Chile abraza la nueva izquierda latinoamericana
Boric llega a la presidencia como l¨ªder de una generaci¨®n que promete enterrar definitivamente el legado de la dictadura
Gabriel Boric ya es el nuevo presidente de Chile. Y con ¨¦l llega una nueva izquierda a La Moneda. Con solo 36 a?os, este l¨ªder surgido de la fragua de las protestas estudiantiles se pone al frente de un proceso que promete cambios profundos. Se trata de enterrar definitivamente lo que queda del legado de la dictadura, que en los a?os ochenta aplic¨® a rajatabla las pol¨ªticas neoliberales del consenso de Washington. De aquel pa¨ªs forjado al calor de las ideas de los Chicago Boys deber¨¢ surgir uno nuevo. Al menos eso ha prometido Boric, y as¨ª se lo exigir¨¢ su electorado, que pide m¨¢s Estado en cuestiones b¨¢sicas como la educaci¨®n y la salud, y m¨¢s igualdad. La ceremonia de asunci¨®n se ha celebrado en Valpara¨ªso, la ciudad costera que es sede del Congreso. Boric se trasladar¨¢ luego a Santiago, al pie de la cordillera de los Andes, y por la noche saldr¨¢ al balc¨®n de La Moneda para dar su primer discurso como presidente. La capital chilena se prepara para una gran fiesta.
Boric jura como l¨ªder de una alianza de partidos de izquierda de nuevo cu?o y otras fuerzas tradicionales, como el Partido Comunista, con el apoyo de los socialistas. Su gabinete promedia los 49 a?os y est¨¢ integrado por una mayor¨ªa de mujeres. Ser¨¢n ellas las que delinear¨¢n el perfil del Gobierno: feminista, promotor de un desarrollo sustentable y, sobre todo, m¨¢s cercano a la gente. ¡°En Chile, el neoliberalismo fue extremo y hoy se intenta desmantelar en el mismo sitio donde naci¨®. Este pa¨ªs no solo fue el m¨¢s neoliberal, fue tambi¨¦n el primero, incluso antes que EE UU y Reino Unido. El ¨²nico pa¨ªs donde la asociaci¨®n entre dictadura y neoliberalismo funcion¨®¡±, dice Carlos Ruiz, acad¨¦mico de la Universidad de Chile y de relaci¨®n estrecha con el nuevo presidente.
El desaf¨ªo, por supuesto, es enorme. No solo porque las expectativas de la calle est¨¢n muy altas. El arranque del nuevo Gobierno coincide adem¨¢s con el trabajo de una Convenci¨®n que redacta una Constituci¨®n desde cero, una experiencia que tiene pocos antecedentes en el mundo. En Chile, dice Ruiz, ¡°hay un cambio de actitud hacia el modelo y una deliberaci¨®n en curso¡±. ¡°La figura de Boric encarna esa nueva subjetividad, y puede que sea finalmente el l¨ªder de una nueva izquierda, pero que eso se materialice depender¨¢ de la salida del proceso Constituyente. El cambio vendr¨¢ si se logra remover uno de los pilares del modelo, que es el Estado subsidiario, esto es, uno que no interviene en las cosas que se considera que pueden hacer los privados o el mercado¡±.
Boric llega a La Moneda bajo el paraguas de la Constituci¨®n de 1980, redactada en dictadura, y lo dejar¨¢ con otro. El cambio lo obligar¨¢ a redise?ar la estructura institucional del pa¨ªs a partir de mediados de este a?o, cuando est¨¢ previsto que termine el trabajo de la Convenci¨®n y se celebre un referendo. ¡°El ¨¦xito de Gabriel Boric esta ligado al ¨¦xito del proceso constituyente. Si la nueva Constituci¨®n se aprueba por poco o se rechaza ser¨ªa un tremendo fracaso para el Gobierno y para Chile¡±, advierte Ignacio Briones, exministro de Hacienda del segundo Gobierno de Sebasti¨¢n Pi?era. Para Leonidas Montes, director del Centro de Estudios P¨²blicos, tambi¨¦n ser¨¢ clave la salud de la econom¨ªa. ¡°Durante el segundo semestre, Chile tendr¨¢ un frenazo importante, con m¨¢s inflaci¨®n junto con demandas para que el Estado siga repartiendo dinero, como se hizo durante la pandemia. Habr¨¢ tambi¨¦n un shock por la guerra en Ucrania y la subida de los precios del petr¨®leo¡±. Para capear la tormenta, Boric ha nombrado en el ministerio de Hacienda a Mario Marcel, expresidente del Banco Central y uno de los economistas m¨¢s respetados del pa¨ªs, tanto por la derecha como por la izquierda.
En este escenario de incertidumbre, Boric deber¨¢ satisfacer viejas demandas. Tiene a su favor el apoyo de aquellos que en 2019 salieron a las calles para pedir por un nuevo Chile. Est¨¢ adem¨¢s al frente de la primera generaci¨®n de pol¨ªticos que naci¨® en democracia y no carga con el lastre del temor a una regresi¨®n autoritaria, el fantasma que sobrevol¨® buena parte de la transici¨®n democr¨¢tica desde 1990. ¡°La gran cr¨ªtica de estos grupos es que en Chile no hubo transici¨®n, que la Concertaci¨®n fue una farsa y que continu¨® con la Constituci¨®n de Pinochet. Ellos encarnan la transici¨®n¡±, dice Leonidas Montes. El ambiente pol¨ªtico es de la proximidad de una revoluci¨®n pac¨ªfica.
¡°Chile tuvo tres revoluciones en 16 a?os (1964-1980): la revoluci¨®n en libertad de Eduardo Frei Montalva, la revoluci¨®n socialista de Salvador Allende y la capitalista de Augusto Pinochet y los Chicago Boys. Y el pa¨ªs no lo resisti¨®¡±, advierte el exsenador democristiano Ignacio Walker. Por eso, dice, ¡°es de esperar que se entienda que los Gobiernos no parten de cero y que tienen que buscar un equilibrio de continuidad y cambio¡±. ¡°Esa es la l¨®gica del reformismo gradualista, que es lo propio de la democracia¡±, asegura Walker, canciller durante el Gobierno de Ricardo Lagos.
Jorge Arrate, uno de los rostros hist¨®ricos de la renovaci¨®n socialista y hoy cercano a los intelectuales del Gobierno de Boric, define el momento actual como de ¡°innovaci¨®n e imaginaci¨®n pol¨ªtica¡±. Y, como Walker, asegura que ha habido fen¨®menos de este tipo en el ¨²ltimo siglo en Chile: ¡°Hubo tres frentes populares en los a?os treinta del siglo pasado que triunfaron en el mundo y uno de ellos fue el chileno. Luego hubo una alianza ¨²nica entre socialistas y comunistas, que no ocurr¨ªa en el resto del mundo¡±, y menciona los Gobiernos de Frei y de Allende y la posterior ¡°modernizaci¨®n de la dictadura¡±, a la que llama ¡°un injerto ¨²nico y monstruoso entre la extrema libertad econ¨®mica y extrema brutalidad dictatorial¡±.
?Puede la ola de Boric replicarse en otros procesos de izquierda en Am¨¦rica Latina? Arrate considera que lo que ocurra en Chile podr¨ªa ¡°proyectar ideas, experiencias y efectos en el resto de la regi¨®n¡±, sobre todo porque tiene al menos tres elementos fundamentales que podr¨ªan replicarse: el cambio generacional, su ¨¦nfasis feminista y, la principal, la convergencia de las izquierdas.
El propio Boric ha tomado distancia de la revoluci¨®n bolivariana de Venezuela y del nicarag¨¹ense Daniel Ortega. Prefiere verse en el espejo del brasile?o Luiz In¨¢cio Lula da Silva y se entusiasma con el colombiano Gustavo Petro, precandidato a presidente en su pa¨ªs. Arrate, con todo, dice que la Administraci¨®n de Boric ser¨¢ menos ideol¨®gica con respecto a otros procesos anteriores. Y describe las particularidades del proyecto chileno: ¡°Se caracteriza porque es un esfuerzo de fundir, en una sola perspectiva, la idea de una sociedad m¨¢s justa y m¨¢s igualitaria ¨Csocialista¨C, con las perspectivas del feminismo y el ecologismo. El resultado de eso es un programa de profunda transformaci¨®n¡±.
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