Robert Badinter: ¡°La matanza de Bucha es un crimen de guerra¡±
El jurista franc¨¦s, responsable de la abolici¨®n de la pena de muerte en Francia y uno de los arquitectos de la justicia internacional, considera que la ofensiva rusa en Ucrania pone a prueba el sistema jur¨ªdico internacional
El abogado y pol¨ªtico franc¨¦s Robert Badinter viene de celebrar sus 94 a?os y reconoce que jam¨¢s habr¨ªa imaginado que, a estas alturas, iba a presenciar, otra vez, c¨®mo una guerra y una matanza como la de la localidad ucrania de Bucha amenazan Europa y los valores de justicia y democracia por los que ¨¦l ha luchado toda su vida. Ministro de Justicia con Fran?ois Mitterrand, Badinter aboli¨® la pena de muerte en Francia en 1981 y logr¨® dos a?os m¨¢s tarde la extradici¨®n desde Bolivia del exjefe de la Gestapo en Lyon, Klaus Barbie. El nonagenario jurista ha dedicado buena parte de su vida a la denuncia y persecuci¨®n de los cr¨ªmenes contra la humanidad que sufri¨® en primera persona (su padre muri¨® en un campo de concentraci¨®n nazi) y a la creaci¨®n de instancias internacionales para juzgarlos. Una arquitectura jur¨ªdica que, advierte, hoy vive su ¡°hora de la verdad¡± con la guerra de Ucrania y las matanzas en las afueras de Kiev que, subraya, tendr¨¢ que investigar el Tribunal Penal Internacional (TPI).
¡°Las matanzas descubiertas en Ucrania constituyen cr¨ªmenes de guerra¡±, afirma Badinter. ¡°Su car¨¢cter sistem¨¢tico comporta la responsabilidad de sus autores ante el TPI¡±, agrega quien es considerado como una de las conciencias morales de la Francia y la Europa contempor¨¢neas. Por ello, insiste el jurista, resulta ¡°necesario y leg¨ªtimo¡± que el fiscal del TPI ¡°realice una investigaci¨®n sobre el terreno y recopile testimonios y pruebas que puedan fundamentar el enjuiciamiento posterior de los autores de esos cr¨ªmenes¡±.
La ofensiva rusa en Ucrania, advierte, supone ¡°la hora de la verdad para la justicia penal internacional y el derecho internacional¡±. ¡°Es una gran prueba. Vamos a saber si todos los instrumentos que hemos creado son eficaces o no¡±, insiste a lo largo de la hora larga de encuentro con los corresponsales del grupo de diarios europeos LENA, en el despacho que a¨²n mantiene en su piso en Par¨ªs. Es una estancia abarrotada de libros, con los apuntes de toda una vida dedicada al derecho y la pol¨ªtica ¡ªdurante sus largos a?os como senador socialista, hasta 2011, solo ten¨ªa que atravesar los jardines de Luxemburgo a los que da su casa, para entrar en el Senado¡ª. Son recuerdos y vestigios de momentos clave de la historia, como un ejemplar original de la portada del diario L¡¯Aurore del 13 de enero de 1898 con la famosa carta Yo acuso de ?mile Zola en defensa del capit¨¢n Alfred Dreyfus.
Recordar el pasado es muy importante para quien ha visto la cara m¨¢s terrible de la humanidad. Porque para Badinter, la guerra no es solo algo sobre lo que ha le¨ªdo. Hijo de jud¨ªos que huyeron de los pogromos en la Rusia imperial de comienzos del siglo XX, ten¨ªa 12 a?os cuando los alemanes llegaron a su Par¨ªs natal y apenas 17, recuerda, cuando acab¨® la II Guerra Mundial. Para entonces, su padre ya hab¨ªa fallecido en el campo de concentraci¨®n polaco de Sobibor al que fue deportado en 1943, tras ser detenido en presencia de su hijo.
¡°No he olvidado nada. S¨¦ lo que significa el horror de la guerra y que no son solo palabras, sino una realidad¡±, subraya. Tambi¨¦n conoce la importancia de juzgar a los responsables, como se hizo con los nazis en los juicios de N¨²remberg y como se est¨¢ tratando hacer ahora con el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, por ordenar la ofensiva contra Ucrania.
Aunque su eficacia sea todav¨ªa incierta, los dos principales instrumentos jur¨ªdicos internacionales ya han sido activados. El Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas (TIJ) emiti¨® a mediados de marzo medidas cautelares ordenando a Rusia, como hab¨ªa solicitado Kiev, que ¡°suspenda inmediatamente las operaciones militares que comenz¨® el 24 de febrero en territorio de Ucrania¡±. Desestimaba as¨ª los argumentos de Mosc¨² de supuestas intenciones genocidas del Gobierno ucranio. ¡°Que el TIJ tome tan r¨¢pidamente una decisi¨®n tan firme es excepcional¡±, destaca.
M¨¢s importante a¨²n, indica, es que, a petici¨®n de 41 pa¨ªses, entre ellos Espa?a, el Tribunal Penal Internacional (TPI), que puede juzgar a individuos, anunciara a principios de mes que abr¨ªa una investigaci¨®n por cr¨ªmenes de guerra contra Rusia.
Por el contrario, no acaba de convencerle la idea de crear un nuevo tribunal especial encargado de investigar a Putin y sus ac¨®litos por un ¡°crimen de agresi¨®n¡± en Ucrania, como proponen especialistas entre los que est¨¢ el catedr¨¢tico de derecho Philippe Sands. ¡°Hay que utilizar el arsenal jur¨ªdico que hay. Tenemos los instrumentos. No estamos en la Europa de 1945, no partimos de cero. Tenemos ya un cierto volumen de jurisprudencia y experiencia. Pero hay que proporcionar los medios necesarios a las instituciones y ampliar sus competencias¡±, explica.
Tambi¨¦n alerta contra la tentaci¨®n de ir exclusivamente contra Putin. ¡°?Qui¨¦n es responsable y qui¨¦n puede ser perseguido judicialmente? No solo el dictador poderoso. ?No est¨¢ solo! Todos aquellos que aceptan la comisi¨®n de un crimen contra la humanidad o de guerra, y que lo realizan con conocimiento de causa, son penalmente responsables¡±, recuerda y enumera a ¡°los jefes de Estado Mayor, oficiales superiores, aquellos que participan en decisiones industriales, los que fabrican armas sabiendo para qu¨¦ van a ser usadas¡± y, tambi¨¦n, a los oligarcas. A Putin ¡°no podemos detenerlo en el Kremlin. Pero sus numerosos c¨®mplices, militares y civiles, tienen tambi¨¦n responsabilidad penal¡±, recuerda. Y se trata de cr¨ªmenes que no prescriben, con lo que tanto oligarcas como oficiales, podr¨ªan verse perseguidos por la justicia internacional ¡°toda su vida¡±.
Ahora, m¨¢s que nunca, vuelve a insistir Badinter, es la ¡°hora de la verdad¡± para la justicia internacional y los Estados que construyeron esa arquitectura. ¡°La justicia no puede resucitar a los muertos. Pero esos cr¨ªmenes no pueden quedar impunes¡±, concluye.
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