una ¡°nostalgia cr¨ªtica¡± que ¡°tome tambi¨¦n en consideraci¨®n los distintos errores, injusticias, y cr¨ªmenes de la Yugoslavia de Tito, y los recuerdos desagradables y dolorosos, en vez de negarlos, evitarlos, perdonarlos o excusarlos¡±. ¡°Aunque la Yugonostalgia representa un sentimiento que paraliza e impide la reflexi¨®n aut¨®noma sobre el pasado, en mi opini¨®n es sobre todo una cr¨ªtica al capitalismo y nacionalismo actuales¡±, a?ade.
Utop¨ªa retrospectiva
¡°Como nos mostr¨® Freud, lo reprimido siempre vuelve, en formas inimaginables, lugares inesperados e intensidades sorprendentes. La nostalgia por Tito (y Yugoslavia) es un fen¨®meno extendido: se pueden encontrar pruebas en los sondeos de opini¨®n, los eventos yugonost¨¢lgicos con bastante afluencia en algunos lugares ic¨®nicos y en Internet. Hace 30 a?os nadie esperaba que esto pasase¡±. Mitja Velikonja es el investigador que m¨¢s ha analizado el fen¨®meno. Dirige el Centro de Estudios Culturales y Religiosos en la Universidad de Liubliana, imparte clases en la de Yale sobre nostalgia del socialismo en los pa¨ªses postsocialistas y es autor del ensayo Titostalgia, en el que define esta manifestaci¨®n como pol¨ªtica incluso cuando no se plantea como tal. ¡°Toda referencia positiva a Tito, Yugoslavia, la resistencia partisana, el sistema socialista o la cultura de aquellos tiempos es ¨Csean conscientes de ello o no sus emisores¨C en cierto grado pol¨ªtica¡±, precisa por correo electr¨®nico. ¡°?Por qu¨¦? Porque representan un mundo diferente del actual, en el que los gobernantes tratan de convencernos de que es el ¨²nico posible. Se da salida a lo que durante m¨¢s de 30 a?os ha sido pintado de negro u olvidado. Defino la nostalgia como una ¡®utop¨ªa retrospectiva¡¯, una imagen del pasado embellecida y simulada. Pero, incluso siendo as¨ª, muestra que una alternativa fue, es y ser¨¢ siempre posible. Ah¨ª residen su potencial pol¨ªtico y el motivo por el que es tan desagradable y condenada por quienes ostentan hoy el poder¡±.
Aunque nunca convoc¨® elecciones libres que lo legitimaran, Tito goz¨® de un apoyo popular in¨¦dito en el resto de reg¨ªmenes socialistas de la ¨¦poca. Logr¨® conectar con distintos sectores de la poblaci¨®n, pese a presentar distintas caras a priori contradictorias. La del hijo de familia campesina nacido en Kumrovec, un pueblo croata cerca de la frontera con Eslovenia. La del bon vivant que estableci¨® su propio zoo en su mansi¨®n de la isla adri¨¢tica de Brionia, recib¨ªa a estrellas del cine en su barco y aceptaba Rolls Royce, viviendas o joyas como regalo de los ciudadanos. La del l¨ªder internacional respetado a ambos lados del tel¨®n de acero (al funeral de Estado en Belgrado acudieron casi 130 l¨ªderes de 154 pa¨ªses que hab¨ªa entonces en la ONU) y figura clave en el establecimiento del Movimiento de Pa¨ªses No Alineados. La del dictador que persegu¨ªa la disidencia con la UDBa, la poderosa polic¨ªa secreta, si bien con niveles de represi¨®n notablemente inferiores al del resto de rep¨²blicas comunistas y ante los que los pa¨ªses occidentales miraban para otro lado con la esperanza de que, en caso de conflicto entre Occidente y la URSS, Yugoslavia se alinease con la OTAN, como recuerda Misha Glenny en el ensayo The Balkans, 1804-2012 (Los Balcanes, 1804-2012).
Una admiraci¨®n poli¨¦drica fruto de d¨¦cadas de un culto a la personalidad que llegaba hasta celebrar un concurso de aradores llamado ¡°El surco de Tito¡± o el D¨ªa de la Juventud en coincidencia con su cumplea?os, con una carrera de relevos por todo el pa¨ªs. Tito, cuyo retrato era omnipresente, lleg¨® a retomar la tradici¨®n, que hab¨ªa introducido la dinast¨ªa Karadjordjevic en Serbia en el siglo XIX, de convertirse en padrino de todo noveno hijo de cada familia (¨¦l incluy¨® tambi¨¦n a las hijas). En un pa¨ªs de 20 millones de habitantes (en vez de los tres millones de entonces), acab¨® retir¨¢ndola dos d¨¦cadas m¨¢s tarde. ¡°Como la figura que personific¨® el socialismo yugoslavo, el papel de Tito se interpreta a menudo a trav¨¦s de la lente del culto a la personalidad, el patriarquismo y el paternalismo, tambi¨¦n la dictadura y el autoritarismo. De hecho, al hablar sobre Tito, la gente en la antigua Yugoslavia le adscribe la acci¨®n completa: ¡®Tito construy¨® carreteras, dio trabajo a todo el mundo, hizo hospitales...¡¯, pero aqu¨ª ¡®Tito¡¯ es intercambiable por ¡®nosotros¡¯, ya que tambi¨¦n dicen 'trabajamos como voluntarios para construir autopistas, construimos hospitales...¡±, se?ala Petrovic. La asociaci¨®n entre el mariscal y el proyecto de la Yugoslavia socialista fue tal que al final resultaron para muchos indisociables.
La palabra Yugoslavia puede entenderse como la ant¨ªtesis a los etnonacionalismos reinantes o, en algunos casos, esconder ambiciones territoriales. Tito puede asimismo representar un modelo de solidaridad social o, como encontr¨® Velikonja en su estudio de campo, ser admirado por derechistas por su faceta de ¡°tipo duro¡±. Y luego est¨¢ la vertiente comercial: llaveros, mecheros, imanes para la nevera, camisetas y gorras con la imagen del l¨ªder, en ocasiones dirigidos m¨¢s bien hacia los turistas. ¡°Al final¡±, resume Palmberger conectando el ayer y el hoy, ¡°la nostalgia nos dice m¨¢s sobre el presente y los anhelos del futuro que sobre el pasado. Est¨¢ centrada en la idea de un ¡®pasado perdido¡¯ frente a un futuro incierto¡±.
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