La ONU pide 4.400 millones para evitar la cat¨¢strofe humana en Afganist¨¢n
El Plan de Respuesta Humanitaria intenta impedir el colapso de las infraestructuras b¨¢sicas


La ONU ha pedido este martes 5.000 millones de d¨®lares (unos 4.400 millones de euros) para evitar la cat¨¢strofe humana en Afganist¨¢n. Se trata del mayor llamamiento humanitario para un pa¨ªs en la historia de la organizaci¨®n. Su objetivo es brindar ayuda vital a 23 millones de personas dentro de Afganist¨¢n, y apoyar a los 6 millones de afganos desplazados en los pa¨ªses vecinos y a las comunidades que los acogen. El reto es doble: los donantes no solo tienen que mostrar su generosidad, sino lograr un entendimiento con el r¨¦gimen talib¨¢n que permita hacer efectiva la ayuda.
Durante la presentaci¨®n del Plan de Respuesta Humanitaria para Afganist¨¢n (que puede consultarse aqu¨ª) los representantes de las diferentes agencias de Naciones Unidas han reiterado las escandalosas cifras del desastre que afronta el pa¨ªs asi¨¢tico. Al menos 23 millones de sus casi 40 millones de habitantes pasan hambre, con cerca de 9 millones a un paso de la hambruna. Un mill¨®n de ni?os de menos de cinco a?os corren el riesgo de morir de malnutrici¨®n. Las condiciones son especialmente graves para los 3,5 millones de desplazados internos que est¨¢n pasando el invierno en tiendas o asentamientos informales sin suficiente abrigo.
Esa situaci¨®n, explica la ONU, es ¡°el resultado de d¨¦cadas de conflicto, desastres naturales recurrentes (incluida la peor sequ¨ªa en tres d¨¦cadas), una econom¨ªa en ca¨ªda libre, la falta de recuperaci¨®n de crisis pasadas y la incertidumbre a?adida de los ¨²ltimos acontecimientos pol¨ªticos¡±. La fragilidad del pa¨ªs, el 75% de su gasto p¨²blico depend¨ªa de la asistencia internacional, se hizo evidente cuando los Gobiernos occidentales decidieron interrumpir su ayuda y congelar los haberes afganos en respuesta a la toma del poder por los talibanes. El Plan de Respuesta Humanitaria intenta evitar el colapso de las infraestructuras b¨¢sicas en salud, educaci¨®n o electricidad.
Ya antes de la llegada de los fundamentalistas, la mitad de la poblaci¨®n viv¨ªa bajo la l¨ªnea de pobreza. El Programa de Desarrollo de Naciones Unidas ha advertido de que el 97% de los afganos estar¨¢ en esa situaci¨®n para mediados de este a?o.
El conflicto armado ha remitido desde entonces. Sin embargo, los afganos siguen huyendo tanto por las carencias como por el miedo a las represalias de los talibanes y su forma de gobierno, un autoritarismo de inspiraci¨®n religiosa sin marco legal estable. Su crueldad resulta especialmente evidente en el trato a las mujeres. Desde que se hicieron con el poder, han restringido su acceso al trabajo y a la educaci¨®n, puesto trabas a su movilidad y cerrado las instituciones que prestaban ayuda a viudas, divorciadas o maltratadas.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) tiene registrados como tales a 2,2 millones de afganos y estima que otros 4 millones se encuentran alojados con diferentes condiciones en pa¨ªses vecinos, la mayor¨ªa en Ir¨¢n y Pakist¨¢n. De ah¨ª que el llamamiento de la ONU incluya 623 millones de d¨®lares para apoyar a las comunidades de acogida.
Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, una ONG con 1.400 empleados sobre el terreno), ha recordado en un comunicado que la ¡°ayuda humanitaria es un salvavidas para Afganist¨¢n y una responsabilidad conjunta de todos¡±. No obstante, tambi¨¦n ha precisado que el ¡°llamamiento carecer¨¢ de sentido si el mundo exterior y el Gobierno talib¨¢n no trabajan con rapidez para asegurar el acceso al dinero en efectivo dentro del pa¨ªs¡±.
Los talibanes han desplegado todos sus esfuerzos diplom¨¢ticos para lograr el reconocimiento internacional y tener acceso tanto a las reservas afganas como a la asistencia exterior que frene la ca¨ªda libre de su econom¨ªa. Sin embargo, la distancia entre sus declaraciones y sus hechos no han logrado romper el bloqueo. A pesar de haber decretado una amnist¨ªa general, raro es el d¨ªa sin noticias de ejecuciones extrajudiciales (sobre todo de miembros de las antiguas fuerzas de seguridad) o detenciones de personas cr¨ªticas. En la ¨²ltima semana, han encarcelado a un respetado profesor, Faizullah Jalal, a un periodista, Faisal Modarres, y a varias mujeres sin identificar que protestaron en la provincia de Kapisa.
Tampoco en el terreno pol¨ªtico han cumplido con su promesa de formar un Gobierno inclusivo. El 98% de los nombramientos son miembros de la etnia past¨²n (la minor¨ªa m¨¢s numerosa y de la que se nutren los talibanes), en detrimento del resto de las minor¨ªas. Su ¨²ltimo gesto, una reuni¨®n del ministro de Exteriores talib¨¢n, Amir Khan Muttaqi, con el l¨ªder del Frente Nacional de Resistencia (FNR), Ahmad Masud, en Teher¨¢n, ha chocado con la misma piedra. Mientras un portavoz talib¨¢n anunciaba que el hijo del legendario Ahmad Shah Masud (que se opuso a la invasi¨®n sovi¨¦tica) pod¨ªa volver sin problemas a Afganist¨¢n, un portavoz del FNR explicaba que los fundamentalistas ¡°rechazaron sus peticiones de un Gobierno descentralizado con presencia de mujeres, que respete los derechos civiles y la libertad de expresi¨®n¡±.
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