Los ¨²ltimos en salir de Irpin: ¡°Lo que he visto, mejor no contarlo¡±
Los combates persisten en torno a esta localidad estrat¨¦gica a las puertas de Kiev, en cuyas calles no hay tropas rusas desde el domingo, seg¨²n vecinos evacuados
Los combates calle a calle han cesado en Irpin, localidad estrat¨¦gica a las puertas de Kiev y s¨ªmbolo de la resistencia frente a la invasi¨®n rusa de Ucrania. Las ¨²ltimas tropas del Kremlin se fueron el domingo, seg¨²n varios testimonios de vecinos evacuados el mi¨¦rcoles hacia la capital. El lunes, las autoridades locales cantaron victoria al anunciar que la ciudad estaba bajo su control. La guerra urbana ha acabado, pero no los enfrentamientos en esta zona noroeste de la principal urbe del pa¨ªs. Por eso siguen escapando los habitantes que pueden. Las detonaciones y explosiones se escuchan de manera continuada d¨ªa y noche a varios kil¨®metros de distancia. Los propios ciudadanos relatan al salir que los proyectiles de artiller¨ªa siguen lloviendo sobre sus casas y que sus ¨²ltimas horas en Irpin han sido un infierno. Algunos describen escenas dolorosas ¡ªcomo cuando los soldados rusos les impidieron enterrar a sus vecinos muertos¡ª o rocambolescas ¡ªcomo cuando se pon¨ªan a cantar guitarra en mano o a practicar esgrima¡ª.
¡°La ¨²ltima vez que vimos a los soldados rusos fue hace tres d¨ªas. Nos hicieron a todos ponernos al lado de una pared, nos quitaron los m¨®viles y los rompieron¡±, comenta Oleksander, de 45 a?os, que sostiene en el brazo derecho, dentro de una bolsa, a su gato Tom. Como otros evacuados, la suciedad en el rostro y el cuello, as¨ª como las u?as ro?osas, explican que la higiene pas¨® a un segundo plano hace ya muchos d¨ªas. Los evacuados aseguran que llevan semanas sin luz, agua ni gas.
Algunos han tenido que esperar a que voluntarios con sus coches particulares llegaran hasta su vecindario, una vez liberado de tropas rusas, para ser rescatados. As¨ª ha sido como han logrado escapar en la ma?ana del mi¨¦rcoles Valeri, de 64 a?os, apoyado sobre una pr¨®tesis en su pierna izquierda, su esposa y su hijo. Los rusos llegaron el 5 de marzo a la ciudad, que ahora est¨¢ ¡°vac¨ªa¡± y ¡°destruida¡±, afirma Valeri mientras empalma un cigarro con otro. Su esposa lamenta que lleven un mes sin ducharse y que hayan tenido que sobrevivir extrayendo agua de un pozo y cocinando sobre una candela. La evacuaci¨®n, a?aden, se ha llevado a cabo en medio de intensos combates. ¡°Ahora ya no hay rusos en la ciudad, pero s¨ª hay bombardeos. Un misil ha ca¨ªdo en la casa de nuestros vecinos y se ha quemado¡±, explica la mujer con l¨¢grimas detr¨¢s de las gafas.
Los relatos recabados por EL PA?S coinciden en cuanto a la fecha de salida de los rusos y a los intensos combates que Irpin vive en las ¨²ltimas horas, pese a la promesa realizada por Mosc¨² en las negociaciones con representantes ucranios celebradas el martes en Estambul, de las que sali¨® un compromiso de reducir sus ataques en el entorno de la capital ucrania. Un compromiso que, seg¨²n estos testimonios, no se ha cumplido. ¡°Parec¨ªa que se pon¨ªan las cosas m¨¢s tranquilas, pero hoy hemos tenido un bombardeo muy grave¡±, denunciaba ella el mi¨¦rcoles.
El goteo de ambulancias y furgonetas con habitantes de Irpin de todas las edades es constante hacia las primeras casas de Kiev. Ah¨ª hay instalado un peque?o centro de acogida junto a un colegio. Varios llegan en camilla o silla de ruedas. El hast¨ªo y el cansancio se dibujan en el rostro de muchos. Los hay que no quieren ni responder a los reporteros. Adem¨¢s de ser atendidos aquellos que lo necesitan, varios agentes de polic¨ªa revisan sus pertenencias y, en algunos casos, su documentaci¨®n. No quieren que ning¨²n soldado ruso que se hubiera quedado atr¨¢s despu¨¦s de la retirada de su ej¨¦rcito quiera ahora hacerse pasar por vecino. Ninguno de los presentes se altera por los constantes zumbidos de los combates. Son muchos los d¨ªas que han pasado en medio del fuego cruzado.
¡°Desde el primer d¨ªa que entraron los rusos, robaban y destru¨ªan todo. Nos rompieron todos los m¨®viles, todos los ordenadores¡±, denuncia Vita, de 43 a?os. Ha salido de Irpin en medio de ¡°un bombardeo terrible¡± que ha dejado su casa en llamas. En su tejado ha tenido desde los primeros d¨ªas de marzo un proyectil sin explotar. Indignada, Vita recuerda c¨®mo los militares les impidieron dar sepultura a cinco cad¨¢veres que estuvieron tirados en la calle durante una semana. Hasta entonces no les permitieron acercarlos al bosque y no han podido ser enterrados hasta que no llegaron al lugar las tropas ucranias, que han tenido que desminar la zona. ¡°No hemos escuchado ninguna noticia, no tuvimos ni m¨®viles, ni ordenadores, ni luz, ni gas...¡±.
Mientras relata con amargura una desgracia tras otra a lo largo de estas semanas, esta ucrania se encuentra por casualidad con una vecina que tambi¨¦n acaba de ser evacuada. Ambas se abrazan fuerte mientras lloran emocionadas. Vita relata que fueron trasladados a un s¨®tano en el que han estado vigilados por los rusos que, incluso, utilizaban el patio de la casa para cocinar y, a veces, pasaban el rato tocando la guitarra o practicando esgrima. Dentro de Irpin, cuenta, quedan todav¨ªa personas que no tienen a d¨®nde ir o no tienen familiares.
Decenas de perros abandonados durante la guerra
Tambi¨¦n han llegado a Kiev varias decenas de perros que, en medio de la guerra, escaparon de un centro de acogida en el que esperaban ser adoptados en Irpin. Una veintena de ellos permanecen amarrados en uno de los laterales del colegio. Est¨¢n controlados por un grupo de voluntarios que los van rescatando cuando las autoridades les dejan acceder. Tambi¨¦n hay perros de familias que los perdieron en medio del caos de la evacuaci¨®n y ahora los voluntarios tratan de dar con sus due?os, explica Olga mientras acaricia el hocico de uno de ellos.
Desde el principio de la guerra, esta localidad de unos 60.000 habitantes, ubicada a una veintena de kil¨®metros del centro de Kiev, ha sido escenario de intensos combates entre el ej¨¦rcito de Ucrania y el de Rusia. Con el paso de los d¨ªas, ha acabado convertido en el punto clave del que no han logrado pasar las tropas del Kremlin. Lo primero que hicieron los militares ucranios el 25 de febrero, al d¨ªa siguiente de comenzar la invasi¨®n, fue dinamitar el puente de la carretera que conecta la capital con Irpin. Eso complica el corredor humanitario por el que escapan los refugiados, pero tambi¨¦n ha servido de freno ante un r¨¢pido avance del enemigo.
Delante de la escuela que sirve de punto de acogida, un hombre cabizbajo espera sentado en el bordillo de la acera junto a las pertenencias que ha logrado sacar. Prefiere guardar silencio cuando es preguntado. Se levanta y se da media vuelta soltando una lac¨®nica respuesta: ¡°Lo que he visto, mejor no contarlo¡±.
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