Macron admite que la matanza de argelinos en 1961 fue ¡°un crimen inexcusable para la Rep¨²blica¡±

Las palabras llegan tarde y ser¨¢ dif¨ªcil que se haga justicia, pero por primera vez Francia, en boca de su presidente, Emmanuel Macron, ha admitido este s¨¢bado que la matanza de argelinos en Par¨ªs el 17 de octubre de 1961, de la que se cumplen este domingo 60 a?os, fue ¡°un crimen¡± y que este es ¡°inexcusable para la Rep¨²blica¡±. Nunca un jefe de Estado franc¨¦s hab¨ªa ido tan lejos en el reconocimiento de la represi¨®n policial que dej¨® decenas de muertos en los ¨²ltimos meses de la guerra de independencia de Argelia. La cifra exacta nunca se ha establecido, aunque se calcula que fueron m¨¢s de un centenar.

Macron, embarcado desde que lleg¨® al poder en 2017 en un esfuerzo por mirar de frente los errores y cr¨ªmenes en la colonizaci¨®n y la guerra de Argelia, no hizo ning¨²n discurso pese a la trascendencia de su intervenci¨®n. Prefiri¨® otro formato menos relevante, pero m¨¢s preciso: un comunicado en el que se?al¨® que ¡°Francia (...) reconoce las responsabilidades claramente establecidas¡± en la ¡°represi¨®n (...) brutal, violenta, sangrienta¡±.

El comunicado llega en plena crisis diplom¨¢tica de Francia con Argelia, crisis derivada en parte de los gestos y declaraciones de Macron sobre la memoria y la historia. A principios de mes, Argel llam¨® a consultas a su embajador en Par¨ªs y cerr¨® su espacio a¨¦reo a los aviones militares franceses despu¨¦s de que Macron cuestionase la existencia de la naci¨®n argelina antes de la colonizaci¨®n francesa en 1830, y acusase a los dirigentes argelinos de usar los agravios del pasado para atizar el odio a Francia.

Para conmemorar la matanza, cubierta durante d¨¦cadas por el silencio, el presidente se desplaz¨® al puente de Bezons, en las afueras de Par¨ªs. Es uno de los lugares donde murieron ahogados en el r¨ªo Sena argelinos que resid¨ªan en Francia y que se manifestaban contra un toque de queda que solo se aplicaba a la poblaci¨®n originaria de ese pa¨ªs. All¨ª deposit¨® un ramo de flores, observ¨® un minuto de silencio y dialog¨® en privado con familiares de las v¨ªctimas y de implicados en el drama.

Macron se convirti¨® as¨ª en el primer presidente en asistir en persona a una conmemoraci¨®n de lo que los historiadores Jim House y Neil MacMaster, autores de Paris 1961 ¨Clibro que los asesores de Macron citan como referencia¨C consideran ¡°la represi¨®n de Estado m¨¢s violenta¡± contra una manifestaci¨®n callejera ¡°en la historia moderna de Europa occidental¡±.

El comunicado, publicado unos minutos despu¨¦s de la ceremonia, dice que, ante los familiares, Macron ¡°reconoci¨® los hechos¡±. Y a?ade: ¡°Los cr¨ªmenes cometidos aquella noche bajo la autoridad de [el prefecto] Maurice Papon son inexcusables para la Rep¨²blica¡±.

Papon, que en ese momento era un cargo de confianza del presidente Charles de Gaulle, es una figura presente en varios de los episodios m¨¢s tenebrosos de Francia y su administraci¨®n durante el siglo XX. Durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupaci¨®n alemana, fue alto funcionario del r¨¦gimen colaboracionista de Vichy y organiz¨® la deportaci¨®n a los campos de exterminio de 1.645 jud¨ªos. Hubo que esperar hasta los a?os 90 para que fuese condenado por complicidad en cr¨ªmenes contra la humanidad. Por la matanza de 1961 nunca fue juzgado.

Macron, en el comunicado, reconoce el papel de Francia en la represi¨®n, pero no pide perd¨®n ni presenta excusas. Opta por otra v¨ªa: la de afirmar que no hay excusa posible ante estos cr¨ªmenes. La declaraci¨®n va m¨¢s all¨¢ de la que pronunci¨® su antecesor, Fran?ois Hollande, en 2012. Tambi¨¦n en un comunicado, Hollande afirm¨® que ¡°la Rep¨²blica reconoc[¨ªa] con lucidez¡± que los manifestantes ¡°fueron asesinados durante una represi¨®n sangrienta¡±.

En mayo, durante una discurso en Ruanda sobre la responsabilidad francesa en el genocidio de 1994, Macron us¨® un procedimiento similar al de este s¨¢bado. En vez de pedir perd¨®n, dijo: ¡°Solo los que atravesaron la noche pueden, quiz¨¢, perdonar, conceder el don, en este caso, de perdonarnos¡±.

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