El crimen del fiscal antimafia paraguayo en Colombia y la isla rodeada de tierra
Llama la atenci¨®n que Marcelo Pecci se moviese en sus vacaciones sin custodia personal alguna, pese a ser quien era
Era un d¨ªa martes m¨¢s en Paraguay. Las redes sociales rebosaban de comentarios sobre el reciente caso del abuso a un ni?o de seis a?os en un colegio privado, cerca de Asunci¨®n, la capital. Se debat¨ªa en las radios la candidatura del presidente Mario Abdo Ben¨ªtez a la presidencia de su partido. La noticia aterriz¨® pasadas las once de la ma?ana, como el estallido de un disparo: asesinaron en Colombia al fiscal paraguayo Marcelo Pecci, delegado de Crimen Organizado, en un atentado de corte mafioso a cargo de sicarios.
Pecci se encontraba de luna de miel con su esposa, Claudia Aguilera, con quien contrajo matrimonio el 30 de abril pasado. Aguilera hab¨ªa anunciado el d¨ªa antes, a sus amigos y amigas en Instagram, que estaba embarazada. Muchos hubieran querido no creer la confirmaci¨®n de algo que en verdad sab¨ªan (sab¨ªamos) desde hace tiempo: Paraguay est¨¢ vinculado de manera directa a la ruta regional del narcotr¨¢fico con rumbo a Europa y con el crimen organizado internacional. Lo ocurrido no pod¨ªa considerarse una gran sorpresa.
El fiscal Marcelo Daniel Pecci Albertini, de 45 a?os, era figura habitual en los medios de comunicaci¨®n. Tanto en los noticiosos como en las conferencias de prensa en las que se anunciaban importantes operativos de la Secretar¨ªa Nacional Antidrogas (Senad) y allanamientos e imputaciones relacionadas con su trabajo de fiscal antimafia. Pecci estuvo en la investigaci¨®n de casos emblem¨¢ticos y recientes vinculados al mundo del crimen organizado en Paraguay, como el homicidio del empresario Mauricio Schwartzman, acribillado a balazos frente a su domicilio en Asunci¨®n, o el robo y venta a grupos delictivos de armas propiedad de las Fuerzas Armadas, o el asesinato de la hija del gobernador del departamento de Amambay y otras tres personas en la zona fronteriza con Brasil. Todos hechos ocurridos hace menos de un a?o.
Tambi¨¦n fue parte de la investigaci¨®n del llamado ¡°acuerdo secreto de (la represa binacional) Itaip¨²¡±, de alto contenido pol¨ªtico y que casi le cost¨® en 2020 el juicio pol¨ªtico en el Congreso al presidente Abdo Ben¨ªtez y a su vicepresidente, Hugo Vel¨¢zquez, ahora candidato a la presidencia en las elecciones generales del a?o pr¨®ximo.
Llama la atenci¨®n c¨®mo fue acribillado Pecci por sicarios que se trasladaban en una moto acu¨¢tica. En una playa paradisiaca colombiana, en la pen¨ªnsula de Bar¨², Cartagena de Indias. Sin custodia personal alguna, pese a ser quien era. Su ajusticiamiento no solamente conmocion¨® por el mensaje que daba a la Fiscal¨ªa y a la justicia paraguaya. Por el lugar donde ocurri¨®, tambi¨¦n es un cachetazo a las autoridades de Colombia y Estados Unidos, pa¨ªs este que forma a fiscales ¡°del patio trasero¡± que tendr¨¢n a su cargo investigar el tr¨¢fico de estupefacientes y el lavado de dinero que afectan a su territorio.
El crimen trajo tambi¨¦n estupor y tristeza al mundo period¨ªstico paraguayo. Su ahora viuda, Claudia Aguilera Quintana, de 34 a?os, era apreciada por su sencillez. Muchos de sus colegas recuerdan sus tiempos de reportera en las coberturas en el Congreso, la Presidencia o la calle. Su presencia en las pantallas de televisi¨®n, en los ¨²ltimos meses, la hizo popular entre el gran p¨²blico.
Las conjeturas sobre el asesinato son varias: Pecci fue seguido desde Paraguay o las organizaciones delictivas contrataron sicarios en Colombia. Es una represalia por alg¨²n caso concreto en el que el fiscal toc¨® sus intereses o un amedrentamiento para los dem¨¢s fiscales de Paraguay y de los otros pa¨ªses involucrados en la ruta de los narcos. Investigadores de Paraguay, Colombia y Estados Unidos est¨¢n ahora abocados al esclarecimiento e identificaci¨®n de los culpables. Pero el da?o est¨¢ hecho.
La justicia y la pol¨ªtica, en crisis
En Paraguay se nota en las conversaciones de la gente un descreimiento generalizado. Pese a los comunicados y las promesas de autoridades de los tres poderes del Estado de ¡°continuar el combate al delito¡±. Es dif¨ªcil creer en una justicia y un sistema pol¨ªtico en el que diputados sospechados de v¨ªnculos directos con el narcotr¨¢fico y el lavado de dinero siguen orondos en sus cargos y aspiran a la reelecci¨®n. O cuando Efra¨ªn Alegre, presidente del Partido Liberal Radical Aut¨¦ntico (PLRA), principal partido de oposici¨®n, acusa al expresidente Horacio Cartes, figura clave del Partido Colorado, que apadrina a uno de los candidatos a la presidencia el pr¨®ximo periodo (2023-2028), de ser el jefe de la mafia en el pa¨ªs.
M¨¢s se hace dif¨ªcil creer cuando la mayor¨ªa de las propuestas pol¨ªticas de los candidatos para las pr¨®ximas elecciones se resumen en denuncias y peleas, y no hablan, salvo excepciones, de abordar la gran desigualdad social, ni de los campesinos expulsados de sus tierras por sojeros y ganaderos, muchas veces extranjeros. Ni de encarar una revoluci¨®n educativa o una lucha seria contra la corrupci¨®n en el Estado. Paraguay sigue siendo un pa¨ªs con niveles altos de pobreza (cerca del 28%) en la regi¨®n, seg¨²n los datos del Banco Mundial.
¡°No pasar¨¢ nada¡±, dicen sobre las consecuencias del crimen de Pecci muchos desencantados. Creen que lo m¨¢ximo que puede ocurrir es que el Departamento de Estado de Estados Unidos vuelva a dar pr¨®ximamente una lista de pol¨ªticos y figuras prominentes de Paraguay considerados ¡°significativamente corruptos¡±. Y que les proh¨ªba ingresar en suelo estadounidense, como lo hizo antes con dos senadores (uno a¨²n en funciones) y un ex fiscal general. Tal vez, creen, eso traiga alguna conmoci¨®n y mueva a la justicia paraguaya.
Paraguay es una ¡°isla rodeada de tierra¡±, dec¨ªa el escritor y premio Cervantes Augusto Roa Bastos (1917-2005). Podr¨ªamos decir, para seguir con la met¨¢fora, una isla rodeada de ¡°tiburones¡±, en forma de grupos delictivos, que desean convertir este pa¨ªs en espacio de grandes banquetes, de negocios legales e ilegales que no tendr¨¢n en cuenta a la mayor¨ªa empobrecida. Con una democracia fr¨¢gil y tutelada, con pol¨ªticos d¨¦biles y venales y la amenaza, de parte de las mafias de la regi¨®n, reflejada en el crimen del fiscal, de instalarse de manera permanente en Paraguay, como en otros pa¨ªses de la regi¨®n, hay razones para el pesimismo.
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