El l¨ªder de la discordia
El expresidente es uno de los pol¨ªticos que m¨¢s ha dividido a la sociedad colombiana
?lvaro Uribe cuenta con el apoyo de millones de colombianos. En las elecciones legislativas de 2018 logr¨® un resultado abrumador para un senador: m¨¢s de 800.000 votos. Pero al mismo tiempo el expresidente, que gobern¨® el pa¨ªs durante dos mandatos entre 2002 y 2010, es uno de los pol¨ªticos m¨¢s cuestionados de su historia reciente y m¨¢s detestados por ampl¨ªsimos sectores de la poblaci¨®n. La simplificaci¨®n sentimental de amor y odio que ¨¦l mismo no ha dejado de alimentar es relevante porque, con esa premisa, una parte de la sociedad nunca estar¨¢ dispuesta a aceptar las decisiones de la justicia en su contra, como ocurri¨® este martes con el arresto domiciliario decretado por la Corte Suprema de Justicia. Mientras tanto, habr¨¢ quienes nunca asumir¨ªan una absoluci¨®n.
A pesar de que el alto tribunal ha demostrado serenidad y prob¨® el funcionamiento del Estado de derecho, todo lo que rodea a Uribe suena a discordia. El exmandatario se neg¨® a perder protagonismo y quiso mantenerse en la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica tratando de influir e interferir en la agenda del Gobierno. Una forma para protegerse, pero tambi¨¦n de exponerse y no saber retirarse a tiempo. Las controversias de su figura se entienden mejor en el contexto del conflicto armado entre el Estado y las FARC, que dur¨® m¨¢s de medio siglo. En medio de una guerra, su gesti¨®n de la seguridad y del sector de Defensa le vali¨® popularidad en los sectores m¨¢s conservadores y al mismo tiempo le cost¨® grav¨ªsimos se?alamientos. En esas acusaciones se fundamentan algunos de los casos que lo involucran, como el expediente sobre sobornos y manipulaci¨®n de testigos que motiv¨® la medida de aseguramiento dictada por la Corte.
Para muchos su nombre ha quedado vinculado, aun de forma indirecta, a los grupos paramilitares, a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y a una banda de criminales dedicada a la limpieza social conocida como Los 12 ap¨®stoles, que seg¨²n la investigaci¨®n en los noventa tuvo su base de operaciones en una finca de la familia Uribe ubicada a unos 80 kil¨®metros de Medell¨ªn. En esa d¨¦cada el pol¨ªtico fue gobernador del departamento de Antioquia y ya hab¨ªa sido senador. Tiene 68 a?os, es hijo de un ganadero asesinado en 1983 -un crimen que el expresidente atribuye a las FARC y que la guerrilla neg¨®-, se inici¨® en el Partido Liberal pero fue virando y, tras dejar la presidencia, acab¨® fundando su propia formaci¨®n, el Centro Democr¨¢tico. Es el partido que sostiene al actual Gobierno de Iv¨¢n Duque y pese al nombre da cabida a sectores de la derecha radical.
Su pol¨ªtica de seguridad dej¨® tras s¨ª el esc¨¢ndalo de los mal llamados falsos positivos, es decir, una pr¨¢ctica sistem¨¢tica por la que las Fuerzas Armadas perpetraron miles de ejecuciones extrajudiciales. Asesinatos de civiles, que eran presentados despu¨¦s por los militares como guerrilleros ca¨ªdos en combates a cambio de permisos especiales o beneficios. Seg¨²n un informe de la Fiscal¨ªa publicado el a?o pasado, hubo al menos 2.248 ejecuciones extrajudiciales entre 1998 y 2014, aunque el 97% de los casos se dieron entre el primer y el segundo mandato de Uribe.
Uribe mantuvo una feroz oposici¨®n a los acuerdos de paz con las FARC alcanzados por Juan Manuel Santos, quien hab¨ªa sido su ministro, un hito que llev¨® a la desmovilizaci¨®n de la organizaci¨®n insurgente. La Fuerza Alternativa Revolucionaria del Com¨²n se constituy¨® despu¨¦s como fuerza pol¨ªtica organizada con la salvedad de algunos grupos de disidentes. La imposici¨®n del arresto domiciliario preventivo llev¨® a lo largo de la jornada a sus seguidores a condenar una vez m¨¢s el fin de la guerra y a explotar el argumento de que mientras los excombatientes est¨¢n sentados en el Congreso, la justicia decide actuar contra un expresidente. Esa posici¨®n queda, sin embargo, desmontada por las mismas ideas de Estado de derecho y separaci¨®n de poderes.
El exmandatario convirti¨® a Santos en su principal enemigo, de una forma a menudo expresada con visceralidad. Y su entorno temi¨® que con Duque, al que aup¨® al poder, sucediera lo mismo. Duque no es uribista, al menos en sentido estricto, pero del uribismo depende su capital pol¨ªtico y quiz¨¢ por eso horas despu¨¦s de conocerse la decisi¨®n de la Corte se pronunci¨® de forma ins¨®lita, incluso imprudente, a trav¨¦s de las redes sociales. ¡°Soy y ser¨¦ siempre un creyente en la inocencia y honorabilidad de quien con su ejemplo se ha ganado un lugar en la historia de Colombia¡±, escribi¨® en su cuenta de Twitter.
Hace meses se conoci¨® que una trama de espionaje militar contra pol¨ªticos y periodistas, activa cuando el Ej¨¦rcito estaba bajo el control de un comandante muy pr¨®ximo al exgobernante, lleg¨® hasta su despacho al hacer perfilamientos de su antiguo secretario de la Presidencia, Jorge Mario Eastman. La Corte Suprema abri¨® en junio otra investigaci¨®n preliminar a Uribe para averiguar si el expresidente fue destinatario de la informaci¨®n obtenida a trav¨¦s de seguimientos ilegales de la inteligencia militar durante 2019.
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