La rutina de la derrota
Si se perpet¨²a la ruta c¨ªclica peruana, los actores pol¨ªticos volver¨¢n a hacer posible que un populista autoritario antisistema tenga muchas posibilidades el 2023 o 24
Por muchos a?os se habl¨® del milagro peruano como un halago a su fortaleza econ¨®mica, cuando lo aut¨¦nticamente milagroso es que la democracia peruana haya sobrevivido. Y aunque existe una guerra por dominar la narrativa de la g¨¦nesis de este nuevo episodio de la crisis peruana que empez¨® con el fallido autogolpe de Pedro Castillo; lo cierto es que estamos asistiendo a la met¨¢stasis de una sociedad disfuncional, con un r¨¦gimen h¨ªbrido ¨Ccomo lo ha destacado esta semana la Unidad de Inteligencia de The Economist¨C, que desde hace muchos a?os no dialoga, sino que persigue al opositor. M¨¢s que dos bloques polarizados y populares, la sociedad peruana es una galaxia de liderazgos insignificantes, un amasijo que contiene tantos caleidoscopios como ambiciones pol¨ªticas individuales, una sociedad que ha perdido la capacidad no s¨®lo de llegar a consensos, sino que persigue y proscribe el consenso. Somos la ant¨ªtesis de las utop¨ªas consensualistas, pero tampoco estamos tan lejanos del estado de guerra hobbessiano que convive con la justicia de mano propia, como lo demuestran las escenas de un gobernador regional en Puerto Maldonado, disparando con su fusil a los manifestantes que arrojaban piedras contra su vivienda.
Mi primera columna en EL PA?S se titul¨® ¡°Per¨², una derrota segura¡±. Se escribi¨® tras la segunda vuelta del 2021, cuando sobrevivimos a unas elecciones infernales, donde los mandones de turno pidieron asumir lealtades desenfrenadas y se cargaron los pocos espacios de reflexi¨®n que exist¨ªan. No hab¨ªa materia prima para el optimismo, ni Pedro Castillo ni Keiko Fujimori eran candidatos que hab¨ªan conseguido asegurarse la simpat¨ªa de las grandes mayor¨ªas. Fuimos a las urnas con las entra?as y nada bueno sale de elegir con el ce?o fruncido y las arcadas contenidas. Porque, eso es lo que hemos hecho desde el 2001, cuando recobramos la democracia secuestrada por Alberto Fujimori, elegir con la arcada contenida.
Dentro de esa galaxia de proyectos pol¨ªticos, se vino a cobijar la identidad electoral del sur peruano, que reclama desde hace mucho tiempo una inclusi¨®n pol¨ªtica y simb¨®lica dentro del proyecto republicano. No es una mayor¨ªa, pero est¨¢ ah¨ª, lanzando mensajes de advertencia repetitivos. Aqu¨ª es donde hay un punto ciego dentro del an¨¢lisis de esta nueva crisis. Dina Boluarte asumi¨® constitucionalmente la presidencia, su mandato era l¨ªcito y no espurio como algunos mandatarios desde Gustavo Petro hasta Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador han manifestado¡ªcon evidente mala inquina y antipat¨ªa¡ª. Pero, fue un error endiablado de la presidenta Boluarte no haberse acercado prioritariamente a los que votaron para que Pedro Castillo ganara ¡ªno tanto a aquellos que votaron para evitar que Keiko Fujimori triunfase, que no son lo mismo¡ª.
Boluarte subestim¨® la reacci¨®n de aquellos bolsones electorales donde Pedro Castillo diezm¨® a Keiko Fujimori con m¨¢s del 80% de los votos: el sur peruano. El error fue m¨¢s clamoroso cuando, por af¨¢n de supervivencia, la presidenta Boluarte decidi¨® acercarse r¨¢pidamente a aquellos parlamentarios que ¡ªs¨®lo semanas antes¡ª, quer¨ªan inhabilitarla para la funci¨®n p¨²blica y que siempre predicaron que Pedro Castillo hab¨ªa perpetrado un fraude para llegar a palacio. ?Qu¨¦ esperaba la mandataria lograr despu¨¦s de ese giro pol¨ªtico? ?No era mejor dirigir su atenci¨®n inmediatamente a esas regiones y aclararles los innumerables errores de Pedro Castillo, antes que sonre¨ªr frente a las bancadas de la derecha peruana?
Mucha agua ha corrido debajo del puente desde entonces. M¨¢s de cincuenta muertos tras la violenta represi¨®n policial ¡ªmuchos de ellos sin siquiera participar de las protestas y que para unos extremistas est¨¢n ¡°bien muertos¡±¡ª, un polic¨ªa quemado junto a su patrulla, comisar¨ªas y fiscal¨ªas incendiadas, ambulancias que son emboscadas; escenas que dan cuenta de la barbarie. Una barbarie que se ha convertido en rutina. Per¨² es un pa¨ªs que ha normalizado tener sus carreteras bloqueadas y aeropuertos asediados, y que ya no importe que sea un enfermo grave quien se perjudique ni que sean mafias criminales las que comienzan a cobrar cupos para permitir el paso. Barbarie que nos dejan las ¡ªcada vez m¨¢s frecuentes¡ª escenas de enfrentamiento entre manifestantes y contra manifestantes, donde chocan la xenofobia, el racismo y la impotencia de muchos comerciantes que enfrentar¨¢n una quiebra cierta en negocios que no se mueven desde hace semanas. Somos un pa¨ªs con una econom¨ªa informal, donde un d¨ªa sin trabajo hace pasar hambre, y aun as¨ª muchos comerciantes de mercados de abastos realizan colectas para financiar los gastos de los manifestantes, duele el hambre, pero para muchos, a veces duele m¨¢s la indiferencia.
Pero tambi¨¦n forma parte de nuestra nueva rutina, el rid¨ªculo. El rid¨ªculo de los desfiles policiales y militarizares por carreteras y calles que tratan de exhibir una idea de poder tan setentera, a la que solo hace falta agregarle la ¡°Marcha Imperial¡± de John Williams. Rid¨ªculo como las detenciones que ha perpetrado la polic¨ªa en la Universidad Mayor de San Marcos, donde tuvo que liberar a todos los detenidos entre los que hab¨ªa embarazadas y menores de edad. Rid¨ªculo como las teor¨ªas semi¨®ticas de los colores encontrados por la polic¨ªa en los escudos de los manifestantes, o rid¨ªculo como el reconocimiento de la ministra de relaciones exteriores ante el New York Times de que no tienen evidencias claras de que haya criminales instigando las protestas, pese a que semanas atr¨¢s la presidenta Boluarte hab¨ªa insistido en sus conferencias de prensa que hab¨ªa criminales incitando y financiando las protestas. La rutina del rid¨ªculo.
No existen mediadores habilitados. Quiz¨¢ porque nuestras ¨¦lites pol¨ªticas, intelectuales, period¨ªsticas y empresariales se alejaron cada vez m¨¢s de la ciudadan¨ªa y, seg¨²n Ipsos, somos una de las ciudadan¨ªas que m¨¢s desconf¨ªa de sus expertos. Quiz¨¢ porque hasta los expertos se han prestado para el rid¨ªculo. En televisi¨®n, hay productores que tienen una agenda pol¨ªtica irreflexiva, al extremo que tienen contratada a la mejor empresa de estudios de mercado peruana, pero prefieren difundir sondeos entre sus televidentes que no tienen ninguna representatividad, haci¨¦ndolos pasar como rigurosos cuando todos saben que cada una de esas pesquisas es un elogio al arte del enga?o. Quiz¨¢ no les bast¨® con hipotecar su prestigio cuando hicieron desfilar a un criptoanalista que demostrar¨ªa el fraude de las elecciones del 2021. Woody Allen recordaba que del rid¨ªculo no se vuelve, pero algunos medios peruanos est¨¢n dispuestos a visitarlo cotidianamente, no quieren volver sino quedarse a residir en el rid¨ªculo. Rid¨ªculo como el de algunos ex funcionarios de izquierda del gobierno de Pedro Castillo, que guardaron g¨¦lido silencio cuando sus corruptelas comenzaron a destaparse, pero que hoy aparecen como defensores de las causas populares, m¨¢s interesados en empujar al abismo antes que al di¨¢logo, m¨¢s interesados en contar muertos que en responder a las varias acusaciones que pesan en su contra.
As¨ª la crisis peruana se empantana, sin pol¨ªticos, sin partidos, sin l¨ªderes, sin mediadores. La crisis del 2001 pudo salvarse porque hab¨ªa liderazgos que permitieron que Valent¨ªn Paniagua liderara la transici¨®n pol¨ªtica hacia unas elecciones generales que dieron a Alejandro Toledo como ganador. El 2023 nos encuentra sin l¨ªderes pol¨ªticos que hagan digerible la transici¨®n, con un parlamento infantil y decadente, que ha prologado el debate de adelanto de elecciones hasta el extremo de la indignante exasperaci¨®n, que habite en otra dimensi¨®n, con f¨®rmulas irreconciliables, donde la Asamblea Constituyente ha planeado otra vez.
Una Asamblea Constituyente que casi hab¨ªa sido sepultada por Pedro Castillo y su impopularidad, pero que la presidenta Boluarte y las bancadas de la derecha en su af¨¢n de negar que la pradera se estaba incendiando, han conseguido volver a recolocar en el debate p¨²blico. La izquierda ha trabajado con empe?o por la Asamblea Constituyente, pero nadie ha trabajado tanto por la Constituyente como las intervenciones parlamentarias de los congresistas de la derecha peruana ¡ªenfrentados puerilmente y donde el fujimorismo ha intentado desmarcarse, aunque sea uno de sus parlamentarios el que haya vertido gasolina despreciando a la wiphala¡ª, o las conferencias de prensa de la presidenta Boluarte minimizando las protestas cada vez que puede. Sucede que nadie ha hecho m¨¢s por el antiestablishment peruano, que los actores pol¨ªticos del establishment. Si se perpet¨²a la ruta c¨ªclica peruana, ellos volver¨¢n a hacer m¨¢s posible que un populista autoritario antisistema tenga muchas posibilidades el 2023 o 24, o cuando se le antoje al Congreso. El Per¨² contin¨²a, despiadadamente, su marcha segura hacia la ingobernabilidad, donde se pierde y se vuelve a perder: la rutina de la derrota.
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