El ¨²ltimo tren de Mariupol a Kiev: ¡°Voy al mismo lugar donde otros j¨®venes luchan en las calles¡±
Cientos de personas huyen de la ciudad ucrania, situada al este del pa¨ªs, antes del asalto final ruso
El tren, con destino a Kiev, deb¨ªa de partir de la estaci¨®n de Mariupol a las cinco de la tarde del viernes 25 de febrero. Algo lo retras¨® a las siete. Despu¨¦s avisaron a los viajeros, que ya estaban en sus asientos, que no se pondr¨ªan en marcha hasta las siete de la ma?ana. En la estaci¨®n, dentro de los vagones, se o¨ªan explosiones cercanas y ruido de aviones y helic¨®pteros. Eran se?ales de que las tropas rusas se encontraban ya muy cerca de esta ciudad de medio mill¨®n de habitantes situada en la regi¨®n del Donb¨¢s. Mariupol, un enclave portuario con una gran industria metal¨²rgica, es la ciudad m¨¢s importante de la regi¨®n despu¨¦s de que Donetsk, antes la capital, quedase en manos de los separatistas rusos.
A las siete y media de la ma?ana, a los viajeros se les comunica que las v¨ªas se encuentran inutilizadas y que el viaje por tren es imposible. A los aproximadamente 300 pasajeros los agrupan en cuatro autobuses, que, a las nueve de la ma?ana, salen rumbo a una estaci¨®n intermedia, desde donde podr¨¢n montarse en otro tren hacia Kiev. Seg¨²n comentan algunos de ellos son, probablemente, los ¨²ltimos autobuses que parten antes del asalto final ruso. Algunos de los viajeros, como una madre que va con sus tres hijas peque?as, todas menores de 10 a?os, esperan poder saltar desde Kiev ¡ªcuya situaci¨®n es tambi¨¦n cada vez m¨¢s inquietante¡ª a Polonia y alcanzar la ciudad de Cracovia, donde tienen parientes. Viajan muy preocupadas, porque dejaron todo en la parte norte de Mariupol y porque van sin dinero y sin PCR. No saben si las dejar¨¢n cruzar la frontera. Decidieron huir con lo puesto por miedo a las bombas y a los proyectiles que no dejaban de o¨ªr desde su casa.
Con todo, la mayor¨ªa de los habitantes de Mariupol, acostumbrados a la guerra, se han quedado ah¨ª, aguardando a los rusos. El martes, unos jubilados de una acer¨ªa pescaban en la desembocadura de un r¨ªo en el mar de Azov. Uno de ellos, Andrej, se quejaba de que la pensi¨®n que le queda es de 80 euros. Tambi¨¦n, a su juicio, el Gobierno de Kiev pilla muy lejos de aqu¨ª y, a?ade, los ha olvidado. Recuerda con nostalgia los tiempos sovi¨¦ticos, cuando su factor¨ªa fabricaba misiles y tanques para el Ej¨¦rcito ruso. Ahora, tiene que completar el men¨² de la cena de una familia de clase media venida a menos con lo que pesca. No le preocupa la llegada de los rusos: ¡°As¨ª cambian a los corruptos que gobiernan en Kiev¡±. En Mariupol, m¨¢s del 80% de la poblaci¨®n es de origen ruso y se comunica en esta lengua.
Mientras, la gente de los autobuses el s¨¢bado se ha bajado en la estaci¨®n de Zaparigde, a 150 kil¨®metros de Mariupol y a 600 kil¨®metros de Kiev, donde, en ese mismo momento, los combates se recrudecen debido a la resistencia en las calles de la ciudad. Entre los viajeros va Artvom, de 23 a?os. Afirma que ha dejado a su familia en Mariupol y que marcha a Kiev para unirse a las tropas ucranias. ¡°Me enrolar¨¦ de inmediato. No tengo miedo a morir; al contrario, ser¨¢ un honor hacerlo por mi patria. Voy al mismo lugar donde otros j¨®venes como yo, que son reservistas, se han alistado y luchan en las calles¡±.
Cerca de ¨¦l, en el tren abarrotado, con los pasillos desbordados de personas, viaja Tatiana, de 50 a?os. Va a Kiev a reunirse con su hija, universitaria, y su marido. Cree que es un momento para que toda la familia est¨¢ unida. Ella trabaja como economista en una empresa privada en Mariupol. ¡°Estoy angustiada, no solo por mi familia, sino por el futuro de mi pa¨ªs; este es el instante m¨¢s dram¨¢tico de su historia¡±, lamenta. ¡°Y Estados Unidos est¨¢ hablando de amenazas econ¨®micas. ?A qui¨¦n creen que intimidan con eso? Aqu¨ª no est¨¢ en juego solo lo material: aqu¨ª estamos hablando de valores¡±.
En otro vag¨®n viaja Victoria, acompa?ada de sus dos hijos adolescentes, cargando a su gata Isis. Dejan todo atr¨¢s: su casa en Dnipro, ciudad situada a 300 kil¨®metros de Mariupol y desde donde tratan de llegar, despu¨¦s de Kiev, a Lviv, a 70 kil¨®metros de la frontera polaca, en la otra punta del pa¨ªs, donde vive la hermana de Victoria. La idea es esperar all¨ª a toda la familia. Conf¨ªan en poder quedarse en Lviv, pero si los rusos llegan, cruzar¨¢n la frontera. ¡°Dejamos todo con una tristeza enorme, especialmente por los amigos que se quedan atr¨¢s. No tengo miedo, pero resulta imposible vivir en un pa¨ªs atacado¡±. Y a?ade: ¡°El presidente tiene raz¨®n: estamos solos. Ninguno de los muchos pa¨ªses de la UE ha querido ayudarnos militarmente. Es una verg¨¹enza. Puede pensarse que somos cobardes por huir, pero es que yo quiero darles un futuro a mis hijos. Ellos pueden adaptarse a una nueva vida¡±.
El tren ten¨ªa previsto llegar la madrugada del domingo a Kiev, una ciudad asediada por las tropas rusas y que sufre un toque de queda desde el s¨¢bado a las cinco de la tarde hasta las ocho de la ma?ana del lunes.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.