La aut¨¦ntica amenaza es el ISIS
Los talibanes saben que esta vez para permanecer en el poder tienen que dar garant¨ªas de seguridad a toda la comunidad internacional
Es necesario regresar a febrero de 1996: cuando los talibanes terminan su conquista de Afganist¨¢n, se encuentran cara a cara en la provincia de Nangarhar con un grupo de ¨¢rabes que acaban de llegar de Sud¨¢n. Los talibanes exigen que todos los grupos armados instalados en Afganist¨¢n tras la guerra contra los sovi¨¦ticos les presten juramento de lealtad. Osama Bin Laden cumple con el juramento (bayat) al mul¨¢ Omar y le propone ayudarle a acabar con el ¨²ltimo basti¨®n de la resistencia: el valle del Panshir del comandante Masud. Cumpli¨® su promesa al organizar el asesinato de Masud el 9 de septiembre de 2001. Mientras tanto, prepar¨® los atentados del 11 de septiembre, sin que los talibanes lo supiesen. Ser¨¢n barridos por la intervenci¨®n estadounidense.
Veinte a?os m¨¢s tarde, los talibanes han aprendido las lecciones de su fracaso: saben que esta vez para permanecer en el poder tienen que dar garant¨ªas de seguridad a toda la comunidad internacional, no solo a Occidente, sino tambi¨¦n a Rusia (Asia Central), China (Xinjiang) e Ir¨¢n. Dan estas garant¨ªas y las mantienen por dos razones. La primera es que quieren ser reconocidos como el Gobierno leg¨ªtimo del Estado afgano, dentro de las fronteras existentes y en cumplimiento de los tratados internacionales. Necesitan esta legitimidad para recuperar los activos del Estado afgano en el extranjero, recibir ayuda de las instituciones internacionales y reactivar la econom¨ªa del pa¨ªs. A cambio, exigen el reconocimiento de su soberan¨ªa en cuestiones internas, en particular la imposici¨®n de la shar¨ªa. La segunda raz¨®n, subestimada por los observadores extranjeros, es que esto no implica ninguna concesi¨®n ideol¨®gica para ellos: los talibanes nunca han defendido la yihad [guerra santa] internacional (como Al Qaeda y el ISIS) y nunca han practicado ellos mismos el terrorismo en el extranjero. Siempre se han mantenido en el marco nacional, aparte del episodio de Bin Laden que pagaron tan caro.
Por supuesto, no han cortado todos los v¨ªnculos con los miembros de Al Qaeda. La rama de los talibanes en manos de la familia Haqqani (que no se uni¨® al movimiento hasta 1996), en la provincia de Paktya, siempre ha mantenido relaciones con esta red, especialmente en territorio paquistan¨ª. No es casualidad que Siraj Haqqani, n¨²mero tres del movimiento, fuese invitado a escribir un art¨ªculo de opini¨®n en The New York Times afirmando, en nombre de los talibanes, la voluntad de apertura y el rechazo del terrorismo dado que es sobre todo su grupo el que debe poner sobre la mesa pruebas de moderaci¨®n.
Entonces, ?qu¨¦ queda hoy de Al Qaeda? Su capacidad para realizar atentados ha disminuido considerablemente y los grupos locales que se autoproclaman Al Qaeda (AQIM en Mal¨ª y, antes, Hayat Tahrir al Sham o HTS en Siria) se han distanciado del terrorismo internacional. Adem¨¢s, su presencia en Afganist¨¢n no aportar¨ªa ninguna ventaja operativa a Al Qaeda, que se encuentra m¨¢s a gusto en Pakist¨¢n, ya que este pa¨ªs es un supuesto aliado de Estados Unidos, al tiempo que ha dado cobijo a Bin Laden durante 10 a?os despu¨¦s del 11-S.
El verdadero peligro no es Al Qaeda, sino ISIS. Los grupos del ISIS en Afganist¨¢n, muy presentes en las provincias de Kunar y Nangarhar, en el este del pa¨ªs, tienen su origen en una escisi¨®n de los talibanes: impugnaron las negociaciones con los estadounidenses, as¨ª como la negativa de los talibanes a unirse a la yihad internacional. Utilizan los mismos m¨¦todos que el ISIS en el resto del mundo (ataques suicidas indiscriminados). Consideran que la estrategia de los talibanes es una traici¨®n y no van a dar cuartel, como se ha visto en el ataque al aeropuerto de Kabul.
Para el ISIS resulta esencial mostrar que no hay alternativa a la yihad global y que no existe ning¨²n compromiso con Occidente. No solo est¨¢ en juego Afganist¨¢n: tambi¨¦n Mal¨ª y Siria. En Mal¨ª tambi¨¦n se desarrolla un conflicto violento entre la rama local de Al Qaeda (AQMI) y el ISIS: por supuesto, AQMI no est¨¢ (todav¨ªa) negociando con los franceses, pero existen sospechas de que hay negociaciones discretas entre las distintas fuerzas pol¨ªticas malienses (incluido el Ej¨¦rcito). En Siria, HTS, una escisi¨®n de Al Qaeda, mantiene la provincia de Idlib, se ha aliado con Turqu¨ªa y se ha abierto a otras fuerzas pol¨ªticas sirias y a los notables tradicionales, mientras persigue a lo que queda del ISIS, que quiere dinamitar cualquier soluci¨®n pol¨ªtica local que permita la integraci¨®n de las fuerzas yihadistas en un proceso de paz. Por lo tanto, podemos esperar una escalada del ISIS en todos los teatros de operaciones, incluido el occidental. La ¨²nica pregunta es si dispone de los medios log¨ªsticos para librar una batalla de este tipo.
En cuanto a los talibanes, resulta vital para ellos neutralizar al ISIS: no pueden aceptar una competencia a su derecha (¡°?Soy m¨¢s islamista que t¨²!¡±); deben imponer su autoridad si quieren ser cre¨ªbles tanto dentro de Afganist¨¢n como en la escena internacional. En la partida que se juega hoy, los talibanes est¨¢n en el mismo bando que Europa y Occidente (pero tambi¨¦n los rusos y los chinos). En cierto modo, a su pesar y empujados por el fanatismo del ISIS, se han unido al campo de la lucha antiterrorista.
Olivier Roy es profesor del Centro Robert Schuman de Estudios Avanzados del Instituto de la Universidad Europea de Florencia y autor de numerosos libros sobre islamismo y Afganist¨¢n, como La nueva Asia Central y El islam mundializado.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.