Extremistas alemanes migran a Paraguay en busca de su para¨ªso ideal: sin impuestos, sin vacunas y sin musulmanes
Desde que la pandemia llev¨® a los gobiernos a establecer cuarentenas, al menos 2.000 alemanes dejaron todo en Europa y se mudaron a uno de los pa¨ªses m¨¢s desiguales de Sudam¨¦rica
Eran 17 personas de una misma familia alemana y ninguna estaba vacunada. Aterrizaron el 21 de marzo en el aeropuerto internacional de Paraguay ¡ªuna decena de ellos eran menores¡ª y quedaron retenidos. Mientras tanto, en las redes sociales se abr¨ªa el debate una vez m¨¢s: unos exig¨ªan que los dejaran pasar y otros ped¨ªan que se cumplieran las normas y fueran enviados de regreso a Europa.
Los 17 fueron expulsados doce horas m¨¢s tarde. En Paraguay, los extranjeros que no llegan de pa¨ªses vecinos deben rellenar una declaraci¨®n jurada informando sobre su vacunaci¨®n contra la covid: desde el 12 de enero, aquellos que no cuenten con un esquema completo de vacunaci¨®n tienen prohibida la entrada . Sin embargo, nadie les impidi¨® volar desde Frankfurt a Madrid y de ah¨ª tomar un avi¨®n de Air Europa hasta Asunci¨®n.
La familia alemana pretend¨ªa llegar al campo paraguayo y comprar un terreno, dijo a EL PA?S la pareja del conductor que los esperaba fuera, en el estacionamiento del aeropuerto internacional Silvio Pettirossi. No son los ¨²nicos que llegan a Paraguay con ese objetivo.
Durante la pandemia, Alemania se ha convertido en la naci¨®n europea con mayor cantidad de expatriados en Paraguay. Ya son la tercera comunidad de inmigrantes en el pa¨ªs, por detr¨¢s de los brasile?os y argentinos. Al menos 1.644 alemanes completaron su proceso de radicaci¨®n en Paraguay en 2021, seg¨²n inform¨® a EL PA?S la Direcci¨®n de Migraciones. Casi el triple que en 2020. Y, hasta el 30 de marzo de este a?o, otros 575 hab¨ªan completado su proceso de radicaci¨®n.
Algunos religiosos y derechistas ven en Paraguay un refugio contra las vacunas. Pero los pioneros de esta ola llegaron antes de la crisis del coronavirus. Como Witali Fuchs, que arrib¨® al pa¨ªs en 2016 y vive en Hohenau, una de las colonias alemanas m¨¢s tradicionales en el sur paraguayo. donde ha fundado su propia iglesia y maneja un foro en internet sobre la ¡°ola de emigrantes a Paraguay¡±: ¡°Busqu¨¦ Paraguay en el mapa y Dios habl¨® y dijo: la hora llegar¨¢ y ustedes estar¨¢n ah¨ª. Tuve la revelaci¨®n de que llegar¨ªan estos tiempos¡±, dijo Fuchs a la televisi¨®n alemana Deutsche Welle hace cuatro meses.
En eso no se equivocaba: los tiempos llegaron.
El sue?o de una vida ¡®como la de antes¡¯
Oficialmente, ahora mismo hay 7.731 alemanes radicados en Paraguay, pero no se sabe cu¨¢ntos son en realidad por lo permeable de las fronteras de este pa¨ªs, donde cualquiera que se lo proponga puede entrar o salir caminando o navegando por alguno de los 3.739 kil¨®metros de frontera fluvial y terrestre que comparte con Brasil, Argentina o Bolivia.
La embajada alemana en Asunci¨®n maneja n¨²meros distintos a los del Gobierno paraguayo: el c¨®nsul alem¨¢n Frank Gauls calcula que entre 22.000 y 30.000 alemanes viven en Paraguay. Y a?ade que, de los siete millones de habitantes que tiene el pa¨ªs, hasta 300.000 son de origen alem¨¢n, seg¨²n declar¨® al diario paraguayo ABC Color.
Su llegada est¨¢ generando una burbuja en el precio de los terrenos en zonas como Villa Rica, Hohenau, Obligado, Bella Vista o Colonia Independencia. Lugares habitados por alemanes desde hace m¨¢s de cien a?os donde ahora predomina su idioma mezclado con un poco de espa?ol y con el guaran¨ª que hablan en su mayor¨ªa los paraguayos y paraguayas.
¡°Son numerosas las personas de Colonias Unidas que est¨¢n vendiendo parte de sus parcelas de tierra a los gringos¡±, dec¨ªa el diario local ?ltima Hora en octubre del a?o pasado. Dos meses antes, en agosto, Angelo y su esposa hab¨ªan decidido renunciar a sus trabajos en Allgau ¡ªun lugar en los Alpes alemanes cercano a la frontera de Austria y Suiza¡ª enviar sus muebles en un contenedor de barco y mudarse a Paraguay con su hijo, su hija y suegra. Angelo dice que estaban cansados de la ¡°mentalidad cuadrada¡± de su pa¨ªs. Y tambi¨¦n que tiene miedo de los homicidios y de los inmigrantes que llegan a Alemania porque una vez, en 2018, hubo un crimen en su ciudad y el responsable fue un hombre refugiado con un problema psiqui¨¢trico. En Paraguay, la tasa de homicidios es 24 veces mayor que en donde viv¨ªan.
Ni ¨¦l ni su esposa hab¨ªan visitado nunca Am¨¦rica Latina y no hablan espa?ol. Pero Angelo dice que en Paraguay esperan encontrar una ¡°vida como la de antes¡±. Su plan es abrir un restaurante de comida alemana y h¨²ngara, seg¨²n explic¨® Angelo en este documental del canal de televisi¨®n alem¨¢n Y-Kollektiv. Cuando llegaron a Asunci¨®n en octubre, esta fue la impresi¨®n que tuvieron de la capital paraguaya: ¡°Bastante sucia, mucha basura, y agujeros enormes en el suelo. Y mucha pobreza¡±.
No todos los alemanes llegan a Paraguay buscando lo mismo: adem¨¢s de los migrantes antiinmigrantes y los antivacunas tambi¨¦n hay jubilados que solo quieren disfrutar los euros de su pensi¨®n frente a un cada vez m¨¢s devaluado guaran¨ª, la moneda paraguaya. Y hay investigadores sociales, cient¨ªficos, detectives privados y trabajadores industriales o artesanos que buscan un cambio radical, ex¨®tico y tropical en sus vidas. Pero no hay duda que la crisis sanitaria ha impulsado el flujo migratorio.
¡°Muchos no est¨¢n de acuerdo con la pol¨ªtica de la pandemia en Alemania o Europa y piensan que en Paraguay es m¨¢s f¨¢cil, sin tantas restricciones tal vez¡±, reconoci¨® en diciembre el c¨®nsul alem¨¢n en un art¨ªculo titulado Alemanes en Paraguay: gu¨ªa b¨¢sica para entender el inter¨¦s en nuestro pa¨ªs. Un texto que demuestra que tampoco se entiende desde el pa¨ªs esta ¡°oleada masiva de inmigrantes¡± antivacuna a un pa¨ªs que fue sacudido por la muerte de 18.664 personas por la covid hasta finales de marzo, y que tiene un sistema sanitario tan precario que obliga al paciente a dormir en sillas o pasillos, o a pagar 100.000 d¨®lares por los medicamentos oncol¨®gicos que necesita.
Durante la pandemia, el Gobierno de Mario Abdo Ben¨ªtez aplic¨® cuarentenas y vacunaci¨®n para evitar la expansi¨®n del virus, pero solo un 46 % de la poblaci¨®n cuenta con doble dosis frente a la media del resto de la regi¨®n que supera el 80 %. Faltan vacunas para los paraguayos, al tiempo que vienen inmigrantes que no se las quieren poner en sus pa¨ªses, donde sobran.
Un ¡°para¨ªso¡± a medida
A los 250 colonos extranjeros, en su mayor¨ªa alemanes, que viven dentro del Para¨ªso Verde ¡ªcomo han bautizado a esta ciudad rural cercada y custodiada por guardias con armas autom¨¢ticas en medio del campo paraguayo¡ª, nada de eso parece importarles. De hecho, muchos de ellos creen que aqu¨ª tendr¨¢n mejor salud.
La historia de esta comunidad comenz¨® en 2016, cuando un matrimonio de austr¨ªacos abiertamente antivacunas e islam¨®fobos emigraron a Paraguay y fundaron el lugar bajo el paraguas de la empresa Reljuv S.A. La pareja ha convertido una estancia ganadera y un humedal en un gigantesco barrio cerrado de 16 kil¨®metros cuadrados. En su p¨¢gina web se definen como ¡°el mayor proyecto de urbanizaci¨®n y asentamiento de Sudam¨¦rica¡± o como ¡°comunidad aut¨®noma¡±.
Desde grupos de Facebook y Telegram invitan a antivacunas europeos y seguidores de muchas otras conspiraciones a venir a Paraguay. Les dicen que no hay normas contra la covid (lo cual es falso), que no hay 5G (lo cual es cierto porque no se ha instalado todav¨ªa) y, de paso, les venden un terreno y una casa en el Para¨ªso Verde. El port¨®n de metal y las vallas de madera vigiladas por los guardias est¨¢n a unas cuatro horas de asfalto en autom¨®vil desde Asunci¨®n, la capital de Paraguay, y a 14 kil¨®metros de camino de tierra roja y polvo de Caazap¨¢, la ciudad m¨¢s cercana.
Los fundadores compraron la propiedad sin visitarla en 2016 porque creyeron ¡°en la gu¨ªa divina¡±, seg¨²n cuenta Erwin Richard Annau en un v¨ªdeo publicado junto a su esposa Sylvia el 16 de febrero de este a?o, una historia que repiten en distintos soportes publicitarios.
Annau dice que ya en los a?os noventa hab¨ªan intentado crear una comunidad similar en Suiza y despu¨¦s en California, ¡°pero tambi¨¦n fall¨®¡±: ¡°Quer¨ªamos vivir una coexistencia de gente basada en la ley natural y la raz¨®n, y desarrollo espiritual¡±, recuerda el hombre de cejas canosas que trabaj¨® como asesor fiscal en su tierra natal. ¡°Pero no es posible si quieres medicina alternativa, energ¨ªa alternativa, y agricultura alternativa porque tienes a las autoridades sobre tu cuello¡±, a?ade en el mismo video. Ninguno de los dos ha respondido a las m¨²ltiples solicitudes de entrevistas de este peri¨®dico.
Lo que Erwin Annau no cuenta en sus v¨ªdeos es que fue miembro de la Iglesia de la Cienciolog¨ªa ¡ªconsiderada una secta peligrosa en algunos pa¨ªses¡ª y que fue condenado por fraude en Estados Unidos y tuvo que pagar 100.000 d¨®lares para no entrar en prisi¨®n porque su empresa de distribuci¨®n de detergentes, TradeNet Marketing¡¯s, publicitaba un producto de limpieza con propiedades no comprobadas cient¨ªficamente.
Ahora ¨¦l y su esposa promueven en su condominio pr¨¢cticas creadas por m¨¦dicos inhabilitados como la ¡°Nueva Medicina Germ¨¢nica¡± de Ryke Geerd Hamer, que proclamaba curar el c¨¢ncer con m¨¦todos no cient¨ªficos hasta que su licencia fue revocada en 1986 por negligencia y mala praxis. Hamer afirmaba que su m¨¦todo es una alternativa ¡°germ¨¢nica¡± a la medicina cl¨ªnica convencional, que seg¨²n ¨¦l es parte de una conspiraci¨®n jud¨ªa para diezmar a los no jud¨ªos. El m¨¦dico, perseguido por la justicia austriaca por la muerte de 34 pacientes, convenci¨® a personas como Helmut y Erika, los padres de una ni?a llamada Olivia, de que solo ¨¦l pod¨ªa curar el tumor en el ri?¨®n que padec¨ªa su hija.
Helmut ¡ªprogramador¡ª y Erika ¡ªprofesora¡ª se convirtieron en fan¨¢ticos seguidores de Hamer. Dejaron crecer el tumor de su hija hasta que pes¨® cuatro kilos y perdieron su trabajo y sus ahorros por dedicarse a difundir la doctrina del iluminado. La ni?a sobrevivi¨® gracias a que la Justicia austr¨ªaca les retir¨® la patria potestad y les oblig¨® a tratarla con quimioterapia, lo que le salv¨® la vida. Hasta hace muy poco, Helmut resid¨ªa en el Para¨ªso Verde, pero sali¨® de ah¨ª y denunci¨® a la empresa Reljuv SA por presunta estafa, seg¨²n consta en la Fiscal¨ªa paraguaya.
Ya en mayo de 2018, Annau promet¨ªa en una entrevista que en los siguientes cinco a?os vivir¨ªan en su recinto ¡°alrededor de 4.000 personas¡±, algo que no ha ocurrido pues a¨²n no llegan a 300. Annau invita a la gente a venir a Paraguay diciendo que hay menos burocracia, menos impuestos, menos vacunas y menos musulmanes (en Paraguay, de hecho, hay miles de musulmanes, que conviven en armon¨ªa con el resto de los habitantes). Los mensajes islam¨®fobos de los fundadores de la comunidad se repiten en todos sus canales. En el Para¨ªso unas seiscientas personas atienden al p¨²blico, cocinan, limpian y tambi¨¦n construyen las casas de los inmigrantes, seg¨²n explic¨® a la agencia France Press Juan Buker, el presidente de la empresa Reljuv, que desde hace menos de un a?o gestiona el lugar junto a los fundadores y que s¨ª acept¨® ser entrevistado dentro de la urbanizaci¨®n.
La Fiscal¨ªa paraguaya acumula denuncias contra la empresa Reljuv y el Paraiso Verde y contra Buker: una por estafa y lesi¨®n de confianza en la ciudad de Villarrica y, la m¨¢s controvertida para un lugar que se promociona como ecol¨®gicamente sostenible, por secar la reserva ecol¨®gica de la Isla Sus? y sus humedales en el r¨ªo Pirap¨®. La Fiscal¨ªa intervino la empresa en 2020 y le orden¨® corregir la destrucci¨®n ambiental y pagar unos 6.000 d¨®lares de multa.
Paraguay tiene una largu¨ªsima tradici¨®n de recibir a migrantes europeos que no aceptan las leyes de sus pa¨ªses de origen sobre impuestos o sobre el respeto a los derechos humanos. En este pa¨ªs sudamericano se fund¨® el primer partido nazi fuera de Alemania (en 1928), casualmente justo al lado del Para¨ªso Verde, en otra comunidad de origen alem¨¢n llamada Colonia Independencia. Tambi¨¦n en Paraguay se escondi¨® por d¨¦cadas el criminal de guerra y m¨¦dico famoso por la crueldad de sus experimentos en los campos de concentraci¨®n nazis, Josef Menguele; y el piloto de la aviaci¨®n de Hitler Hans-Ulrich Rudel vivi¨® como un h¨¦roe, reconvertido en traficante de armas, activista neonazi y asesor del dictador m¨¢s longevo de Am¨¦rica del Sur, el paraguayo Alfredo Stroessner, que era hijo de un inmigrante alem¨¢n.
Refugio de utop¨ªas religiosas
Es dif¨ªcil saber si lo que llama a extranjeros como los habitantes del Para¨ªso Verde a Paraguay tiene que ver con los v¨ªnculos hist¨®ricos con Alemania en particular, o con la precariedad del Estado en general. Este pa¨ªs sin mar en el coraz¨®n de Am¨¦rica del Sur mantuvo una documentada red de apoyo a criminales nazis impulsada por el propio Stroessner, pero tambi¨¦n fue y sigue siendo un lugar de refugio de utop¨ªas religiosas radicales. Como los actuales menonitas que habitan principalmente en el Chaco, o las misiones jesu¨ªticas que impusieron una especie de ¡°colonizaci¨®n suave¡± con algo menos de sadismo y m¨¢s cooperativismo con los pueblos ind¨ªgenas locales hasta el siglo XVIII.
De todos los argumentos que los pioneros utilizan para tratar de atraer compatriotas, hay uno que es completamente cierto: en Paraguay pr¨¢cticamente no se pagan impuestos. De hecho, el pa¨ªs es casi un para¨ªso fiscal. Son tan bajos sus impuestos que hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) le recomienda que los suba.
Herbert Heinz y Gerhild Wichmann, de 70 y 72 a?os, son una pareja de alemanes que llegaron al Para¨ªso Verde en octubre de 2020 y no est¨¢n vacunados contra la covid. Ya hab¨ªan conocido Paraguay antes, en 2016, son muy amigos de los Annau. Herbert dice que ¡°las vacunas normales no alteran el ADN y las anticovid s¨ª¡±, uno de los bulos m¨¢s cl¨¢sicos que circulan por internet, y que por eso no se la quiere poner. Su esposa Gerhild dice: ¡°Esta nueva vacunaci¨®n no es normal. Yo creo que es un experimento humano con prote¨ªnas¡±.
Dicen que se sienten muy bien aqu¨ª porque est¨¢n rodeados de gente que habla alem¨¢n y de naturaleza, su sue?o desde la ni?ez. Ellos hablan tambi¨¦n ingl¨¦s, pero no espa?ol ni tampoco guaran¨ª. Y tambi¨¦n buscan esas ¡°alternativas¡± a la medicina convencional. ?l era ingeniero y ella asesora fiscal. Viven en una casa peque?a y bonita. ?l se encarga del huerto y ella toca el piano. Ambos han habilitado una estanter¨ªa de libros para compartir con los vecinos publicaciones sobre conspiraciones como el supuesto origen nazi de la Uni¨®n Europea, entre otras.
Juan Buker, el presidente de la empresa Reljuv, gestiona el Para¨ªso Verde desde la cabecera de una larga mesa de madera. Cuando Buker viaja por la tranquila regi¨®n campestre de Paraguay va acompa?ado de una comitiva de veh¨ªculos 4x4 con hombres armados, casi todos expolic¨ªas o exmilitares. Tambi¨¦n protegen la puerta de su oficina y la entrada del Para¨ªso.
¡°Hay todo tipo de religiones¡ Se puede decir que somos cristianos, pero nadie te va a decir de qu¨¦ religi¨®n tienes que ser. Lo ¨²nico que no tenemos son musulmanes. Seguramente porque no habr¨¢ inter¨¦s de los musulmanes y por nuestra parte tampoco¡ Lo m¨¢s importante es si encajamos o no encajamos¡±, explic¨® Buker. ¡°Nosotros decimos que cada uno tiene el derecho de decidir sobre su persona. Es verdad, muchos de los que vienen ac¨¢ no quieren vacunarse. Pero es contra las vacunas del covid, no es que son antivacunas¡±, a?adi¨®.
La p¨¢gina web de la empresa y los v¨ªdeos promocionales dicen lo contrario: ¡°Las tendencias socialistas en todo el mundo, as¨ª como la propagaci¨®n global de implementaciones degenerativas como el 5G, los chemtrails (estelas qu¨ªmicas), el agua fluorada, las vacunas obligatorias y los mandatos de atenci¨®n m¨¦dica fueron nuestro catalizador para buscar nuevas posibilidades¡±.
En el ¡°centro de salud¡± de la urbanizaci¨®n hay un natur¨®pata alem¨¢n llamado Uwe Cr?mer que usa esa ¡°medicina germ¨¢nica¡±; es decir, que incluye tratamientos no contrastados cient¨ªficamente como la homeopat¨ªa o la ozonoterapia. ¡°Me fui de Europa porque no quieren alternativas, solo la escuela de medicina, no hay lugar para nosotros¡±, cuenta Cr?mer desde su consultorio frente al lago.
Otra pareja que se mud¨® de Alemania a Paraguay huyendo de las reglas y las vacunas fueron Waltraud Gotzler y su marido Ulli Fleischhacker. Compraron un terreno en el Para¨ªso Verde pero se disgustaron con la falta de infraestructura, as¨ª que decidieron salir hace unos meses y construirse una casa aparte a unos pocos kil¨®metros. Como ellos, otros habitantes del Para¨ªso han salido y habitan en casas contiguas a la de esta pareja. Todas usan los contenedores de barco con los que trajeron sus pertenencias cuando decidieron salir de Alemania. ¡°Nos sentimos muy viejos para esperar a que la infraestructura est¨¦ lista. Volveremos en cuatro o cinco a?os cuando el proyecto tenga m¨¢s gente, m¨¢s rutas, m¨¢s internet, m¨¢s electricidad, m¨¢s agua¡±, dijo Gotzler.
Los disidentes
Paul Salad¨ªn lleg¨® a Paraguay hace dos a?os convencido tambi¨¦n de que vivir¨ªa feliz y sin vacunas en el Para¨ªso Verde. Fue contratado por la empresa para hacer permacultura y reforestaci¨®n, pero las cosas no salieron como esperaba.
¡°Llegamos aqu¨ª por el trabajo, pero despu¨¦s de ver c¨®mo est¨¢ todo all¨ª, ni en broma quisimos comprar un terreno¡±, explic¨® a EL PA?S Salad¨ªn, que ahora vive en un hotel modesto en Caazap¨¢. ¡°Estimo que cuatro de cada cinco familias se marchan despu¨¦s de pocas semanas. Te prometen una vida en libertad, una vida sin muchas reglas, con salud e independencia: un para¨ªso. Y resulta que, en ese para¨ªso, si no sigues las reglas, te echan¡±, relata este alem¨¢n de larga barba blanca.
Salad¨ªn dice que desde que sali¨® est¨¢ ayudando a varias familias que se fueron porque se sienten estafadas: ¡°Est¨¢n hartas de todo eso. Nadie tiene una escritura. Nadie realmente es due?o de su terreno. Aun as¨ª pagan demasiado. Te cobran precios que est¨¢n por lo menos cuatro a cinco veces m¨¢s altos que lo normal aqu¨ª¡±, dice.
Tras dos semanas de trabajo, EL PA?S pudo acceder al testimonio de una decena de extrabajadores del Para¨ªso. Solo uno de ellos se atrevi¨® a permitir que se diera a conocer su testimonio, pero sin mencionar su nombre. Todos tienen miedo de sufrir represalias por parte de la empresa. ¡°Nuestro jefe de departamento nos recomend¨® que si nos vacunamos no le digamos a nadie. Y no solo la del covid, la de la gripe, y todo tipo de vacuna¡±, cuenta uno de los muchos guardias despedidos del Para¨ªso Verde, donde trabaj¨® por m¨¢s de un a?o.
No todos los alemanes que llegan a Paraguay lo hacen para contrariar las normas. El alem¨¢n Thomas Vinke, quien junto con su esposa Sabine dirige un reconocido programa de televisi¨®n sobre la naturaleza del amenazado bosque del Chaco llamado Paraguay Salvaje, dice que no est¨¢ muy contento con la llegada de sus compatriotas: ¡°Tras la crisis de los refugiados en 2015 llegaron los ciudadanos antidemocracia, extremistas de derecha, gente extremadamente ruidosa y agresiva. Y ahora est¨¢n llegando un mont¨®n de m¨¦dicos alternativos, curanderos y opositores a la vacunaci¨®n¡±, dijo Vinke a Deutsche Welle.
Vinke, que emigr¨® a Paraguay hace 17 a?os, cuenta que ha sido duramente atacado en las redes sociales y foros de inmigrantes. Desde hace algunos a?os, explica, se produjo un cambio masivo en el trato de la gente, con contenido de antisemitismo, racismo y de derecha radical. Cuando el ecologista opina o critica las teor¨ªas de la conspiraci¨®n, le amenazan.
Y alerta que algunos residentes alemanes han convertido el creciente inter¨¦s por Paraguay en su modelo de negocio: ¡°Los terrenos se venden a los alemanes a precios terriblemente sobrevalorados y los paraguayos dicen que ya no pueden pagar por un terreno¡±, resumi¨® Vinke.
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