Mariana no quiere depender de la caridad tras huir de las bombas rusas en Ucrania
Cientos de miles de desplazados de la guerra en Ucrania necesitan asistencia humanitaria para tener un techo, comida o ropa. El buen funcionamiento del sistema bancario y la tecnolog¨ªa permiten en esta crisis que la ayuda sea monetaria
Esto es lo que Mariana Kolpakova pod¨ªa hacer antes de la guerra: vacaciones junto al mar, cenar en restaurantes, comprar electrodom¨¦sticos si los necesitaba. Ten¨ªa su propio negocio y funcionaba. ¡°Me permit¨ªa cualquier cosa¡±, recuerda esta mujer de 48 a?os, recostada sobre el brazo de un banco del distrito Sikhivskii de la ciudad de Lviv, en el oeste de Ucrania. Claro que eso lo hac¨ªa cuando viv¨ªa en J¨¢rkov, a m¨¢s de un millar de kil¨®metros de distancia de este barrio y objetivo hoy de las bombas rusas. Mariana es ahora eso que el derecho internacional humanitario llama desplazada interna. Huy¨® de J¨¢rkov en marzo. Su tienda de aparejos de pesca en el conocido mercado Barabashovo hab¨ªa sido destrozada en un brutal ataque ¡ªmuestra rauda fotos de los a?icos de su comercio destrozado¨D. Hoy, la mujer depende de la ayuda que le prestan una agencia de la ONU y el Gobierno ucranio. ¡°Ya no puedo hacer lo de antes¡±, dice Mariana, ¡°solo he llegado a salir para celebrar mi cumplea?os en un caf¨¦¡±.
Seg¨²n datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a 27 de julio, 436.000 ciudadanos que han huido de sus casas desde febrero a otros puntos de Ucrania han recibido una ayuda de 2.200 grivnas al mes, unos 58 euros ¨Dpara finales de a?o quieren alcanzar el mill¨®n de beneficiarios¨D. Esto gracias al programa de asistencia monetaria desarrollado por esta agencia de la ONU con el objetivo de que los m¨¢s vulnerables dentro de Ucrania ¨Dtambi¨¦n se presta una ayuda similar a los que cruzaron la frontera a pa¨ªses vecinos¨D est¨¦n un escal¨®n por encima de la mera supervivencia.
MarIana es uno de estos beneficiarios. Volvamos a ella para ver hasta d¨®nde se puede estirar la ayuda. ¡°Gastamos en comer unas 2.500 grivnas a la semana por persona¡±, calcula. Y lo dice en plural porque de J¨¢rkov salieron junto a ella su madre, una hermana, el cu?ado, la madre de este y una sobrina. 2.200 grivnas para cada uno al mes durante tres meses, que es el primer periodo de desarrollo de este programa. No es el ¨²nico: otras organizaciones humanitarias, como el Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja o Unicef, tambi¨¦n facilitan una cantidad de dinero en efectivo para los necesitados. De igual modo lo hace el Gobierno del pa¨ªs.
El inicio de la invasi¨®n rusa el pasado 24 de febrero provoc¨® una respuesta sin parang¨®n de la comunidad internacional, tanto de ciudadanos como de organizaciones humanitarias. Millones de personas enviaron medicinas, comida, ropa, juguetes. Pero el modelo de ayuda de emergencia ha virado y en el caso de Ucrania, con una tecnolog¨ªa que funciona y un sistema financiero moderno y en vigor, se ha volcado en el dinero en met¨¢lico, siempre pactado entre organizaciones de asistencia y el Ministerio de Pol¨ªtica Social ucranio. ?Por qu¨¦ darles mantas y sopa si pueden tener sus propios ingresos? ¡°Prefiero tener mi dinero para elegir lo que comprar¡±, apostilla Mariana. Dignidad para una mujer aut¨®noma que se gan¨® la vida emprendiendo tras alcanzar estudios superiores en econom¨ªa urbana.
La ayuda, no obstante, es insuficiente para esta familia de J¨¢rkov y para cualquier otra. No compran carne o pescado pr¨¢cticamente, y los productos l¨¢cteos, tan solo una vez por semana. ¡°Ni un dulce¡±, explica ella. La inflaci¨®n en Ucrania va un paso por delante de la del resto del mundo, por encima del 21%, pero con previsiones de alcanzar el 30% para todo 2022. En el caso de los productos alimenticios de la cesta b¨¢sica, el encarecimiento se va al 35%. El combustible no se queda atr¨¢s y casi se ha doblado en un a?o, con un alza del 90%. Por todo esto y para estimular las ventas, el Gobierno ha devaluado la moneda nacional un 25%.
De eso poco saben Artur Kuznetsov, de 39 a?os, y Takhmina Slingarskaia, de 38. Ellos no tienen nada de nada. Est¨¢n en el mismo sitio al que un d¨ªa acudi¨® Mariana para pedir ayuda, el centro de registro gestionado por la organizaci¨®n ucrania Right to Protection, que colabora con ACNUR. Su historia es descorazonadora. Pero la cuentan y a veces, incluso, tienen una sonrisa. Llegaron hace una semana de Nikopol, bombardeada en las ¨²ltimas jornadas por la artiller¨ªa rusa. ¡°Durante los primeros cinco meses est¨¢bamos seguros¡±, dice Artur, ¡°pero los bombardeos de los ¨²ltimos d¨ªas hicieron que nos march¨¢ramos¡±. No saben a ciencia cierta si su casa sigue en pie. La pareja va acompa?ada de sus dos hijos, de 7 y 12 a?os.
En su tierra natal se dedicaban a lo que iba saliendo, pero con pocos recursos, as¨ª que vendieron su coche para emprender el viaje. Entre eso y comer se les vaci¨® el bolsillo y no les queda otra que dormir en la estaci¨®n de tren de Lviv. Necesitan esos 2.200 grivnas como sea para estar bajo techo, para seguir comiendo y comprar ropa a los ni?os, porque el invierno est¨¢ cerca. En Ucrania, el fr¨ªo es de verdad. ¡°A m¨ª me gustar¨ªa viajar a Hamburgo [Alemania]¡±, dice Takhmina, ¡°para que me operaran de los ojos¡±. No ve desde los nueve a?os a causa de un glaucoma. Pero su marido no tiene pasaporte, es hu¨¦rfano y solo cuenta con unos papeles del orfanato en el que se crio. La cosa est¨¢ dif¨ªcil.
¨D?C¨®mo est¨¢n despu¨¦s de todo?
¨DDesesperados, no nos sentimos humanos. Tenemos que volver a la estaci¨®n, as¨ª que estamos tristes.
Artur pronuncia estas palabras y vuelve al sitio para completar el registro. Lo logran. Ahora ya podr¨¢n retirar el dinero en Ukrposhta (oficina postal), previo mensaje telef¨®nico. O si tuvieran cuenta bancaria, que no es el caso, sacarlo ¨Da trav¨¦s del intermediario financiero Rapid, el dinero llega desde la caja de Naciones Unidas hasta los bancos ucranios¨D y gastarlo como crean conveniente, aunque la experiencia de estos programas dice que la mayor¨ªa compran comida, pagan el alquiler y atienden su higiene y salud.
No son mantas o comida, es dinero para elegir, pero se queda corto y no se carga de un plumazo el estigma de la persona que requiere ayuda. Ya lo dec¨ªa Mariana desde ese banco de Sikhivskii. ¡°Me siento dependiente. Estoy utilizando las oportunidades que me dan, pero no tengo adonde ir para buscar trabajo y estoy triste. Quiero volver a mi casa para ser independiente de nuevo¡±.
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