Las tumbas vac¨ªas de los Balcanes
Transcurridas dos d¨¦cadas de las guerras en la antigua Yugoslavia, asociaciones de v¨ªctimas luchan todav¨ªa por localizar a miles de desaparecidos
Apiladas entre sillas y folletos, decenas de siluetas negras de cart¨®n con forma de persona dominan la entrada a la sede de la Alianza de familias de detenidos y desaparecidos veteranos de guerra croatas, en Zagreb. Son solo una parte de las cerca de 2.000 que fueron utilizadas el pasado 30 de agosto en un acto con motivo del d¨ªa mundial en recuerdo de los desaparecidos. La cifra no es casual; se trata de una estimaci¨®n de personas a¨²n por hallar en Croacia ¡ªvivas o muy probablemente muertas¡ª fruto de la guerra que sufri¨® el pa¨ªs, junto con otros territorios de la antigua Yugoslavia, y de cuyo final se cumplen este mes 25 a?os.
¡°Son tantas que no nos caben todas¡±, reconoce la presidenta de la asociaci¨®n, Ljiljana Alvir, en un reciente viaje que efectu¨® EL PA?S a Zagreb. Una de esas siluetas recuerda a su hermano Robert, soldado en la segunda (tras un breve conflicto de 10 d¨ªas en Eslovenia) de las guerras que desmembraron Yugoslavia en los a?os noventa dejando m¨¢s de 100.000 muertos, un genocidio (Srebrenica) y ¨Cm¨¢s de dos d¨¦cadas despu¨¦s¨C alrededor de 10.000 desaparecidos que el paso del tiempo hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil encontrar. Alvir, de hecho, no aspira ya a volver a abrazar a su hermano (¡°con todos los a?os que han pasado, si estuviese vivo habr¨ªa encontrado alguna manera de ponerse en contacto con nosotros¡±, dice), sino a darle un entierro cat¨®lico como el que recibi¨® su prometido, que tambi¨¦n muri¨® en la guerra y cuyos restos descansan en Vukovar, la fronteriza ciudad croata en la que comenz¨® la agresi¨®n serbia.
¡°Mi hermano y yo ¨¦ramos muy cercanos. ?l ten¨ªa 19 a?os y yo, 21. Era soldado y el d¨ªa antes de que cayese Vukovar [18 de noviembre de 1991] intent¨® con otros j¨®venes cruzar a la otra parte de Croacia para permanecer con vida, pero los serbios les capturaron. Ese es el ¨²ltimo rastro que hay de ¨¦l. He seguido pistas y testimonios, pero sigo sin saber qu¨¦ pas¨® a partir de ese d¨ªa. He hecho todo lo posible por encontrarlo. Sue?o con ¨¦l. Y siento una responsabilidad de que no est¨¦ aqu¨ª. Que tendr¨ªa que haber hecho algo. Algo. Haberle dicho: ¡®qu¨¦date aqu¨ª¡¯. S¨¦ que no es as¨ª, pero es muy dif¨ªcil vivir esta agon¨ªa y es muy dif¨ªcil vivir sin tumba. Cuando voy a Vukovar visito la tumba de mi prometido. Y hablo con ¨¦l. Le hablo de mis sobrinos. Cada familia, no solo la m¨ªa, necesita algo as¨ª. Tener ese lugar. Saber ¡®aqu¨ª est¨¢ mi hermano, mi hijo o mi marido¡¯ y poder encender una vela, poner flores o decirle algo¡±, asegura entre l¨¢grimas.
Drazenka Kosic es la otra cara de la misma moneda. Tiene 51 a?os, la edad que su padre estaba a meses de alcanzar cuando, en 1992, dos polic¨ªas militares croatas se lo llevaron de casa y nunca m¨¢s lo volvieron a ver. ?l era un serbocroata en Slatina, una localidad en la regi¨®n oriental de Eslavonia que al inicio del invierno de 1991 tomaron paramilitares serbios y poco despu¨¦s recuperaron las fuerzas croatas. ¡°Fue entonces cuando los croatas empezaron a tomar represalias, matando civiles o quemando casas de gente que no ten¨ªa nada que ver con lo que pas¨®¡±, recuerda hoy Kosic. Primero fue un artefacto explosivo como advertencia; luego, la desaparici¨®n y, finalmente, una llamada an¨®nima que les ped¨ªa una alta suma de dinero si quer¨ªan volver a verlo con vida. Pagaron, pero nada cambi¨®.
¡°Pasamos un a?o pensando que estar¨ªa vivo, hasta que la polic¨ªa nos dijo que fue asesinado el mismo d¨ªa en que fue capturado. Lo llevaron a unos barracones junto al r¨ªo Drava, donde fue interrogado. Luego le mataron y tiraron su cad¨¢ver al r¨ªo¡±, relata. El asesino fue condenado por un tribunal militar, pero se benefici¨® de una amnist¨ªa, por lo que solo estuvo en torno a dos meses en prisi¨®n, agrega. Los c¨®mplices no llegaron a entrar en la c¨¢rcel. El cad¨¢ver de su padre nunca ha aparecido. Ambas cosas ¨Cel juicio y la falta de una l¨¢pida sobre la que llorar¨C son los dos grandes dolores de Kosic. ¡°Lo m¨¢s duro es que a veces me topo con la persona que mat¨® mi padre. Pero si no se encuentra el cuerpo siempre faltar¨¢ algo. Es como si, en cierto modo, no se cerrase. Y no tengo mucha esperanza de que lo encontremos".
Pese al ¨¢rbol de las historias de dolor de quienes a¨²n buscan a sus seres queridos, el bosque est¨¢ lleno de casos cerrados. De aquellos que lograron dar sepultura ¨Co hallaron con vida¨C a quienes desaparecieron durante las guerras en Croacia (1991-1995) y Bosnia (1992-1995), y en Kosovo (1998-2000). Seg¨²n datos del pasado agosto del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR), uno de los organismos internacionales que participa en la b¨²squeda de los desaparecidos en la antigua Yugoslavia, un 71,4% (25.000) de las 35.013 desapariciones comunicadas al organismo han sido resueltas: el 60% se hallaron los cuerpos y se entregaron los restos a las familias y el 10% de los desaparecidos fueron encontrados con vida.
¡°Los resultados en la antigua Yugoslavia no tienen precedentes. En ninguna otra regi¨®n del mundo se ha dado ese porcentaje de identificaciones exitosas de personas desaparecidas tras el conflicto¡±, apunta Matthew Holliday, jefe del programa de los Balcanes Occidentales de la Comisi¨®n Internacional sobre Personas Desaparecidas, creada a iniciativa del entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en 1996, poco despu¨¦s de la firma de los Acuerdos de Dayton que pusieron fin al derramamiento de sangre en Bosnia, y que ha trabajado desde entonces en m¨¢s de 40 pa¨ªses. La Comisi¨®n, que eleva los dosieres de desaparecidos a unos 40.000 (10.500 de ellos por resolver), ha sido importante en una labor en la que participan un mosaico de organizaciones locales, estatales e internacionales (oficiales, de la sociedad civil, veteranos de guerra, etc.), en ocasiones seg¨²n el pa¨ªs y la nacionalidad o adscripci¨®n ¨¦tnica de los desaparecidos.
El pa¨ªs que m¨¢s sufri¨® es tambi¨¦n el que tiene mayor n¨²mero de l¨¢pidas por rellenar. Bosnia ha concentrado casi dos tercios (22.424) de los casos, 6.395 todav¨ªa abiertos. Unos 8.000 desaparecidos ten¨ªan el sello del genocidio. Son los varones musulmanes asesinados en la masacre de Srebrenica por las fuerzas serbobosnias al mando de Ratko Mladic, que cumple por ello cadena perpetua en una prisi¨®n de La Haya.
Quedan por encontrar los restos de unos 1.000. Entre ellos, varios de los 22 familiares que perdi¨® en el genocidio Munira Subasic, hoy presidenta de la Asociaci¨®n de madres de los enclaves de Srebrenica y Zepa. Su marido fue identificado y enterrado en 2005. Los restos de su hijo, hallados desperdigados en dos fosas comunes, una a 10 kil¨®metros de la otra, cerca de Srebrenica. Son solo dos huesos, que dieron positivo en la prueba de ADN. ¡°Era muy importante que mi hijo tuviese una tumba digna y una l¨¢pida, lo que en mi percepci¨®n es una prueba de su existencia. Aunque sus nombres est¨¢n escritos sobre tumbas, nadie puede decir que no existieron¡±, explica por correo electr¨®nico.
M¨¢s arduo
En el camino se han resuelto muchas inc¨®gnitas, pero la lejan¨ªa temporal de los hechos hace cada vez m¨¢s arduo resolver los casos pendientes. ¡°Siendo menos, est¨¢n siendo mucho m¨¢s dif¨ªciles de encontrar que los anteriores¡±, se?ala Alvir. Uno de los problemas: algunos intentos de eliminar huellas de las atrocidades funcionaron. ¡°Sabemos por algunos testigos d¨®nde estaban inicialmente los cuerpos. All¨ª excavamos y encontramos restos, pero los cad¨¢veres ya no est¨¢n all¨ª porque fueron movidos a otra parte, incluso m¨¢s de una vez. Y ah¨ª es donde perdemos la pista¡±.
¡°El principal reto es la falta de informaci¨®n cre¨ªble sobre nuevas fosas comunes secretas y tumbas individuales¡±, apunta Holliday, quien admite que tambi¨¦n se cruzan en el camino la ¡°reticencia o incapacidad de los Estados para cumplir sus obligaciones de investigar de forma efectiva la suerte y ubicaci¨®n de los desaparecidos¡± y ¡°la pol¨ªtica, con algunos esfuerzos enfocados exclusivamente en algunos grupos de desaparecidos, en detrimento de otros¡±.
Fabien Bourdier, coordinador de la cuesti¨®n de los desaparecidos en los Balcanes Occidentales y presidente del grupo de trabajo del CICR sobre desaparecidos en Kosovo, admite que el descenso en el n¨²mero de nuevos carpetazos a los casos es ¡°particularmente preocupante¡±. ¡°En los ¨²ltimos a?os pr¨¢cticamente se ha detenido, a causa del paso del tiempo y de la falta de informaci¨®n sobre nuevos lugares de enterramiento. En 2018, fueron halladas e identificadas 111 personas; el a?o pasado, 218; y en lo que va de a?o, solo 31¡±, se?ala por correo electr¨®nico. El Comit¨¦ alcanz¨® en 2018 un acuerdo con el mecanismo residual que sucedi¨® al Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia ¨Cclausurado en 2017 tras 25 a?os de actividad¨C por el que est¨¢ rastreando cualquier potencial pista entre los nueve millones de p¨¢ginas que este alberga en La Haya.
Vesna Terselic, directora de Documenta, una ONG con sede en Zagreb dedicada a la asunci¨®n del pasado b¨¦lico en la regi¨®n y tambi¨¦n involucrada en el dosier de los desaparecidos, ve tres motivos que explican el casi impasse actual: ¡°Los testigos directos de los asesinatos o los enterramientos rara vez alzan la voz porque tienen miedo de quienes lo hicieron; los institutos, departamentos y comisiones gubernamentales no invierten los recursos y medios necesarios; y, por ¨²ltimo, la cooperaci¨®n entre Gobiernos e intercambio de informaci¨®n es ineficiente. Demasiado a menudo se politiza y se hace mal uso del asunto de la b¨²squeda de desaparecidos, que deber¨ªa ser puramente humanitario¡±. Las asociaciones locales de familiares de desaparecidos suelen de hecho salpicar su discurso de la denuncia de agravios comparativos respecto a un ¡°otro¡± (serbio, croata, bosniaco, albanokosovar¡) al que se prestar¨ªa m¨¢s atenci¨®n. "Cada aniversario de la desaparici¨®n es m¨¢s que simplemente familias exigiendo la verdad: son comunidades de memoria que tambi¨¦n reclaman el derecho a saber qu¨¦ sucedi¨®. Nuestras sociedades viven de facto en c¨ªrculos de retraumatizaci¨®n vinculados a la suerte de los desaparecidos¡±, a?ade.
El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, y el primer ministro de Kosovo, Avdullah Hoti, se comprometieron a profundizar en la b¨²squeda de los desaparecidos en el acuerdo, principalmente econ¨®mico, que firmaron el pasado septiembre en la Casa Blanca en presencia de Donald Trump. La mayor¨ªa de los m¨¢s de 6.000 desaparecidos del conflicto son albanokosovares, pero tambi¨¦n hay serbios, como Ivan Celic, cuyo rastro se perdi¨® en Pristina en 1999 dos d¨ªas despu¨¦s del despliegue en la ciudad de las tropas multinacionales de la KFOR. ¡°Recibi¨® una llamada del director de la empresa en la que trabajaba para que fuese al centro de Pristina para un relevo. Condujo all¨ª por la ma?ana y ya no tuvimos m¨¢s informaci¨®n sobre ¨¦l. Durante el conflicto no hab¨ªa sido reclutado por el Ej¨¦rcito ni por la polic¨ªa. Ten¨ªa 39 a?os¡±, explica por correo electr¨®nico su hermano Dusko Celic, presidente de la Coordinadora serbia de familias de desaparecidos y muertos en la antigua Yugoslavia, que aglutina a 60 asociaciones. Fue en ese periodo, desde la retirada de las fuerzas de Slobodan Milosevic hasta finales de 2000, cuando se dieron la gran mayor¨ªa de desapariciones de serbios y otras comunidades no albanokosovares, como los roman¨ªes.
En 2003, la familia recibi¨® los restos. Hab¨ªa muerto de un disparo en el cuello mientras ten¨ªa las manos atadas con alambre, seg¨²n el informe de la autopsia, obtenido por la familia, agrega Celic. ¡°El periodo de incertidumbre fue el m¨¢s dif¨ªcil. Nos llegaban noticias falsas de gente con nombres falsos que ped¨ªan dinero por sus servicios, diciendo que Iv¨¢n estaba vivo. Tambi¨¦n fue doloroso convencer a su mujer, hijos y madre del tr¨¢gico hecho de que los restos eran de Iv¨¢n. De que estaba muerto¡±.
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