La ¨²ltima misi¨®n de Ra¨²l Castro: que el socialismo cubano sobreviva a sus fundadores
El expresidente cubano cumple 91 a?os en junio. Sigue activo, pese a no tener ya cargos pol¨ªticos. Es el ¨²ltimo sobreviviente de la Guerra Fr¨ªa
El 19 de abril del a?o pasado Ra¨²l Castro abandon¨® por voluntad propia el ¨²ltimo de sus cargos pol¨ªticos y seguramente el m¨¢s importante de todos, el de primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC). Diecinueve meses antes, el hermano menor de Fidel, que durante toda su vida escolt¨® en el poder al l¨ªder cubano y le sucedi¨® al enfermar este en 2006, hab¨ªa cedido la presidencia del pa¨ªs a Miguel D¨ªaz-Canel. Fue Ra¨²l quien dise?¨® milim¨¦tricamente su relevo, estableci¨® antes de marcharse un l¨ªmite m¨¢ximo de dos mandatos de cinco a?os para los altos cargos, y aup¨® a D¨ªaz-Canel como encargado de encabezar el barco de la revoluci¨®n sin un Castro al mando por primera vez en 60 a?os.
En los 12 meses largos que lleva apartado de la primera l¨ªnea pol¨ªtica, Ra¨²l Castro, sin embargo, nunca ha dejado de estar, y de ning¨²n modo puede consider¨¢rsele un expresidente jubilado pese a que en junio cumplir¨¢ 91 a?os. Al d¨ªa siguiente de las masivas protestas del 11 de julio de 2021, asisti¨® a la reuni¨®n extraordinaria que realiz¨® el Bur¨® Pol¨ªtico del PCC para analizar lo sucedido, y cinco d¨ªas despu¨¦s particip¨®, vestido con su uniforme de General de Ej¨¦rcito, en un ¡°acto de reafirmaci¨®n¡± en el malec¨®n arropando a D¨ªaz-Canel y los principales dirigentes del Gobierno.
En su ¨²ltima aparici¨®n p¨²blica, hace d¨ªas, en el desfile por 1 de mayo, Ra¨²l mostr¨® que segu¨ªa al tanto de lo fundamental y en especial del ¡°trabajo de las nuevas generaciones que est¨¢n dirigiendo el Partido¡±, empezando por el presidente Miguel D¨ªaz-Canel, su apuesta personal para garantizar la continuidad del sistema pol¨ªtico cubano. ¡°Est¨¢ trabajando muy bien y bastante, a veces m¨¢s de la cuenta¡±, afirm¨®.
Despu¨¦s de medio siglo manejando la sala de m¨¢quinas de la revoluci¨®n y asegurando su log¨ªstica, y de 10 a?os m¨¢s como jefe del pa¨ªs y del PCC tras la enfermedad de Fidel, para Ra¨²l Castro que el socialismo cubano sobreviva a sus l¨ªderes hist¨®ricos es quiz¨¢s su la ¨²ltima gran misi¨®n y uno de los mayores desaf¨ªos.
Su salud aparentemente es buena, la llamada Oficina del General de Ej¨¦rcito contin¨²a activa y ¨¦l sigue informado de las reuniones m¨¢s relevantes del PCC y del Gobierno y opina. Y sus opiniones obviamente pesan, aseguran veteranos que han trabajado junto a ¨¦l, que se?alan que ¡°a nadie se le ocurrir¨ªa no consultarle las decisiones clave¡±.
Ciertamente, no puede comprenderse lo ocurrido en Cuba desde 1959 sin la figura de Ra¨²l, quiz¨¢s el ¨²ltimo gran sobreviviente de la Guerra Fr¨ªa y de la pol¨ªtica internacional de la segunda mitad del siglo XX. Si Fidel fue el fundador, el carisma y el motor de la revoluci¨®n, Ra¨²l fue su principal garante y valedor desde su puesto al frente del Ej¨¦rcito y del d¨ªa a d¨ªa pol¨ªtico del partido comunista. Seg¨²n el exanalista de la CIA Brian Latell, autor de la conocida biograf¨ªa Despu¨¦s de Fidel: la historia secreta del r¨¦gimen de Castro y quien lo suceder¨¢, Ra¨²l Castro fue el ¨²nico dirigente ¡°verdaderamente indispensable del r¨¦gimen¡±, sin el cual Fidel no hubiera podido gobernar durante d¨¦cadas, pues ¨¦l se ocup¨® de que el engranaje funcionara m¨¢s all¨¢ de los sue?os y voluntades de su hermano.
Otro analista de inteligencia, Nikolai Leonov, de los servicios de inteligencia sovi¨¦ticos (KGB) y recientemente fallecido, recuerda en otro libro que Ra¨²l asumi¨® el peso de las estrat¨¦gicas relaciones con la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica durante 30 a?os, y que estuvo en la primera l¨ªnea de fuego en los momentos m¨¢s delicados, como cuando en 1989 un juicio por narcotr¨¢fico contra el general Arnaldo Ochoa y otros altos mandos militares hizo temblar los pilares del Estado.
Durante la crisis del Periodo Especial, mientras el pa¨ªs se ahogaba y apretaba el hambre, el sempiterno ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (entre 1959 y 2008) fue quien asumi¨® personalmente la tarea de convencer a la burocracia partidista de la necesidad de reabrir los mercados agropecuarios, regidos por la ley de la oferta y la demanda, una reforma que los m¨¢s ortodoxos ve¨ªan con recelo y como una concesi¨®n al capitalismo. ¡°Los frijoles son tan importantes como los ca?ones¡±, dijo Ra¨²l Castro en una de aquellas reuniones cerrando de ese modo el debate. Y la frase se hizo famosa.
Educado en los jesuitas como Fidel, bregado junto a ¨¦l en las luchas revolucionarias en la Universidad de La Habana, Ra¨²l estuvo en todos los hitos de la revoluci¨®n: en el asalto al Cuartel Moncada (1953), en el desembarco del yate Granma (1956), en la lucha de la Sierra Maestra (1956-1958), y tambi¨¦n en la invasi¨®n de Bah¨ªa de Cochinos (1961) y la Crisis de los Misiles (1962), en ambos casos como jefe militar de la regi¨®n oriental del pa¨ªs. Tras la desaparici¨®n del campo socialista, en los noventa, Ra¨²l apost¨® por desarrollar el sector privado como modo de ayudar al pa¨ªs a salir de la crisis. Antes hab¨ªa experimentado con ¨¦xito el llamado ¡°sistema de autogesti¨®n empresarial¡± en las corporaciones e industrias militares, una f¨®rmula que daba mayores incentivos a los trabajadores y m¨¢s autonom¨ªa a la direcci¨®n de las empresas buscando m¨¢s eficiencia econ¨®mica.
¡°Si Fidel en todas las circunstancias ha sido el comandante en jefe, Ra¨²l se mantuvo siempre como jefe de su Estado Mayor¡±, concluy¨® Leonov al hacer el perfil del menor de los Castro, su amigo desde 1953, del que resalt¨® como una de sus principales cualidades su ¡°pragmatismo para gobernar¡±.
Cuando le toc¨® hacerlo, en 2008, tras la renuncia de su hermano, Ra¨²l sigui¨® con su pol¨ªtica de cambios econ¨®micos y emprendi¨® una singular ofensiva para acabar con lo que llam¨® ¡°prohibiciones absurdas¡± y ¡°gratuidades indebidas¡±. Gracias a ello, los cubanos por fin pudieron hospedarse en los mismos hoteles que los turistas extranjeros, comprar ordenadores, tener m¨®viles, vender sus casas y coches, y poco a poco empez¨® a extenderse en la isla el uso de internet, adem¨¢s de eliminarse la humillante ¡®tarjeta blanca¡¯, o permiso de salida, obligatoria para cualquier cubano cuando viajaba. Paralelamente, el nuevo presidente comenz¨® a desmontar todo el andamiaje de subsidios, plantillas infladas y ayudas econ¨®micas a empresas no rentables que durante d¨¦cadas apuntalaron el sue?o de una sociedad igualitarista de Fidel.
A diferencia de su hermano mayor, que durante la crisis de los noventa autoriz¨® el trabajo por cuenta propia pero siempre lo consider¨® un ¡°mal necesario¡± y lo asfixi¨® cuando pudo, Ra¨²l lo impuls¨® con m¨¢s audacia. En 2008, hab¨ªa en Cuba unos 150.000 cuentapropistas; hoy los trabajadores aut¨®nomos son m¨¢s de 600.000, el 13% de la poblaci¨®n activa, y existen en el pa¨ªs alrededor de 3.000 peque?as y medianas empresas privadas. Seg¨²n prestigiosos economistas cubanos, las transformaciones que ¨¦l impuls¨® fueron importantes pero insuficientes y lentas, siguiendo el lema raulista de trabajar ¡°sin prisas pero sin pausa¡±.
Consciente de que el carisma de su hermano y su forma de ejercer el poder eran inimitables, desde que lleg¨® al Palacio de la Revoluci¨®n, Ra¨²l design¨® al Partido Comunista como ¡°¨²nico digno heredero de Fidel¡± y promovi¨® una forma de gobernar colegiada, acabando con el personalismo y reforzando la institucionalidad. Ra¨²l Castro dedic¨® al principio un tiempo considerable a ¡°forjar consensos¡± y a que los Consejos de Estado y de Ministros recuperaran el protagonismo perdido, ya que en ¨¦poca de Fidel muchas decisiones importantes se decid¨ªan en el despacho del l¨ªder con un reducido grupo de colaboradores.
En sus diez a?os al frente del Gobierno (2008-2018), nada cambi¨® sustancialmente en lo pol¨ªtico: Cuba sigui¨® siendo un pa¨ªs de partido ¨²nico, de sistema estatista y planificaci¨®n central, sin espacios para la disidencia. Las reformas econ¨®micas s¨ª avanzaron pero con vaivenes, y en m¨¢s de una ocasi¨®n el propio Ra¨²l Castro clam¨® contra la ¡°vieja mentalidad¡± instalada en lo m¨¢s oscuro del funcionariado, pidiendo que no se siguieran poniendo palos en la rueda de los cambios y que se ¡°destrabasen las fuerzas productivas¡±.
O no pudo, o no quiso, o no lo logr¨®. Pero lo cierto es que Ra¨²l dej¨® abierta la senda de la apertura econ¨®mica, aunque tambi¨¦n defini¨® sus l¨ªmites antes de dejar el cargo de primer secretario del PCC, al pronunciar su ¨²ltimo discurso en el VIII Congreso de dicha organizaci¨®n, en abril de 2021. Acababa de ampliarse significativamente el n¨²mero de actividades laborales privadas que pod¨ªan ejercer los cubanos y estaba a punto de aprobarse la ley de Pymes, y desde diferentes tribunas se demandaba el ejercicio privado de profesiones como la arquitectura o la abogac¨ªa, y el fin del monopolio estatal sobre el comercio exterior.
Ra¨²l Castro fue tajante, dijo que por ese camino en poco tiempo se iniciar¨ªa ¡°un proceso de privatizaci¨®n que barrer¨ªa los cimientos y las esencias de la sociedad socialista construida a lo largo de m¨¢s de seis d¨¦cadas¡±, y dej¨® el siguiente mensaje a sus sucesores: ¡°Son estas cuestiones que no pueden prestarse a la confusi¨®n y mucho menos a la ingenuidad por parte de los cuadros de direcci¨®n y los militantes del Partido. Hay l¨ªmites que no podemos rebasar porque las consecuencias ser¨ªan irreversibles y conducir¨ªan a errores estrat¨¦gicos y a la destrucci¨®n misma del socialismo y por ende de la soberan¨ªa e independencia nacionales¡±. Toda una hoja de ruta que supuso un jarro de agua fr¨ªa para los sectores de la sociedad m¨¢s reformistas.
Momento clave de su presidencia fue la negociaci¨®n de la normalizaci¨®n de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos con Barak Obama, algo que no hab¨ªa sido posible con Fidel. En 2016 Ra¨²l Castro recibi¨® en la isla la visita del expresidente norteamericano, un viaje de gran simbolismo, pero enseguida lleg¨® Donald Trump a la Casa Blanca y el acercamiento vol¨® por los aires. Sin duda, dejar arreglado el viejo diferendo entre ambos pa¨ªses hubiera sido un legado importante para sus sucesores. No pudo ser. Antes de marcharse, fue iniciativa suya establecer un l¨ªmite m¨¢ximo de dos mandatos de cinco a?os para los altos cargos, que en el caso de D¨ªaz-Canel se cumplen en 2029 (en la presidencia) y en 2031 (como secretario del PCC). Para entonces, quiz¨¢ se sepa qu¨¦ pas¨® con la ¨²ltima misi¨®n de Ra¨²l Castro.
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