¡®Veneno y sombra y adi¨®s¡¯
El Brexit ser¨¢ un d¨ªa sin¨®nimo de confusi¨®n brit¨¢nica. Ahora es un cristal que corta el pa¨ªs en dos
Todo esto pasar¨¢, pero en la atm¨®sfera inglesa reina el invierno del descontento de los que, habiendo amado este pa¨ªs, se sienten decepcionados por el desafecto con el que se liquidan abrazos pasados.
Frases subrayadas de angl¨®filos fieles que no entienden el tenor sin melod¨ªa del desenganche. ¡°Rabia y tristeza. Se han dejado llevar por sus peores instintos aislacionistas y de superioridad¡±. ¡°La pandilla angl¨®fila mundial est¨¢ ofendida con ellos. Nos sentimos despreciados¡±. ¡°No nos devuelven nada, les da igual nuestro afecto¡±.
Hoy es la ¨²ltima hora del Brexit. La vida va en serio. Ma?ana este fen¨®meno de niebla ser¨¢ el pasado de un desgarro. La abrumadora victoria de Boris Johnson a?adi¨® sal a la herida, porque ahora el primer ministro puede hacer (dec¨ªa ayer un escritor escoc¨¦s, William Boyd) ¡°lo que le d¨¦ la gana¡±.
Brexit ser¨¢ un d¨ªa sin¨®nimo de confusi¨®n brit¨¢nica. Ahora es un cristal que corta el pa¨ªs en dos. Entre los heridos por esta circunstancia est¨¢ Javier Mar¨ªas, que vivi¨® aqu¨ª en los ochenta, tradujo a Laurence Sterne y a Joseph Conrad, entre otros, y considera que la literatura, la m¨²sica, el arte, el paisaje forman parte de su alma. Tan es as¨ª que, preguntado por The Guardian para se?alar lo que significa para ¨¦l esta hora, dijo por escrito que ahora ese pa¨ªs que forma parte de todas sus almas ¡°es un territorio desconocido que dif¨ªcilmente puedo entender¡±. Tan ¡°extra?o y opaco¡± le parece que merece el subt¨ªtulo el subt¨ªtulo del tercer volumen de Tu rostro ma?ana, una de sus m¨¢s importantes novelas: Veneno y sombra y adi¨®s.?
?l siente, le dice a The Guardian, ¡°tener que decir estas tres palabras¡±, pero es lo que hay en su cabeza. Quienes llevan viniendo a Inglaterra desde cuando tan solo hab¨ªa una cafeter¨ªa de caf¨¦ expreso en todo el pa¨ªs y luego han visto que Londres acog¨ªa el olor europeo que ahora exhibe, encuentran inveros¨ªmil que, finalmente, el pa¨ªs que evocan empiece a decirse en pasado. No se lo cree, por ejemplo, Mario Vargas Llosa, que en 1967 dej¨® el Par¨ªs de los adoquines y se vino a vivir a Earl?s Court a desintoxicarse de la pol¨ªtica a la sombra de los Beatles y de Mary Quant y de los Rolling. Inglaterra deca¨ªa, pero los j¨®venes inventaron su propia revoluci¨®n insolente y extravagante compuesta de m¨²sica y de gestos. Las ideas y los gentlemen eran arrojados, provisionalmente, por el v¨¢ter de los trenes de Qu¨¦ noche la de aquel d¨ªa.
A ¨¦l, personalmente, lo cambiaron los liberales de Popper y de Thatcher (¡°?Thatcher no era anti-Europa, ella firm¨® el Tratado de Maastricht!¡±), y lo descorazon¨® el Brexit. Esta cat¨¢strofe tiene una v¨ªctima m¨²ltiple, porque parte el coraz¨®n del pa¨ªs y le quita a Europa una presencia fundamental e indispensable. Es tan grave lo que Vargas Llosa ve en el panorama que, cuando le ped¨ª que resumiera como ciudadano angl¨®filo el porvenir del pa¨ªs que tanto am¨®, no tuvo reparo alguno en advertir que por este camino (¡°y si se van Irlanda del Norte y Escocia¡±) Gran Breta?a va a desaparecer¡ Tan dram¨¢tico fue el novelista de Conversaci¨®n en La Catedral que le pregunt¨¦ c¨®mo se sent¨ªa relatando esa decadencia. Y esto dijo:
¡ªMe siento muy triste. Llegu¨¦ a tener una enorme admiraci¨®n por Gran Breta?a. Por el civismo ingl¨¦s. Si hay una sociedad que fue profundamente democr¨¢tica fue la inglesa; eso no exist¨ªa ni en Francia ni en el resto de Europa. Exist¨ªa la constancia de que la ley estaba bien hecha, para servir al ciudadano, y que por tanto ten¨ªas la responsabilidad moral de cumplir con la ley.
El Brexit repica hoy el Big Ben; una moneda de cincuenta peniques reclama un mundo de flores, un pa¨ªs en idilio con todos. Para Vargas Llosa, ese movimiento que ahora ya es una realidad dorada para los que consideran que Inglaterra est¨¢ mejor sola que mal acompa?ada, es la cara inglesa del nacionalismo, el rostro triste como una espalda cansada de un pa¨ªs ¡°que lleg¨® a ser durante a?os el modelo del mundo¡±.
En su ficci¨®n La cucaracha (Anagrama), Ian McEwan sit¨²a a un ¨¦mulo de Boris Johnson visitando a la canciller Merkel. ?Por qu¨¦ le ha hecho esto a sus compatriotas y a sus amigos? Al Johnson del cuento no le vienen las palabras, hasta que recurre a un cl¨¢sico: ¡°?Renacimiento!¡± Embalado, encontr¨® esta retah¨ªla que ahora tiene resonancias de lo que dice de s¨ª mismo su muy poderoso amigo del norte: ¡°?Porque, se?ora canciller, tenemos intenci¨®n de ser limpios, verdes, pr¨®speros, unidos, seguros y ambiciosos!¡±.
A partir de las celebraciones de esta noche, sin duda, Inglaterra estar¨¢ m¨¢s lejos de Europa y m¨¢s cerca del Finisterre, bajo la sombra de la despedida que Javier Mar¨ªas le dedica: Veneno y sombra y adi¨®s.
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