Biden: ¡°EE UU no pod¨ªa ni deb¨ªa seguir luchando en una guerra que los afganos no est¨¢n dispuestos a librar¡±
¡°El objetivo del despliegue nunca fue construir una naci¨®n democr¨¢tica, sino luchar contra el terrorismo¡±, ha defendido el presidente, que admite que el colapso del pa¨ªs ¡°fue mucho m¨¢s r¨¢pido de lo esperado¡±
El presidente de EE UU, Joe Biden, ha defendido este lunes con firmeza su decisi¨®n de retirarse de Afganist¨¢n y ha atribuido a los l¨ªderes afganos el colapso del pa¨ªs -¡±mucho m¨¢s r¨¢pido de lo esperado¡±, admiti¨®- por su falta de voluntad pol¨ªtica para unir fuerzas contra los talibanes. Ni asomo de autocr¨ªtica en una alocuci¨®n esperada por el vertiginoso ritmo de los acontecimientos en Kabul; solo la justificaci¨®n de la retirada con argumentos ya conocidos. ¡°Los soldados americanos no pod¨ªan ni deb¨ªan seguir luchando y muriendo en una guerra que los afganos no est¨¢n dispuestos a librar¡±, dijo, tras referirse a ¡°la rendici¨®n¡± y la marcha de las autoridades afganas, con el presidente Ashraf Ghani a la cabeza, tras la entrada de los muyahidines en Kabul este domingo.
Como hab¨ªan reiterado representantes de su Gobierno durante el fin de semana, los objetivos de la presencia de EE UU en Afganist¨¢n se alcanzaron ¡°hace una d¨¦cada¡±: frenar a Al Qaeda y capturar a Osama Bin Laden. ¡°Pero la amenaza terrorista ha rebasado ampliamente Afganist¨¢n y llegado a otros pa¨ªses¡±, entre los que cit¨® Somalia (Al Shabab) o Irak y Siria bajo el ISIS. ¡°El objetivo del despliegue nunca fue construir una naci¨®n democr¨¢tica, sino evitar un ataque terrorista en EEUU¡±, un argumento, record¨® Biden, que defiende desde sus tiempos como vicepresidente de Barack Obama.
El mandatario asegur¨® que ante ¨¦l solo hab¨ªa dos opciones: seguir el acuerdo suscrito por Trump con los talibanes en febrero de 2020 ¡°o escalar el conflicto¡± b¨¦lico. Pero ¡°si las fuerzas afganas no iban a luchar, permanecer un a?o o m¨¢s no iba a significar nada¡±, subray¨®, acusando a los l¨ªderes afganos de falta de voluntad pese a haberles dado ¡°todo lo que necesitaban¡±.
El presidente guard¨® silencio durante todo el fin de semana, en un mutismo subrayado por el ritmo de los acontecimientos, hasta que las im¨¢genes de caos y violencia de una turbamulta desesperada en el aeropuerto de Kabul aconsejaron la interrupci¨®n de sus vacaciones para dirigirse a la naci¨®n, a primera hora de la tarde de este lunes, con unas declaraciones que solo horas antes a¨²n no ten¨ªan calendario.
En su pen¨²ltimo intento de justificar la decisi¨®n de abandonar Afganist¨¢n, Biden hab¨ªa vuelto a insistir por la ma?ana, por medio de su asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, en que la ca¨ªda de Kabul no era inevitable y que la responsabilidad del colapso deb¨ªa atribuirse a las fuerzas afganas. Este argumento, junto con la promesa de ¡°liderar a la comunidad internacional en la defensa de los derechos humanos en Afganist¨¢n¡± -un brindis al sol anunciado tambi¨¦n hoy por Sullivan-, es el cortafuegos que la Administraci¨®n de Biden ha interpuesto ante el alud de cr¨ªticas por la evacuaci¨®n precipitada del pa¨ªs centroasi¨¢tico.
Biden pas¨® el fin de semana en la residencia de Camp David, desde donde vol¨® a mediod¨ªa de hoy a la Casa Blanca pese a que en principio pensaba quedarse hasta el mi¨¦rcoles, y a donde regres¨® despu¨¦s de pronunciar su discurso. El suyo fue un fin de semana sin comparecencias p¨²blicas -salvo una foto que le muestra solo, siguiendo en varias pantallas el colapso de Kabul- y con un anuncio de tintes dom¨¦sticos, su fuerte: el aumento en un 25% de la cuant¨ªa del programa del Gobierno federal contra el hambre, el sistema de cupones de alimentos.
Agenda dom¨¦stica
Biden nunca ha ocultado su intenci¨®n de soltar amarras de conflictos lejanos para centrarse en la recuperaci¨®n y reconstrucci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs tras la pandemia, pero los logros del arranque de su mandato (el rescate para las v¨ªctimas del coronavirus, el plan de infraestructuras y el paquete adicional de ayudas sociales, en tr¨¢mite) pueden quedar empa?ados por el fiasco de Afganist¨¢n, mientras Washington depura responsabilidades por los errores de c¨¢lculo sobre el terreno.
Tras solo siete meses en la Casa Blanca, la retirada de Afganist¨¢n se cerner¨¢ como una losa sobre el resto de su mandato. Pocos entre los dem¨®cratas y los republicanos, o el grueso de la opini¨®n p¨²blica, discut¨ªan la pertinencia de la salida, pero s¨ª la oportunidad y el modo. Y lo visto en Afganist¨¢n estos d¨ªas confirma seg¨²n la mayor¨ªa de analistas la desconexi¨®n entre la realidad sobre el terreno y los an¨¢lisis de inteligencia y defensa, reduciendo a la categor¨ªa de an¨¦cdota aquel ¡°misi¨®n cumplida¡± de George W. Bush, proclamado en mayo de 2003, pocos d¨ªas despu¨¦s de la invasi¨®n de EE UU de Irak, antes de que el pa¨ªs fuera engullido por la violencia sectaria y la barbarie del ISIS. En comparaci¨®n con el triunfalismo de Bush -el mismo que embarc¨® a EE UU en la ¡°guerra contra el terrorismo¡± afgana tras el 11-S-, la confianza de Biden en una salida sin consecuencias de Afganist¨¢n suena a muchos a ingenuidad o miop¨ªa.
Sobreestimaciones y errores
Para algunos analistas, la convicci¨®n de Biden de que Afganist¨¢n no iba a caer en manos de los talibanes es un ejemplo de wishful thinking, basado en un c¨²mulo de sobreestimaciones (la capacidad real de las fuerzas afganas, por ejemplo) y errores tales como ignorar el precedente de Irak, o la propia estructura feudal de Afganist¨¢n. Altos cargos del Pent¨¢gono, a la cabeza de ellos su secretario de Defensa, Lloyd Austin, y el general Mark Milley, responsable de la Junta de Jefes del Estado Mayor, intentaron convencerle a finales de marzo de dejar un ret¨¦n de unos pocos miles de tropas -de 3.000 a 4.500, casi el doble que los efectivos desplegados entonces- para evitar una repetici¨®n de la deriva b¨¦lica de Irak, cuando en 2014 el Ej¨¦rcito regular fue derrotado por el ISIS tras la salida de las tropas de combate de EE UU, lo que oblig¨® al entonces presidente, Barack Obama, a enviar m¨¢s efectivos al pa¨ªs ¨¢rabe.
La insistencia de Biden en la necesidad de abandonar Afganist¨¢n, convencido de que la presencia de EE UU solo aumentar¨ªa la dependencia de Kabul, era ya definitiva en abril, cuando anunci¨® la retirada, en principio para el 11 de septiembre. A finales de junio, las agencias de inteligencia sosten¨ªan que la amenaza sobre Kabul tardar¨ªa a?o y medio en concretarse si los talibanes continuaban ganando terreno, como hab¨ªan venido haciendo tras el acuerdo de retirada suscrito por Trump con los muyahidines en febrero de 2020.
La realidad ha demostrado este fin de semana que a los talibanes les han bastado diez d¨ªas para darse un paseo militar por Afganist¨¢n, Kabul incluido. La atribuci¨®n de responsabilidades alcanza a todo el aparato de la Administraci¨®n de Biden, pero tambi¨¦n a las tres anteriores, por la sucesi¨®n de errores cometidos durante 20 a?os, los que ha durado el despliegue estadounidense.
Tropa analfabeta
Seg¨²n un an¨¢lisis de la agencia France Presse, el primero de ellos fue un equipamiento militar de ¨²ltima generaci¨®n, pensado a medida de un Ej¨¦rcito moderno, pero inadecuado en un pa¨ªs donde solo el 30% de la poblaci¨®n tiene acceso a suministro el¨¦ctrico solvente y buena parte de las tropas, analfabetas, carec¨ªa de la capacitaci¨®n para usarlo. Seg¨²n el ¨²ltimo informe del SIGAR (siglas en ingl¨¦s de la oficina del inspector general para la reconstrucci¨®n de Afganist¨¢n), presentado la semana pasada al Congreso, ¡±los sistemas avanzados de armas, veh¨ªculos y log¨ªstica utilizados por los militares occidentales estaban lejos de las capacidades de la fuerza afgana, en gran parte analfabeta y sin educaci¨®n¡±.
Otro error de c¨¢lculo fue la confianza en la superioridad num¨¦rica de las fuerzas afganas -un total de 300.000 efectivos, entre militares y polic¨ªas- frente a los 70.000-75.000 talibanes, como subray¨® Biden el mes pasado. En realidad, en julio de 2020, seg¨²n el Centro de Lucha contra el Terrorismo de la Academia Militar de West Point, de los 300.000 solo 185.000 eran efectivos del ej¨¦rcito o fuerzas de operaciones especiales del Ministerio de Defensa, mientras que la polic¨ªa y otros cuerpos de seguridad constitu¨ªan el resto. La evaluaci¨®n de West Point cifraba en un 60% el porcentaje de combatientes entrenados, seg¨²n Afp. Sin contar los 8.000 miembros de la fuerza a¨¦rea, la estimaci¨®n m¨¢s correcta sobre la composici¨®n del Ej¨¦rcito afgano estar¨ªa en los 96.000 efectivos.
A la falta de capacitaci¨®n de la tropa se a?ade la desmoralizaci¨®n, a un ritmo de hasta el 25% de deserciones al a?o hasta 2020, seg¨²n el informe de SIGAR. Entre los motivos para el abandono figura el impago de los salarios -responsabilidad ¨²nica del Gobierno de Kabul tras anunciar EE UU su retirada en abril- y la falta de pertrechos, adem¨¢s de alimentos o suministros. A mantener alta la moral de las tropas tampoco ayud¨®, subraya el informe, la promesa del Pent¨¢gono de seguir ayudando a distancia a las tropas afganas, una vez completada la retirada, mediante la plataforma Zoom, dada la precaria tecnolog¨ªa existente en el pa¨ªs. La retirada de los contratistas de los que depend¨ªa el mantenimiento de la log¨ªstica fue el clavo que remach¨® el ata¨²d.
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