Erdogan sale ileso de la mala gesti¨®n del terremoto: ¡°?Qui¨¦n nos va a construir las casas si no?¡±
El partido del presidente de Turqu¨ªa perder¨¢ entre 4 y 10 puntos porcentuales de voto, pero aun as¨ª seguir¨ªa siendo la fuerza m¨¢s votada en las elecciones generales del pr¨®ximo 14 de mayo, seg¨²n las encuestas
¡°Esto no fue un terremoto¡±, rememora Mehmet sentado bajo una higuera que sirve para asegurar los pl¨¢sticos de la tienda de campa?a en que habitan su familia y la de su hermano: ¡°Fue como el D¨ªa del Juicio Final¡±. ¡°Cuando la trompeta sea soplada una primera vez y la tierra y las monta?as sean elevadas y choquen unas contra otras¡¡±, es uno de los vers¨ªculos con los que el Cor¨¢n describe el Apocalipsis, por lo que no es extra?o que el final de los tiempos le viniera a la cabeza este hombre de mediana edad cuando la tierra comenz¨® a temblar la madrugada del pasado 6 de febrero en su pueblo de Sekeroba, a unos 25 kil¨®metros del epicentro del se¨ªsmo de magnitud 7,8 y en plena falla del este de Anatolia: ¡°Las casas se mov¨ªan de un lado a otro y de arriba a abajo¡±.
Su vivienda, por fortuna, se mantuvo en pie ¡ªaunque hoy es inhabitable¡ª, pero en el exterior, entre las tinieblas, el panorama era dantesco: ¡°Desde bajo la tierra surg¨ªan los alaridos, gritos de personas, que ped¨ªan ayuda¡±. Al disiparse la oscuridad, la gente del pueblo trajo una excavadora, y ¨¦l, que es operador de maquinaria, empez¨® a retirar escombros: ¡°Durante tres d¨ªas saqu¨¦ personas vivas, cad¨¢veres, animales atrapados¡ Rescatamos a un anciano al que se le hab¨ªan aplastado las piernas y lo mantuvimos con vida durante horas, pero muri¨® porque no vino nadie a ayudar. Estuve trabajando tres d¨ªas sin parar, pero, al tercero, se termin¨® la gasolina. Me dije que el Estado nos traer¨ªa m¨¢s, pero no vino nadie en dos semanas¡±. Y en esos d¨ªas en que tard¨® en aparecer el Estado, las voces de los sepultados entre las ruinas de sus hogares fueron apag¨¢ndose hasta extinguirse.
Se han cumplido tres meses desde el terremoto que mat¨® a m¨¢s de 50.000 personas ¨²nicamente en Turqu¨ªa, aunque hay quienes creen que son muchos m¨¢s porque no todas las v¨ªctimas han sido identificadas. M¨¢s de 2,7 millones de personas siguen desplazadas, y la mayor¨ªa vive en asentamientos provisionales. Muchos no saben qu¨¦ ser¨¢ de su vida, pues, adem¨¢s de sus viviendas, han perdido los medios de subsistencia y dependen de la ayuda humanitaria parar cubrir sus necesidades.
En Sekeroba, de 8.000 habitantes, la mayor¨ªa vive en tiendas de campa?a, aunque un mes antes de las elecciones se comenzaron a edificar dos campamentos de barracones donde ya han sido alojadas unas 200 familias. ¡°Solo se los dan a los enchufados por el muhtar [alcalde de aldea]¡±, se queja la esposa de Mehmet: ¡°Mi marido tiene insuficiencia pulmonar por un problema gen¨¦tico, y mi cu?ado est¨¢ con el pulm¨®n trasplantado¡±.
Desde el cataclismo, la vida de Mehmet es una hilera de calamidades que har¨ªan replantearse sus convicciones, incluso al mism¨ªsimo santo Job. Su estado de salud se ha resentido por las semanas pasadas al raso a varios grados bajo cero, y ahora por el calor que soporta bajo los pl¨¢sticos de la tienda de campa?a. El doctor al que acude a las revisiones, en Adana, a 150 kil¨®metros de su pueblo, le ha recomendado ingresarlo, pero ahora no pueden porque en el hospital han aumentado los casos de tuberculosis y podr¨ªa contagiarse. Y, como no le otorgan un barrac¨®n, decidi¨® responder a un anunciante de Facebook que afirmaba venderlos: transfiri¨® 25.000 liras (unos 1.200 euros), pero result¨® ser una estafa. Cuando este periodista encuentra a Mehmet, acaba de regresar en su coche ¡ªun modelo de los a?os noventa, la ¨²nica pertenencia que le queda, junto a algunos muebles rescatados de su vivienda¡ª de poner la denuncia en la Gendarmer¨ªa: ¡°Como si no hubiera sido suficiente golpe el terremoto, ahora nos golpea nuestra propia gente. ?Panda de oportunistas!¡±.
En Sekeroba la rabia hacia el Gobierno por la falta de ayuda es patente. El se?or Arif ayuda a su t¨ªo a arreglar las acequias de su huerta, da?adas por el temblor. Tampoco tiene mucho m¨¢s que hacer porque toda la maquinaria de la cantera donde trabajaba fue destruida: ¡°No hay trabajo. Hay ayudas, pero nosotros no las vemos. No se reparte de forma justa¡±. Varios se quejan de eso y de que, cada vez que hay un reparto de tiendas de campa?a, ropa o suministros, tienen que ¡°pelearse¡± con los vecinos para conseguir algo.
Propaganda gubernamental
Sin embargo, cuando se les pregunta por su voto en las elecciones generales del pr¨®ximo 14 de mayo, ninguno duda: votar¨¢n por el actual presidente, el islamista Recep Tayyip Erdogan. ¡°No queda m¨¢s remedio que votar a Tayyip. ?Qui¨¦n nos va a construir las casas si no? ?Esos traidores de la oposici¨®n que van de la mano con los terroristas?¡±, opina Mehmet. El candidato de la oposici¨®n, el centroizquierdista Kemal Kili?daroglu, que saca una ligera ventaja a Erdogan en las encuestas, ha prometido no solamente completar la reconstrucci¨®n, sino entregar a los damnificados las nuevas viviendas de manera gratuita, algo que costar¨ªa al Estado una partida presupuestaria equivalente a un m¨ªnimo del 5% del PIB de Turqu¨ªa. No obstante, es probable que ni Mehmet ni Arif hayan escuchado esa propuesta porque en varios kil¨®metros a la redonda ¨²nicamente hay carteles de propaganda del partido gobernante, el AKP, en los que promete una r¨¢pida reconstrucci¨®n: ¡°La elecci¨®n correcta: AKP¡±. ¡°El hombre adecuado para el momento justo: Erdogan¡±. La mayor¨ªa de canales de televisi¨®n dedican buena parte de su programaci¨®n a retransmitir los actos de Erdogan, y la oposici¨®n solamente aparece cuando tiene discusiones internas o en los propios discursos del presidente. En ellos, la acusa de querer excarcelar a terroristas, de imponer una agenda LGTI o de que los 300.000 millones de d¨®lares en inversi¨®n extranjera que ha prometido atraer ser¨¢n los de traficantes del hach¨ªs y la hero¨ªna.
Uno de los primeros actos de campa?a de Erdogan ha sido la inauguraci¨®n de las casas de Belpinar, una aldea cercana a Sekeroba, donde ya se han entregado 14 nuevos chalets de 120 metros cuadrados para los damnificados. ¡°Nos dijeron que las terminar¨ªan para la Fiesta del Sacrificio [finales de junio], pero las han terminado mucho antes ?Alabado sea Dios! Y son mucho mejores que las casas que ten¨ªamos antes¡±, se enorgullece el se?or Demir. La entrada del nuevo pueblo es un arco con el logo de AFAD, la agencia estatal de gesti¨®n de emergencias. Pero, por la otra cara del arco, est¨¢ colgado un cartel con un lema del AKP y la efigie de Erdogan, de manera que sea lo primero que vean los habitantes de las nuevas viviendas en cuanto pongan un pie en el porche. No vayan a olvidarse cuando acudan a las urnas.
Las encuestas indican que, en la zona del terremoto, el partido de Erdogan perder¨¢ entre 4 y 10 puntos porcentuales de voto, pero aun as¨ª seguir¨ªa siendo la fuerza m¨¢s votada, con bastante margen. En declaraciones al portal de noticias Bianet, Erman Bakirci, investigador de la empresa demosc¨®pica Konda, explic¨® que si bien la intenci¨®n de voto al AKP se redujo despu¨¦s del terremoto, luego se ha recuperado: ¡°No es que nada haya cambiado, pero el cambio es muy moderado¡±.
¡°El voto a nuestro presidente es muy alto en esta provincia, m¨¢s de 70 %, y creemos que volver¨¢ a ganar¡±, explica ufano el responsable de medios del AKP en Kahramanmaras, Sefa Ekmek?i, de 34 a?os y que lleva la mitad de su vida militando en el partido: ¡°Est¨¢ claro que el terremoto es algo nuevo y no tenemos con qu¨¦ compararlo para saber c¨®mo afectar¨¢ al voto. Pero, all¨¢ adonde vamos, todos nos dicen lo mismo: ¡®Si hay alguien que puede reconstruir es Erdogan¡¯¡±.
En toda Turqu¨ªa, y tambi¨¦n en la provincia de Kahramanmaras, una de las m¨¢s devastadas por el se¨ªsmo, hay, eso s¨ª, una creciente diferencia generacional. ¡°Antes siempre vot¨¦ a Erdogan, pensaba que este hombre lo pod¨ªa hacer todo, que no hab¨ªa alternativa. Ya no¡±, explica Volkan, un joven de 28 a?os que perdi¨® el apartamento al que se hab¨ªa mudado el a?o pasado, nada m¨¢s casarse. Tambi¨¦n su empleo, pues la f¨¢brica en que trabajaba qued¨® destruida. Ahora vive, con su mujer embarazada de ocho meses, en una tienda junto a la casa de sus padres, porque los alquileres en los edificios que han quedado en pie se han multiplicado por cuatro o por cinco. ¡°A mis padres no les he podido convencer de cambiar el voto. Mi madre no sabe leer ni escribir, ella votar¨¢ a la bombilla [el s¨ªmbolo del partido de Erdogan]¡±.
La campa?a del principal partido opositor, el centroizquierdista CHP, se dirige desde unos barracones en un solar vac¨ªo, pues sus sedes en Kahramanmaras quedaron destruidas. Unal Ates, jefe de distrito del partido, afirma que, en esta zona extremadamente conservadora, ahora tienen m¨¢s facilidades para hacer propaganda pol¨ªtica, ya que la gente no les ataca tanto y est¨¢ m¨¢s dispuesta a escucharles, aunque muchos les siguen preguntando por qu¨¦ est¨¢n en contra de la religi¨®n y a favor de los terroristas (el discurso que emite el campo gubernamental). Con todo, el c¨¢lculo m¨¢s optimista del CHP en Kahramanmaras prev¨¦ que dos de los ocho diputados que se reparten en la provincia pasen al bloque opositor (actualmente, los partidos que apoyan a Erdogan tienen siete esca?os). ¡°Cualquier otro partido que hubiera hecho esta mala gesti¨®n del terremoto ser¨ªa borrado de la pol¨ªtica¡±, opina Ates: ¡°Sin embargo, hay much¨ªsima gente que ha establecido un lazo emocional tan fuerte con Erdogan que, pese al enfado con el Gobierno, busca excusas para seguir vot¨¢ndolo¡±.
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