La odisea de volver a clase o el espejismo de la educaci¨®n en Venezuela
El a?o escolar empieza con deserciones de alumnos y maestros, que prefieren abandonar por los bajos salarios
Crumilka Curvelo saca unos mu?ecos artesanales, varias carpetas con afiches did¨¢cticos, folletos de Romeo y Julieta y Un tranv¨ªa llamado deseo dramatizados por sus alumnos y una colecci¨®n de cartas de restaurant hechas con materiales de desecho. Los muestra con orgullo. La maestra, de 52 a?os, usaba estos recursos para mantener la atenci¨®n de sus alumnos en una escuela p¨²blica en el barrio 23 de Enero, en el centro de Caracas. Eran sus armas en la dif¨ªcil batalla por retener a los estudiantes en el aula en un pa¨ªs que atraviesa una profunda crisis humanitaria y donde la falta de comida, agua, electricidad, transporte o gasolina son razones frecuentes para faltar a clases.
Un nuevo a?o escolar comenz¨® esta semana a distancia en Venezuela y uno de los principales temores se ha confirmado. La pandemia se ha convertido en un colador por el que escapan alumnos y tambi¨¦n maestros, que adem¨¢s se han declarado en conflicto en reclamo por mejores salarios. Crumilka tiene razones para protestar. Varios d¨ªas en la semana tiene la nevera vac¨ªa. Logra comer cuando alguien le regala un kilo de arroz o de harina. El tel¨¦fono con el que puede comunicarse se lo regal¨® un exalumno que emigr¨® del pa¨ªs. En el colegio en el que trabaja, de 39 profesores del bachillerato solo se han reincorporado cinco. En la primara ha faltado la mitad. Al menos 55 alumnos se han retirado, una parte de ellos para seguir sumando al goteo migratorio de venezolanos, en medio del agravamiento de la crisis econ¨®mica por la pandemia.
La maestra tiene a cargo m¨¢s de 300 alumnos de diez secciones de bachillerato a los que ense?a ingl¨¦s. Su sueldo no supera los 2 d¨®lares mensuales, el salario m¨ªnimo en Venezuela. ¡°Ahora har¨¦ una suplencia en Qu¨ªmica porque el profesor consigui¨® trabajo en una tienda en la que le pagan 8 d¨®lares al mes y se retir¨®¡±, dice. En los primeros meses de la cuarentena tambi¨¦n perdi¨® a uno de sus alumnos porque se fue a trabajar con el pap¨¢ en un mercado de la ciudad. ¡°Les pagaban con restos de verdura o pescado¡±, cuenta Crumilka.
Los tres meses que transcurrieron entre marzo y junio las clases fueron a distancia, con todas las dificultades que eso significa para un pa¨ªs que ostenta la Internet m¨¢s lenta de la regi¨®n y en el que solo cuatro de cada 10 venezolanos tiene una l¨ªnea de tel¨¦fono m¨®vil activa, seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales de 2019. Crumilka recuerda que un d¨ªa pas¨® 16 horas intentando revisar un correo con tareas adjuntas de sus alumnos. ¡°Es demasiado frustrante¡±, dice, sobre todo porque su chistera de trucos educativos debe quedarse guardada. Las condiciones no mejoraron durante el receso de agosto. Se ense?ar¨¢ a trav¨¦s de gu¨ªas que los padres deben recoger cada 15 d¨ªas y algunos mensajes de WhatSapp que llegan a destiempo.
Para los sindicatos, que agrupan a 430.000 docentes de la educaci¨®n p¨²blica en el pa¨ªs, no hay condiciones para volver a clases. Pidieron aplazar el inicio a clases, pero no fueron escuchados por el gobierno de Nicol¨¢s Maduro. En un sondeo que hizo la Fundaci¨®n para el Desarrollo Integral Docente sobre el impacto del coronavirus en Venezuela se recoge que solo 10% de los alumnos reporta tener una conexi¨®n estable, 67% no dispone de recursos materiales para el trabajo en casa y 94% de los docentes opina que la mayor¨ªa no tienen buen servicio de electricidad, ni capacitaci¨®n digital para cumplir con el programa educativo.
El conflicto sindical de calle se ha trasladado al mundo virtual. Solo los colegios privados, que representan solo 15% de la matr¨ªcula escolar, han comenzado clases en l¨ªnea con los vaivenes de la luz y el internet. El resto acumula d¨ªas sin recibir educaci¨®n y la brecha de la desigualdad crece. Aunque es un a?o at¨ªpico para la educaci¨®n en casi todo el mundo, en las fragilidades de Venezuela la pandemia supone un enorme retroceso.
El aula en casa
Iris Pellicer dice que muchos de los ni?os del barrio Jos¨¦ F¨¦lix Ribas, en el populoso Petare, al este de Caracas, no volvieron a recibir clases despu¨¦s de que se decret¨® la cuarentena por la covid-19 en marzo pasado. Por eso decidi¨® abrir una especie de escuela en su casa, donde recibe a los alumnos del vecindario en grupos de cinco. ¡°Eso de tener tanto tiempo a los ni?os sin hacer nada me preocupa¡±, dice, ¡°?Qu¨¦ va a ser de Venezuela en cinco a?os si esta es la educaci¨®n que vamos a tener?¡±
Pellicer solo tiene una tablet, un m¨®vil con el que tiene que pescar se?al y los libros que dejaron sus hijos. Pero eso es mucho m¨¢s de lo que tienen algunos de los alumnos que recibe, que ya han pasado seis meses sin estudiar. La escuelita, como la llama, es un paliativo a sus angustias. ¡°Imag¨ªnate a un muchacho que le env¨ªen unos polinomios por WhatsApp. Ac¨¢ tienen un profesor al que le pueden preguntar¡±, dice la mujer de 56 a?os, que tambi¨¦n intenta culminar la carrera de Derecho de forma online.
La peque?a contenci¨®n que hace Pellicer en su barrio no altera los tristes indicadores que mostraba Venezuela previo a la pandemia. La Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano, realizada por tres universidades del pa¨ªs, revel¨® que entre 2019 y 2020 se reportaron 1,7 mill¨®n menos alumnos en todo el sistema escolar, desde la educaci¨®n inicial hasta el nivel universitario. Tambi¨¦n aument¨® el rezago. Casi un 20% de los estudiantes entre 12 y 17 a?os tiene dos a?os de atraso y un 18% va retrasado un a?o. La cobertura educativa en Venezuela toc¨® techo y retrocedi¨®, de acuerdo al informe. El a?o pasado, un 40% de los alumnos faltaba con con frecuencia a clases.
Fausto Romeo representa a una asociaci¨®n de colegios privados en Venezuela. En algunos de estas instituciones han grabado clases en video, usan plataformas digitales y han intentado cumplir con un horario y actividades escolares desde casa. ¡°No es solo el tema educativo, es tambi¨¦n la psicoafectividad que proporciona la escuela. Los alumnos necesitan ver a sus maestros y a sus compa?eros. Mi mayor preocupaci¨®n es que con esto estaremos perdiendo muchachos¡±, dice.
En los colegios privados un maestro puede ganar entre 80 y 100 d¨®lares al mes. Es una diferencia enorme con respecto a las tablas salariales del sector p¨²blico, pero tampoco es suficiente. Luis Mart¨ªnez Vera, de 63 a?os, es profesor de ciencias sociales en los dos sectores. Est¨¢ en la bisagra de la desigualdad. Con los alumnos del colegio privado interact¨²a a trav¨¦s de una plataforma digital, con los del p¨²blico solo intercambia correos electr¨®nicos. Pese a los dos ingresos salariales, el docente, que tiene dos carreras universitarias y maestr¨ªas, trabaja como jardinero cerca de su casa para poder hacer ahorros. Tambi¨¦n siembra tomates, pimentones o papayas en su casa en Caracas, para poder comer "lo que es prohibitivo comprar en un supermercado.
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