El d¨ªa que El Cairo perdi¨® la noche
El Gobierno egipcio ha decretado nuevos horarios a tiendas y restaurantes como parte de sus intentos de imponer disciplina social, un cambio profundo para la megal¨®polis
Un paseo r¨¢pido bastaba para darse cuenta de que no es exactamente la misma ciudad. El reloj apenas marcaba la una de la madrugada del primer jueves de diciembre cuando los caf¨¦s y restaurantes de dos de las calles m¨¢s concurridas del centro de El Cairo se apresuraban a recoger sus sillas y mesas mientras los ¨²ltimos clientes de la plaza Orabi apuraban sus minutos finales de terraza. En las calles comerciales aleda?as, hac¨ªa ya tres horas que los vistosos escaparates y el bullicio de gente hab¨ªan dejado paso a j¨®venes deambulando, aullidos de perro tempranos y, sobre todo, vac¨ªo y hasta un cierto sosiego. El cercano mercado de Attaba, uno de los m¨¢s animados del pa¨ªs, presentaba una estampa similar.
Hasta hace poco, las principales arterias del centro de El Cairo, un barrio de estilo parisino de finales del XIX que aguanta con decadente elegancia como reliquia de la Belle ?poque egipcia, permanec¨ªan vibrantes bien entrada la madrugada, sobre todo en verano y los fines de semana. Y Attaba se hab¨ªa ganado merecidamente la fama de ser un mercado en el que se pod¨ªa encontrar cualquier cosa, en cualquier momento. Un ritmo trepidante que en mayor o menor medida se replicaba en muchos otros rincones de la capital egipcia, apodada ¡ªal menos, hasta ahora¡ª la ciudad que nunca duerme.
Durante el d¨ªa, la zona se sigue sumergiendo en un perenne atasco de coches, obras y gente que se unen para formar una cargante orquesta de bocinas, martillazos y gritos acompa?ada por las puntuales llamadas al rezo de alguna de sus impasibles mezquitas. No en vano la revista Forbes consider¨® El Cairo la ciudad m¨¢s contaminada del mundo en 2018. Pero a partir de ahora, la megal¨®polis empezar¨¢ a reposar durante la noche.
Frente a la amenaza de una nueva ola de coronavirus, y ante la imposibilidad de imponer medidas severas en un pa¨ªs con las arcas y los bolsillos cada vez m¨¢s vac¨ªos, el Gobierno ha hecho bueno el runr¨²n que recorr¨ªa desde hac¨ªa meses las calles del pa¨ªs y ha fijado restricciones horarias. Desde el 1 de diciembre, y durante el invierno, las tiendas y centros comerciales deber¨¢n cerrar a las diez de la noche; y bazares, caf¨¦s y restaurantes a medianoche, con la posibilidad de alargar una hora el fin de semana. En verano, ganar¨¢n una hora m¨¢s.
La decisi¨®n implica un cambio profundo y complejo para una ciudad calurosa fiel a sus noches. En 2011, un ranking de la red social Badoo, elaborado a partir de sus datos, clasific¨® a El Cairo la ciudad ¡°m¨¢s 24 horas¡± del mundo, y se?al¨® que los neoyorquinos se van a la cama m¨¢s o menos cuando los cairotas se preparan para salir, en muchos casos para comprar o compartir una shisha en un caf¨¦ local, precisamente lo que ahora se est¨¢ cuestionando.
¡°Ahora todav¨ªa no hay mucha diferencia porque es invierno, [pero] ser¨¢ diferente en verano¡±, anticipa a EL PA?S Naser Qarab, un librero que lleva 40 a?os trabajando en Attaba y que, en su caso, suele quedarse trabajando en el est¨ªo hasta las dos o las tres de la ma?ana.
La transformaci¨®n no podr¨ªa entenderse sin el coronavirus. Hasta ahora Egipto ha logrado sortear ¡ªsin que nadie acabe de explicarse c¨®mo¡ª una tragedia como la espa?ola. Pero en su intento por frenar al virus, las autoridades decidieron imponer entre marzo y junio fuertes restricciones y un toque de queda nocturno. El Cairo experiment¨® entonces un par¨®n in¨¦dito que lo condujo inevitablemente a meditar de nuevo sobre su estilo de vida.
La llegada del verano coincidi¨® con un fuerte descenso de los contagios y con la relajaci¨®n de muchas de las medidas previas. Y aunque El Cairo no recobr¨® del todo su normalidad anterior, apenas hab¨ªa muestras de preocupaci¨®n por la pandemia. Las mascarillas pronto volvieron a ser excepci¨®n y las aglomeraciones la norma. El Gobierno limit¨® la asistencia a las bodas a 300 personas. Al final, sin embargo, Egipto no ha sido la excepci¨®n que quer¨ªa ser, y la segunda ola de infecciones, con m¨¢s de 1.000 nuevos casos registrados a diario por el sistema p¨²blico, se ha materializado cuando la mayor¨ªa hab¨ªa pasado p¨¢gina.
Pero en la decisi¨®n del Gobierno hay algo m¨¢s. Desde el principio, las autoridades locales no han escondido que las medidas buscan reducir aglomeraciones en la capital, reducir molestias y, sobre todo, imponer disciplina. Algo que al r¨¦gimen de Abdelfat¨¢ Al Sisi le viene como anillo al dedo. Desde que tom¨® el poder en 2013, Al Sisi ha asumido con gusto el paternalismo que caracteriza reg¨ªmenes autoritarios, y con ¨¦l, un deseo profundo por redefinir a la sociedad a conveniencia, ya sea dictando c¨®mo las chicas deben usar las redes sociales, qu¨¦ telenovelas tienen que ver las familias o, en la ¨²ltima de ellas, a qu¨¦ hora tienen que irse los egipcios a dormir. La pandemia le ha ofrecido el pretexto perfecto. ¡°Estar sentado en un caf¨¦ despu¨¦s de las diez de la noche no va a reportar productividad alguna para el Estado¡±, admit¨ªa en junio el portavoz del Ejecutivo, Nader Saad, a la cadena DMC.
El nivel de consenso social que genera en Egipto la medida es imposible de determinar. Pero en 2012, durante la breve apertura que vivi¨® el pa¨ªs tras la Revoluci¨®n, el Gobierno trat¨® de imponer horarios similares a restaurantes y tiendas de El Cairo alegando ahorro de energ¨ªa y orden, solo para acabar retrocediendo d¨ªas antes de que entraran en vigor por las cr¨ªticas de empresarios y ciudadanos.
¡°No todo es trabajo, trabajo y trabajo, tambi¨¦n est¨¢ bien tener tiempo para sentarse con la familia¡±, desliza Qarab, el librero de Attaba, que asegura estar cansado de tener que estar siempre pendiente de si vienen nuevos clientes.
Cerca de Attaba, en el igualmente ajetreado Jan El Jalili, un distinguido bazar del centro hist¨®rico de El Cairo establecido en el siglo XIV, Ibrahim, el propietario de un peque?o caf¨¦ local, ve en cambio los nuevos horarios con preocupaci¨®n. ¡°Antes del corona sol¨ªamos trabajar 24 horas¡±, cuenta a EL PA?S desde su establecimiento, cerca de la mezquita y mausoleo de El Hussein, nieto del profeta Mohamed.
La entrada en vigor de los horarios coincidi¨® con la celebraci¨®n del natalicio de El Hussein, una festividad que sol¨ªa reportarles un gran flujo de clientes. ¡°Desde hace una semana que se supone que ten¨ªamos que trabajar 24 horas en dos turnos, [pero] hemos cerrado a las nueve de la noche¡±, explica. ¡°Esto no lo hab¨ªamos visto los a?os anteriores¡±, agrega. ¡°[Los horarios] no me gustan¡±, sentencia, ¡°pero no puedo decir que no¡±.
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