Las acusaciones de antisemitismo ponen contra las cuerdas a las universidades de Estados Unidos
Tras la renuncia de la de Pensilvania, la junta de gobierno de Harvard ha respaldado a su rectora pese a las peticiones de dimisi¨®n por parte de los republicanos y algunos dem¨®cratas
Los campus de EE UU se han convertido en la retaguardia de la guerra de Gaza. Las numerosas manifestaciones propalestinas y el ambiente de hostilidad e inseguridad que dicen sentir muchos estudiantes jud¨ªos han puesto contra las cuerdas a los rectorados, que se debaten entre la protecci¨®n del derecho constitucional a la libertad de expresi¨®n y las presiones de patronos y donantes para que los centros atajen, e incluso castiguen, cualquier manifestaci¨®n considerada antisemita. La crisis, cada vez m¨¢s enconada, ya se ha cobrado su primera v¨ªctima, la rectora de la Universidad de Pensilvania, Liz Magill, que present¨® su dimisi¨®n el s¨¢bado, arrastrando al presidente de la junta de patronos.
En un ejercicio de oportunismo pol¨ªtico, los republicanos han visto una oportunidad de oro para arremeter contra los campus, que consideran bastiones de la izquierda radical y de las teor¨ªas woke, pero esta vez han contado con unos aliados insospechados, los dem¨®cratas: en cuestiones de antisemitismo, como en lo relativo a la ayuda a Israel, no hay medias tintas y los dos partidos cierran filas, salvo unos pocos nombres del ala progresista de los dem¨®cratas. Porque el encendido debate sobre el antisemitismo en los campus no es solo una manifestaci¨®n m¨¢s de las guerras culturales entabladas por los republicanos contra sus adversarios; es una cuesti¨®n visceral, que la guerra de Gaza ha exacerbado.
Una petici¨®n en l¨ªnea reclamando la dimisi¨®n de Liz Magill, que en pocas horas acumul¨® 24.000 firmas, fue la semana pasada la puntilla que precipit¨® la dimisi¨®n de la rectora de Penn, como se conoce a la Universidad de Pensilvania, perteneciente a la exclusiva Ivy League. Magill hab¨ªa comparecido un d¨ªa antes ante el Comit¨¦ de Educaci¨®n de la C¨¢mara de Representantes, bajo control republicano, junto con sus colegas de Harvard, Claudine Gay, y el MIT, Sally Kornbluth. Lejos de calmar los ¨¢nimos, las evasivas respuestas de las tres mujeres a un interrogatorio inquisitorial por parte de los miembros del Comit¨¦ aventaron m¨¢s las cr¨ªticas. Congresistas y donantes consideraron que las rectoras se hab¨ªan puesto de perfil a la hora de condenar de manera expl¨ªcita llamamientos al genocidio de los jud¨ªos en los campus; los dem¨®cratas consideraron el viernes ¡°inaceptables¡± sus respuestas.
La amenaza de un donante de Penn de retirar su contribuci¨®n de 100 millones de d¨®lares, sumada a la petici¨®n online y a duras cr¨ªticas del Gobernador de Pensilvania e incluso de la Casa Blanca, determinaron la dimisi¨®n de Magill. La rectora de Harvard parec¨ªa la siguiente en la lista, pero, despu¨¦s de que el claustro le manifestase su apoyo mediante una carta con m¨¢s de 700 firmas, la junta de gobierno de la universidad ha anunciado este martes que apoya la continuidad de Gay al frente de la instituci¨®n. ¡°Nuestras extensas deliberaciones reafirman nuestra confianza en que Gay es el l¨ªder adecuado para ayudar a nuestra comunidad a recuperarse y abordar los graves problemas sociales a los que nos enfrentamos¡±, dice el comunicado emitido por la junta.
En juego, adem¨¢s de ideas irreconciliables, est¨¢ el millonario presupuesto de las universidades de ¨¦lite. Pensilvania tiene un presupuesto de 21.000 millones de d¨®lares y Harvard, de 50.000 millones, y la fuga de donantes insatisfechos con la gesti¨®n de las protestas por la guerra ha abierto una peligrosa v¨ªa de agua. Pero el aumento de las denuncias de incidentes antisemitas (en ocasiones, un simple eslogan en pro de un alto el fuego o un grito de intifada, percibidos de manera amenazante por algunos estudiantes) tambi¨¦n ha provocado una investigaci¨®n del Departamento de Educaci¨®n que ya alcanza a una docena de centros, entre ellos Harvard, Pensilvania y Columbia, en Nueva York, puede que el impulsor del debate. Todos ellos deber¨¢n responder por la presunta infracci¨®n del T¨ªtulo VI de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que proh¨ªbe la discriminaci¨®n por motivos de raza, color u origen. Los programas acusados de infringir este t¨ªtulo podr¨ªan perder la financiaci¨®n federal. Una de las demandas, firmada por un estudiante israel¨ª de ¨²ltimo curso de Penn, afirma que la universidad se ha convertido en ¡°una incubadora del virulento odio antijud¨ªo¡±.
La tibieza con que Magill, al igual que Gay, respondi¨® a las incisivas preguntas de la republicana Elise Stefanik, confesa trumpista y veh¨ªculo de teor¨ªas conspiradoras como la del gran reemplazo, determin¨® su final. En un minuto de oro que se volvi¨® viral, solo un clip de las m¨¢s de cinco horas de sesi¨®n, Stefanik azuz¨® a las rectoras pregunt¨¢ndoles si los llamamientos al genocidio de jud¨ªos coreados en algunas protestas violaban el c¨®digo de conducta de la universidad. ¡°Depende del contexto¡±, contestaron Magill y Gay, subrayando la obligaci¨®n constitucional de preservar el debate de ideas y la libre expresi¨®n. Las dos hab¨ªan sido entrenadas legalmente por un importante bufete y se enfrentaron a la comisi¨®n como si se tratara de un juicio, no de una comparecencia supuestamente informativa.
Cr¨ªticas por un festival palestino previo a la guerra
¡°No mostraron emoci¨®n ni angustia, y se limitaron a responder como si fuera un examen de matem¨¢ticas¡±, critic¨® el representante dem¨®crata Steve Cohen, jud¨ªo progresista. Sus respuestas, tendentes a no comprometerlas, alimentaron a¨²n m¨¢s la bronca y ambas se vieron obligadas a rectificar un d¨ªa despu¨¦s, asegurando que cualquiera que invoque la violencia tendr¨¢ que responder de ello. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, Magill renunci¨®. La republicana Stefanik afirm¨® que su dimisi¨®n es ¡°solo el principio¡±, y que la siguiente ser¨¢ Gay. ¡°Esta dimisi¨®n forzada de la rectora de Penn es lo m¨ªnimo que se puede exigir¡±, public¨® en la red social X (antes Twitter).
Pero la mordaza va m¨¢s all¨¢. A Magill tambi¨¦n se le ech¨® en cara haber permitido la celebraci¨®n en septiembre ¡ªd¨ªas antes del atroz ataque de Ham¨¢s que desencaden¨® la guerra¡ª de un festival de literatura palestina que cont¨®, entre otros oradores especialmente cr¨ªticos con Israel, con el m¨²sico de Pink Floyd Roger Waters. Para Peter Beinart, profesor de la Universidad de Nueva York y autor de un excelente blog sobre la cuesti¨®n palestino-israel¨ª, las protestas universitarias en las que se corean gritos de intifada o ¡°del r¨ªo al mar¡± (expulsar a los jud¨ªos desde el Jord¨¢n al Mediterr¨¢neo) y su equiparaci¨®n con el antisemitismo y los llamamientos a la violencia ¡°son un disparate fuera de lugar y un esfuerzo por controlar el discurso sobre Israel y Palestina¡±, ha escrito en X. Beinart considera que la pol¨¦mica es una maniobra de distracci¨®n para alejar el foco de lo que sucede en Gaza.
La Fundaci¨®n para los Derechos Individuales y la Expresi¨®n (FIRE), que defiende a ultranza la libertad de expresi¨®n en los campus, ha defendido tambi¨¦n a las rectoras, argumentando que el contexto s¨ª importa y que la censura ser¨ªa en ¨²ltima instancia m¨¢s perjudicial que el propio discurso. ¡°Incluso una prohibici¨®n estricta de los llamamientos al genocidio ¡ªun t¨¦rmino con un significado controvertido¡ª se aplicar¨ªa inevitablemente de forma arbitraria o discriminatoria¡±, ha advertido el grupo en X.
Como recordaba la agencia Associated Press el domingo al resumir la pol¨¦mica, un c¨¢ntico popular coreado en las manifestaciones propalestinas se ha tergiversado como llamamiento al ¡°genocidio¡± jud¨ªo. ¡°Israel, te acusamos de genocidio¡± es un estribillo t¨ªpico que se escucha en las marchas a favor de los palestinos, explica la agencia, que ha recorrido m¨¢s de una docena de campus de EE UU. Tanto propalestinos como projud¨ªos presentes en esas protestas admiten que los manifestantes no han gritado: ¡°Queremos un genocidio jud¨ªo¡±, asegura la agencia.
A medida que aumenta el balance de v¨ªctimas en Gaza, una proporci¨®n cada vez mayor de las manifestaciones celebradas en ciudades estadounidenses han sido en apoyo de los palestinos, seg¨²n un rastreador del Proyecto de Datos sobre Localizaci¨®n y Sucesos de Conflictos Armados. A la vez, casi la mitad de las protestas proisrael¨ªes registradas en todo el mundo han tenido lugar en EE UU, seg¨²n la misma herramienta. Los sondeos de opini¨®n muestran que los estadounidenses m¨¢s j¨®venes, en particular, simpatizan m¨¢s con los palestinos desde que comenz¨® el conflicto.
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