Dos Am¨¦ricas chocan en la ¨²ltima batalla por los derechos LGTB en el Supremo
En una audiencia para la historia, jueces conservadores y progresistas debaten sobre el significado de la palabra "sexo", clave para decidir si la Ley de Derechos de Civiles protege a gais y transg¨¦nero contra la discriminaci¨®n laboral
El choque entre lo que pr¨¢cticamente parecen dos naciones se hizo palpable este martes en una audiencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos que pasar¨¢ para la historia al abordar algo crucial, si la Ley de Derechos Civiles de 1964 protege tambi¨¦n a gais y transg¨¦nero de la discriminaci¨®n laboral. El cuerpo de jueces, que ha experimentado un giro conservador en los dos ¨²ltimos a?os, con los nombramientos de la Administraci¨®n de Donald Trump, mostr¨® su divisi¨®n de opiniones durante la argumentaci¨®n oral. El debate gir¨® en torno al significado de la palabra "sexo" en la norma. Mientras, en la calle, los manifestantes por la libertad sexual chocaban con grupos ultrarreligiosos. Sobre la mesa se juegan tres casos particulares de despidos convertidos en parteaguas para el colectivo LGBT.
¡°?Este es el aspecto de la democracia!¡±, ¡°Igualdad¡±, ¡°Los derechos de los gais son derechos humanos¡±. Los manifestantes coreaban c¨¢nticos ante las ic¨®nicas escalinatas del Supremo, las mismas ante las que se han celebrado o maldecido otras sentencias hist¨®ricas, como la que legaliz¨® el aborto en todo el pa¨ªs, la que acab¨® con la segregaci¨®n racial en los espacios privados o la que valid¨® el derecho a quemar la bandera de Estados Unidos. Todas estas decisiones que han transformado la sociedad estadounidense partieron de casos particulares. Este martes, all¨ª dentro, frente a cinco jueces de perfil conservador y cuatro progresistas, se discut¨ªan los de tres personas particulares tambi¨¦n llamadas a cambiar el futuro de la comunidad LGBT.
Aimee Stephens, una mujer transg¨¦nero de Michigan, fue despedida en 2013 en una funeraria cuando le dijo a su jefe la transici¨®n en la que se hallaba y pretend¨ªa hacer p¨²blica en el trabajo, donde hasta entonces hab¨ªa sido contratada siete a?os atr¨¢s como un hombre llamado Anthony. Gerald Bostock perdi¨® su empleo como trabajador social en Georgia el mismo a?o tras apuntarse a una liga de f¨²tbol LGBT. Y el monitor de paracaidismo Daniel Zarda corri¨® la misma suerte en 2010, cuando, para tranquilizar a una clienta que recelaba de pegarse a ¨¦l durante un salto, le revel¨® que era ¡°100% gay¡±.
En los tres casos, tanto la defensa de los trabajadores como la de los empresarios gira en torno a la misma idea: el t¨ªtulo VII de la Ley de Derecho Civiles de 1964 proh¨ªbe la discriminaci¨®n con motivo de raza la religi¨®n y el sexo, pero ?c¨®mo interpretar esto ¨²ltimo? ?¡±Sexo¡± cubre tambi¨¦n la identidad de g¨¦nero y la orientaci¨®n sexual? En la mayor parte de Estados Unidos, vetar a trabajadores por su orientaci¨®n sexual o por su identidad de g¨¦nero es legal, de modo que lo que decidan los jueces puede significa prohibir la discriminaci¨®n laboral a la comunidad LGBT por primera vez en todo el pa¨ªs.
Pamela Karlan, la abogada en representaci¨®n de los empleados gais, aleg¨® que toda discriminaci¨®n con motivo de orientaci¨®n sexual conlleva, per se, un acto de discriminaci¨®n con motivo de sexo tambi¨¦n. ¡°Despide a un hombre por salir con un hombre, cuando no despedir¨ªa a una mujer por salir con un hombre¡±, se?al¨® ante los jueces. ¡°Nadie dice que sexo y orientaci¨®n sexual sean lo mismo, pero cuando hay discriminaci¨®n por orientaci¨®n sexual tambi¨¦n hay una parte de discriminaci¨®n por sexo¡±. Adem¨¢s, arguy¨®, tambi¨¦n supone discriminaci¨®n en funci¨®n de los estereotipos del empleador, sobre c¨®mo cree que debe ser el comportamiento de hombres y mujeres.
¡°Lo que usted quiere es cambiar el significado de la palabra sexo¡±, recrimin¨® el juez Samuel Alito, uno de los conservadores. ¡°Ampliar el significado de esa palabra ser¨ªa actuar como legisladores¡±, protest¨®. El Supremo no puede alterar el sentido de las leyes, por injustas que les puedan parecer a los jueces, solo interpretarlas, de modo que, si la palabra sexo no cubre orientaci¨®n sexual, los magistrados no pueden modificarlo. Solo el Congreso tiene esa potestad. Ese es el principal argumento en contra de la demanda de los trabajadores. Lo manifest¨® el tambi¨¦n conservador Neil Gorsuch. Aunque reconoci¨® fuertes argumentos para apoyar a los despedidos, dijo, el asunto correspond¨ªa a los legisladores: ¡°Es una cuesti¨®n de modestia judicial¡±.
Sin embargo, el significado de la palabra sexo en el Titulo VII s¨ª ha ido reinterpret¨¢ndose a lo largo de los a?os, como record¨® la jueza progresista Ruth Bader Ginsburg. El concepto de acoso sexual, que no era conocido en 1964 y dif¨ªcilmente estaba contemplado por los legisladores de la ¨¦poca, s¨ª fue reconocido como un motivo de discriminaci¨®n por cuesti¨®n de sexo desde 1998. Y en otro fallo, de 1989, tambi¨¦n se aplic¨® el concepto de discriminaci¨®n sexual a los estereotipos.La progresista Sonia Sotomayor clam¨® que, sencillamente, ¡°se despide a los trabajadores simplemente por ser gais, no se puede negar¡±. ¡°En alg¨²n momento tendremos que meternos¡±, recalc¨®.
En el caso de Stephens, los abogados argumentan adem¨¢s que si la mujer de Michigan hubiese nacido con el sexo de mujer, su jefe no la hubiese despedido ¡°por vivir abiertamente como una mujer¡±, as¨ª que hay discriminaci¨®n con motivo de sexo. Adem¨¢s, su despido tambi¨¦n incluye algo s¨ª reconocido en el pasado como tal, y es el hecho de que ella no cumpl¨ªa la idea que tiene el due?o de la funeraria ¡°de c¨®mo hombres y mujeres deber¨ªan identificarse, mirar y actuar¡±. El abogado de la funeraria, John Bursh, aleg¨® que "tratar a hombres y mujeres por igual no significa tratar a los hombres como si fueran mujeres", recalcando que no considera a Stephens una mujer. El due?o de la empresa, Thomas Rost, justific¨® el despido defendiendo, entre otros motivos, que comportarse como una mujer supon¨ªa "contravenir los mandamientos de Dios".
El asunto irrumpe en un Supremo que acaba de experimentar un importante giro conservador impulsado por la Administraci¨®n de Donald Trump a trav¨¦s de los dos ¨²ltimos nombramientos (Neil Gorsuch en 2017 y Brett Kavanaugh en 2018). Se trata, adem¨¢s, del primer caso sobre derechos LGBT tras la jubilaci¨®n del juez Anthony Kennedy, un conservador centrista cuyo voto de desempate fue clave en las ¨²ltimas conquistas de los gais, como el matrimonio igualitario. Su sustituto es Kavanaugh, un conservador vieja escuela que lleg¨® al cargo marcado por las acusaciones de abuso sexual y este martes apenas tom¨® la palabra.
La decisi¨®n del tribunal llegar¨¢ en verano de 2020, en plena campa?a electoral de las presidenciales de noviembre, donde el Supremo suele desempe?ar un papel relevante en la decisi¨®n de voto. El nombramiento de los jueces, puestos de car¨¢cter vitalicio, es potestad del presidente, y Trump ya ha conseguido nombrar a dos. Por eso, la edad y salud quebradiza de Ginsburg, de 86 a?os, preocupa tanto a esa mitad del pa¨ªs que se manifestaba este martes ante las escalinatas.
La actriz transg¨¦nero Laverne Cox, conocida por la serie Orange is the New Black, y Sara Ram¨ªrez, abiertamente bisexual, de Anatom¨ªa de Grey, acudieron a arropar el caso de Aimee Stephens y los otros dos despedidos. A Daniel Zarda, fallecido en 2014 en un accidente de paracaidismo, los representaba su hermana. Aimee, en silla de ruedas, con sesiones de di¨¢lisis semanales a la espalda, se ve¨ªa abrumada entre tanta gente y c¨¢maras de televisi¨®n.
Brittney Benpelt, una joven afroamericana de 22 a?os pancarta en mano, no daba cr¨¦dito a que ¡°a¨²n haya gente que pueda perder su trabajo por ser gay¡±. Benpelt, perteneciente a una generaci¨®n que cre¨ªa enterrado el armario, protestaba por ¡°tener que venir a defender en los tribunales lo que deber¨ªa ser un derecho autom¨¢tico para todo el mundo¡±.
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