El rompecabezas del coronavirus en la altura
Expertos andinos sostienen que la mortalidad y la incidencia del virus es menor en poblaciones por encima de los 2.500 metros, aunque sus hallazgos han sido recibidos con escepticismo
?El coronavirus pierde fuerza en la altura? Desde el estallido de la pandemia han emergido m¨²ltiples estudios que lo aseguran y lo refutan. Algunos han recibido espacios en revistas cient¨ªficas de prestigio como The Lancet y Nature, medios internacionales como The Washington Post y The Conversation, y repositorios m¨¦dicos como el del Instituto Nacional de Salud de EE UU. Pero la mayor¨ªa de las veces, los t¨ªtulos de los trabajos y las notas van acompa?ados de signos de interrogaci¨®n, una marca ineludible del escepticismo que prevalece en la comunidad internacional. El asunto es complejo y entrelaza factores ambientales, fisiol¨®gicos, gen¨¦ticos y sociales. Am¨¦rica Latina ¡ªen particular, los pa¨ªses andinos¡ªha sido una de las l¨ªderes en la investigaci¨®n de la complicada relaci¨®n entre la covid-19 y la altura: tres capitales sudamericanas est¨¢n por encima de los 2.500 metros sobre el nivel del mar y unos 20 millones de latinoamericanos viven en una de las 30 ciudades m¨¢s altas de la regi¨®n.
Varios especialistas andinos usan una met¨¢fora para explicar sus hallazgos, dicen que el coronavirus padece de soroche, como se llama en la regi¨®n al malestar que se siente al estar a grandes alturas por la falta de ox¨ªgeno. El m¨¦dico boliviano Gustavo Zubieta, uno de los primeros cient¨ªficos en analizar el tema, explica que los pron¨®sticos para los pa¨ªses a lo largo de la cordillera de los Andes no eran muy alentadores al principio de la pandemia. ¡°Casi todos los cient¨ªficos afirmaban que el covid en la altura iba a ser terrible por la menor cantidad de ox¨ªgeno producto de una menor presi¨®n barom¨¦trica¡±, se?ala Zubieta, director del Instituto Pulmonar y Patolog¨ªa en la Altura.
Las estad¨ªsticas, sin embargo, no reflejaron el efecto devastador que se hab¨ªa anticipado. Al contrario. En Bolivia, las autoridades sanitarias identificaron que los casos se concentraron, al menos en un inicio, en zonas bajas como Santa Cruz, as¨ª como en regiones amaz¨®nicas que colindan con Brasil. Pas¨® lo mismo en Per¨², donde el n¨²mero de muertes y contagios era sustancialmente menor cuando se comparaban ciudades altas y bajas con la misma poblaci¨®n. De ah¨ª surgi¨® una reacci¨®n en cadena y aparecieron declaraciones de funcionarios y estudios en Ecuador, Colombia e, incluso, Brasil, entre otros.
Zubieta enlista una serie de factores ambientales que, de acuerdo con su trabajo, parecen incidir en una propagaci¨®n m¨¢s lenta del coronavirus: la radiaci¨®n ultravioleta, que act¨²a como esterilizante contra muchas bacterias y virus; una menor humedad, que crea entornos m¨¢s secos y menos favorables para el virus, y una menor presi¨®n atmosf¨¦rica, que ayuda a la dispersi¨®n de las part¨ªculas.
Pero tambi¨¦n entran en juego otros factores. A partir de los 2.500 metros, el cuerpo tiene que producir m¨¢s gl¨®bulos rojos para compensar la falta de ox¨ªgeno (hipoxia) porque la presi¨®n atmosf¨¦rica es menor. El investigador dice que los habitantes de zonas altas est¨¢n adaptados a estas condiciones y que eso puede significar una mejor protecci¨®n ante la ca¨ªda de saturaci¨®n de ox¨ªgeno que suele provocar el coronavirus.
Tambi¨¦n se cita que en la altura suele haber menor cantidad de receptores ACE-2, la puerta que usa el SARS-CoV-2 para entrar a las c¨¦lulas. Zubieta, adem¨¢s, estudia el funcionamiento de las mitocondrias, encargadas de la respiraci¨®n celular, y asegura que son m¨¢s eficientes en los habitantes de zonas altas. ¡°Estamos por publicar un estudio con investigadores de Bolivia, Colombia, Per¨², Ecuador y M¨¦xico que confirma que existe mucho menor mortalidad por covid en zonas m¨¢s altas y una mayor incidencia de casos en zonas por debajo de los 1.000 metros¡±, comenta.
Esteban Ortiz Prado, acad¨¦mico de la Universidad de las Am¨¦ricas, tambi¨¦n ha estudiado la relaci¨®n de la covid-19 y la altura, pero ha llegado a conclusiones diferentes. ¡°El covid es menos prevalente y menos mortal en zonas altas, cuando se corrige por comorbilidades¡±, asegura el especialista ecuatoriano, aunque agrega que la menor incidencia tiene que ver m¨¢s con una menor densidad poblacional y con ciertos patrones de convivencia de las personas de zonas altas. Ortiz Prado dice que las teor¨ªas fisiol¨®gicas, como la menor cantidad de receptores ACE-2, y sobre ciertos factores ambientales como los rayos UV han perdido terreno explicativo y no se han dado por comprobadas.
¡°No es que una persona que se enferme a nivel del mar mejore autom¨¢ticamente cuando llegue a una regi¨®n m¨¢s alta, al contrario¡±, explica Ortiz Prado, pero sostiene que s¨ª puede haber cierta aclimataci¨®n y adaptaci¨®n antes de contraer el contagio. ¡°Sabemos con certeza que nuestros cuerpos funcionan diferente en la altura¡±, dice el m¨¦dico. ?l y un grupo de cient¨ªficos analizaron datos sobre el exceso de mortalidad en Ecuador de marzo de 2020 a marzo de 2021 y encontraron que el n¨²mero de muertes por cada 100.000 habitantes en las zonas a menos de 1.500 metros sobre el nivel del mar era el doble que en zonas muy altas, arriba de los 3.500 metros.
Algunas de las cr¨ªticas a los estudios sobre el virus y la altura, sobre todo los basados en factores ambientales, es el salto a conclusiones sin pruebas suficientes, el cuestionamiento de factores de causalidad y posibles variables de confusi¨®n, es decir, que meten m¨¢s ruido de lo que explican. ¡°Debemos evitar llegar a la conclusi¨®n de que cualquier comunidad tiene una protecci¨®n innata frente a la covid-19 en ausencia de evidencia robusta¡±, se lee en un trabajo firmado en 2020 por Matiram Pun y un equipo de investigadores en Canad¨¢. ¡°Los posibles mecanismos biol¨®gicos siguen siendo especulativos¡±, se?alaron el m¨¦dico formado en Per¨² Orison Woolcott y el investigador estadounidense Richard N. Bergman, en un intercambio de correspondencia con Zubieta en la revista High Altitude Medicine and Biology. Woolcott y Bergman afirmaron en 2020 que hab¨ªa una mayor mortalidad entre enfermos mexicanos mayores de 65 a?os que viv¨ªan arriba de los 1.500 metros, aunque est¨¢ por debajo de la clasificaci¨®n est¨¢ndar de los 2.500 metros. Otros acad¨¦micos investigan si algunos tratamientos usados para el mal de altura pueden ayudar a tratar la covid o si, al contrario, la empeoran.
Desde una perspectiva no necesariamente cient¨ªfica, una pregunta que surge es si existe una obsesi¨®n por buscar explicaciones en la altura asociada con la identidad andina, y que se refleja muchas veces en discusiones menos serias como las eliminatorias para el Mundial de f¨²tbol. Zubieta, que tiene cuatro d¨¦cadas de experiencia en el tema, r¨ªe y despu¨¦s lo niega categ¨®ricamente: ¡°No es una obsesi¨®n, es una realidad¡±. ¡°La mayor¨ªa de la gente que desacredita estos trabajos es porque no conoce estos entornos o nunca ha estado aqu¨ª¡±, comenta. ¡°Muchas veces se ve como una desventaja vivir en estas condiciones, cuando en realidad implica varias ventajas¡±.
¡°No creo que todo tenga una respuesta en la altura¡±, matiza Ortiz Prado. El investigador se?ala que la altura no es un factor en pa¨ªses l¨ªderes en investigaci¨®n cient¨ªfica como Estados Unidos y el Reino Unido, y cree que eso explica en parte las resistencias y que el tema est¨¦ relegado. El especialista dice que la mayor cantidad de estudios al respecto vienen del turismo de monta?a y el deporte, pero que no hay muchos recursos ni se ha profundizado tanto en poblaciones que viven permanentemente en esas condiciones.
El tema ha sido una discusi¨®n marcadamente latinoamericana, pero no exclusiva de la regi¨®n. Hay estudios en sitios como Suiza, Austria y el T¨ªbet, por ejemplo, que buscan hip¨®tesis en la medicina del mal de altura sobre la covid-19. No hay grandes consensos ni conclusiones universalmente aceptadas. Predominan la cautela y los resultados preliminares. El debate, sin embargo, es un reflejo de la abrumadora respuesta de la ciencia a la pandemia, el reto de la rapidez en que ha fluido la informaci¨®n cient¨ªfica en los ¨²ltimos dos a?os y el largo trecho que queda por descubrir sobre el virus. ¡°Hay mucho por hacer y no se puede minar la libertad que tenemos de elaborar teor¨ªas e investigarlas¡±, defiende Ortiz Prado.
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