De la selva al Congreso, los exguerrilleros de las FARC se aclimatan a la pol¨ªtica
El partido Comunes se han estrellado con las dificultades de hacer pol¨ªtica en Colombia, uno de los puntos m¨¢s tensos del acuerdo de paz
Es martes, un d¨ªa de intensa actividad legislativa. El senador Juli¨¢n Gallo baja a toda prisa por las escaleras los siete pisos del nuevo edificio del Congreso, custodiado por tres escoltas de la Unidad Nacional de Protecci¨®n que fueron guerrilleros como ¨¦l. Atraviesa el t¨²nel que conecta con el Capitolio Nacional, un edificio neocl¨¢sico con un siglo a cuestas ubicado en el costado sur de la Plaza de Bol¨ªvar, el coraz¨®n de Bogot¨¢, a pocos metros de la Casa de Nari?o, el palacio de Gobierno. Las mismas instituciones contra las que estuvo alzado en armas antes de suscribir hace cinco a?os el acuerdo de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), hoy desarmadas y convertidas en el partido pol¨ªtico Comunes.
Negociador en los di¨¢logos de La Habana, es m¨¢s conocido como Carlos Antonio Lozada, su nombre en la guerra, pero en la Comisi¨®n Primera Constitucional Permanente a la que pertenece, una de las apetecidas por los congresistas, contesta presente cuando lo llaman como Gallo Cubillos Juli¨¢n. Es uno de los cinco senadores, de 22, que asiste de manera presencial esta ma?ana. Los dem¨¢s se conectan v¨ªa Zoom por una pantalla gigante. Interviene con elocuencia para defender un proyecto de ley sobre resocializaci¨®n de presos, de autor¨ªa de Comunes y otros partidos de oposici¨®n al Gobierno de Iv¨¢n Duque, un cr¨ªtico de los acuerdos de paz que ahora debe implementar.
¡°El objetivo es aportar en la constituci¨®n de una nueva pol¨ªtica criminal y penitenciar¨ªa¡±, defiende Gallo, de gafas y tapabocas, al remitirse tanto a la Corte Constitucional como a tratados internacionales, en una amplia exposici¨®n de razones. De forma cordial, la senadora Paloma Valencia, del Centro Democr¨¢tico, el partido de Gobierno fundado por el expresidente ?lvaro Uribe, el m¨¢s feroz opositor del proceso de paz, despliega una serie de reparos de manera virtual y propone aplazar la discusi¨®n, lo que se termina aprobando.
En una postal de la dif¨ªcil transici¨®n que atraviesa Colombia, la plazoleta en la que se encuentra la Comisi¨®n Primera lleva desde hace tres lustros el nombre de ?lvaro G¨®mez Hurtado, y all¨ª se levanta un busto del asesinado dirigente conservador con el pu?o en la barbilla. El hoy senador Gallo sacudi¨® hace un a?o a la sociedad al admitir ante la justicia transicional su participaci¨®n en 1995 en ese recordado magnicidio, un crimen que nunca ha sido esclarecido. Gallo es uno de los l¨ªderes m¨¢s visibles del rebautizado partido pol¨ªtico Comunes que, despu¨¦s de haberse llamado Fuerza Alternativa Revolucionaria del Com¨²n, a comienzos de a?o decidi¨® dejar atr¨¢s las siglas que identificaron durante m¨¢s de medio siglo a la guerrilla y que a¨²n generan resistencia en m¨²ltiples sectores de la sociedad.
Cambiar las balas por votos. Esa fue una de las frases m¨¢s repetidas durante la larga negociaci¨®n del acuerdo para explicar el prop¨®sito de sacar las armas de la pol¨ªtica. Pero el ejercicio legislativo le ha costado a los exguerrilleros. El acuerdo de paz garantiza al partido una bancada de diez esca?os por dos periodos legislativos ¨Ccinco en Senado y cinco en la C¨¢mara de Representantes¨C. De ah¨ª que Comunes tenga presencia en el Congreso a pesar de que las urnas no le han perdonado medio siglo de guerra, pues en las elecciones de 2018 logr¨® apenas 85.000 votos ¨Cy renunci¨® a la candidatura presidencial de Rodrigo Londo?o, Timochenko¨C.
Colombia tiene experiencia con la reincorporaci¨®n de exguerrilleros. El M-19 incluso lleg¨® a copresidir la Asamblea Constituyente que redact¨® la carta pol¨ªtica de 1991. Las expectativas creadas en torno a la participaci¨®n de las FARC eran altas, pero la bancada no ha brillado y se ha tropezado con la hostilidad de otras fuerzas. El 20 de julio de 2018, ocho firmantes de la paz ocuparon esca?os por primera vez en el Congreso de Colombia ¨Cpues no asistieron ni Iv¨¢n M¨¢rquez ni Jes¨²s Santrich, que despu¨¦s retomar¨ªan las armas¨C. Varios congresistas del Centro Democr¨¢tico los recibieron con el grito de ¡°asesinos¡±. Las divisiones internas tambi¨¦n se han puesto en evidencia, con dos senadores ¨CVictoria Sanguino y Benkos Bioj¨®¨C que han marcado distancia con el partido.
En el Capitolio no los hicieron sentir particularmente bienvenidos. Durante cerca de un a?o, a Gallo lo ubicaron en oficinas improvisadas que compart¨ªa con otros congresistas de Comunes y los encargados de sistemas, pero ahora su despacho est¨¢ en el s¨¦ptimo piso del nuevo edificio del Congreso, el ¨²ltimo. Al lado se encuentra el de Pablo Catatumbo y en diagonal el de Sandra Ram¨ªrez, otros dos senadores de Comunes. Su oficina, la 706 B, est¨¢ decorada con una serie de 20 retratos que incluyen el de Fidel Castro, comandantes de las FARC ca¨ªdos en combate y figuras hist¨®ricas como el libertador Sim¨®n Bol¨ªvar o Jos¨¦ Antonio Gal¨¢n, l¨ªder de la insurrecci¨®n de los comuneros en tiempos del virreinato de la Nueva Granada.
¡°Hemos ido asimilando que en pol¨ªtica nadie le regala nada a nadie¡±, reflexiona Gallo en una conversaci¨®n con EL PA?S. Explica que, de cara a las elecciones presidenciales del 2022, Comunes va a formar parte del Pacto Hist¨®rico, la coalici¨®n que se est¨¢ formando en torno a la candidatura del izquierdista Gustavo Petro. ¡°Vamos seguramente a participar ah¨ª, en medio de las tensiones que tenemos con varios de los dirigentes o de los partidos o movimientos que hay dentro del Pacto Hist¨®rico, porque nos siguen viendo con recelo¡±, admite.
¡°El Gobierno de Iv¨¢n Duque dise?¨® una pol¨ªtica p¨²blica denominada Paz con Legalidad que tiene fundamentalmente dos objetivos. Primero simular la implementaci¨®n [de la paz] y segundo reducir el acuerdo al desarme y a la reincorporaci¨®n de los exguerrilleros. Ese no es el acuerdo, Iv¨¢n Duque cuando habla de paz con legalidad est¨¢ pretendiendo estafar a la opini¨®n p¨²blica nacional e internacional¡±, ha dicho Gallo en medio de los m¨²ltiples foros y actividades que se han celebrado estos d¨ªas para conmemorar el quinto aniversario del pacto sellado en el Teatro Col¨®n, renegociado despu¨¦s de la derrota del original en un plebiscito.
A contrarreloj, las FARC aceptaron en ese entonces 58 de las 60 modificaciones que propusieron los portavoces del No ¨Centre ellos el propio Duque¨C. ¡°Las ¨²nicas dos que no aceptaron fueron las que defin¨ªan lo que eran aspectos cruciales para su futuro: que los comandantes guerrilleros no pudieran participar en pol¨ªtica y que se hicieran m¨¢s severas las sanciones y condiciones de reclusi¨®n¡±, rememora Santos en su libro La Batalla por la paz.
Cinco a?os despu¨¦s, la justicia transicional prepara sus primeras sentencias contra la antigua c¨²pula de las FARC ¨Ca la que pertenec¨ªan los senadores Gallo y Catatumbo¨C por m¨¢s de 21.000 secuestros, lo que previsiblemente volver¨¢ a poner el tema de la presencia en el Congreso de los excomandantes ¨Cy de la severidad las sanciones, que no contemplan c¨¢rcel¨C en el foco de la discusi¨®n p¨²blica. ¡°As¨ª est¨¢ pactado. Las sanciones no pueden invalidar la participaci¨®n pol¨ªtica. Si la JEP cumple con eso, creemos que no tiene porque haber incompatibilidad entre la sanci¨®n y el ejercicio parlamentario. No depende de nosotros, pero la esencia del acuerdo es esa¡±, defiende Gallo. ¡°El establecimiento nos sigue viendo como enemigos, eso es una realidad. No nos ven como opositores pol¨ªticos; hacia all¨¢ deber¨ªa avanzar un acuerdo de paz¡±, concluye.
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