A la caza de cr¨ªmenes de guerra en Ucrania con la patrulla de la agente Yuskevich
Polic¨ªas, forenses y m¨¦dicos documentan pueblo a pueblo las violaciones y abusos cometidos por los soldados rusos que formar¨¢n parte del ¡®Libro de los verdugos¡¯ anunciado por el presidente Zelenski
Un colaborador encapuchado para no ser reconocido se?alaba a vecinos mientras acompa?aba a militares rusos en Irpin, a las afueras de Kiev. Lo cuenta el doctor Andrii Levkivski, jefe de la policl¨ªnica de esta localidad y uno de los pocos que, a bordo de las ambulancias, vivi¨® la ocupaci¨®n a pie de calle. Se top¨® con ciudadanos asesinados de un tiro en la cabeza con las manos atadas y guarder¨ªas convertidas en pat¨ªbulos. ?l mismo particip¨® en el entierro en el jard¨ªn del hospital de un hombre que les lleg¨® ya cad¨¢ver. Hu¨ªa en coche con su mujer embarazada y fueron acribillados. Ella se salv¨®, pero perdi¨® al beb¨¦ tras varias operaciones. Levkivski atesora las im¨¢genes en su tel¨¦fono. Sabe que, pese a la crudeza, son importantes para depurar responsabilidades. Testimonios como el de este doctor o los recabados entre v¨ªctimas y testigos de violaciones por la agente de polic¨ªa Olga Yuskevich, que lidera una unidad policial m¨®vil, son esenciales para dibujar el mapa de los cr¨ªmenes de guerra en Ucrania.
El Gobierno de Kiev, que tiene registrados hasta el momento 16.271 casos, prepara el denominado ¡°Libro de los verdugos¡±, seg¨²n ha anunciado el presidente Volod¨ªmir Zelenski. Su objetivo es poner cara a los responsables de los asesinatos, las violaciones y los saqueos cometidos por el Ej¨¦rcito de Rusia. El jefe de la polic¨ªa, Ihor Klimenko, inform¨® el lunes de que se investiga la muerte de m¨¢s de 12.000 civiles. El 75% son hombres, el 2% ni?os y el resto mujeres. Mientras, se siguen abriendo fosas. La ¨²ltima, esta semana, con siete civiles asesinados en los alrededores de Kiev. Algunos ten¨ªan las manos atadas, seg¨²n fuentes oficiales, que trabajan en la identificaci¨®n y las circunstancias de la muerte.
Polic¨ªas, forenses, m¨¦dicos, v¨ªctimas, testigos¡ el objetivo es que hablen tanto los vivos como los muertos para averiguar todo lo ocurrido. Unas decenas de kil¨®metros m¨¢s al norte de Irpin, en el pueblo de Demydiv, Yuri Saluta, de 28 a?os, era uno de los voluntarios que, equipados con chaleco de la Cruz Roja, repart¨ªa ayuda entre los habitantes. Lo hac¨ªa con el consentimiento de las tropas del Kremlin que invadieron la localidad, enclavada en la carretera que baja desde la central nuclear de Chern¨®bil hacia Kiev.
Un grupo de soldados rusos le obligaron a ¨¦l, junto a un compa?ero, a tirarse en el suelo boca abajo el pasado 22 de marzo. ¡°Os vamos a ense?ar lo que es la vida¡±, cuenta Saluta que escuch¨® antes de recibir dos tiros. Uno le atraves¨® el empeine derecho y otro impact¨® en la pierna izquierda. Dos meses y medio despu¨¦s todav¨ªa se recuperaba en el hospital de Vishgorod, al norte de Kiev. ¡°Pensaban que ¨¦ramos miembros de la inteligencia ucrania. No nos cre¨ªan. (¡) A m¨ª me metieron en un s¨®tano y me interrogaron. Creo que iban bajo algunas sustancias. Se llevaron mi reloj, mi cartera, mi tel¨¦fono¡¡±. Los propios rusos quisieron evacuarlo por Bielorrusia, pero ¨¦l se neg¨® y lleg¨® a Vishgorod gracias a un corredor humanitario abierto sobre las ruinas del puente volado para frenar el avance invasor. En la misma cama en la que recibe a EL PA?S, fue entrevistado por agentes de polic¨ªa que documentan los cr¨ªmenes de guerra.
¡°Estos testimonios son muy importantes¡±, insiste Natalia Shilan, de 54 a?os, la directora del hospital, al tiempo que recalca que tratan de disponer en cada caso del informe m¨¦dico, c¨®mo ocurrieron los hechos, el sitio, el d¨ªa¡ Recuerda c¨®mo, aunque Vishgorod nunca estuvo en manos de los rusos, en el hospital vivieron desde los primeros d¨ªas ¡°en mar de sangre¡± porque estaba muy cerca del frente. Lo que m¨¢s pena le daba eran los j¨®venes que llegaban amputados. Otros, en cuanto se recuperaban, se iban de nuevo al frente. En la parte de atr¨¢s del hospital, un cami¨®n frigor¨ªfico reforzaba la morgue desbordada.
¡°Nunca hab¨ªa visto tantos cad¨¢veres¡±, se?ala Vyacheslav Valentynovych, de 49 a?os, el ¨²nico forense. De los m¨¢s de 300 que les llegaron, m¨¢s del 95% eran civiles. Durante varias semanas trabaj¨® junto a un equipo de forenses enviado por el Gobierno de Francia. A aquellos que no estaban identificados les tomaban una muestra de ADN a partir de un trozo de hueso. Trataban de averiguar de qu¨¦ manera hab¨ªa muerto cada uno. Otro equipo franc¨¦s, este especialista en armamento, investiga ahora en la regi¨®n de Chern¨ªhiv para aportar nuevos datos sobre cr¨ªmenes de guerra, seg¨²n ha anunciado la fiscal general, Iryna Venediktova.
Pero, m¨¢s all¨¢ de abrir fosas e investigaciones forenses y armament¨ªsticas, hay todav¨ªa un arduo trabajo de campo por delante. Las autoridades de Kiev est¨¢n pateando el pa¨ªs pueblo a pueblo, casa a casa y habitante por habitante. Escarban en la memoria traumatizada de la poblaci¨®n con paciencia, empat¨ªa y tacto. Visitan los ayuntamientos, las tiendas, las iglesias, los hospitales o las viviendas particulares. En cualquier sitio puede aparecer la pista que lleve a identificar y documentar un nuevo caso, reconoce la agente Olga Yuskevich, de 35 a?os. Lidera una de las nuevas unidades m¨®viles de la Polic¨ªa que, desde mediados de abril y formada mayoritariamente por mujeres, peinan en compa?¨ªa de una psic¨®loga las zonas del pa¨ªs que han sido liberadas de la ocupaci¨®n rusa.
Contra la violencia sexual
Su objetivo principal es destapar la violencia sexual, pero acaban siendo el pa?o de l¨¢grimas de una poblaci¨®n que ha sufrido todo tipo de abusos en unas localidades que tardar¨¢n todav¨ªa mucho tiempo en recuperarse del trauma. Liubov, una cocinera de 60 a?os, se deshace en llantos delante de su casa destrozada. La acababan de reformar sus hijos pocos meses antes de la guerra, ahora que ella y su marido se hab¨ªan jubilado. La agente Yuskevich la coge del hombro y trata en vano de consolarla, al tiempo que reconoce que en medio de la investigaci¨®n de los cr¨ªmenes de guerra, las compensaciones materiales no es f¨¢cil que lleguen pronto.
La familia tiene todav¨ªa por delante el cr¨¦dito pedido para la obra. Liubov, que prefiere no dar su apellido, cuenta que estuvieron casi todo el mes sin salir del s¨®tano y que, tras la retirada de los rusos, hallaron en los alrededores restos de soldados de los dos bandos. ¡°No puedo dormir, oigo explosiones en sue?os, me levanto con miedo a las cinco, a las seis¡¡±, se?ala entre sollozos junto a los muros chamuscados de lo que era su vivienda. ¡°Usted est¨¢ todav¨ªa en el 24 de febrero [d¨ªa que comenz¨® la invasi¨®n], tiene que venir hasta hoy, superar el miedo. La memoria ha de realizar su trabajo todav¨ªa¡±, replica en tono tranquilizador la psic¨®loga Olena Shtyria.
A veces, cuenta Yuskevich, optan por llevar a cabo su misi¨®n sin el uniforme, porque eso evita habladur¨ªas vecinales, el se?alamiento y la revictimizaci¨®n adem¨¢s de facilitar la confidencialidad. ¡°Nos asentamos en la zona de confort de la v¨ªctima y, al mismo tiempo, nos ganamos mejor su confianza para acceder a su casa, su comercio¡ A veces necesitamos varias visitas para lograrlo¡±, explica la agente en el pueblo de Lukianivka, 80 kil¨®metros al este del centro de Kiev. Lleva varios folletos en la mano en los que ofrecen consejos, informaci¨®n, contactos y destacan la importancia de denunciar. La comida y productos higi¨¦nicos que reparten son una herramienta que emplea tambi¨¦n la patrulla para romper barreras con los habitantes.
La psic¨®loga no puede ofrecer detalles debido al secreto profesional, pero se?ala que le ha impactado lo duro que supone para los hombres haber estado bajo ocupaci¨®n. ¡°De acuerdo con los estereotipos, ellos son los defensores, pero es a los que m¨¢s mataban los rusos. Por eso las mujeres sal¨ªan m¨¢s a por comida o agua. Si algo le pasaba a la mujer, sent¨ªan que no cumplieron su papel de protector. Nunca antes de la guerra hab¨ªa pensado en esto¡±, reflexiona Olena Shtyria. ¡°Me sorprende que haya mujeres que nos cuenten que fueron violadas delante de sus maridos mientras estos eran apuntados con armas. Este es mi trabajo, pero para ellas es su vida¡±, suelta en medio de un suspiro Yuskevich, polic¨ªa desde 2015.
En la furgoneta en la que viaja el equipo m¨®vil, reciclada para esta nueva funci¨®n, se lee todav¨ªa Polic¨ªa Juvenil. Pero en vez de patrullar por Kiev un s¨¢bado por la noche, transita por carreteras secundarias. Jalonan el camino casas destrozadas, balazos y bombazos y algunos esqueletos oxidados de carros de combate. Algunos vecinos se asoman al arc¨¦n, extra?ados de la visita. Ana, de 92 a?os, se acerca apoyada en su bast¨®n de madera a vender nueces a los agentes. Estos rechazan amablemente la oferta, pero le entregan a ella un paquete de espaguetis que la se?ora no sabe bien qu¨¦ son. ¡°Que dios les bendiga¡±, agradece mientras se marcha a paso lento y algo encorvado. Por la carretera pasa una furgoneta blanca con la leyenda ¡°Putin, al carajo¡±.
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