La BBC vive su crisis m¨¢s profunda: esc¨¢ndalos sexuales, recortes de personal y nuevas pautas de consumo
La corporaci¨®n brit¨¢nica lucha por continuar como gran referente de prestigio mundial, entre amenazas por las nuevas plataformas y la ca¨ªda de audiencia
La BBC libra una batalla por mantenerse como referente de los medios en un momento en el que las controversias internas, la hemorragia de talento y la presi¨®n de nuevos patrones de consumo amenazan la identidad de uno de los s¨ªmbolos de la personalidad brit¨¢nica. Modelo durante d¨¦cadas de rigor y hasta de orgullo nacional, el consorcio de radiotelevisi¨®n del Reino Unido vive una crisis que lo obliga a justificar su propia existencia, en un contexto de proliferaci¨®n de plataformas alternativas, de la campa?a de hostilidad de un sector del partido del Gobierno y de rivales como el imperio medi¨¢tico de Rupert Murdoch.
El prototipo de financiaci¨®n, mediante una licencia obligatoria que los brit¨¢nicos pagan cada a?o, explica parcialmente las tribulaciones recientes de la BBC. La subvenci¨®n ciudadana directa entra?a una inmensa responsabilidad, en un modelo en el que los deslices se pagan muy caros.
Como consecuencia, las crisis se gestionan en el ojo p¨²blico, con coberturas en las que la BBC es juez y parte. El reciente esc¨¢ndalo sexual de Huw Edwards, uno de los pesos pesados de la cadena, retirado temporalmente de la pantalla, representa uno de los casos m¨¢s evidentes de la complicada contrici¨®n con la que la corporaci¨®n pretende expiar sus flaquezas. Edwards no solo era la cara m¨¢s reconocible, sino la encarnaci¨®n de lo que la BBC quiere proyectar: rigor, solidez y confianza.
Despu¨¦s de que el diario The Sun, propiedad del grupo editorial de Murdoch, publicase alegaciones sobre supuestos pagos de una estrella de la BBC a un joven a cambio de im¨¢genes de alto contenido sexual, la familia de Edwards puso fin a d¨ªas de fren¨¦ticas especulaciones y confirm¨® su identidad. La saga es problem¨¢tica porque nada prueba que hubiese ilegalidad, puesto que no se ha probado que la persona fuese menor de edad, como inicialmente hab¨ªa trascendido.
Aunque el periodista contin¨²a apartado de la parrilla, el lance evidencia la extrema vulnerabilidad de la corporaci¨®n en el actual clima pol¨ªtico y la alargada sombra que todav¨ªa proyectan pol¨¦micas como la de Jimmy Saville, el exc¨¦ntrico DJ que, durante d¨¦cadas, hab¨ªa abusado sexualmente de cientos de personas, la mayor¨ªa menores de edad. Su depravaci¨®n no trascender¨ªa hasta 2012, un a?o despu¨¦s de su muerte.
Si bien el proceder de The Sun puede generar m¨¢s suspicacias deontol¨®gicas que la gesti¨®n de la BBC, el diario consigui¨® golpear donde le hace m¨¢s da?o: en la reputaci¨®n. Sobre todo, tras meses muy complicados que han acuciado el debate sobre su papel en el panorama medi¨¢tico y la delicada disputa sobre la licencia. El problema para la direcci¨®n es la diversidad de los frentes en los que batalla, puesto que, junto a la administraci¨®n diaria de un medio con decenas de miles de empleados y m¨²ltiples divisiones, tanto tem¨¢ticas como geogr¨¢ficas, est¨¢ la rendici¨®n de cuentas ante Gobierno y ciudadan¨ªa.
Esta bicefalia motiva que lo que en otro medio ser¨ªa anecd¨®tico, en la BBC dispare una discusi¨®n nacional. El ejemplo de Gary Lineker es el paradigma: el presentador deportivo, la estrella mejor pagada, fue suspendido temporalmente en marzo del popular programa Match of the Day, que repasa cada fin de semana los partidos de la Premier League, por comparar en redes sociales la ret¨®rica del Ejecutivo de Rishi Sunak en migraci¨®n con la de la Alemania nazi de los a?os treinta. Tras complejas negociaciones y el torrente de comentaristas que rechazaron presentar en solidaridad, Lineker regres¨®. Pero el caso muestra las presiones a las que la BBC est¨¢ sometida, tanto desde fuera, como por su cacareada neutralidad.
La dimisi¨®n del presidente
Las controversias llegan incluso hasta la c¨²pula. El pasado abril, Richard Sharp tuvo que dimitir como presidente por haber vulnerado la normativa de nombramientos p¨²blicos, al no haber declarado su conexi¨®n con un pr¨¦stamo de 800.000 libras (920.000 euros) a Boris Johnson, cuando este era primer ministro. La pol¨¦mica hizo insostenible su continuidad, pero, sobre todo, agrav¨® los ataques sobre la supuesta cercan¨ªa al Ejecutivo conservador, tras a?os de presi¨®n pol¨ªtica y amenazas a la financiaci¨®n.
En el Reino Unido no es un secreto que una facci¨®n de los tories siente un profundo desprecio por la corporaci¨®n. Johnson lleg¨® a poner al frente del Ministerio de Cultura, responsable de medios de comunicaci¨®n, a Nadie Dorries, una pol¨ªtica muy cr¨ªtica con la cadena, a la que acus¨®, desde el cargo, de parcial y nepotista. En sus apenas 12 meses, Dorries congel¨® las 159 libras (184 euros) de coste de la licencia durante dos a?os, empezando en enero de 2022, lo que, en t¨¦rminos pr¨¢cticos, supone un recorte de 400 millones de libras (460 en euros) hasta 2027.
La merma se a?ade a la ca¨ªda de ingresos desde 2010, que ha reducido en casi un tercio los fondos en t¨¦rminos reales y obligado a lo que la cadena llama ¡°dif¨ªciles decisiones¡± en ¡°servicios muy queridos¡±. Algunas divisiones han sido fusionadas y la preocupaci¨®n interna sobre cu¨¢l ser¨¢ la pr¨®xima en desaparecer se suma a las dudas sobre si la corporaci¨®n contar¨¢ con el poder¨ªo financiero necesario para consolidar la transici¨®n hacia la futura generaci¨®n de consumo y competir con gigantes exentos de constricciones editoriales y econ¨®micas.
Como parte de esta reducci¨®n de costes, este a?o ha lanzado su nuevo canal de noticias, que combina el hasta abril servicio internacional, BBC World News, destinado a audiencias extranjeras y financiado por publicidad y suscripciones; con el dom¨¦stico, sufragado con la licencia. La fusi¨®n ha provocado bajas entre algunos de los rostros veteranos y supone un experimento complejo, puesto que los canales estaban concebidos para p¨²blicos muy diferentes, pero dada la mengua de fondos y el descenso de espectadores, la decisi¨®n era inevitable.
Precisamente, uno de los retos es garantizar el futuro, cuando, seg¨²n Ofcom, el regulador de comunicaci¨®n brit¨¢nico, solo un 17% del segmento entre 17 y 24 a?os ve el canal de noticias, relegado por fuentes como Instagram, X o TikTok. No obstante, para la BBC no se trata meramente de aumentar audiencia, sino de responder al contrato con la ciudadan¨ªa, establecido por la propia licencia, de suministrar noticias como bien de inter¨¦s p¨²blico.
?xodo de talento
El debate sobre el resbaladizo alcance de la neutralidad ha provocado tambi¨¦n una hemorragia de talento entre pesos pesados que han emigrado a otras plataformas. El ¨¦xodo no responde tanto a mejoras econ¨®micas como a un deseo de ampliar el posicionamiento editorial m¨¢s all¨¢ del equilibrio que impone el libro de estilo de la BBC, sobre todo en un clima de paulatina polarizaci¨®n pol¨ªtica.
Cuando Andrew Marr, durante d¨¦cadas emblema del principal programa pol¨ªtico, The Andrew Marr Show, se uni¨® a Global Player, su emisora de radio, LBC, promocion¨® el fichaje reivindicando que Marr ¡°recupera su voz¡±. Otras caras populares como Jon Sopel, Emily Maitlis y Lewis Goodhall le siguieron para crear The News Agent, un podcast diario en el que no se muerden la lengua y que han convertido en el m¨¢s escuchado del Reino Unido. La ¨²ltima en anunciar su marcha es Yalda Hakim, una de las estrellas con mayor proyecci¨®n, quien con su mudanza a Sky News, propiedad de Rupert Murdoch, ha profundizado en la crisis de identidad, ya que formaba parte del quinteto con el que la BBC quer¨ªa representar la nueva era del canal de noticias.
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