La emulaci¨®n del mal
Cuando se cre¨ªa superada la ¨¦poca de la guerra, los peores ejemplos del pasado regresan como modelo a seguir, ahora y en el futuro
La guerra es injusta por definici¨®n. Todas lo son, con independencia de sus causas y de los argumentos que las acompa?en. Al menos para lo que m¨¢s importa, como son las v¨ªctimas inocentes, los j¨®venes obligados a arriesgar o a perder su vida, sus familias y amigos y el futuro de la sociedad entera. Pero es de justicia defenderse ante un ataque, como hizo Ucrania frente a Putin, en un acto eficaz de coraje colectivo. Como justa fue la respuesta inicial de Israel a la penetraci¨®n de Ham¨¢s en su territorio y al exterminio de la poblaci¨®n civil que encontr¨® a su paso.
Aun teniendo la raz¨®n para la guerra defensiva, cuesta creer que se pueda librar una guerra entera y ganarla sin desbordar los l¨ªmites de la justicia, pero esta es la obligaci¨®n que deben atender los ej¨¦rcitos profesionales y, sobre todo, el poder civil al que sirven. Las investigaciones de la Corte Penal Internacional cuentan con una abrumadora documentaci¨®n sobre el comportamiento criminal de las tropas rusas en Ucrania, pero tambi¨¦n las ucranias han sido involucradas en actos penalmente reprobables que est¨¢n siendo investigados.
Tan importante como que sean justas las razones y los m¨¦todos, es que sea tambi¨¦n justa la paz que luego se imponga. No ser¨¢ justa ni leg¨ªtima una guerra de la que nazca un r¨¦gimen peor, en vez de la paz, la estabilidad y las condiciones de vida decente para todos, tambi¨¦n para los derrotados.
La segunda guerra de Irak fue injusta desde el principio, con la fabricaci¨®n de pruebas falsas sobre las armas de destrucci¨®n masiva para justificarla. Lo fue por la forma como se libr¨®, significada por las torturas de Abu Ghraib y el r¨¦gimen de detenci¨®n infinita de Guant¨¢namo. Y luego por el resultado miserable de la victoria de George W. Bush para el pa¨ªs y la regi¨®n entera. La de Afganist¨¢n, que pudo ser justa en su origen en respuesta a los ataques de Al Qaeda el 11-S, se fundi¨® con la de Irak en injusticias y la super¨® en la miseria de la postguerra, con el regreso de los talibanes y la catastr¨®fica salida de Estados Unidos.
Es dif¨ªcil que alguien ponga hoy en duda la guerra justa de los Aliados contra el totalitarismo nazi-fascista, su militarismo, su racismo y su antisemitismo genocidas, o que se impugne la justicia y el ¨¦xito de la postguerra mundial en Alemania y en Jap¨®n, pero es evidente que los m¨¦todos empleados no fueron siempre justos. Nadie se atreve hoy a declarar justos los bombardeos a¨¦reos brit¨¢nicos que destruyeron las ciudades alemanas ni el arma at¨®mica estadounidense lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki.
Son antecedentes bien vivos, en los que Rusia se escuda para justificar la actual brutalidad de sus guerras. Y tambi¨¦n lo hace Israel cuando se remite a los ataques del 11-S y al Holocausto del pueblo jud¨ªo para exigir manos libres en el asedio sobre Gaza y los bombardeos sin l¨ªmite sobre su poblaci¨®n civil. Cuando se cre¨ªa superada la ¨¦poca de la guerra, los peores ejemplos del pasado regresan como modelo a seguir, ahora y en el futuro. Es la emulaci¨®n del mal, en nombre de la claridad moral, nada menos.
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