La voracidad minera asfixia a los ind¨ªgenas venezolanos
Maduro ha ampliado la superficie de extracci¨®n en el Arco Minero del Orinoco y autorizado la explotaci¨®n en seis r¨ªos
¡°Aqu¨ª todo el mundo se convirti¨® en minero¡±. Armando Obdola ha- bla por tel¨¦fono desde el Estado de Bol¨ªvar, en el sur de Venezuela. Es presidente de la Asociaci¨®n Ka- p¨¦ Kap¨¦, que lucha por los dere- chos de las comunidades ind¨ªgenas de ese territorio, 197 de ellas ubicadas dentro del llamado Arco Minero del Orinoco (unas 54.000 personas), una franja que ocupa el 12% del territorio nacional y que hace cuatro a?os el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro declar¨® como zona estrat¨¦gica de aprovechamiento econ¨®mico.
Para el l¨ªder comunitario, con esta medida, que se tom¨® sin la consulta a todas las comunidades ind¨ªgenas, la hecatombe estaba cantada. El decreto desat¨® una voraz extracci¨®n de minerales (sobre todo oro, pero tambi¨¦n colt¨¢n y diamantes) sin control y la zona se ha convertido en escenario de graves violaciones de derechos humanos, seg¨²n revel¨® la semana pasada la Alta Comisionada de Naciones Unidas, Michelle Bachelet. ¡°Esto se pudri¨® como un mango¡±, agrega Obdola.
Hace unos meses, Obdola se reuni¨® con los comisionados de Bachelet que elaboraron el informe. El documento recoge denuncias de explotaci¨®n laboral, sexual e infantil, aumento de enfermedades, da?o ambiental y presencia de grupos delictivos que controlan las minas y han desatado una violencia que llev¨® a los municipios de Caron¨ª y Heres a tener en 2019 las tasas de homicidios m¨¢s alta del pa¨ªs, con 97 y 86 asesinatos por cada 100.000 habitantes, respectivamente, seg¨²n el Observatorio Venezolano de Violencia. En plena pandemia, Kap¨¦ Kap¨¦ tambi¨¦n realiz¨® una serie de entrevistas con ind¨ªgenas que trabajaron en las minas para medir el impacto de esa actividad en las comunidades. Los testimonios recogidos en un estudio confirman en primera persona lo que dice el duro informe de Naciones Unidas, desestimado por el Gobierno. ¡°Cuando comenz¨® la pr¨¢ctica de la miner¨ªa en el [r¨ªo] Caura, decid¨ª dejar de elaborar m¨¢s artesan¨ªa con la cual manten¨ªa a mi familia con la intenci¨®n de buscar una mejor calidad de vida para mi familia, esposa, hijos, hijas y nietos. Pero todo fue lo contrario, porque durante mi estancia all¨¢ solo gan¨¦ enemigos, me enferm¨¦, hice trabajo forzado, tuve amenazas de sindicatos [grupos armados que controlan las minas] para quitarme mis pertenencias¡±, relat¨® a Obdola un ind¨ªgena yekwana que trabaj¨® seis a?os en la zona de Yuruani.
Captaci¨®n de j¨®venes
El l¨ªder comunitario tambi¨¦n recogi¨® testimonios en el Estado de Amazonas, en el suroeste -los ind¨ªgenas al sur del Orinoco afectados por la miner¨ªa son unos 172.000-. ¡°El Cerro Yapacana ya no es un parque nacional, es una destrucci¨®n total, de la naturaleza, la tierra, el agua. All¨¢ cualquier agua que uno bebe est¨¢ contaminada y le empieza a pegar la diarrea. Hay mucho ni?o enfermo, hay muchos ni?os en todas esas minas¡±, le cont¨® un profesor de 33 a?os de la etnia jivi que trabaj¨® en una explotaci¨®n entre noviembre y diciembre pasado. ¡°Mi esposo trabaj¨® de caletero [operario]. Est¨¢bamos contando con que nos pagar¨ªan 20 gramos de oro, que era con lo que quer¨ªamos salir de ah¨ª para poder comprar la ropa de nuestros hijos en diciembre, pero nunca nos pagaron¡±, abund¨® la esposa (ninguno dio su nombre).
La grave crisis econ¨®mica en Venezuela ha convertido la miner¨ªa en un modo de supervivencia. De esas reservas minerales vive el Gobierno, asfixiado por la ca¨ªda de ingresos petroleros y las sanciones. Pero no hay datos oficiales de lo extra¨ªdo. El a?o pasado, Maduro comenz¨® a repartir minas a gobernadores e instituciones como v¨ªa para generar ingresos. Cientos de venezolanos han migrado para trabajar en esas explotaciones. La opacidad y la falta de informaci¨®n por parte del Gobierno sobre los planes para regularizar la actividad son parte de los reproches del informe de la Alta Comisionada de la ONU.
Una preocupaci¨®n adicional que asoma es lo que supone para los pueblos ind¨ªgenas la entrada en la miner¨ªa como modo de vida. ¡°La captaci¨®n de j¨®venes para actividades mineras y para grupos irregulares es una realidad en estos pueblos. Hay una transculturizaci¨®n de las comunidades ind¨ªgenas. Van los padres a las minas y los ni?os crecen viendo que no hay alternativa y as¨ª se va pudriendo la sociedad¡±, dice Obdola.
El pasado abril, el Ministerio de Desarrollo Minero Ecol¨®gico dict¨® la resoluci¨®n 010, que autoriza la explotaci¨®n de oro y diamantes en los r¨ªos Caura, Cuchivero, Aro, Yuruari, Cuyun¨ª y Caron¨ª, cuencas vitales para el ecosistema amaz¨®nico. As¨ª, los r¨ªos del Arco Minero del Orinoco tambi¨¦n podr¨¢n ser explotados. La medida pone en riesgo a las etnias pem¨®n, yekuana, sanema, yanomami y jivi, que viven en esas riberas. El informe de Bachelet recomienda revocar la resoluci¨®n, que para Obdola empeorar¨¢ lo que ya viene ocurriendo.
Obdola lo explica as¨ª: ¡°Pasamos del pa¨ªs del hambre, que se siente en el est¨®mago, al pa¨ªs de la miseria, que se siente en la cabeza¡±. Y una preocupaci¨®n adicional que asoma es lo que supone para los pueblos ind¨ªgenas la entrada en la miner¨ªa como modo de vida. ¡°La captaci¨®n de j¨®venes para actividades mineras y para grupos irregulares es una realidad en estos pueblos. Hay una transculturizaci¨®n de las comunidades ind¨ªgenas. Van los padres a las minas y los ni?os crecen viendo que no hay alternativa y as¨ª se va pudriendo la sociedad¡±.
Expansi¨®n de la fiebre del oro
La fiebre del oro es tal que en algunas zonas aseguran que se ha secado el mineral. Dice Armando Obdola, presidente de la Asociaci¨®n Kap¨¦ Kap¨¦, que, seg¨²n la cultura de algunas etnias, cuando la tierra se enfurece oculta sus riquezas. Eso explica, en su opini¨®n, el hecho de que cada vez sea m¨¢s dif¨ªcil encontrar una veta de oro en El Callao, la principal zona aur¨ªfera del pa¨ªs (en el Estado de Bol¨ªvar), lo que ha llevado a algunos grupos delictivos que controlan minas a establecer una especie de racionamiento: dejan pasar a los pobladores a escarbar en la tierra solo una vez por semana para que lo que queda pueda ser aprovechado por todos. Ello ha conducido tambi¨¦n a expandir la depredaci¨®n, lo que ha desplazado a pueblos ind¨ªgenas de sus territorios originarios. La explotaci¨®n se ha extendido a parques nacionales como el de Canaima, y en el foco m¨¢s grande, entre Las Claritas (Estado de Bol¨ªvar) y el kil¨®metro 88 de la carretera que termina en Brasil, ocupa una superficie similar a la de 6.300 campos de f¨²tbol, seg¨²n ha calculado la organizaci¨®n SOS Orinoco a partir de im¨¢genes de sat¨¦lite.
El 8 de abril, cuando el pa¨ªs atravesaba su tercera semana en cuarentena por el coronavirus, el Ministerio de Desarrollo Minero Ecol¨®gico dict¨® la resoluci¨®n 010 que autoriza la explotaci¨®n de oro y diamantes en los r¨ªos Caura, Cuchivero, Aro, Yuruari, Cuyun¨ª y Caron¨ª, cuencas vitales para el ecosistema amaz¨®nico. As¨ª, los r¨ªos del Arco Minero del Orinoco tambi¨¦n podr¨¢n ser explotados.
La grave medida, que pone en riesgo a las etnias pem¨®n, yekuana, sanema, yanomami y jivi que viven en esas ribera, pas¨® sin mayor revuelo en un pa¨ªs con cada vez menos medios de comunicaci¨®n, sumido en una grave crisis pol¨ªtica, econ¨®mica y social a la que pandemia ahora ha a?adido una nueva dosis de caos. El informe de Bachelet recoge el tema y recomienda revocar la resoluci¨®n, que para Obdola empeorar¨¢ lo que ya viene ocurriendo. ¡°Todos los da?os por el uso desproporcionado de m¨¢quinas, del mercurio y la gasolina que fluye por los r¨ªos ya los estamos viendo. La gente vive con enfermedades gastrointestinales, ya no se saca la misma cantidad de pescado, los animales se envenenan y la tierra no tiene el mismo poder. Aguas abajo del arco minero ya est¨¢n los efectos. Esto es una mega crisis que avanza a paso acelerado¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.