Una decisi¨®n hist¨®rica, aunque haya poco que celebrar
Ver a Israel sentado ante el Tribunal Internacional de Justicia es un logro pese a que los jueces no reclamen un alto el fuego inmediato
Durante 46 minutos, Joan E. Donoghue, presidenta del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), ha desgranado los motivos por los que este se declara competente para investigar la acusaci¨®n de genocidio en Gaza presentada por Sud¨¢frica contra Israel. Y ha dictado unas medidas cautelares que no coinciden con las demandas sudafricanas (en s¨ªntesis, la suspensi¨®n de las operaciones militares y el suministro inmediato de ayuda humanitaria), pero que Pretoria ha acogido con satisfacci¨®n. En m¨¢s de un sentido es un hecho hist¨®rico, por m¨¢s que sin un alto el fuego inmediato poco haya que celebrar.
Las medidas dictadas suponen el reconocimiento de que hay circunstancias que apuntan a que lo que est¨¢ en marcha es un genocidio del pueblo palestino de Gaza. Esta vez, Israel no se ha salido con la suya, no se ha desestimado la demanda. A un Estado especialista en el lavado de imagen (pinkwashing, greenwashing, techwashing), le afecta especialmente este asunto. The New York Times dejaba entrever hace unos d¨ªas que las actas del consejo de ministros israel¨ª presentadas en su defensa al TIJ hab¨ªan sido ¡°editadas¡±.
Para la mayor¨ªa de los palestinos, el sabor es agridulce: esta vez confiaban un poco m¨¢s en el derecho internacional que tantas veces les ha dado la espalda, y las medidas no son suficientes; a fin de cuentas, nunca han sido unas v¨ªctimas d¨®ciles. Pero ver a Israel sentado ante el TIJ es un logro, como comentaba esta semana un jurista tan curtido como el gazat¨ª Raji Sourani, director del Centro Palestino de Derechos Humanos, que ha formado parte de la delegaci¨®n sudafricana y que se declara, siempre, partidario de un optimismo estrat¨¦gico. En esta ocasi¨®n se ha pasado de lo simb¨®lico a lo posible.
Las medidas incluyen que Israel debe permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, que debe dejar de causar da?os f¨ªsicos y psicol¨®gicos a la poblaci¨®n, que debe perseguir y castigar los llamamientos al genocidio, y que debe evitar la destrucci¨®n de pruebas. Y le exige que en el plazo de un mes presente un informe sobre su cumplimiento. No es poca cosa, teniendo en cuenta la excepcionalidad de la que disfruta Israel en Naciones Unidas: 52 resoluciones contrarias a sus pol¨ªticas han sido vetadas en el Consejo de Seguridad por Estados Unidos.
Otro aspecto positivo es que el tribunal no solo ha evaluado las evidencias aportadas, sino que tambi¨¦n ha argumentado su decisi¨®n a partir de informes de los organismos de Naciones Unidas, como la OMS o la UNRWA. El derecho internacional y las instituciones que lo representan salen as¨ª fortalecidos, cuando el resentimiento contra Occidente est¨¢ dando paso a la rabia de los pueblos del Sur, algo que conocen bien las canciller¨ªas europeas y que deber¨ªan tomarse muy en serio.
Al nivel m¨¢s prosaico, la reflexi¨®n que se impone es si Israel interpretar¨¢ que puede seguir un mes m¨¢s matando a los palestinos, aunque sea m¨¢s lentamente y aliment¨¢ndolos, para que mueran sanos.
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