Los resultados en Bolivia cuestionan la tesis del fraude electoral de 2019 y legitiman a Evo Morales

Los resultados preliminares de las elecciones generales en Bolivia sit¨²an al pa¨ªs en la casilla de salida de hace un a?o. El Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del expresidente Evo Morales, gana sin necesidad de celebrar una segunda vuelta. El exministro Luis Arce logr¨®, seg¨²n los datos del escrutinio r¨¢pido, una holgada victoria frente a su principal adversario, Carlos Mesa. Lo hizo, adem¨¢s, con al menos cinco puntos m¨¢s que en 2019. Estos n¨²meros ¡ªque a¨²n no son los oficiales, pero han sido avalados tanto por la presidenta del Gobierno interino, Jeanine ??ez, como por el propio Mesa¡ª contrastan con la tesis del fraude defendida por la Organizaci¨®n de los Estados Americanos (OEA) que desemboc¨® en la renuncia y posterior salida del pa¨ªs de Morales y a?aden legitimidad a ese proceso electoral.

Bolivia acudi¨® a las urnas el 20 de octubre del a?o pasado despu¨¦s de 14 a?os de Gobierno del MAS. El l¨ªder ind¨ªgena, que buscaba revalidar su mandato por cuarta vez, arrastraba desgaste incluso en los sectores populares que siempre le hab¨ªan apoyado y entre los j¨®venes. Sobre todo, se presentaba tras haber perdido, en 2016, una consulta sobre una reelecci¨®n indefinida cuyo resultado fue pasado por alto por el Tribunal Supremo Electoral y el Constitucional, que habilitaron su candidatura. Los bolivianos ten¨ªan esencialmente dos opciones: entregarle de nuevo el poder o votar por Mesa.

El apag¨®n del conteo, que estuvo interrumpido durante casi 24 horas, hizo saltar todas las alarmas durante la noche electoral. Al d¨ªa siguiente, la OEA ya manifestaba dudas sobre la limpieza de las elecciones. La presi¨®n del secretario general de la organizaci¨®n, Luis Almagro, fue creciendo. Y para cuando, cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, se conocieron los resultados finales que le daban una victoria sin necesidad de desempate en segunda vuelta, el pa¨ªs estaba al borde de un estallido social. Las protestas de los grupos opositores, azuzados especialmente por el l¨ªder ultraconservador Luis Fernando Camacho, y los choques con los simpatizantes del MAS sumieron a Bolivia en el caos durante semanas. A principios de noviembre, Morales perdi¨® la confianza de las Fuerzas Armadas, present¨® su renuncia y abandon¨® el pa¨ªs rumbo a M¨¦xico antes de recibir asilo en Argentina.

Mientras la OEA elaboraba una auditor¨ªa de los comicios asumi¨® la presidencia la senadora Jeanine ??ez, seg¨²n una interpretaci¨®n muy criticada de la Constituci¨®n. Los enfrentamientos se recrudecieron y en los choques con las fuerzas de seguridad murieron decenas de personas. El prop¨®sito del Gobierno interino ten¨ªa que ser renovar a la autoridad electoral y convocar elecciones a la mayor brevedad. Se convocaron primero para mayo, despu¨¦s en septiembre y finalmente se celebraron un a?o despu¨¦s, seg¨²n las autoridades por las complicaciones relacionadas con la pandemia de coronavirus. El resultado de la auditor¨ªa de la OEA fue cuestionado duramente por otros organismos internacionales. A eso se a?adi¨® la gesti¨®n revanchista de los miembros m¨¢s derechistas del Gabinete, como el ministro de Gobierno, Arturo Murillo. Varios dirigentes del MAS tuvieron que irse del pa¨ªs o pedir refugio en legaciones diplom¨¢ticas y en Navidades se produjo un incidente con polic¨ªas bolivianos durante la visita de funcionarios espa?oles a la Embajada de M¨¦xico de La Paz, donde se encontraban asilados miembros del Gobierno depuesto.

Morales fue acusado de terrorismo por su actuaci¨®n en 2019, lo que para organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch (HRW) constitu¨ªa un cargo desproporcionado. En los meses previos a estas elecciones, adem¨¢s, el oficialismo intent¨® inhabilitar con una demanda la candidatura de Luis Arce por difundir encuestas en contra de la normativa electoral. Ese intent¨® no prosper¨®, pero los bolivianos eligieron el domingo al nuevo presidente en un clima de enorme divisi¨®n, una brecha agravada por el fantasma de la violencia y la convulsi¨®n social. Finalmente, los resultados parciales legitiman de nuevo al MAS en unas elecciones que se hab¨ªan convertido en una suerte de plebiscito sobre el legado de Evo Morales.