Moreno Ocampo, el fiscal adjunto de ¡®Argentina, 1985¡¯: ¡°En mi familia, cuestionar a Videla era una traici¨®n¡±
Uno de los protagonistas del primer juicio a la dictadura cuenta que su t¨ªo militar dej¨® de hablarle. El testimonio de una v¨ªctima hizo a su madre cambiar de opini¨®n
Durante un tiempo, lo que dur¨® el primer proceso (1985) contra la dictadura argentina (1976-1983), Luis Moreno Ocampo (Buenos Aires, 70 a?os) arrancaba su coche con la puerta abierta: ¡°Pensaba que as¨ª, si explotaba una bomba, la onda expansiva ser¨ªa menor¡±. Era el fiscal adjunto de Julio Strassera, un funcionario que se convirti¨® en un h¨¦roe con la ayuda de un grupo de j¨®venes, entre ellos, el propio Moreno Ocampo. En cuatro meses, documentaron 800 casos de torturas, desapariciones forzadas, terrorismo de Estado. ...
Durante un tiempo, lo que dur¨® el primer proceso (1985) contra la dictadura argentina (1976-1983), Luis Moreno Ocampo (Buenos Aires, 70 a?os) arrancaba su coche con la puerta abierta: ¡°Pensaba que as¨ª, si explotaba una bomba, la onda expansiva ser¨ªa menor¡±. Era el fiscal adjunto de Julio Strassera, un funcionario que se convirti¨® en un h¨¦roe con la ayuda de un grupo de j¨®venes, entre ellos, el propio Moreno Ocampo. En cuatro meses, documentaron 800 casos de torturas, desapariciones forzadas, terrorismo de Estado. Una pel¨ªcula, Argentina,1985, con Ricardo Dar¨ªn de protagonista, recrea ahora la haza?a. Y aquel fiscal, que entre 2003 y 2012 fue sheriff del mundo en la Corte Penal Internacional, est¨¢ convencido de que es mucho m¨¢s que entretenimiento. Conversa con EL PA?S al tel¨¦fono desde Malib¨² (California).
Pregunta. ?C¨®mo es verse interpretado por otro en una pel¨ªcula?
Respuesta. Es raro (r¨ªe). Hab¨ªa documentales sobre mi trabajo en la Corte Penal Internacional, pero esto es distinto, es un actor [Peter Lanzani] con mi nombre. La pel¨ªcula nos regala un espacio para traer al presente lo que pas¨® hace 37 a?os. Mis hijos m¨¢s peque?os nacieron despu¨¦s del juicio y no hab¨ªamos hablado mucho de esto porque cuando el m¨¢s chico ten¨ªa cuatro a?os, yo me fui a vivir a La Haya, ellos se quedaron en Buenos Aires y los ve¨ªa una vez al mes: lo ¨²ltimo que necesitaban de su padre era que les contara sus aventuras. Pero con Argentina,1985 ahora est¨¢n aprendiendo sobre eso y sus amigos y los hijos de mis amigos tambi¨¦n. El impacto preventivo de la justicia penal se ha multiplicado por 100.000 gracias a la pel¨ªcula de Santiago Mitre y Ricardo Dar¨ªn y eso es fascinante, genial.
P. Ten¨ªa 32 a?os y aquel era su primer caso como fiscal. Benjamin Ferencz, el ¨²ltimo fiscal vivo de los juicios de N¨²remberg, tambi¨¦n era muy joven: ten¨ªa solo 27 cuando acus¨® a los mayores criminales del planeta: los nazis.
R. En la pel¨ªcula se ven los problemas de Strassera para conseguir gente, eso es real, pero no le impusieron mi nombre, fue ¨¦l quien me llam¨®. Creo que era su ¨²ltimo recurso (r¨ªe). Yo le expliqu¨¦ que me fascinaba la idea, pero que no hab¨ªa hecho un juicio en mi vida. Entonces estaba trabajando de profesor de Derecho Penal y hac¨ªa borradores de dict¨¢menes para el fiscal de la Corte Suprema argentina. Le dije que entend¨ªa c¨®mo funcionaba la justicia americana, no mucho la argentina, y me contest¨®: ¡°Mejor, porque vamos a tener que hacer algo diferente¡±. Al final juntamos a un grupo de j¨®venes para conseguir las pruebas que necesit¨¢bamos y en cuatro meses investigamos 800 casos. Ben Ferencz ten¨ªa efectivamente 27 a?os cuando se enfrent¨® al caso de asesinato m¨¢s grande de la historia de la humanidad: un mill¨®n de v¨ªctimas. Es un genio. Y le ped¨ª que hiciera el cierre de los argumentos finales de nuestro primer caso en La Haya porque la Corte Penal Internacional es, en realidad, transformar N¨²remberg en una instituci¨®n permanente.
P. ?Siempre quiso dedicarse a la justicia?
R. La familia de mi madre eran todos militares. Mi abuelo hab¨ªa sido general y mi mam¨¢ amaba a [Jorge Rafael] Videla. Mi otro abuelo hab¨ªa sido senador del Partido Radical, liberal. En 1966, mi t¨ªo, que estaba metido en el golpe de Estado, discut¨ªa mucho con mi pap¨¢. A m¨ª me daba pena porque yo quer¨ªa mucho a mi t¨ªo y pensaba: ¡°Este pa¨ªs hay que arreglarlo¡±. Quise estudiar Derecho por eso, para arreglarlo.
P. Su t¨ªo fue a ver a Videla a la c¨¢rcel...
R. S¨ª. Fue a verle, avergonzado, para decirle que no me pod¨ªa controlar y le prometi¨® que nunca m¨¢s iba a hablar conmigo. Lo cumpli¨®. Para ¨¦l, que un miembro de la familia cuestionara al general Videla era una traici¨®n. Aquello me sirvi¨® mucho para mi trabajo posterior en La Haya: aprend¨ª que me iban a aplaudir o a criticar y que ten¨ªa que ignorar a los que me criticaban y a los que me aplaud¨ªan, hacer mi tarea.
P. Su madre, que coincid¨ªa en misa con Videla, tampoco entend¨ªa lo que estaba haciendo.
R. Mi mam¨¢ es mucho m¨¢s buena de lo que aparece en la pel¨ªcula. Era muy dulce, pero s¨ª, para ella, Videla nos hab¨ªa salvado de la guerrilla. Pero un d¨ªa, despu¨¦s del testimonio de Adriana Calvo de Laborde, que en el juicio cont¨® c¨®mo pari¨® a su hija con las manos esposadas en un patrullero, me llam¨® y me dijo: ¡°Todav¨ªa lo quiero a Videla, pero vos ten¨¦s raz¨®n, tiene que ir preso¡±.
P. Y detr¨¢s de su madre, iba Argentina. En la pel¨ªcula su personaje insiste en que no solo hab¨ªa que convencer a los jueces, sino a la opini¨®n p¨²blica ?Por qu¨¦? ?Faltaba informaci¨®n, sobraba miedo?
R. El plan militar consist¨ªa en utilizar la tortura como m¨¦todo de informaci¨®n y ejecutar a sospechosos sin juicio, es decir, la desaparici¨®n forzosa. Eso requer¨ªa un control absoluto de la informaci¨®n. Mucha gente no sab¨ªa lo que estaba pasando, hasta el punto de que una famosa poetisa argentina, Mar¨ªa Elena Walsh, en 1979 agradeci¨® p¨²blicamente a los militares la lucha contra la subversi¨®n. No era solo mi mam¨¢. Pero el juicio lo siguieron periodistas de todo el mundo y tuvo un gran impacto porque se expusieron los m¨¦todos, las atrocidades de los militares y ese reconocimiento que pod¨ªa haber hacia ellos se acab¨®. La comunicaci¨®n permiti¨® que la gente comprendiera. Y ahora una pel¨ªcula actualiza todo eso, permite que lo conozcan nuestros hijos. En Espa?a hay pel¨ªculas tambi¨¦n que hacen la revisi¨®n del pasado franquista, como la ¨²ltima de Pedro Almod¨®var.
La palabra ¡°holocausto¡± no sali¨® del proceso de N¨²remberg, sino de las pel¨ªculas sobre el juicio
P. Dej¨® las clases en Harvard para impartir la asignatura Narrativas de guerra en la Universidad del Sur de California. ?Puede ser el cine una estrategia de defensa para la sociedad?
R. Mis alumnos son ahora escritores de guiones de Hollywood. Me convenci¨® para irme a California un profesor vietnamita que me dijo que la guerra se libraba siempre dos veces: primero en el campo de batalla, y luego en la memoria. Las pel¨ªculas definen esos recuerdos. La palabra ¡°holocausto¡± no sali¨® de los juicios de N¨²remberg, sino de las pel¨ªculas sobre el juicio. La empez¨® a usar The New York Times a ra¨ªz del estreno de Vencedores o vencidos, con Spencer Tracy en 1961, en la misma semana en que la que condenaron en Jersusal¨¦n a Eichmann, responsable de transportar a los jud¨ªos a los campos de concentraci¨®n. Y ese t¨¦rmino se consolid¨® en 1978 con una serie de Meryl Streep titulada Holocausto.
P. Cuenta que no llor¨® en las entrevistas a las v¨ªctimas de la dictadura argentina, ni en el juicio, al escuchar sus testimonios, pero de repente fue a ver una pel¨ªcula y...
R. Y empec¨¦ a llorar y no pude parar. Durante la recogida de testimonios, est¨¢bamos obsesionados por conseguir las pruebas y esa tarea bloqueaba nuestras emociones. Un d¨ªa una pobre mujer nos cont¨® llorando que hab¨ªan secuestrado a su hijo y le hab¨ªan devuelto el cad¨¢ver, pero ten¨ªa un documento muy raro que reconoc¨ªa todo eso y uno de los chicos que la estaba entrevistando dijo: ¡°?Su caso es fant¨¢stico, se?ora!¡±. Cuando entregamos las pruebas hubo una semana de receso hasta que empez¨® el juicio y esos d¨ªas fui a ver una pel¨ªcula que se acababa de estrenar, La historia oficial, que luego gan¨® el Oscar, sobre la desaparici¨®n de una chiquita robada. Y no par¨¦ de llorar en el cine, porque ah¨ª era un espectador, no fiscal.
P. El secuestro de ni?os durante la dictadura se juzg¨® despu¨¦s de las Juntas.
R. Nosotros ten¨ªamos pocos casos porque solo hab¨ªamos tenido cuatro meses para investigar y los jueces decidieron que no eran suficientes para demostrar que hab¨ªa sido algo sistem¨¢tico.
P. ?Entonces, el cine puede ayudar a que lo peor no se repita?
R. El modelo de las Juntas militares de Argentina sigue vigente en el mundo: se mata a supuestos insurgentes sin juicio y esto crea un problema. Lo explic¨® el general McChrystal, que lider¨® la fuerza internacional en Afganist¨¢n: Hay 10 insurgentes, matamos dos. ?Cu¨¢ntos quedan? Pues 20, porque la familia y los amigos se convierten en insurgentes. El cine puede servir para transformar c¨®mo atajamos la violencia. En la pel¨ªcula M¨²nich, por ejemplo, Spielberg cuenta la historia de un grupo que se dedicaba a matar terroristas palestinos por toda Europa. Hay un personaje que decide renunciar a eso, y una secuencia en la que se le observa irse mientras detr¨¢s se ven las Torres Gemelas. Es decir, la venganza trae venganza.
P. En la pel¨ªcula, el personaje de Strassera le quita importancia a las amenazas. Dice que si lo mataran, otro ocupar¨ªa su lugar. ?Estaba eso tan claro? ?Habr¨ªa muchos candidatos para afrontar el juicio del fiscal asesinado?
Ten¨ªa a los acusados a metro y medio. Videla estaba estremecido. Estaban frustrados, furiosos
R. No lo s¨¦. En Italia la Mafia mat¨® al juez Falcone, pero en Argentina no hab¨ªa mafia, sino fuerzas armadas y no hac¨ªan operaciones de ese tipo. Pero los jueces decidieron que el juicio a las Juntas ten¨ªa que hacerse r¨¢pido y ten¨ªan raz¨®n. En N¨²remberg pas¨® algo parecido: en agosto de 1945 se aprob¨® el reglamento del tribunal y en noviembre empez¨®.
P. ?Qu¨¦ libro le¨ªa o hac¨ªa que le¨ªa Videla durante el alegato de la acusaci¨®n, cuando Strassera dice que ¡°el sadismo no es una ideolog¨ªa pol¨ªtica ni una estrategia b¨¦lica¡±?
P. Era un libro religioso, no recuerdo cu¨¢l. Pero lo ten¨ªa a metro y medio y Videla estaba estremecido. Estaban viviendo su peor pesadilla, furiosos, frustrados, avergonzados. Cuatro a?os antes ten¨ªan todo el poder del mundo y de repente estaban sentados en un banquillo de acusados. No lo pod¨ªan creer.
P. Luego vinieron los indultos; las leyes de obediencia debida y de punto final¡ ?Sinti¨® rabia?
R. Ra¨²l Alfons¨ªn hab¨ªa prometido que no se iba a juzgar hacia abajo. Los militares no ten¨ªan capacidad para controlar la situaci¨®n. Se vio obligado a hacer esa ley. El indulto de M¨¦nem [Carlos, presidente de Argentina entre 1989 y 1999], que era un oportunista, s¨ª me pareci¨® muy grave, insoportable. Para m¨ª, el juicio a las Juntas Militares era la piedra fundamental de la democracia argentina. Con el tiempo se solucionaron todos estos problemas [se anularon las leyes de amnist¨ªa, Videla muri¨® en la c¨¢rcel...] y hoy Argentina ha investigado a m¨¢s de 1.000 personas. Es el pa¨ªs, junto a Alemania, que m¨¢s ha hecho en este sentido.
P. ?Por qu¨¦ cree que en Argentina fue posible juzgar los cr¨ªmenes de la dictadura y en Espa?a no?
R. Cada pa¨ªs hace lo que puede. Espa?a hizo una transici¨®n pactada. Cuando Alfons¨ªn propuso investigar el pasado en Argentina, los te¨®ricos de ciencia pol¨ªtica dec¨ªan que era un error grav¨ªsimo y que Espa?a era el modelo. Pero se hizo y sali¨® bien. Mandela, obligado por las circunstancias, hizo otro modelo en Sud¨¢frica, la comisi¨®n de la verdad.
P. El de fiscal de la Corte Penal Internacional es, probablemente, el puesto con mayor acceso a la atrocidad. ?C¨®mo conviv¨ªa con tanto horror?
R. Despu¨¦s del juicio a las Juntas, pens¨¦ que nunca iba a hacer nada m¨¢s importante que eso, que no me iba a enfrentar a un crimen as¨ª. Entonces me fui a Harvard de profesor, defend¨ª a Maradona, trabaj¨¦ para una empresa grande en un tema de corrupci¨®n... una cosa muy variada. Y me ofrecen ser fiscal de la Corte Penal Internacional. Para ese trabajo me sirvieron muchas cosas que hab¨ªa aprendido en el juicio a las Juntas: investigar sin polic¨ªa, a trav¨¦s de las v¨ªctimas, confiar en los j¨®venes... En el caso Darfur, un hombre cont¨® llorando durante cuatro horas a uno de los investigadores c¨®mo hab¨ªan quemado su pueblo, violado a su mujer y a sus cuatro hijas y c¨®mo le hab¨ªan obligado a ver c¨®mo violaban a la m¨¢s peque?a, de ocho a?os. Cuando termin¨® de contar su historia, dej¨® de llorar y dijo: ¡°Ahora estoy tranquilo, me puedo morir¡±. Ten¨ªamos muchos problemas, pero sent¨ªamos que est¨¢bamos hac¨ªamos algo por las v¨ªctimas.
Una guerra como la de Ucrania nos retrotrae miles de a?os, con la diferencia de que ahora las tribus tienen armas nucleares
P. En una misi¨®n tan ambiciosa, ?hab¨ªa m¨¢s satisfacciones o m¨¢s frustraci¨®n?
R. Mi tarea en la Corte Penal Internacional fue fundamentalmente establecerla. Empec¨¦ con tres empleados y termin¨¦ con 300, investigaciones en siete pa¨ªses y tres ex jefes de Estado procesados: Gadafi, de Libia; Omar al Bashir, de Sud¨¢n, y Laurent Gbagbo de Costa de Marfil. La Corte se dedica a proteger a la gente m¨¢s desprotegida del mundo y eso es impagable. Es una misi¨®n que te hace mejor. Mandela dec¨ªa: ¡°Yo nunca pierdo; o gano o aprendo¡±. Yo aprend¨ª. Ahora lo que me frustra es que no estamos entendiendo todav¨ªa c¨®mo manejar la violencia en el mundo.
P. Vuelve a haber guerras antiguas.
R. Lo que ha hecho Putin es inaceptable y una guerra como la de Ucrania nos retrotrae miles de a?os, con la diferencia de que ahora las tribus tienen armas nucleares. Mi pr¨®xima tarea es con los j¨®venes, pensar nuevas herramientas para manejar los conflictos. El problema es que la plata que nos hace falta para educar a la gente se va en comprar armas.
P. ?Es cierto que reclut¨® a la actriz Angelina Jolie para intentar arrestar a Kony [Joseph, l¨ªder del Ej¨¦rcito de la Resistencia del Se?or], acusado de cr¨ªmenes contra la humanidad?
R. Ella, que es embajadora de ACNUR, me dijo un d¨ªa: ¡°He estado en 30 campos de refugiados y les ayudamos a comer, pero no resolvemos el problema, esta Corte puede hacer algo¡±. Hab¨ªa que convencer al mundo, igual que convencimos a mi madre, y Angelina es una persona muy inteligente y mucho m¨¢s popular que yo.
P. ?Pero el plan era usarla a ella como cebo?
R. En 2017 me hicieron una campa?a en varios pa¨ªses y me acusaron, entre otras cosas, de eso. Est¨¢bamos pensando en c¨®mo atrapar a Kony. Hablamos de varias ideas, pero no llegamos muy lejos. Kony es el ¨²nico fugitivo de mi ¨¦poca.
P. Estuvo a punto de ser investigador de la FIFA. ?Qu¨¦ le parece que el Mundial vaya a celebrarse en Qatar, un pa¨ªs donde la religi¨®n es ley y la homosexualidad est¨¢ penada con c¨¢rcel?
R. Un amigo, Mark Pieth, que trabajaba en la FIFA para reformarla, me pregunt¨® si me interesar¨ªa. Es curioso, en Estados Unidos me dec¨ªan: ¡°?C¨®mo vas a pasar de ser fiscal de la Corte Penal Internacional a la FIFA?¡±. Y Ban Ki-moon [secretario general de la ONU entre 2007 y 2016] lo ve¨ªa casi como una promoci¨®n. Al final no sali¨® y no pasa nada. En Qatar se habla de los problemas de derechos humanos, de los trabajadores, pero eso es solo la punta del iceberg. Si un turista va a Qatar y tiene sexo con una mujer, ella puede ir presa. No hay libertad de prensa. Y hay evidencias de que financia a grupos terroristas, aunque de esto apenas se habla. ?Por qu¨¦? Porque cuando el emir va a Washington, anuncia la compra de aviones y lo reciben con los brazos abiertos. Cuando iba a Londres lo recib¨ªa la reina. En Alemania tambi¨¦n tiene una influencia muy importante porque Qatar es due?o de parte de Shell y del Deutsche Bank. Tambi¨¦n hacen cosas bien, por ejemplo ahora ayudan con el tema del gas. El Mundial, como la pel¨ªcula de Argentina,1985, puede ser una oportunidad para cambiar la visi¨®n sobre el pa¨ªs y para que el pa¨ªs cambie.
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