La justicia griega declara que el grupo neonazi Aurora Dorada es una organizaci¨®n criminal
La polic¨ªa lanza gases lacrim¨®genos contra la multitud que protestaba en Atenas contra el movimiento radical, que lleg¨® a ser tercera fuerza del pa¨ªs
Con una sentencia hist¨®rica, que declara organizaci¨®n criminal al partido que en 2015 se convirti¨® en tercera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs, la Justicia griega ha enterrado definitivamente este mi¨¦rcoles la amenaza que para las instituciones, la sociedad civil y la poblaci¨®n inmigrante ha constituido en los ¨²ltimos a?os Aurora Dorada (AD), la formaci¨®n ultranacionalista e indisimuladamente neonazi ¨Caunque sus l¨ªderes abjuraran del t¨¦rmino- que en 2012 logr¨® capitalizar los estragos de la crisis econ¨®mica irrumpiendo en el Parlamento con 18 diputados.
En un juicio que arranc¨® tras el asesinato por uno de sus militantes del rapero antifascista Pavlos Fyssas, en septiembre de 2013, el Tribunal de Apelaciones de Atenas ha considerado demostrado que el l¨ªder de la formaci¨®n y de su grupo parlamentario, Nikos Mijaloliakos, otros cinco exdiputados y un antiguo eurodiputado ¨Cla plana mayor del partido, en suma- dirig¨ªan una organizaci¨®n criminal de estructura jerarquizada y parahitleriana, como qued¨® patente tras el encarcelamiento de la c¨²pula por el asesinato de Fyssas, cuyo autor material, Yorgos Rupaki¨¢s, se enfrenta a una posible cadena perpetua. Otras 18 personas, la mayor¨ªa exdiputados, fueron declaradas culpables de pertenencia a la organizaci¨®n y tres de los dirigentes principales, incluido Mijaloliakos, tambi¨¦n de posesi¨®n de armas. En total hubo 78 encausados.
Adem¨¢s del asesinato de Fyssas, el veredicto recoge otros dos casos, protagonizados igualmente por matones de la organizaci¨®n en los a?os de plomo de la crisis: sendos intentos de homicidio contra pescadores egipcios en el Pireo, en 2012, y contra miembros del sindicato comunista PAME, en 2013. Todos los imputados en estos casos fueron declarados culpables. Las condenas se conocer¨¢n en los pr¨®ximos d¨ªas y pueden oscilar entre los cinco y los 15 a?os de c¨¢rcel.
Un emocionante rugido de alivio y justicia se elev¨® al cielo desde los alrededores del tribunal en Atenas, donde se hab¨ªan concentrado al menos 20.000 personas, y se hab¨ªa desplegado un dispositivo policial extraordinario formado por 2.000 agentes, dada la trascendencia del fallo. Tras la explosi¨®n de solidaridad que sigui¨® a la emisi¨®n del veredicto por megafon¨ªa, y la acci¨®n de unos pocos radicales, la polic¨ªa carg¨® con gases lacrim¨®genos contra la multitud, a la que tambi¨¦n intent¨® dispersar con ca?ones de agua, mientras muchos de los concentrados recordaban a gritos la buena sinton¨ªa existente entre el grupo criminal y las fuerzas de seguridad. No faltaron entre la marea humana representantes de los principales partidos pol¨ªticos, incluida la conservadora Nueva Democracia (en el poder), as¨ª como el ex primer ministro Alexis Tsipras, l¨ªder de Syriza. El actual jefe de Gobierno, Kyriakos Mitsotakis, declar¨® en Twitter su satisfacci¨®n por un veredicto hist¨®rico para la democracia y el Estado de derecho ¡°que cierra un periodo traum¨¢tico de la vida p¨²blica¡± griega.
A la salida de la sala, Magda Fyssas, la madre de la v¨ªctima, protagoniz¨® la escena m¨¢s desgarradora, alzando los brazos al cielo y clamando ¡°lo conseguiste, hijo m¨ªo¡±. En un proceso que se ha demorado hasta la extenuaci¨®n, Magda Fyssas arrostr¨® la desafiante y bronca presencia de los procesados en las 454 sesiones del juicio (el m¨¢s prolongado contra neonazis desde el proceso de N¨¹remberg, seg¨²n la agencia Efe), sin faltar a una sola, convirti¨¦ndose en s¨ªmbolo de una lucha en la que la sociedad civil ha desempe?ado un papel tambi¨¦n determinante: los ¨²ltimos d¨ªas las redes sociales griegas han sido un clamor de lemas como ¡°no son inocentes¡±, ¡°el fascismo no es una opini¨®n, es un crimen¡± y ¡°el miedo no vencer¨¢¡±.
El 18 de septiembre de 2013, Pavlos Fyssas, rapero y militante antifascista de 34 a?os, fue asesinado en una calle de Keratsini, barriada del cintur¨®n obrero de Atenas, no lejos de su casa. El mat¨®n Rupaki¨¢s, militante de AD, le hab¨ªa provocado poco antes en un bar con una discusi¨®n futbolera, para acabar asest¨¢ndole varias pu?aladas que le causaron la muerte en el acto. En el lugar, se alz¨® durante los preceptivos 40 d¨ªas de duelo un altarcito de flores rojas y velas, mientras los vecinos del barrio ¨Cuno de los elegidos por AD para su labor de zapa y sus razias contra inmigrantes o simpatizantes izquierdistas- se juramentaban justicia.
El auge y ca¨ªda de AD ha corrido en paralelo a la deriva socioecon¨®mica de Grecia por efecto de la austeridad a martillazos impuesta por los tres rescates financieros (aprobados entre 2010 y 2015, y concluido el ¨²ltimo, pero no la supervisi¨®n financiera del pa¨ªs, en 2019). Ejemplo m¨¢s cruel y burdo de antipol¨ªtica ¨Centendida como la reacci¨®n visceral del electorado a un estado de cosas adverso y el hartazgo de la vieja pol¨ªtica-, fue perdiendo fuelle en las calles, gracias a la resistencia de la sociedad civil y la lucha de los grupos antifascistas, y en los despachos: las instituciones y la clase pol¨ªtica, de la presidencia al Parlamento, adem¨¢s de los medios, le impusieron un f¨¦rreo cord¨®n sanitario que dio sus frutos en las ¨²ltimas elecciones, en julio de 2019, en las que no logr¨® ni un solo esca?o al no rebasar el umbral del 3% de los votos. Paralelamente, sus problemas financieros le obligaron a malvender sus sedes, donde los periodistas que osaran pronunciar el calificativo neonazi para describirlos eran declarados personas non gratas. Los barrios obreros, el antiguo cintur¨®n rojo del Pireo y los distritos que concentran un mayor n¨²mero de poblaci¨®n extranjera, sin olvidar los miles de refugiados atrapados en las islas y el continente, podr¨¢n respirar ya tranquilos: AD no es populismo, es solo una mafia criminal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.