¡°Estos no son incendios, son tormentas de fuego¡±
El Estado de Oreg¨®n se enfrenta a una cat¨¢strofe natural que sus servicios de emergencia solo hab¨ªan visto por televisi¨®n y que anticipa cambios a largo plazo
La primera se?al fue que ¡°el sol estaba apagado¡±, recuerda Yolanda Curiel. Era el martes, 8 de septiembre, poco despu¨¦s de las once de la ma?ana. Soplaba mucho viento. ¡°Ca¨ªan cenizas del cielo¡±. Curiel estaba en su casa prefabricada en Phoenix, una pedan¨ªa al sur de la ciudad de Medford, en el sureste de Oreg¨®n. Sali¨® a un recado al banco con sus hijas peque?as en el coche. Dej¨® en casa a sus hijos adolescentes, de 17 y 14 a?os. A las dos de la tarde, cuando intent¨® volver, la polic¨ªa no la dej¨®. Llam¨® a sus hijos para que fueran hacia ella, se salt¨® el despliegue policial, salieron de casa con lo puesto. Apenas una hora despu¨¦s, su proyecto de vida hab¨ªa ardido.
Cuando los bomberos de Medford recuerdan aquellas horas, su relato suele contener expresiones como ¡°sin precedentes¡± y ¡°nunca visto¡±. El fuego se inici¨® junto a un arroyo que recorre las afueras de Medford y atraviesa dos barriadas llamadas Phoenix y Talent. Se desplaz¨® por el r¨ªo como en un t¨²nel, impulsado por rachas de viento de 80 kil¨®metros por hora. Los bomberos cuentan que el viento iba secando los ¨¢rboles y la maleza, como un secador de pelo, antes de que llegaran las llamas, y los preparaba para explotar en segundos. Ese mismo viento doblaba el fuego, de forma que hac¨ªa un efecto como de lanzallamas hacia delante. El incendio recorri¨® 21 kil¨®metros entre las once de la ma?ana y las dos de la madrugada, hasta que lograron pararlo.
Murieron tres personas. Ardieron 600 casas, en su mayor¨ªa hogares pobres de trabajadores inmigrantes que se instalaron aqu¨ª para la recogida de peras, melocotones y uvas de la zona. Los Curiel, inmigrantes de Nayarit, hab¨ªan comprado ese tr¨¢iler por 20.000 d¨®lares, ahorrados limpiando casas y arreglando jardines. ¡°Hab¨ªamos gastado 45.000 d¨®lares en convertirlo en una casa de verdad. Cuando salimos, subimos a un monte a ver el incendio. Mi marido dec¨ªa que se estaban quemando los ¨¢rboles, pero yo le dije que no, que no, que era nuestra casa¡±. Solo al recordar esas palabras, se echa a llorar. Est¨¢ con sus hijos en un refugio provisional montado en el descampado del recinto ferial de Medford, junto con cientos de sus vecinos instalados en tiendas de campa?a. Solo tienen la ropa que llevaban ese d¨ªa y el efectivo que sac¨® del banco.
¡°Estas son cosas que ve¨ªamos por televisi¨®n porque les pasaban a nuestros vecinos del sur, en California¡±, dec¨ªa Gary Leaming, portavoz de Emergencias de Oreg¨®n para este incendio. ¡°He vivido aqu¨ª 22 a?os y esto no tiene precedentes¡±. Esta zona del Estado vive d¨ªas de calor y puede ser seca. Pero la combinaci¨®n de viento fuerte, sequedad extrema y calor no se hab¨ªa dado nunca como este a?o, afirman los bomberos. ¡°Estos no son incendios, son tormentas de fuego¡±, dice Leaming.
No es solo Medford. Es todo el Estado de Oreg¨®n el que nunca hab¨ªa visto nada parecido. Las ¨²ltimas cifras dicen que m¨¢s de 400.000 hect¨¢reas en el Estado han ardido, el doble de la media anual en la ¨²ltima d¨¦cada. Han muerto ocho personas y 12 est¨¢n desaparecidas. M¨¢s de 3.900 est¨¢n viviendo en refugios. Han ardido por completo m¨¢s de 1.600 casas. El fin de semana pasado, hasta 40.000 personas hab¨ªan tenido que evacuar sus casas por incendios repentinos y veloces. M¨¢s de 500.000 viv¨ªan bajo alerta de evacuaci¨®n en cualquier momento, especialmente en los alrededores de Portland. El tiempo ha dado unos d¨ªas de respiro, pero la Oficina de Emergencias no espera que esta situaci¨®n cr¨ªtica cambie hasta que no llueva. La gobernadora, Kate Brown, ha advertido de que este verano puede darse la mayor p¨¦rdida de vidas y casas de la historia de Oreg¨®n debido a los incendios.
El mi¨¦rcoles segu¨ªan ardiendo 29 grandes incendios a la vez en Oreg¨®n. Algunos, en lugares que normalmente tienen las condiciones clim¨¢ticas de una selva tropical, como el Bosque Estatal de Tilamook, seg¨²n destaca la portavoz de Emergencias en Salem, Bobbi Doan. ¡°Esta es una situaci¨®n de incendios como nada que hayamos visto en una generaci¨®n. Es innegable que est¨¢ aumentando la gravedad, complejidad y duraci¨®n de la temporada de incendios¡±.
Para el Gobierno de Oreg¨®n, y el consenso general de la comunidad cient¨ªfica, el cambio clim¨¢tico es el contexto innegable que ha dejado a un Estado h¨²medo y boscoso a merced del fuego como si fuera el sur de California. En Medford, por ejemplo, la media anual en esta zona son 482 mil¨ªmetros de lluvia al a?o. Desde hace unos a?os la media ha bajado a 254, explica Gary Leaming. La causa de cada incendio puede ser fortuita y est¨¢ bajo investigaci¨®n, pero la tragedia no es una casualidad. ¡°Se estaba preparando este tipo de incendio¡±.
¡°Los meteor¨®logos ven¨ªan advirtiendo de que cada vez hay menos nieve en el invierno, lo que contribuye a condiciones como las que vimos aquella ma?ana¡±, reconoce Bob Horton, uno de los jefes de bomberos del condado donde est¨¢ Medford. ¡°Cualquier inicio de fuego habr¨ªa sido un desaf¨ªo¡±. Para Horton, con 20 a?os de experiencia, estos son exactamente los ¡°incendios de viento¡± (un t¨¦rmino t¨¦cnico que distingue un fuego impulsado por el viento, de uno que avanza al ritmo de lo que tarde en arder la madera) de California, pero en todo el Oeste.
El 10% de la poblaci¨®n de Oreg¨®n vive este verano con un incendio cerca de su casa. El resto del Estado, de toda la costa oeste, est¨¢ respirando las consecuencias. La calidad del aire est¨¢ en niveles peligrosos para la salud en lugares como Portland, una ciudad rodeada de agua y bosques que el fin de semana pasado ten¨ªa la peor calidad del aire de Estados Unidos. ¡°En cinco ciudades de Oreg¨®n hemos registrado los peores niveles de part¨ªculas de la historia¡±, confirma Dylan Darling, experto de la Oficina de Calidad Medioambiental de Oreg¨®n. ¡°Un nivel de part¨ªculas pm2,5 de 300 es peligroso para la salud. Ha llegado al menos a 500, que es el m¨¢ximo de los monitores¡±. Una situaci¨®n as¨ª ya es peligrosa cuando dura unas horas o d¨ªas. ¡°Esto lleva as¨ª dos semanas¡±, advierte Darling. La columna de humo ya es tan grande que ha llegado a la costa este.
En lugares como Medford, donde ha habido adem¨¢s gran destrucci¨®n de viviendas, esa nube puede ser t¨®xica. Nadie sabe qu¨¦ hay en la densa y pestilente nube blanca que cubre toda la ciudad desde hace una semana. Se quemaron casas muy humildes, en las que no es extra?o que haya qu¨ªmicos o incluso amianto.
Los bomberos suelen rehuir el debate sobre el cambio clim¨¢tico. No es su trabajo. Pero dejan muy claro su temor de que esta sea la nueva normalidad. ¡°No soy la persona adecuada para decir qu¨¦ va a pasar¡±, dice el jefe de bomberos Horton, ¡°pero me preocupa, y lo que est¨¢ pasando en Oreg¨®n hay que hablarlo a nivel local, estatal y nacional. La din¨¢mica del fuego est¨¢ cambiando y tenemos que adaptarnos¡±. Los incendios californianos ya son los incendios de todo el Oeste.
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