Costa Rica, un peque?o remanso para los venezolanos que caminan hacia Estados Unidos
Autoridades y organizaciones ben¨¦ficas asisten a los migrantes tras su paso por la peligrosa selva del Dari¨¦n. Pero los recursos no alcanzan y la decisi¨®n de Biden de abrir la puerta solo a los que lleguen en avi¨®n empa?a sus sue?os
Angely L¨®pez lleg¨® a Costa Rica un d¨ªa antes de que el presidente del pa¨ªs centroamericano, Rodrigo Chaves, asegurara que su Gobierno la ayudar¨¢ a ella y a los miles de migrantes venezolanos que descansan en suelo costarricense para que puedan retomar fuerzas aqu¨ª y seguir su camino hacia Estados Unidos. La mujer y su hijo Jexay, de 15 a?os, ven¨ªan con hambre, exhaustos, con la ropa embarrada y sin un centavo despu¨¦s de perder todo el dinero pasando el peligroso Tap¨®n del Dari¨¦n, la selva fronteriza entre Colombia y Panam¨¢, y de ser expulsada a toda velocidad de territorio paname?o. As¨ª lo relataba este mi¨¦rcoles antes de soltar un ¡°bendito Dios¡± por haber llegado a la capital costarricense.
El mismo d¨ªa, la Administraci¨®n de Joe Biden y el Gobierno mexicano de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador acordaron un nuevo marco migratorio que abre la puerta a la llegada en avi¨®n a Estados Unidos de un contingente inicial de 24.000 venezolanos a cambio de devolver a los que incumplan el proceso como las decenas de miles que tratan de llegar a pie hasta la frontera. ¡°La meta final es Estados Unidos, pero estar aqu¨ª es tambi¨¦n una meta de mitad de camino. Podemos descansar un poco, recuperarnos, recibir ayuda sin que nos cobren y salir a juntar el dinero para entrar a Nicaragua y seguir cruzando hasta M¨¦xico¡±, cuenta la mujer, de 36 a?os, oriunda del Estado Carabobo, sobre el recorrido de casi 4.000 kil¨®metros. Al acabar 2022 unas 200.000 personas habr¨¢n emprendido esa ruta, seg¨²n proyecciones de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM) en Panam¨¢.
Alrededor de Angely L¨®pez, una fila de hombres arrasaba con emparedados y vasos de caf¨¦ repartidos por uno de los voluntarios de la organizaci¨®n religiosa que los asiste en el barrio Cristo Rey, en el sur de San Jos¨¦. Otro grupo de venezolanos guardaba los espacios donde al anochecer montar¨ªan las carpas para dormir y otros, los m¨¢s dichosos, reposaban en los albergues con literas limpias.
En las rotondas y plazas de la ciudad, cientos de venezolanos terminaban su jornada limosnera. La lluvia apenas les hab¨ªa dejado prolongar por la tarde el pedido de ayuda para poder juntar los 150 d¨®lares que les cobra Nicaragua por dejarlos cruzar su territorio y el resto del dinero para el viaje. Algunos no tra¨ªan suficiente; otros fueron asaltados cruzando el Dari¨¦n y otros esperan aqu¨ª que alg¨²n conocido les env¨ªe dinero desde Estados Unidos. El anuncio de Washington permitir¨¢ la entrada de migrantes venezolanos siempre que no viajen como van Angely y todos aqu¨ª. ¡°?En avi¨®n? Uh, eso ser¨ªa un sue?o¡±, exclama Anthony, un joven flaco que escucha la conversaci¨®n caf¨¦ en mano.
Si la migraci¨®n venezolana a trav¨¦s de Centroam¨¦rica es un r¨ªo de personas incontenible, Costa Rica representa un remanso donde el 10% de los migrantes se queda una semana o m¨¢s para tomar fuerzas, seg¨²n c¨¢lculos de la Direcci¨®n de Migraci¨®n local. Por eso, los costarricenses los ven en las ciudades acampando por las noches o pidiendo dinero bajo los sem¨¢foros con carteles de un metro donde destaca la bandera de Venezuela. ¡°Les decimos que somos venezolanos porque as¨ª se solidarizan m¨¢s con nosotros, ven que no somos vagabundos y que solo queremos juntar dinero para irnos. La gente es muy amable¡±, explicaba al mediod¨ªa un joven que se identific¨® como Carlos Rubio. Sonr¨ªe y dice estar contento de tener la oportunidad de pedir limosna. ¡°Puede ser cierto que la econom¨ªa no ande bien en Costa Rica, pero aqu¨ª saben que all¨¢ lo que sufrimos es una tremenda tragedia econ¨®mica y son generosos¡±, a?ade el muchacho que arreglaba celulares en Caracas.
¡°Los ticos somos solidarios ante la migraci¨®n. Aqu¨ª pueden recuperar fuerzas¡±, afirm¨® la directora de Migraci¨®n, Marlen Luna, quien en la ¨²ltima semana entreg¨® al mandatario Chaves un informe seg¨²n el cual son m¨¢s de 2.000 los migrantes que ingresan a Costa Rica por su frontera del sur cada semana. El Gobierno reporta que no tiene recursos y que solo puede dar atenci¨®n m¨ªnima humanitaria, ayudarlos a transitar sin costos adicionales o facilitar la caridad de grupos privados. Las autoridades locales saben que probablemente ser¨¢ mayor el flujo en semanas pr¨®ximas, como advirti¨® un informe de la OIM dado el mi¨¦rcoles en Panam¨¢.
Cerrar la frontera nunca ha sido una opci¨®n en Costa Rica, record¨® Chaves. No lo han hecho tampoco al norte con los nicarag¨¹enses, que desde 2018 han presentado 180.000 solicitudes de refugio, aunque sus circunstancias son diferentes. Los venezolanos no piden refugio ni empleos, solo quieren seguir rumbo al norte pero muchos necesitan curarse de heridas o males g¨¢stricos, reponerse o despejarse la mente despu¨¦s del tramo del Dari¨¦n, dice el sacerdote Sergio Valverde, a cargo de la Asociaci¨®n Obras del Esp¨ªritu Santo, que en el pasado ha atendido tambi¨¦n grupos de cubanos y haitianos migrantes. En otras ciudades tambi¨¦n hay grupos religiosos o no que brindan ayuda, o los particulares que moneda a moneda los apoyan para financiar el recorrido.
A Angely le da verg¨¹enza pedir en las calles y piensa ofrecer su experiencia como cocinera en colegios p¨²blicos en Venezuela para ayudar en el comedor de la Asociaci¨®n a cambio de alg¨²n dinero. Una semana o dos, no m¨¢s, piensa en voz alta recostada en la pared de la parroquia de Cristo Rey junto a Jexay. Otros dos hijos quedaron a cargo de la abuela, esperando que pronto les llegue desde Estados Unidos d¨®lares para volver a comer lo necesario. ¡°Se quedaron pasando hambre¡±, dice la madre con los ojos hinchados despu¨¦s de hablar con ellos y contarles que ya pas¨® lo peor del camino, que ya est¨¢ en un pa¨ªs chiquito que se llama Costa Rica donde la est¨¢n ayudando. No les cont¨® que perdi¨® en un r¨ªo 200 d¨®lares que tra¨ªa guardados ni que pudo llegar a San Jos¨¦ gracias a que pudo negociar en la frontera pagar 28 d¨®lares por dos pasajes en lugar de 34 de tarifa normal. Les dijo que aqu¨ª la est¨¢n tratando bien, que se siente mejor.
En la Casa Presidencial y en Canciller¨ªa hay estr¨¦s por el problema migratorio, sin que llegue a ser declarado emergencia. El volumen pone m¨¢s presi¨®n al sistema de asistencia social del pa¨ªs sin que la comunidad internacional haya demostrado entusiasmo en satisfacer las peticiones de ayuda que lanzan las autoridades costarricenses en foros internacionales en los ¨²ltimos a?os, primero para atender caminantes cubanos en 2015, para nicarag¨¹enses desde 2018 y con los viajeros venezolanos en el 2022. El peso lo llevan las organizaciones ben¨¦ficas, reconoci¨® la Directora de Migraci¨®n, que ve el problema est¨¢ lejos de acabar: ¡°Necesitamos m¨¢s apoyo para lo que viene¡±.
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