Palizas, hambre, fr¨ªo y muerte en el agujero negro de la frontera entre Bielorrusia y Letonia
Las autoridades letonas convierten en sistem¨¢ticas las devoluciones en caliente de migrantes de Oriente Pr¨®ximo, a los que Minsk utiliza para ejercer presi¨®n sobre la UE
El drama comenz¨® hace casi dos a?os. Decenas de migrantes llegaron a la frontera entre Bielorrusia y Letonia con la intenci¨®n de cruzar a la Uni¨®n Europea. Las autoridades letonas decretaron el estado de emergencia, vetaron el acceso a la prensa y los activistas, suspendieron la directiva comunitaria de asilo y dieron luz verde a las devoluciones en caliente y al uso de la fuerza. Algunas personas se quedaron atrapadas en tierra de nadie hasta siete meses: hambrientas, heladas, desesperadas y forzadas por los guardias bielorrusos a permanecer en un bosque en el que se violan impunemente los derechos humanos y reina la violencia. Tras un periodo en el que se redujo casi por completo, el flujo de migrantes en la frontera ha vuelto a aumentar notablemente en las ¨²ltimas semanas. ¡°Es inhumano el trato que recibe gente que necesita ayuda imperiosamente¡±, sostiene Ieva Raubisko, una activista letona que se enfrenta a una posible condena de hasta cinco a?os de c¨¢rcel por socorrer a un grupo de sirios exhaustos que acababan de pisar territorio comunitario.
Al mismo tiempo que se produc¨ªan las primeras expulsiones sumarias en la frontera letona, miles de migrantes se agolpaban tambi¨¦n a las puertas de Lituania y, sobre todo, Polonia, acaparando los focos de los medios internacionales. La franja de terreno que separa Letonia y Bielorrusia se convirti¨® r¨¢pidamente en un agujero negro donde son frecuentes las palizas y las descargas el¨¦ctricas; una zona boscosa y muy despoblada en la que varias personas han perdido dedos o extremidades por congelaci¨®n y otras han desaparecido en medio de un apag¨®n informativo.
Tras ser expulsados de territorio let¨®n, cinco sirios, asistidos por abogados bielorrusos exiliados en Lituania, lograron que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictara unas medidas cautelares que exig¨ªan a Letonia que aceptara y ofreciera asistencia m¨¦dica a estas personas, al menos temporalmente.
Conscientes de que ese d¨ªa el grupo tratar¨ªa de volver a cruzar por un punto determinado, Raubisko y un compa?ero viajaron una noche de enero desde Riga hasta la frontera. ¡°Cuando baj¨¦ del coche a esperar a que llegaran, el fr¨ªo era tan espantoso y el paraje tan desolador que ¨²nicamente pod¨ªa pensar ¡®?pero, por favor, c¨®mo sobreviven?¡±, relataba hace unas semanas en un bar de la capital letona esta activista, antrop¨®loga social especializada desde hace m¨¢s de 20 a?os en inmigraci¨®n. ¡°Finalmente, llegaron. Se desplomaron en la nieve al vernos; uno de ellos convulsionaba¡±, prosigue Raubisko, mientras trata de mantener entretenido a su hijo de cuatro a?os.
La antrop¨®loga sab¨ªa que era probable que regresara a Riga con una sanci¨®n administrativa por acudir a la frontera, pero aun as¨ª llam¨® a los guardias fronterizos con la orden del Tribunal de Estrasburgo en mano. Esa misma noche comenz¨® la odisea judicial para los dos activistas; antes de volver a casa, bien entrada la madrugada, ya estaban siendo investigados por un posible delito de ¡°tr¨¢fico de personas¡±. Dos de los sirios, en estado cr¨ªtico, fueron trasladados al hospital; el resto, a un centro de internamiento de migrantes en Daugavpils, la segunda ciudad del pa¨ªs, a 10 kil¨®metros de la frontera. ¡°Mereci¨® la pena. Esas cinco personas han recibido el estatuto de refugiado¡±, resume Raubisko.
¡°A diferencia de Polonia y Lituania, aqu¨ª las muestras de solidaridad con los migrantes han sido pr¨¢cticamente inexistentes¡±, sostiene Nils Muznieks, director regional para Europa de Amnist¨ªa Internacional y residente en Riga. ¡°La prohibici¨®n de acceder a la zona fronteriza ha permitido a las autoridades letonas negar en todo momento lo que est¨¢ ocurriendo¡±, agrega Muznieks, excomisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa. El Gobierno let¨®n sostiene desde el inicio de la crisis que el estado de emergencia es la ¨²nica respuesta posible a ¡°la instrumentalizaci¨®n de la migraci¨®n¡± por parte del r¨¦gimen de Aleksandr Lukashenko. El dictador bielorruso, el principal aliado del Kremlin, alienta la llegada de migrantes de Oriente Pr¨®ximo con la intenci¨®n de trasladarlos a las fronteras comunitarias y, en ocasiones, obligarlos a permanecer all¨ª.
Aleksandra Jolkina, una investigadora especializada en legislaci¨®n comunitaria sobre inmigraci¨®n y asilo, fue la primera en romper el silencio. Recopil¨® 40 testimonios de migrantes, la mayor¨ªa iraqu¨ªes, que hab¨ªan estado atrapados entre diciembre de 2021 y abril de 2022, a los que les confiscaron la documentaci¨®n y los tel¨¦fonos m¨®viles y durante un tiempo no permitieron regresar a Minsk para desistir de su objetivo de llegar a Europa. ¡°A veces los guardas bielorrusos les daban algo de comida, unas gachas o un poco de pan, lo justo para sobrevivir; luego les dec¨ªan que ten¨ªan que volver a cruzar a Letonia¡± explica Jolkina por tel¨¦fono. Su investigaci¨®n sugiere que los migrantes que estuvieron en la frontera en los primeros nueve meses de la crisis, sometidos a expulsiones casi a diario, probablemente no fueron m¨¢s de tres centenares, aunque las cifras oficiales indican que se realizaron m¨¢s de 7.500 devoluciones en caliente en ese per¨ªodo.
Amnist¨ªa Internacional public¨® en octubre un informe de 67 p¨¢ginas con dos decenas de entrevistas que, sumadas a los anteriores testimonios documentados por Jolkina, perfilan un patr¨®n de abusos de las fuerzas de seguridad letonas sobre los migrantes. Los afectados suelen coincidir al describir los ¡°comandos¡± como grupos de miembros de las fuerzas de seguridad con pasamonta?as, armados y sin placas identificativas, que agreden a los migrantes con porras y pistolas t¨¢ser con el consentimiento de las autoridades. Uno de los puntos m¨¢s pol¨¦micos en los que coinciden muchos relatos es la existencia de prisiones secretas en medio del bosque en las que migrantes, incluidos ni?os, son retenidos ¡ªy en ocasiones torturados¡ª antes de ser expulsados a Bielorrusia.
Lenguaje deshumanizador
Algunas personas son admitidas en la frontera por ¡°cuestiones humanitarias¡± y trasladadas a Daugavpils. En el centro de internamiento, seg¨²n testimonios recopilados por Jolkina y Amnist¨ªa, muchos son presionados para firmar declaraciones de retorno voluntario y no llegan a registrar solicitudes de asilo. En diciembre, M¨¦dicos Sin Fronteras abandon¨® Letonia ante ¡°la imposibilidad de proporcionar apoyo m¨¦dico y ayuda humanitaria a los migrantes y solicitantes de asilo¡±. ¡°A diferencia de Polonia y Lituania, los medios de comunicaci¨®n letones no han cubierto este asunto desde la perspectiva de los derechos humanos. No se ha dado voz a las v¨ªctimas y se ha usado un lenguaje deshumanizador contra ellas; tild¨¢ndolas de ilegales y criminales¡±, comenta Jolkina, que en abril comenz¨® a trabajar en el Centro sobre Derecho Migratorio y de Asilo de la Universidad Libre de ?msterdam, donde lleva a cabo un estudio comparativo de las acciones de Letonia, Lituania y Polonia en sus respectivas fronteras.
La situaci¨®n de los migrantes que vagan perdidos por el bosque, en el que habitan osos y lobos y las temperaturas en invierno llegan a desplomarse hasta los 25 grados bajo cero, contrasta con el apoyo de la sociedad y la clase pol¨ªtica letonas a los casi 50.000 ucranios que se han reasentado en el pa¨ªs b¨¢ltico desde el inicio de la invasi¨®n rusa, en febrero de 2022. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n respalda a los guardias fronterizos, los polic¨ªas y los militares desplegados en la zona conflictiva. ¡°Vive muy poca gente cerca de la frontera, pero si alguien ve a un grupo de migrantes que acaba de cruzar, es muy probable que alerte inmediatamente a las autoridades¡±, sostiene Jolkina.
Raubisko, Jolkina o los investigadores de Amnist¨ªa han estado en el punto de mira de algunos destacados pol¨ªticos letones, que los han acusado de ¡°trabajar para el Kremlin¡± o de ser ¡°una herramienta m¨¢s de la guerra h¨ªbrida de Rusia y Bielorrusia¡±. Tambi¨¦n han recibido insultos de toda clase en las redes sociales, donde sale a relucir el odio al migrante de Oriente Pr¨®ximo que ha penetrado en parte de la sociedad letona. ¡°Ha habido muchos comentarios en Twitter que destilaban puro racismo. Hay usuarios que instan a los guardias fronterizos a abandonar a los migrantes hasta su muerte¡±, comenta Jolkina.
Los migrantes llegan a Bielorrusia seducidos por anuncios de agencias de viaje informales en los que se les garantiza el acceso a territorio comunitario por unos 5.000 d¨®lares (4.650 euros). La opci¨®n de hacerlo a pie, y evitar el horror del Mediterr¨¢neo, resulta tentadora para muchos. Hasta ahora, los iran¨ªes, iraqu¨ªes, sirios o afganos que contrataban un paquete para viajar a Letonia comenzaban su viaje con un vuelo a Rusia, donde hac¨ªan escala para llegar a Minsk y de all¨ª ser trasladados en autob¨²s a la frontera. En abril se inaugur¨® una ruta regular entre Teher¨¢n y la capital bielorrusa, que, seg¨²n las autoridades letonas, elevar¨¢ a¨²n m¨¢s la cifra de migrantes en sus lindes.
El pasado jueves, el Parlamento let¨®n dio el primer paso para aprobar unas enmiendas legislativas que permitir¨¢n las devoluciones en caliente sin necesidad de prorrogar el estado de emergencia cada tres meses. Los guardias fronterizos podr¨¢n seguir recurriendo al uso de la fuerza para evitar cruces irregulares y expulsar sin ning¨²n procedimiento a quienes logren atravesar la frontera. La reforma legislativa de Letonia va en l¨ªnea con la aprobada en abril por Lituania. El Gobierno let¨®n argumenta que, entre las personas ¡°instrumentalizadas¡± por el Estado vasallo de Rusia, puede haber algunas con tendencias terroristas o infiltrados de servicios secretos enemigos. Desde agosto, Letonia est¨¢ levantando una robusta valla met¨¢lica en los 173 kil¨®metros que la separan de Bielorrusia, en la que Estados Unidos har¨¢ una inversi¨®n millonaria para elevar las capacidades de detecci¨®n. El Ministerio del Interior let¨®n no ha accedido a responder a este diario.
Conforme Jolkina teji¨® su red de contactos para entrevistar a personas que hab¨ªan pasado meses en ese bosque infernal, comenz¨® a recibir mensajes de familiares desesperados que le enviaban copias de los pasaportes de algunos de sus seres queridos de los que no ten¨ªan noticias. La investigadora alert¨® de las desapariciones a diversas instituciones europeas e internacionales, incluidas la Comisi¨®n Europea y Frontex, la agencia europea de fronteras. Dunja Mijatovic, la comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, fue la ¨²nica que expres¨® p¨²blicamente su preocupaci¨®n. Las autoridades letonas reconocieron la muerte de un afgano por hipotermia el pasado invierno; las bielorrusas admiten haber encontrado un par de cad¨¢veres. Muznieks y Raubisko temen que sean muchos m¨¢s los migrantes an¨®nimos que han perecido en alg¨²n punto entre Bielorrusia y Letonia.
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