Trump busca su momento de gloria y batalla en el Monte Rushmore
La celebraci¨®n ante las famosas efigies de presidentes talladas en la roca es pol¨¦mica por los riesgos sanitarios y por la afrenta que supone para los nativos americanos. Asediado por la crisis, a cuatro meses de las elecciones, el presidente responde desafiante
Donald Trump busca en el 4 de julio, fiesta de la independencia estadounidense, un momento de gloria -y pol¨¦mica- que recomponga su figura tras un junio horribilis. El repunte del coronavirus se ha combinado con el estallido social contra el racismo y su ca¨ªda en los sondeos, a justo cuatro meses de las elecciones. Frente a la adversidad, con todo, suele emerger el Trump desafiante y este viernes tiene previsto asistir a los fuegos artificiales en el Monte Rushmore (Dakota del Sur), un acto pol¨¦mico por partida doble, pues supone una afrenta para los nativos americanos y un riesgo ante la pandemia.
El Monte Rushmore, las espectaculares efigies de cuatro presidentes talladas en las Colinas Negras, tiene dos ingredientes con los que al actual mandatario le gusta cocinar la pol¨ªtica: grandilocuencia y reivindicaci¨®n de la Am¨¦rica blanca. Este conjunto monumental est¨¢ grabado en la cultura popular de medio mundo -Cary Grant desciende por ¨¦l en la pel¨ªcula Con la muerte en los talones y hasta Superman tiene que salvarlo de unos villanos en la segunda entrega de la saga- y su historia es, como la de muchas obras colosales, una historia de dolor.
Para construirlo, el Gobierno estadounidense arrebat¨® esas tierras a la tribu Sioux, cuya soberan¨ªa sobre ellas le estaba reconocida desde un tratado de 1868. Las obras, que se desarrollaron entre 1927 y 1941, fueron una profanaci¨®n para los ind¨ªgenas, pues las consideraban un lugar sagrado. Las elecci¨®n de los homenajeados y el arquitecto del proyecto no ayuda a curar las heridas de los nativos americanos. El autor, Gutzon Borglum, era un exmiembro de Ku Klux Klan (KKK) y las esculturas representan a los padres de la patria para el estadounidense medio, pero tambi¨¦n un pasado que a muchos descendientes de los marginados no les gusta celebrar.
George Washington (1789-1797) y Thomas Jefferson (1801-1809) fueron propietarios de esclavos. Abraham Lincoln (1861-1865) aboli¨® esa aberraci¨®n, pero tambi¨¦n orden¨® la ejecuci¨®n de 38 indios sioux -la mayor de la historia del pa¨ªs- durante la guerra de Dakota (1862). Y de Theodore Roosevelt (1901-1909) se recuerda esta frase: ¡°No voy a ir tan lejos como para decir que los ¨²nicos indios buenos son los indios muertos, pero nueve de cada 10 lo son, y no deber¨ªa investigar demasiado sobre el d¨¦cimo¡±. En 1980 el Tribunal Supremo dio la raz¨®n a los Sioux y fij¨® una compensaci¨®n de 105 millones de d¨®lares, pero la tribu los rechaz¨® y pidi¨® que les devolvieran las tierras. El dinero se qued¨® en una cuenta de fideicomiso por el Tesoro estadounidense y ha engordado hasta los m¨¢s de 1.000 millones.
El tradicional rechazo de los nativos americanos a este monumento ha tomado fuerza a lomos de las ¨²ltimas movilizaciones contra las estatuas y monumentos que homenajean a figuras del pasado supremacista o colonial, con lo que la celebraci¨®n del acto este viernes se ha convertido en pol¨¦mica de primera l¨ªnea. Varios gobiernos y organizaciones tribales de Dakota han rechazado la visita del presidente y han convocado protestas. El acontecimiento, adem¨¢s, contraviene las recomendaciones m¨¢s b¨¢sicas de los propios asesores cient¨ªficos de la Casa Blanca para frenar la pandemia. Ser¨¢ multitudinario y sin la distancia entre personas requerida, pues se han vendido unas 7.500 entradas, y no se exigir¨¢ el uso de mascarillas.
¡°Va a ser una velada inolvidable, con fuegos artificiales que pocas personas han visto. Va a ser muy emocionante¡±, afirm¨® entusiasta Trump el pasado jueves. El republicano sigue instalado en la negaci¨®n ante la pandemia, pese a la evidencia del rebrote: el n¨²mero de nuevos contagios diarios lleva dos d¨ªas marcando r¨¦cords en el pa¨ªs, donde han muerto ya cerca de 130.000 personas. El control de la pandemia parece un espejismo, un lapso breve, tanto que territorios tan alineados con Trump en la minimizaci¨®n de la pandemia como Texas han cambiado de tercio y su gobernador acab¨® el jueves por hacer obligatorio el uso de la mascarilla en la mayor parte del territorio.
El presidente, por su parte, insiste en el mensaje de que el virus ¡°simplemente desaparecer¨¢¡± y ha evitado los llamamientos a la prudencia o al freno en la reapertura del pa¨ªs. ¡°Creo que va a ir bien, creo que en alg¨²n momento va a desaparecer sin m¨¢s, espero¡±, dijo el mi¨¦rcoles en la Fox. En dos semanas, los contagios han crecido un 90% en Estados Unidos, y ya suman 2,7 millones.
Dakota del Sur mantiene su ritmo de casos estable, a diferencia de gran parte del pa¨ªs, y, adem¨¢s, es territorio amigo para Trump. La gobernadora republicana, Kristi Noem, se mostr¨® entusiasta con la visita y la celebraci¨®n. "Le dijimos a los que tienen aprensi¨®n que se pueden quedar en casa", dijo en una entrevista televisiva. "Para quienes quieren unirse, vamos a distribuir mascarillas gratuitas, si deciden ponerse una, pero no va a haber distanciamiento social", agreg¨®.
Seg¨²n AFP, ning¨²n presidente visitaba el lugar desde George W. Bush en 2002. La propia decisi¨®n de usar pirotecnia en el lugar ha despertado cr¨ªticas. ¡°Cualquier resto ardiendo, cualquier yesca podr¨ªa causar un incendio porque el lugar est¨¢ rodeado de bosques de pinos y su resina es extremadamente inflamable¡±, ha declarado el antiguo responsable contra incendios del monumento Bill Gabbert al diario USA Today. El s¨¢bado, Trump pasar¨¢ el 4 de julio en Washington, donde pronunciar¨¢ un discurso, como hizo el a?o pasado. Tambi¨¦n se esperan protestas.
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