Un espa?ol lleva a Zeus al Teatro Nacional de Irak
Marco Magoa aborda la violaci¨®n como arma de guerra en un montaje para apoyar a los j¨®venes artistas iraqu¨ªes
Tres mujeres y un hombre que huyen de la guerra llegan a un nuevo pa¨ªs y piden asilo. Es una escena que se repite en el puerto canario de Arguinegu¨ªn, la isla griega de Lesbos o en cualquier punto de la frontera entre M¨¦xico y EE UU. Pero este viernes va a trasladarse al escenario del Teatro Nacional Iraqu¨ª, en Bagdad, de la mano del actor y dramaturgo espa?ol Marco Magoa, que busca tender puentes entre Occidente y el mundo ¨¢rabe. Su obra, La muerte de Zeus, aborda el uso de la violaci¨®n como arma de guerra, en ¨¢rabe cl¨¢sico y con actores iraqu¨ªes.
¡°Mi trabajo es bastante extraordinario¡±, admite Magoa (Gij¨®n, 48 a?os) durante una conversaci¨®n por Zoom. Desde principios de noviembre, se ha instalado en Bagdad para desarrollar el proyecto, que financia el programa ACERCA de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional y que es mucho m¨¢s que un montaje teatral al uso. La representaci¨®n, afirma, ¡°es la guinda¡± con la que concluye un taller de artes esc¨¦nicas que busca impulsar a los j¨®venes artistas locales, como dos meses antes hizo en Sud¨¢n.
Frente a ¡°la dulzura y el alto nivel interpretativo¡± que encontr¨® en Jartum, Magoa ha quedado impresionado por lo ¡°atormentados¡± que percibe a los iraqu¨ªes. ¡°Los j¨®venes quieren cambiar las cosas desde la belleza, pero ?hasta cu¨¢ndo pueden vivir so?ando con un ma?ana que no llega nunca?¡±, se pregunta. ¡°Necesitan un empuj¨®n porque se siente abandonados¡±, a?ade. Y eso es lo que intenta darles con su proyecto.
Adem¨¢s de los seis actores (cuatro hombres y dos mujeres), han participado un ayudante de direcci¨®n, un escen¨®grafo, un iluminador, un m¨²sico y un pintor. ¡°Cuando inici¨¦ los contactos hace meses a trav¨¦s de las redes sociales se mostraron sorprendid¨ªsimos¡±, se?ala convencido de que hay una importante barrera ling¨¹¨ªstica adem¨¢s de geogr¨¢fica.
Magoa, que adem¨¢s de espa?ol e ingl¨¦s habla ¨¢rabe, escribi¨® La muerte de Zeus inspir¨¢ndose en Las suplicantes de Esquilo. Pero si en la obra del cl¨¢sico las mujeres huyen a Europa porque no quieren casarse con los hijos del rey de Egipto y al llegar a Grecia son acogidas siguiendo las normas de Zeus, 2.500 a?os despu¨¦s la situaci¨®n ha cambiado. A pesar de que las tres mujeres y el hombre escapan de la guerra, van a ver rechazada su petici¨®n de asilo. El autor no identifica los pa¨ªses de origen ni de llegada. Se centra en el uso de la violencia sexual como arma de guerra. Dos de las mujeres llegan embarazadas tras haber sido violadas, pero tambi¨¦n el hombre.
En Irak, como en otros pa¨ªses ¨¢rabes, la violaci¨®n no solo es un tema duro, sino tab¨². ?C¨®mo han reaccionado sus interlocutores? ¡°La sociedad va por delante de los pol¨ªticos. Los j¨®venes quieren hablar de ello y hacerlo juntos, chicos y chicas, no es un tema femenino¡±, asegura. Cita como ejemplo el que no ha tenido ning¨²n problema para que un actor interprete el papel del hombre violado. M¨¢s sorprendente a¨²n, otro interpreta a una de las mujeres, despu¨¦s de que una de las actrices fallara en el ¨²ltimo momento.
¡°Lo hace sin peluca ni maquillaje, vestido con un top y pantalones como muchas mujeres¡±, explica para reflejar la osad¨ªa. En realidad, todo el montaje, desde el tema hasta la escenograf¨ªa, se sale de las f¨®rmulas m¨¢s convencionales a las que el p¨²blico iraqu¨ª, y ¨¢rabe en general, est¨¢ acostumbrado. Aun as¨ª, Magoa se muestra convencido de que se va a llenar el teatro porque ¡°en el mundo ¨¢rabe siempre se llena¡± y porque los iraqu¨ªes tienen muchas ganas de ver cosas nuevas. La sala tiene mil butacas y la entrada se vende al precio simb¨®lico de 2.000 dinares (1,3 euros), frente a los 10.000 de las representaciones habituales.
Durante la conversaci¨®n, da la impresi¨®n de que los ensayos han servido tanto para mejorar t¨¦cnicas como de terapia de grupo. ¡°Al principio fue dif¨ªcil, ni siquiera se miraban a los ojos; hab¨ªa conflictos entre los actores y no se dejaban dirigir, percib¨ªa una cierta arrogancia, tal vez fruto de la inseguridad, pero es parte del ser actor¡±, admite. ¡°Ser actor es ser un n¨¢ufrago, se te tiene que ver para que te rescaten, al final no es tanto arrogancia como un acto de supervivencia¡±, resume el dramaturgo.
Si en tiempos de covid llegar a Jartum fue ¡°milagroso¡±, viajar desde all¨ª a Irak estuvo a punto de frustrarse. ¡°En Sud¨¢n nadie lleva mascarilla y justo el d¨ªa del estreno, el embajador espa?ol con quien hab¨ªa estado en estrecho contacto, dio positivo; pens¨¦ que yo tambi¨¦n me habr¨ªa contagiado¡±, recuerda Magoa. Pero ninguna dificultad comparable a las que afrontan los iraqu¨ªes.
¡°Qu¨¦ dif¨ªcil ser joven en Irak, sobrevivir a la guerra perpetua, ahora con la covid, saber que tienes poco futuro, eso te deja tocado emocionalmente¡±, reflexiona. ?l mismo ha compartido una peque?a parte de sus dificultades cotidianas en los problemas de seguridad para moverse ¡°porque el Daesh [Estado Isl¨¢mico] sigue al acecho¡± e incluso en Bagdad hay milicias que no simpatizan con la presencia de extranjeros o las actividades culturales fuera de su control.
El propio Teatro Nacional, donde va a representarse La muerte de Zeus, es un ejemplo de esas vicisitudes. Inaugurado por Sadam Husein en la d¨¦cada de los ochenta del siglo pasado, cerr¨® sus puertas en 2003 a ra¨ªz de la invasi¨®n estadounidense y s¨®lo reabri¨® seis a?os m¨¢s tarde, con medidas de seguridad frente a los ataques terroristas. Las obras de Shakespeare y Chekhov dejaron paso a comedias y s¨¢tiras pol¨ªticas locales que intentaban animar a una afici¨®n alica¨ªda por los a?os de violencia sectaria. Hace poco m¨¢s de un a?o, sufri¨® un incendio.
Lea m¨¢s temas de blogs y s¨ªganos en Flipboard
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.