¡°La jueza Ginsburg luch¨® por la igualdad en nombre de todas las mujeres que sufren discriminaci¨®n¡±
La hija de la magistrada, icono de la igualdad entre sexos en EE UU, participa en un homenaje internacional a su figura organizado por la Asociaci¨®n Mundial de Juristas
Jean Ginsburg (Freeport, Nueva York, 65 a?os) es jurista y profesora de Derecho en la Universidad de Columbia. Pero es m¨¢s conocida por ser la hija de la magistrada del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg, fallecida el a?o pasado convertida en todo un s¨ªmbolo de la justicia social en su pa¨ªs y de la lucha de las mujeres en todo el mundo. Ginsburg lleg¨® el domingo a Madrid para asistir este lunes a la celebraci¨®n de un homenaje que la Asociaci¨®n Mundial de Juristas (WJA, en sus siglas en ingl¨¦s), ofrece a su madre. Recibi¨® a EL PA?S en un c¨¦ntrico hotel de la capital al poco de llegar a Espa?a.
¡°Mi madre naci¨® en una ¨¦poca en la que hombres y mujeres estaban cambiando sus roles. Pensaba que el Derecho pod¨ªa contribuir a esos cambios, pero tambi¨¦n que la ley no cambia si la sociedad no evoluciona¡±, precisa Jean Ginsburg, experta en propiedad intelectual y cuya hija tambi¨¦n se dedica al Derecho. En la vocaci¨®n de su madre, dice, no solo influyeron sus or¨ªgenes y la discriminaci¨®n que sufri¨® a lo largo de su vida. Lo que guiaba a la jueza era la lucha contra la discriminaci¨®n de ¡°todas las mujeres¡±.
Ruth Bader Ginsburg (Nueva York, 1933-2020) era jud¨ªa; era hija de inmigrantes de clase trabajadora; era mujer. Siendo ni?a, en aquella Am¨¦rica de la segregaci¨®n racial, vio un cartel a las puertas de un hotel de Pensilvania que rezaba ¡°Prohibidos perros y jud¨ªos¡±. Nunca lo olvid¨®, como tampoco olvid¨® que su madre, brillante y ¨¢vida lectora, tuvo que abandonar los estudios y trabajar en un taller textil para pagar la universidad de su hermano.
En 1993, el discurso con el que la jueza acept¨® el nombramiento para la m¨¢s alta magistratura judicial de EE UU se asemej¨® a una reparaci¨®n de esa injusticia. En un recuerdo emocionado a esa madre cuyo deseo de aprender hab¨ªa sido cercenado, Ruth Bader Ginsburg evoc¨® un sue?o imposible: que su progenitora hubiera vivido para ver un mundo en el que ¡°las hijas sean igual de apreciadas que los hijos¡±.
¡°En la ¨¦poca en la que naci¨® mi madre, eso no suced¨ªa¡±, explica Jean Ginsburg, hija de esta magistrada ¡ªfallecida en 2020 de un c¨¢ncer pancre¨¢tico¡ª y elevada, cuando ya era una octogenaria, a la categor¨ªa de icono feminista por su lucha por la igualdad de sexos. Ruth Bader Ginsburg no solo fue la jurista que, al ganar casos emblem¨¢ticos de discriminaci¨®n en el Tribunal Supremo cuando a¨²n era abogada, consigui¨® minar los cimientos de la discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo. En los ¨²ltimos 27 a?os de su vida, se aline¨® con los oprimidos: los inmigrantes, los homosexuales y transexuales, quienes no pod¨ªan pagar un abogado, las mujeres que reclamaban su derecho al aborto y las minor¨ªas.
¡°Mi madre se inspir¨® en el movimiento de los derechos civiles¡±, confirma la hija de la jueza. Al igual que sucedi¨® con la lucha contra la segregaci¨®n racial, su progenitora, explica, bas¨® su acci¨®n legal en elegir casos que ayudaran a ¡°ir minando poco a poco los cimientos legales¡± de la discriminaci¨®n.
En una estrategia ¡°deliberada¡±, la entonces abogada daba prioridad a los casos donde las v¨ªctimas eran hombres. ¡±Su idea era que, en tribunales masculinos, los casos donde las v¨ªctimas eran hombres pod¨ªan hacer m¨¢s f¨¢cil de comprender a esos jueces que exist¨ªa algo llamado discriminaci¨®n en raz¨®n del sexo¡±, ironiza. ¡°Mi madre consideraba que incluso las leyes que se supon¨ªa proteg¨ªan a las mujeres, como las que les vetaban trabajar durante muchas horas, en realidad las discriminaban¡±, argumenta.
La magistrada us¨® para ello dos armas: la Constituci¨®n de Estados Unidos y una de sus enmiendas, la decimocuarta, ratificada en 1868, que reconoce el derecho de todos los estadounidenses a ser protegidos por la ley en t¨¦rminos de igualdad. Su esp¨ªritu sirvi¨® al movimiento de derechos civiles para acabar con la segregaci¨®n de razas en las escuelas p¨²blicas en 1954. A Ginsburg le ofreci¨® un instrumento para demostrar que la discriminaci¨®n por el sexo era tan inconstitucional como la que invocaba el color de la piel.
Eran los a?os setenta del pasado siglo. En 1973, Ginsburg represent¨® al marido de la teniente de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos Sharon Frontiero, que se hab¨ªa visto privado del subsidio para vivienda que las esposas de militares recib¨ªan de forma autom¨¢tica. Dos a?os despu¨¦s, represent¨® a un joven viudo, Stephen Wiesenfeld, que hab¨ªa pedido en vano una pensi¨®n de viudedad para poder cuidar a su hijo despu¨¦s de que su mujer muriera en el parto. La letrada elev¨® estos dos casos al Supremo. Y gan¨®, con lo que asent¨® una jurisprudencia que terminar¨ªa por demostrar la inconstitucionalidad de la discriminaci¨®n en raz¨®n del sexo.
Pese a su avanzada edad y el c¨¢ncer metast¨¢sico que padec¨ªa, Ruth Bader Ginsburg no abandon¨® nunca su trabajo. En parte por vocaci¨®n y, en parte, por ¡°la preocupaci¨®n que sinti¨® durante los a?os de la Administraci¨®n de Trump¡±, recuerda su hija. El entonces presidente expres¨® de forma reiterada y expl¨ªcita su premura por nombrar a un nuevo juez af¨ªn a sus tesis conservadoras una vez que Ginsburg, portavoz oficiosa del bloque de magistrados progresistas del Supremo, falleciera.
En el homenaje que le rendir¨¢ este lunes la Asociaci¨®n Mundial de Juristas, el rey Felipe VI entregar¨¢ un premio creado en su memoria, la Medalla de Honor Ruth Bader Ginsburg, que reconoce la trayectoria de mujeres de todo el mundo cuya labor contribuye a perpetuar el legado de la magistrada.
Las galardonadas en esta primera edici¨®n son, entre otras, la francesa Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; la espa?ola Rosario Silva de Lapuerta, vicepresidenta del Tribunal de Justicia de la UE; Maite Oronoz, presidenta del Tribunal Supremo de Puerto Rico y la jueza peruana Luz Ib¨¢?ez, vicepresidenta del Tribunal Penal Internacional (TPI).
El Estado de Derecho como garante de la paz
El legado de la magistrada estadounidense Ruth Bader Ginsburg y el homenaje a su figura que le dispensar¨¢ hoy la Asociaci¨®n Mundial de Juristas (WJA por sus siglas en ingl¨¦s) preceder¨¢ a la celebraci¨®n, ma?ana 6 de julio, de una cumbre internacional sobre el Estado de derecho, y su papel como garante de la paz y ant¨ªtesis del uso de la fuerza. Este encuentro reunir¨¢, bajo los auspicios de esta ONG con estatuto consultivo ante Naciones Unidas, a destacados juristas de m¨¢s de 40 pa¨ªses. Entre ellos, participar¨¢n miembros de la ¨¦lite mundial del Derecho y la judicatura como los presidentes de 25 tribunales constitucionales de Am¨¦rica y Europa y los magistrados que presiden los tribunales internacionales de derechos humanos de Am¨¦rica, de ?frica y de Europa. Todos se reunir¨¢n en un di¨¢logo p¨²blico definido como ¡°in¨¦dito¡± por la WJA, en el que tambi¨¦n participar¨¢n el presidente del Tribunal Penal Internacional de La Haya y la vicepresidenta del Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea. Estos juristas debatir¨¢n, entre otros asuntos, el papel central de la igualdad en el Estado de derecho, la independencia judicial en Am¨¦rica y en Europa, el impacto de las medidas de prevenci¨®n de la covid-19 en los ciudadanos y la ciberseguridad.
Tanto el homenaje a la jueza estadounidense como la cumbre Internacional sobre el Estado de derecho constituyen dos de los actos preparatorios del Congreso Mundial del Derecho que la Asociaci¨®n Mundial de Juristas organiza cada dos a?os y que, en su edici¨®n de 2021, est¨¢ previsto que se celebre los pr¨®ximos 2 y 3 de diciembre en Colombia.
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