El panadero que fren¨® la deportaci¨®n de su aprendiz
El franc¨¦s St¨¦phane Ravacley consigue los papeles de su ayudante guineano de 18 a?os, un caso excepcional en un clima de endurecimiento de la pol¨ªtica migratoria
La del guineano Laye Fod¨¦ Traor¨¦ comenz¨® como tantas otras historias de j¨®venes migrantes, muchos menores de edad, que se juegan la vida para llegar a Europa en busca de un futuro mejor. Y podr¨ªa haber acabado tan mal como la de tantos que hacen esa terrible ruta para, si no morir en el intento, ser devueltos a su pa¨ªs de origen. Pero en el destino de Traor¨¦ se cruz¨® St¨¦phane Ravacley. Este panadero de 50 a?os de la ciudad de Besan?on (este de Francia), contrat¨® al joven inmigrante como aprendiz. A finales de 2020, a Traor¨¦ le lleg¨® la notificaci¨®n de que, al haber cumplido 18 a?os, iba a ser deportado a Guinea. Ravacley no quer¨ªa perder a su pupilo y emprendi¨® a comienzos de a?o una huelga de hambre para exigir su regularizaci¨®n.
Trece d¨ªas de protesta, un susto de salud, mucha atenci¨®n medi¨¢tica y, sobre todo, una fuerte movilizaci¨®n de pol¨ªticos y personalidades de Francia despu¨¦s, lo dif¨ªcil se hizo realidad. Traor¨¦ ya tiene papeles, gestionados a velocidad vertiginosa por la misma prefectura de Haute-Sa?ne que en un principio se los deneg¨®.
Su historia no es, sin embargo, m¨¢s que una ¡°victoria excepcional¡±, dice Ravacley por tel¨¦fono. ¡°Como Laye hay miles y miles [de migrantes] en Francia, as¨ª que hay que intentar salvar a los otros, ese es mi futuro combate¡±, anuncia. El viernes pasado, el panadero empez¨® a ingerir alimentos de nuevo, como forma de preparaci¨®n para librar esa nueva lucha. Y va a necesitar fuerzas. Sobre todo en momentos en que, tras los atentados del a?o pasado a causa de la publicaci¨®n de las caricaturas de Mahoma ¡ªperpetrados por j¨®venes migrantes, uno de ellos que lleg¨®, con papeles falsos, como menor no acompa?ado¡ª aumentan las voces m¨¢s xen¨®fobas. Pero tambi¨¦n algunas del partido tradicional conservador, Los Republicanos, que reclaman cambios en las ¡°hip¨®critas¡± pol¨ªticas de acogida de los inmigrantes menores de edad.
¡°Los problemas de Traor¨¦ ven¨ªan de antes, pero los atentados no han facilitado las cosas¡±, reconoce la abogada del joven, Amandine Dravigny. ¡°La mayor¨ªa de migrantes que se encuentra en esa situaci¨®n son chicos que cumplen con los estudios, con los que sus empleadores est¨¢n contentos, y no son terroristas¡±, aclara.
Traor¨¦ lleg¨® a Francia a los 16 a?os, tras un largo viaje que lo llev¨® desde su Guinea Conakri natal a Mal¨ª y Libia. Luego se embarc¨® atravesando el Mediterr¨¢neo Central hacia Italia, desde donde cruz¨® a Francia. Fue reconocido como menor no acompa?ado, lo que le permiti¨® acogerse a las ayudas estatales que consisten en un lugar donde vivir y completar una formaci¨®n profesional. En 2019, estaban en esa situaci¨®n unos 40.000 menores migrantes en Francia.
As¨ª, el guineano lleg¨®, en septiembre de 2019, hasta la Huche au Pain, el horno de Ravacley. Al panadero le hab¨ªa costado encontrar a un aprendiz para un oficio tan duro, y vio en el joven migrante a un ¡°buen chaval¡± con ganas de aprender. Pero tras cumplir los 18 a?os, el sue?o se alej¨®: Traor¨¦ deb¨ªa abandonar Francia.
Te¨®ricamente, al alcanzar la mayor¨ªa de edad, estos j¨®venes pueden solicitar la residencia. Para ello deben demostrar que han seguido una formaci¨®n profesional seria y que no mantienen v¨ªnculos fuertes y regulares con su pa¨ªs natal. Tambi¨¦n tienen que probar su identidad. Pero, como muchos otros africanos, Traor¨¦ tuvo problemas con el tercer requisito, ya que a menudo las autoridades galas no reconocen la documentaci¨®n de sus pa¨ªses de origen, incluso aunque esos papeles les permitieron acogerse al programa para menores.
Su abogada present¨® un recurso contra la deportaci¨®n que iba a ser analizado el pr¨®ximo 26 de enero, pero Ravacley no quiso arriesgarse. El 3 de enero, inici¨® una huelga de hambre y public¨® en Internet una petici¨®n pidiendo la regularizaci¨®n de su aprendiz. Su objetivo eran ¡°unas mil firmas¡±. Fueron m¨¢s de 242.000.
Carta abierta
Adem¨¢s, la alcaldesa de Besan?on, la ecologista Anne Vignot, escribi¨® una carta abierta al ministro de Interior, G¨¦rald Darmanin, una de las voces m¨¢s duras contra la inmigraci¨®n del Gobierno de Emmanuel Macron. ¡°Abandonemos esta visi¨®n administrativa que consiste en acoger, proteger y formar para, el primer d¨ªa de su mayor¨ªa de edad, rechazar y expulsar¡± a los j¨®venes migrantes, pidi¨®. ¡°Abramos los ojos a la realidad que afrontan. Ofrezc¨¢mosles otra pol¨ªtica de acogida y de formaci¨®n que les permita realizar un verdadero proyecto de vida en nuestro pa¨ªs¡±, continuaba la misiva.
Ante la falta de respuesta, el eurodiputado Raphael Glucksmann public¨® el pasado d¨ªa 11 en L¡¯Obs una tribuna. ¡°No es cuesti¨®n de izquierdas o derechas, de campo pol¨ªtico o de familia ideol¨®gica, es un caso de solidaridad humana¡±, escribi¨® junto con medio centenar de personalidades, desde los actores Omar Sy y Marion Cotillard, a la escritora Leila Slimani, adem¨¢s de muchos pol¨ªticos de izquierda. Tres d¨ªas despu¨¦s, Traor¨¦ recib¨ªa sus papeles.
Acci¨®n pol¨ªtica para evitar m¨¢s expulsiones
Ahora, el panadero quiere pasar a la acci¨®n pol¨ªtica. Con la ayuda del eurodiputado Raphael Glucksmann y de otros pol¨ªticos, busca impulsar un proyecto de ley para proteger a los migrantes que acaban de cumplir la mayor¨ªa de edad y est¨¢n en pleno proceso de formaci¨®n, para que ¡°no tengan que temer cada d¨ªa la posibilidad de ser expulsados¡±, explica. En Francia ya existe el denominado ¡°contrato joven adulto¡±, que permite al migrante que alcanza la mayor¨ªa de edad beneficiarse de ciertas ayudas hasta los 21 a?os. Pero su implementaci¨®n es muy desigual en el territorio franc¨¦s. ¡°Se necesita una ley que los proteja hasta que logren su diploma¡±, insiste Ravacley. Para el guineano Traor¨¦ la pesadilla ha acabado. Pero como prometen tambi¨¦n Glucksmann y la alcaldesa Vignot en sus redes sociales: ¡°El combate contin¨²a por aquellos que siguen en esa situaci¨®n inaceptable¡±.
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