Ind¨ªgenas y pobres: 20 a?os sin culpables para las v¨ªctimas de esterilizaciones forzadas en Per¨²
La Fiscal¨ªa se pone por fin de parte de las 300.000 mujeres sometidas por el Estado y avanza contra la responsabilidad del expresidente Alberto Fujimori
Aurelia Paccohuanca Florez es una v¨ªctima de la campa?a de esterilizaciones forzadas que el expresidente Alberto Fujimori implant¨® en Per¨² entre 1996 y 2000. Bajo amenazas, el Gobierno le lig¨® las trompas, como parte de un plan que ten¨ªa como objetivo manifiesto la planificaci¨®n familiar, pero que en la pr¨¢ctica dej¨® sin la posibilidad de tener hijos a 300.000 mujeres, la mayor¨ªa de ellas pobres e ind¨ªgenas. Paccohuanca Florez fue a?os m¨¢s tarde presidenta de la Asociaci¨®n de Mujeres Afectadas por las Esterilizaciones Forzadas de Cusco (AMAEFC) y dio su testimonio contra Fujimori en varias ocasiones. La Justicia, sin embargo, archivaba siempre las investigaciones. Hasta ahora. La semana pasada, el fiscal Pablo Espinoza denunci¨® penalmente a Fujimori a sus exministros de salud por lesiones graves a 1.307 mujeres.
¡°Ya van a ser 24 a?os en la lucha: ning¨²n fiscal hab¨ªa sido capaz de abrir esta audiencia¡±, dice Paccohuanca Florez por tel¨¦fono desde el distrito de Ancahuasi, en la provincia de Anta, Cusco. La dirigente se reuni¨® con otras cuatro mujeres en Anta para escuchar en un m¨®vil los cargos contra el expresidente, hoy preso por delitos de lesa humanidad. En Anta surgieron las primeras denuncias por esterilizaciones forzadas a fines de los a?os noventa, y la asociaci¨®n a la que pertenecen tiene unas 2.000 integrantes.
La audiencia judicial cuenta con dos int¨¦rpretes de quechua. Para Paccohuanca Florez ha sido una decisi¨®n ¡°excelente¡±, porque la mayor parte de las v¨ªctimas no habla espa?ol. El fiscal, citando los primeros informes de la Defensor¨ªa del Pueblo sobre las esterilizaciones forzadas, sostuvo que la denominada ¡®Pol¨ªtica de salud reproductiva y planificaci¨®n familiar¡¯ de Fujimori se dirigi¨® solo a mujeres pobres, con lengua materna ind¨ªgena o monoling¨¹es, rurales o residentes en la periferia de las ciudades y sin acceso a educaci¨®n.
¡°Nos ha alegrado que el fiscal haya puesto de su parte, ¨¦l s¨ª se ha puesto la mano al pecho. Varias veces hemos ido a la Fiscal¨ªa, a la Defensor¨ªa, al Ministerio de la Mujer, pero cu¨¢ntas veces archivaron. Hemos hecho protestas en Lima y hasta he ido a Estados Unidos a presentar el caso¡±, a?ade Paccohuanca, cuya lengua materna es el quechua. Sin embargo, la firmeza de su voz ante la posibilidad de lograr justicia disminuye ante la pregunta de la circunstancia en que la esterilizaron. ¡°Ya ni quiero recordar, mi cabeza me duele. El trauma queda en mi cabeza y me pongo triste¡±, expresa.
En 2011, Paccohuanca relat¨® a la BBC que en 1998 unas enfermeras llegaron a su pueblo y la conminaron a esterilizarse porque ya ten¨ªa cuatro hijos. ¡°Yo no quise y les dije que no quer¨ªa. Estuve escap¨¢ndome (varias semanas), pero me alcanzaron con la ambulancia y a la fuerza me subieron¡±, cont¨®. ¡°Me hicieron quitar toda la ropa, ten¨ªa miedo y nervios, me puse a llorar¡±, describi¨® aquella vez. Luego de que la ligaron, por a?os sinti¨® malestares y dolor. ¡°En 2008 me operaron porque ten¨ªa inicios de c¨¢ncer y he perdido el ¨²tero. Nadie tomaba inter¨¦s, tuve que ir a pedir apoyo a un ministro de salud para ir a un hospital¡±, comenta.
Las secuelas las vive hasta hoy. ¡°Ya no sirvo para levantar peso, mi cuerpo se siente mal, no resisto el calor ni las bebidas calientes, tengo las defensas bajas, se me hinchan los pies y las manos. Sigo hasta ahora con esa dolencia en mi cuerpo¡±, agrega. Paccohuanca hoy pide solidaridad para la causa de miles de mujeres como ellas: ¡°Que no se olviden de nosotros: estamos buscando justicia y reparaci¨®n¡±.
Largo recorrido
La periodista y activista Mar¨ªa Esther Mogoll¨®n recuerda que hace 18 a?os llev¨® a la Fiscal¨ªa 74 testimonios de v¨ªctimas de esterilizaciones forzadas en Huancabamba (en las monta?as de Piura) y 2.000 de Cusco. Mogoll¨®n dice que desde entonces la constante ha sido ¡°la insensibilidad del Ejecutivo frente al caso¡±. ¡°Hay mucha emoci¨®n y dolor por todo lo atravesado para llegar a esta audiencia: enfermedad, l¨¢grimas, caminatas, indignaci¨®n por cada archivo y desidia de las autoridades¡±, agrega.
Milton Campos, abogado de Demus, una de las ONG denunciantes, precisa que la Fiscal¨ªa reabri¨® este expediente en 2011 cumpliendo una recomendaci¨®n de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que respondi¨® a la muerte, en 1998, de la campesina Mamerita Mestanza una semana despu¨¦s de la esterilizaci¨®n forzada. ¡°En el compromiso de soluci¨®n amistosa (del a?o 2001), el Estado peruano se comprometi¨® a investigar de manera exhaustiva las esterilizaciones¡±, indica Campos.
El fiscal Espinoza denuncia ahora a Fujimori y sus tres exministros por lesiones graves en el contexto de graves violaciones de derechos humanos a 1.307 ciudadanas; y por lesiones graves seguidas de muerte de cinco mujeres ¡ªuna de ellas Mestanza¡ª. Tras diez a?os de investigaciones, el expediente tiene 178 tomos y cerca de 80.000 folios. ¡°Pero, adem¨¢s, hay 300 anexos y cada uno puede tener de 100 a 190 cuadernillos en los que hay historias cl¨ªnicas u otras declaraciones¡±, apunta Campos.
Mar¨ªa Elena Carbajal, presidenta de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas de Esterilizaciones Forzadas de Lima y Callao, destaca que ning¨²n Gobierno en estos 25 a?os se ha querido comprometer con los problemas que afrontan. ¡°Estamos inscritas en un registro, pero no se cumple el derecho al Seguro Integral de Salud. Cuando algunas compa?eras migrantes se enferman en Lima no las quieren atender, les dicen que tienen que ir a su regi¨®n y solo si tienen referencia las reciben aqu¨ª¡±, dice Carbajal. ¡°La audiencia es una luz en medio de la oscuridad. Por ejemplo, sab¨ªamos que al personal de salud les pagaban una bonificaci¨®n por cada esterilizaci¨®n que realizaban, pero no conoc¨ªamos al detalle, como explica el fiscal¡±, agrega.
La historia de Carbajal es evidencia del plan sistem¨¢tico de esterilizaciones. ¡°Yo no he sufrido la indolencia brutal que han pasado mis compa?eras de Cusco: a m¨ª no me llevaron en camiones ni me amarraron como si fuera un animal. A algunas las encerraban en corralones, no las atend¨ªan en hospitales ni en centros de salud, y cuando gritaban les tapaban la boca para que no espantaran a otras se?oras. Eran quechua-hablantes, no entend¨ªan lo que les estaban haciendo¡±, a?ade.
A Carbajal le ligaron las trompas sin su consentimiento en un hospital de Lima luego de una ces¨¢rea y un prolapso. ¡°No atendieron mi parto a tiempo por mala praxis y me condicionaron escondiendo a mi hijo. Me anestesiaron y cuando despert¨¦ ya no era mi cuerpo, me dol¨ªa mucho el vientre. Mi esposo me abandon¨® porque dijo que lo hice para tener otras parejas¡±, recuerda.
Como el personal de salud que realizaba las ligaduras de trompas no daba informaci¨®n, Carbajal no supo que el procedimiento era irreversible. A los 31 a?os, su nueva pareja la dej¨® cuando descubrieron que no era f¨¦rtil. ¡°Fui al seguro social a ver mi historia cl¨ªnica y ah¨ª dec¨ªa que estaba ligada. Me mandaron un tratamiento de reemplazo hormonal que me produjo descalcificaci¨®n. Mi organismo se debilit¨®, un d¨ªa me desvanec¨ª y me tuvieron que aplicar morfina. Casi me voy¡±, cuenta.
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