Cinco a?os del Bataclan, la amenaza persistente
Un polic¨ªa que intervino en la sala de conciertos y una mujer que logr¨® escapar recuerdan los atentados yihadistas de 2015 en Par¨ªs y reflexionan sobre las heridas que han dejado
Un color, un sonido, un olor. Los a?os nunca acaban de borrar la huella de un atentado terrorista para los supervivientes. El pasado nunca deja de ser presente para quien estuvo en la sala de conciertos Bataclan de Par¨ªs el 13 de noviembre de 2015.
¡°La muerte masiva tiene un color: el de la sangre por todas partes. Tiene un olor: el de la p¨®lvora fr¨ªa y el de la sangre, el olor acre de los l¨ªquidos humanos. Y tiene un sonido que queda marcado en la memoria: el de los tel¨¦fonos que vibran¡±.
Habla Jean-Michel Fauvergue, uno de los primeros polic¨ªas que entr¨® en el Bataclan despu¨¦s de que un comando de tres terroristas asaltase el teatro durante un concierto del conjunto estadounidense Eagles of Death Metal. Fauvergue era en aquel momento el jefe del RAID, la unidad especial de intervenci¨®n de la polic¨ªa francesa.
Lo que el jefe del RAID ¡ªlos geos franceses¡ª vio, oli¨® y escuch¨® nunca lo ha olvidado. ¡°En cuanto uno cruza el umbral de la puerta con la columna de asalto detr¨¢s, se da cuenta de la masacre, y entra en otra dimensi¨®n¡±, dice. ¡°Ya no es una operaci¨®n policial sino una operaci¨®n de guerra¡±. Eran las 23.00, un terrorista ya hab¨ªa muerto despu¨¦s de la entrada de los dos primeros polic¨ªas y los otros dos estaban encerrados con rehenes en un pasillo. Faltaba m¨¢s de una hora para el desenlace.
Hoy se cumplen cinco a?os del m¨²ltiple atentado reivindicado por el Estado Isl¨¢mico en los alrededores del Estadio de Francia, en las afueras de Par¨ªs, en varios caf¨¦s y terrazas de la capital y en el Bataclan. Entre las 21.20 del viernes y las 01.40 del s¨¢bado, tres comandos con armas autom¨¢ticas y cinturones explosivos mataron a 130 personas y dejaron 350 heridos.
Era la guerra en Par¨ªs, como dice el antiguo comisario Fauvergue, el peor momento de una ola de ataques yihadistas que hab¨ªa comenzado en 2012 con la matanza en una escuela jud¨ªa de Toulouse y el asesinato de tres soldados, continu¨® con el doble atentado en la revista sat¨ªrica Charlie Hebdo en enero de 2015 y en el supermercado jud¨ªo Hyper Cacher de Par¨ªs, y culmin¨® con los atentados del 13 de noviembre del mismo a?o.
El trabajo del duelo habr¨ªa exigido un tiempo de paz, la posibilidad de decirse que el terrorismo en suelo franc¨¦s ¡ªy perpetrado por franceses¡ª quedaba atr¨¢s. No ha sido posible. Los atentados se sucedieron: desde el terrorista que, al volante de un cami¨®n, atropell¨® a la multitud y mat¨® a 86 personas el 14 de julio de 2016 en Niza, hasta los m¨¢s recientes en octubre: la decapitaci¨®n de un profesor de escuela, Samuel Paty, cerca de Par¨ªs, y el asesinado con cuchillo de tres personas en la bas¨ªlica de Notre-Dame, tambi¨¦n en Niza. Cada atentado es como un electrochoque, primero para los supervivientes y sus familiares, pero tambi¨¦n para toda la sociedad francesa, que no puede pasar p¨¢gina.
¡°Ma?ana es viernes y es 13, como entonces. Pienso que ser¨¢ una noche dif¨ªcil para m¨ª¡±, dice Sophie Reungeot, que estuvo en el Bataclan. ¡°Los atentados recientes, en Francia y tambi¨¦n en Viena, dan la impresi¨®n de que nada est¨¢ arreglado. No es que me esperase que las cosas se hubiesen arreglado, pero digamos que casi no hemos avanzado¡±.
Ahora, cuando piensa en aquellos segundos decisivos en el Bataclan, despu¨¦s de o¨ªr los primeros disparos y entender que aquello era un ataque terrorista, Reungeot comprende lo r¨¢pido que el ser humano se da cuenta de que su vida corre peligro. ¡°En los primeros segundos, me dije: ¡®Se acab¨®¡¯. Y en segundo despu¨¦s, me dije: 'Pues no, no se acab¨®¡±, recuerda. ¡°Es el instinto de supervivencia¡±.
A Reungeot se le ha quedado un instante grabado: ella intentando abrir la puerta de la salida de emergencia y, por m¨¢s que se esfuerza, no lo consigue. ¡°?Abrir¨¢s de una vez esta puta puerta?¡±, le dice alguien que tambi¨¦n intenta huir en pleno p¨¢nico, mientras los terroristas disparan en la platea.
La puerta se abre por fin y todos bajan por las escaleras que les conducen a la calle. All¨ª su mirada se cruza un momento con la de Jesse Hughes, el cantante de Eagles of Death Metal, que ha escapado por otra salida en las bambalinas. Despu¨¦s, entra en la estaci¨®n de metro de Chemin Vert, donde un empleado de los transportes p¨²blicos parisienses les da agua y la abraza. ¡°Fue un primer acto humano y de protecci¨®n¡±, resume.
La experiencia conforma el cap¨ªtulo central de Le bruit des avions (¡®El ruido de los aviones¡¯), la novela, reci¨¦n publicada en Francia, en la que Sophie Reungeot narra la amistad de dos mujeres que se conocen en un taxi despu¨¦s del atentado. ¡°Existe un t¨®pico de la escritura como liberaci¨®n, y es as¨ª¡±, dice. El t¨ªtulo alude a la inquietud que la protagonista, como Reungeot, siente cuando de noche escucha aviones en el cielo de Par¨ªs.
Puede ser un ruido, una mala mirada en la calle o la sucesi¨®n de atentados: el Bataclan sigue acompa?ando a quienes salieron vivos. ¡°La herida est¨¢ cerrada¡±, se?ala, ¡°pero cada atentado es como si saltase un punto de sutura¡±. Todo aquello podr¨ªa ser un recuerdo traum¨¢tico, pero un recuerdo del pasado: no lo es; para muchos no deja de actualizarse.
¡°La amenaza se ha instalado y habr¨¢ que combatirla profundamente si alg¨²n d¨ªa queremos que desaparezca para siempre¡±, apunta Fauvergue, hoy diputado por La Rep¨²blica en marcha, el partido del presidente Emmanuel Macron. Y rememora aquella hora larga: los cad¨¢veres que ¨¦l y su equipo deb¨ªa esquivar en la platea, los heridos que se les agarraban a los pantalones, el di¨¢logo desordenado con los terroristas escondidos detr¨¢s de una puerta y finalmente el asalto que realizaron, desde el piso superior, los agentes de la BRI, el grupo de intervenci¨®n de la polic¨ªa de Par¨ªs. Los dos terroristas murieron; los rehenes sobrevivieron.
No ha olvidado esto, ni tampoco el olor, el color ni aquel sonido obsesivo, el de la vibraci¨®n de los m¨®viles. ¡°Al estar en un espect¨¢culo, la gente los ten¨ªa en modo vibraci¨®n¡±, explica el exjefe policial. ¡°Los padres, en cuanto supieron que hab¨ªa habido un atentado, llamaban a sus hijos e hijas para tener noticias suyas. Vibraban todo el tiempo, sin parar¡±.
Pandemia, juicio y nuevos ataques
¡°En Francia no hemos salido de la secuencia que se abri¨® con los atentados de enero y noviembre de 2015 y que, aunque con menos muertos, se repiten con intervalos regulares desde entonces¡±, dice el soci¨®logo G¨¦r?me Truc, que ha investigado las reacciones a los ataques yihadistas en las sociedades occidentales. Truc, coeditor del libro ¡®Los memoriales del 13 de noviembre¡¯, cree que lo destacable, en la conmemoraci¨®n prevista hoy, es que no podr¨¢ ser, como suele suceder con las fechas redondas como el quinto aniversario, un ¡°momento fuerte¡±. La pandemia obligar¨¢ a rebajar la asistencia. Y a esto se a?ade el contexto del juicio a los supuestos c¨®mplices del atentado del semanario ¡®Charlie Hebdo¡¯, y los atentados recientes con cuchillo en Francia y con armas de combate en Austria. ¡°Para las v¨ªctimas, todo esto hace que el recuerdo sea doloroso y adem¨¢s est¨¢n encerradas y no pueden reunirse¡±, explica. ¡°Es una situaci¨®n particular¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.