Fallo hist¨®rico contra ¡®Venda Sexy¡¯, el centro de torturas a mujeres de la dictadura de Pinochet
Un juez en Chile considera que los abusos sexuales cometidos por agentes de la polic¨ªa secreta constituyeron ¡°una forma espec¨ªfica de violencia contra la mujer¡±
Beatriz Bataszew sinti¨® terror cuando supo lo que ocurr¨ªa en el s¨®tano de Venda Sexy. Horas antes, un 12 de septiembre de 1974, hab¨ªa sido detenida por agentes de la Direcci¨®n Nacional de Inteligencia (DINA), la polic¨ªa secreta de la dictadura de Augusto Pinochet, quienes la trasladaron a ese centro clandestino montado al interior de una casa de dos pisos de un sector de clase media de la comuna de Macul, en Santiago de Chile.
El origen del nombre Venda Sexy est¨¢ consignado en el primer Informe de la Comisi¨®n Nacional sobre Prisi¨®n Pol¨ªtica y Tortura -m¨¢s conocido como informe Valech. All¨ª se establece que era parte de la jerga de los agentes de la DINA, y se relacionaba con su m¨¦todo de tortura preferente: los vej¨¢menes sexuales, en su mayor¨ªa a mujeres, quienes durante su paso por la casa permanecieron desnudas y vendadas.
Para Beatriz Bataszew, estudiante de ingenier¨ªa forestal y militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), su paso por los s¨®tanos de la casa fueron cinco d¨ªas desnuda, vendada, sin contacto con el exterior y sometida a diversos interrogatorios en los que fue torturada, agredida y abusada sexualmente. El lugar se conoc¨ªa tambi¨¦n como la discoteca: un tocadiscos de vinilo sonaba a todo volumen para ocultar el horror.
Lo ocurrido en Venda Sexy, sostiene Beatriz, estaba completamente fuera del imaginario represivo de ella y otros militantes de movimientos de izquierda, en medio de los a?os m¨¢s crudos de la dictadura. Uno de los primeros aprontes de lo que le tocar¨ªa vivir le lleg¨® al escuchar el relato de Marta Neira, de quien se perder¨ªa todo rastro y pasar¨ªa a engrosar la lista de m¨¢s de 1.210 detenidos desaparecidos por el r¨¦gimen: ¡°Ella volvi¨® del s¨®tano y relat¨® desesperada, desencajada, que hab¨ªa sido violentada por el perro. Eso fue tremendo para las que todav¨ªa no viv¨ªamos esa experiencia, porque cuando ella relataba yo pensaba que eso me iba a pasar a m¨ª y efectivamente me pas¨®¡±.
Las violaciones eran efectuadas por los propios agentes de la DINA y en especial por una mujer: Ingrid Olderock, descendiente de alemanes con ideas ligadas al nazismo, quien se hizo conocida dentro de la polic¨ªa secreta al utilizar a su perro Volodia, de raza pastor alem¨¢n y entrenado para cometer los abusos. ¡°Esto no solo fue violencia sexual, fue violencia pol¨ªtica sexual, que ten¨ªa como objetivo domesticarnos, disciplinarnos y particularmente castigarnos, porque ¨¦ramos mujeres que luch¨¢bamos decididamente contra la dictadura¡±, sostiene Beatriz Bataszew al recordar lo vivido hace casi medio siglo.
Su caso forma parte de un in¨¦dito fallo de la justicia chilena que incorpor¨® una perspectiva de g¨¦nero al condenar a los exagentes de la DINA Ra¨²l Iturriaga Neumann, Manuel Rivas y Hugo Hern¨¢ndez a 15 a?os de presidio como autores de secuestro y aplicaci¨®n de tormentos con violencia sexual en contra de Beatriz y otras cinco mujeres: Cristina Godoy, Laura Ramsay, Beatriz Bataszew, Sara de Witt, Alejandra Holzapfel y Clivia Sotomayor; adem¨¢s de cuatro hombres quienes fueron v¨ªctima de secuestro y torturas entre los a?os 1974 y 1975, al interior de la Venda Sexy.
La particularidad del fallo del juez Mario Carroza radica en que se consideraron los abusos cometidos durante los interrogatorios como ¡°una forma espec¨ªfica de violencia contra la mujer¡±, en sinton¨ªa con est¨¢ndares internacionales. ¡°En el estudio de lo acontecido en dicho recinto de reclusi¨®n clandestino, no solo se limitaron los agentes a secuestrar a hombres y mujeres, con el prop¨®sito de encerrarlos y extraerle informaci¨®n, bajo tortura, la cual en el caso de las mujeres, por su naturaleza y gravedad, tuvieron un impacto para ellas que marco su vida futura¡±, explica Carroza a EL PA?S.
Para el juez, lo vivido por las mujeres al interior de esta casa ¡°fueron circunstancias deshumanizadas, degradantes y abusivas¡±, y que se deb¨ªan entender como una figura penal diferente y que ¡°patentizara estas circunstancias¡±. Junto con las penas de presidio a los exagentes, Carroza conden¨® al Estado de Chile a pagar una indemnizaci¨®n de 80 millones de pesos chilenos (casi 88.000 euros), por concepto de da?o moral, a cada una de los demandantes. El dictamen es inapelable.
Para Beatriz Bataszew el fallo ¡°tiene un valor importante, pero tiene limitantes, entre los principales, que no se considera el elemento pol¨ªtico de esta violencia. Eso significa que se juzga a quienes cometieron los actos, pero no a quienes orquestaron este instrumento de terrorismo de Estado. Es decir, no juzga a la autoridad pol¨ªtica¡±. ¡°Hay un avance en el sentido que se avanza en verdad, pero no consideramos que sea justicia un acto que se ejecuta casi medio siglo despu¨¦s. Si la justicia no es oportuna, no es justicia¡±, dice.
En tanto, para la abogada Camila Maturana Kesten, de Corporaci¨®n Humanas, una organizaci¨®n feminista que entrega apoyo jur¨ªdico a v¨ªctimas de violaciones a los Derechos Humanos, ¡°reviste la mayor importancia que el poder judicial chileno reconozca y releve la particularidad de la represi¨®n ejercida por los agentes del Estado en Venda Sexy, se?alando que, adem¨¢s de infligir graves sufrimientos f¨ªsicos y ps¨ªquicos de las personas secuestradas, se cometi¨® violencia sexual de manera sistem¨¢tica y masiva, particularmente en contra de mujeres¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.