Lecciones brit¨¢nicas (y un recado para el PP)
Las dos rebajas de impuestos estrella que se han llevado por delante a Truss est¨¢n incluidas en el programa electoral de los populares sin que Feij¨®o reniegue de ellas
1. Los refer¨¦ndums son hojas de parra
Para desgarrar el velo de las apariencias hace falta, a veces, muy poca cosa. Reino Unido es una de las econom¨ªas m¨¢s potentes del mundo; un antiguo imperio; tiene uno de los bancos centrales, la Vieja Dama, con mayor credibilidad, y uno de los sistemas financieros m¨¢s salvajes y portentosos del universo conocido; posee un cuerpo diplom¨¢tico envidiable; es una potencia nuclear, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, aliado de EE UU y una de las democracias m¨¢s antiguas del mundo. Pero la nostalgia se est¨¢ llevando por delante a ese pa¨ªs admirable. La nostalgia y la ambici¨®n disparatada de algunos politicastros: un tal David Cameron decidi¨® acabar con cualquier atisbo de oposici¨®n a su liderazgo en el Partido Conservador y para ello arm¨® un refer¨¦ndum sobre la pertenencia a la UE. ?Qu¨¦ pod¨ªa salir mal en un pa¨ªs en el que los grandes partidos llevaban cuatro d¨¦cadas echando pestes sobre Europa? Los brit¨¢nicos se agarraron a la nostalgia del imperio para ¡°volver a hacerse con el control¡± de su propio destino, seg¨²n el eslogan espectral de aquellos d¨ªas. Y claro, sali¨® todo mal: gan¨® el Brexit y result¨® que todo aquello era un cascar¨®n vac¨ªo.
La nueva era que se pintaba con radiantes colores deriv¨® en la vieja desventura: desde entonces los tories han perdido el norte y el pa¨ªs, poco m¨¢s o menos, tambi¨¦n; Antonio Mu?oz Molina deber¨ªa ponerse a escribir un Todo lo que era s¨®lido en la campi?a inglesa. Desde aquel verano del Brexit, el PIB brit¨¢nico ha ca¨ªdo m¨¢s de un 5%; la inversi¨®n, casi un 15%. Al muy olvidable Cameron, que se march¨® silbando de Downing Street, le sucedi¨® Theresa May: un perfecto desastre. A May, Boris Johnson: un buf¨®n. A Johnson, Liz Truss: una aprendiz de Thatcher torpe e incompetente. El citado eslogan del Brexit, ¡°recuperar el control¡±, instaba a los brit¨¢nicos a sacudirse las limitaciones de Bruselas y volver a convertirse en una naci¨®n orgullosa y soberana; una naci¨®n que, por s¨ª sola, decidir¨ªa su propio destino; c¨®mo recuerda eso, por cierto, a otros refer¨¦ndums organizados m¨¢s o menos en las mismas fechas por estos lares. Ese evocativo y altisonante relato de una isla excepcional que cre¨® un imperio e iba a volver a ser grande sin Europa ha saltado por los aires. Los refer¨¦ndums son, en fin, hojas de parra: el Reino Unido va camino de mostrar todas sus verg¨¹enzas y casi todo el crescendo del ¨²ltimo mes y medio sale de esa idea insensata del Brexit.
2. El sintagma ¡°bajada generalizada de impuestos¡±
Truss se present¨® en sociedad con un ataque de nostalgia: quer¨ªa ser la nueva Thatcher y para ello present¨® un programa multimillonario de rebajas de impuestos combinado con un plan de est¨ªmulos no menos multimillonario (adem¨¢s de un f¨¦rreo control de la inmigraci¨®n del que se ha hablado menos, pero esa es otra historia). Sin acompa?ar esos menores impuestos y esos est¨ªmulos de un solo recorte de los servicios p¨²blicos: el pensamiento m¨¢gico neocon asegura que ese c¨ªrculo cuadra a la perfecci¨®n. A pesar de la servilleta de Laffer, el agujero jupiterino que ese plan dejaba en las cuentas p¨²blicas era de tal calibre que los mercados sacaron las pistolas y han acabado ametrallando a Truss. El giro neothatcherista ha acabado en apenas mes y medio. Curioso: en Espa?a ese giro ten¨ªa un solo defensor, Isabel D¨ªaz Ayuso, que reivindic¨® desde el primer d¨ªa esas pol¨ªticas. O dos: Aznar dijo hace poco que ¡°se pueden bajar impuestos y aumentar la recaudaci¨®n porque si hay crecimiento econ¨®mico y generaci¨®n de empleo, se pagan los impuestos y desaparece una parte importante de la econom¨ªa sumergida, la actividad econ¨®mica crece¡±. O incluso tres: sin llegar tan lejos como Truss, Ayuso y Aznar, Alberto N¨²?ez Feij¨®o ha defendido una y otra vez la vigencia del sintagma ¡°bajadas generalizadas de impuestos¡±. El ¨²ltimo programa electoral del PP, del que hasta la fecha Feij¨®o no ha renegado, dice as¨ª: ¡°Aprobaremos una rebaja fiscal del IRPF que afectar¨¢ todos los contribuyentes. El tipo m¨¢ximo se situar¨¢ por debajo del 40%¡±. Bingo: esa era exactamente la rebaja de Truss. ¡°Impulsaremos una rebaja del Impuesto de Sociedades, situando el tipo m¨¢ximo por debajo del 20%¡±, dec¨ªa el programa popular. Rebingo: de nuevo eso coincide a la perfecci¨®n con la propuesta inicial de Truss. Esas son las dos grandes medidas que se la han llevado por delante. Ni rastro, de momento, de examen de conciencia en el PP.
3. El desmoronamiento
Truss y su Reino Unido son solo la punta del iceberg de un fen¨®meno preocupante: la erosi¨®n gradual de las normas democr¨¢ticas lleva a colapsos democr¨¢ticos, fruto de un malestar creciente. La ira procede de un sistema pol¨ªtico que predica la igualdad y un sistema econ¨®mico que genera desigualdad desde hace d¨¦cadas. Con varios cap¨ªtulos descollantes en los ¨²ltimos tiempos. Uno: en Francia, Macron va a tener que aprobar por decreto sus presupuestos. Dos: en Alemania, Scholz acaba de aprobar una moratoria de apenas unos meses para sus centrales nucleares para la que se ha visto obligado a tirar de una prerrogativa constitucional que le habilita a hacerlo, pese a las dudas o al rechazo de sus socios de coalici¨®n. Tres: la tecnocracia se hizo con el poder en Italia y la respuesta de los italianos ha sido una mezcla de posfascismo y neofascismo, con ese tr¨ªo de mariachis que encabeza Meloni y secundan Berlusconi y Salvini. La palma, con todo, se la lleva Liz Truss. ¡°Dios separ¨® al Reino Unido de Europa, y fue por alguna raz¨®n¡±, dijo una vez Margaret Thatcher. Con disc¨ªpulas como Truss, alabado sea el Se?or.
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