Una ruptura que desplaza a Turqu¨ªa m¨¢s al este
Adem¨¢s de demostrar la invencibilidad de Erdogan, las elecciones del domingo marcan un giro que desilusionar¨¢ a los grupos laicos y prooccidentales, especialmente mujeres y j¨®venes
Las elecciones turcas del domingo, calificadas de ¡°existenciales¡± por muchas razones, probablemente pasar¨¢n a la historia del pa¨ªs como los comicios que no solo demostraron la invencibilidad de Erdogan, sino tambi¨¦n, una vez m¨¢s, el malestar cr¨®nico de sus adversarios por no ser capaces de convencer y movilizar a las masas para defender lo que queda de su orden democr¨¢tico.
Recep Tayyip Erdogan, que ha dominado la escena pol¨ªtica turca durante dos d¨¦cadas, ha vuelto a dar una sorpresa a todos los que pensaban que le hab¨ªa llegado la hora de irse. No solo ha logrado mantener su mayor¨ªa en el Parlamento ¡ªal obtener unos 320 esca?os de un total de 600¡ª, sino que tambi¨¦n se le ha escapado por poco su objetivo crucial: ganar la carrera presidencial en la primera vuelta. Ha concentrado el 49,5% de los votos, con un margen de cinco puntos porcentuales entre ¨¦l y su rival, Kemal Kili?daroglu, candidato del bloque de la oposici¨®n, formado por seis partidos. Este resultado ha pillado desprevenidos a casi todos los observadores, incluidos los institutos de sondeos m¨¢s fiables de Turqu¨ªa, que, aparentemente enga?ados por el electorado, hab¨ªan pronosticado una victoria de Kili?daroglu.
La decepci¨®n entre las formaciones rivales, que albergaban grandes esperanzas, sus partidarios de la ¨¦lite y, sobre todo, los votantes, se ha convertido r¨¢pidamente en una mezcla de desilusi¨®n, desesperaci¨®n y rabia. El trauma durar¨¢ mucho tiempo, por m¨¢s que la oposici¨®n hable de juego sucio y manipulaci¨®n.
En cierto modo, es una repetici¨®n del guion pol¨ªtico puesto en escena en el crucial refer¨¦ndum de abril de 2017, que por un estrecho margen otorg¨® a Erdogan una superpresidencia con poderes extremadamente reforzados y autoridad para dise?ar una autocracia dura con bastante ¨¦xito. Podr¨ªa decirse que las elecciones generales de 2018 tambi¨¦n fueron una especie de ensayo general para las decisivas elecciones del pasado domingo.
Erdogan, imitado en algunos aspectos por el h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n, ha devorado o demolido a¨²n m¨¢s los medios de comunicaci¨®n, ha desmantelado el Estado de derecho y ha acabado en la pr¨¢ctica con la separaci¨®n de poderes. Al tiempo que mantiene encarcelados a 40.000 presos pol¨ªticos (alrededor de 11.000 de ellos kurdos, y el resto, g¨¹lenistas) sin que sus aliados occidentales protesten, el hombre fuerte de Turqu¨ªa se ha hecho con el control de instituciones estatales aut¨®nomas clave, como la Junta Electoral Suprema. Recientemente, varios de sus miembros (jueces) fueron nombrados por ¨¦l, elegidos entre los que ten¨ªan formaci¨®n en la escuela de imanes. El Consejo Supremo de Radio y Televisi¨®n, as¨ª como la Direcci¨®n de las Tecnolog¨ªas de la Informaci¨®n tambi¨¦n est¨¢n bajo su control, y mantienen una vigilancia estrecha y constante sobre los medios de comunicaci¨®n.
As¨ª pues, considerando todo este despotismo, la instrumentalizaci¨®n por parte de Erdogan de los poderes del Estado ha venido muy bien para obtener los ¨²ltimos resultados, y hace que resulte pr¨¢cticamente imposible que la oposici¨®n los impugne con ¨¦xito.
Lo que ha sido distinto esta vez respecto a las elecciones anteriores es la mayor falta de fiabilidad del flujo de datos de los colegios electorales y el papel de dos ministros. Hasta el intento de golpe de Estado en 2016, en las elecciones turcas siempre hubo m¨²ltiples fuentes que realizaban el seguimiento del recuento de votos; hab¨ªa al menos cuatro agencias de noticias nacionales. Tras la declaraci¨®n del Estado de emergencia inmediatamente despu¨¦s del fracaso de la intentona golpista, Erdogan las cerr¨® todas y se adue?¨® de ellas, a excepci¨®n de una agencia privada leal y la fuente principal, la Anatolian Agency (AA), semioficial.
De modo que, cuando Turqu¨ªa abri¨® las urnas a primeras horas del domingo, solo quedaban la AA, que, seg¨²n se afirmaba, se hab¨ªa conectado directamente a la base de datos del AKP, y una rival peque?a y bastante disfuncional, Anka Agency, cuyo flujo de datos estaba vinculado a la red del principal partido de la oposici¨®n, el CHP. Se daban todas las condiciones para crear una confusi¨®n en la que los medios convencionales estaban ausentes gracias a los esfuerzos de Erdogan por aniquilarlos (lo que significa que no hab¨ªa un equivalente de EL PA?S o una emisora p¨²blica imparcial). Por lo tanto, los dos flujos de datos no paraban de contradecirse.
El peque?o grupo de canales de oposici¨®n se sent¨ªa cada vez m¨¢s frustrado. Los alcaldes de Estambul, Ekrem Imamoglu, y de Ankara, Mansur Yavas, ambos candidatos a la vicepresidencia, acusaban a la AA de manipulaci¨®n, pero en vano. En cuanto a los medios progubernamentales, el espect¨¢culo continu¨® hasta que los gr¨¢ficos basados en los datos de la AA reflejaron que alrededor del 50% de los votos era para Erdogan y alrededor del 43% para Kili?daroglu. Durante el resto de la noche, los desesperados medios de comunicaci¨®n de la oposici¨®n y los expertos no pararon de quejarse al un¨ªsono. La ¨²ltima palabra, c¨®mo no, la ten¨ªa la Junta Electoral Suprema, cuyas decisiones no eran recurribles, y hacia el final de la noche, confirm¨® la informaci¨®n que hab¨ªa comunicado la AA.
Cuando Erdogan apareci¨® poco despu¨¦s en el famoso balc¨®n de la sede del AKP en Ankara, sus felices partidarios escucharon la voz de la confianza, un vencedor que declaraba que, aunque el resultado todav¨ªa no era oficial, el camino estaba despejado. En pocas palabras, toda la coreograf¨ªa que lleva la firma de Erdogan ha sido un ejemplo de libro de c¨®mo un aut¨®crata juega sus cartas para consolidar a¨²n m¨¢s su poder. Parec¨ªa saber lo que ten¨ªa entre manos: el 14 de mayo era la fecha, y lo que alarma a sus adversarios es que esta vez su Gobierno podr¨ªa durar toda la vida.
La oposici¨®n hab¨ªa generado expectativas enormes. Para ellos, esa fecha significar¨ªa el derrocamiento de un cuasidictador a trav¨¦s de las urnas en el centenario del pa¨ªs. Turqu¨ªa ense?ar¨ªa as¨ª al mundo la esperanzadora lecci¨®n de que se puede expulsar a un d¨¦spota mediante una simple votaci¨®n, algo sin precedentes en la historia pol¨ªtica del mundo. Pero se ha demostrado que estaban muy equivocados.
Aun as¨ª, hay un rayo de esperanza para los optimistas que quedan entre las filas de la oposici¨®n. ?Se puede derrotar a Erdogan el 28 de mayo? Una vez m¨¢s, los realistas y los optimistas podr¨ªan no estar de acuerdo. Mis compa?eros partidistas podr¨ªan seguir apostando por una victoria sorpresa de Kili?daroglu, pero es posible que los hechos les contradigan. En primer lugar, Erdogan domina el Parlamento, y eso animar¨ªa a su base de votantes y a todo el posible voto indeciso a respaldarlo. En segundo lugar, los consternados votantes de la oposici¨®n, tras haber perdido la esperanza, podr¨ªan no acudir a votar dentro de dos semanas. En tercer lugar, los peque?os elementos conservadores del bloque de seis partidos de la oposici¨®n han conseguido lo que buscaban: una cantidad considerable de esca?os, desproporcionadamente alta en comparaci¨®n con sus resultados. Es posible que sus piadosos votantes sun¨ªes hayan votado a rega?adientes a Kili?daroglu, un alev¨ª, y tambi¨¦n podr¨ªan quedarse en casa, o incluso votar a Erdogan.
En resumen, estas elecciones consolidan el poder de Erdogan ¡ªal menos en el Parlamento, de momento¡ª y el panorama general de las constelaciones de parlamentarios muestra que Turqu¨ªa se escora a¨²n m¨¢s hacia una extrema derecha con una mezcla m¨¢s fuerte de islamistas y nacionalistas incondicionales. 2023 quiz¨¢ pase a los anales de la historia como un momento decisivo en el que Turqu¨ªa gir¨® sociopol¨ªticamente hacia el este, alej¨¢ndose y desilusionando a sus segmentos laicos, siempre vulnerables y orientados hacia Occidente, especialmente a las mujeres y a los j¨®venes.
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