Tusk y el hamleteo del PP europeo
El primer ministro polaco, que critic¨® el primer pacto auton¨®mico de los populares con Vox, alaba el ¡°papel positivo¡± de Meloni en Bruselas
Vlad¨ªmir Putin dice encarnar una Europa patri¨®tica, cristiana, marcial, carn¨ªvora, heterosexual y natalista, frente a una UE decadente, posnacional, multicultural, vegetariana, pacifista, proLGTBI y, oh anatema, que acoge musulmanes. Ese es un argumento como un bate de b¨¦isbol para quedarse en el lado supuestamente decadente de la historia. Pero no hay una sola Europa, hay muchas; al cabo, la UE ha sido siempre una idea en busca de una realidad. Un buen pu?ado de esas ideas estar¨¢n en juego el 9 de junio, en unas elecciones europeas en las que la habitual coalici¨®n del centroderecha, la socialdemocracia y los liberales ¡ªque rige los destinos de las instituciones europeas desde hace 60 a?os¡ª parece al filo de la navaja por las olas de populismo de derechas que baten en las dos orillas del Atl¨¢ntico Norte. El ascenso de los ultras puede darse por seguro el 9-J. El l¨ªo llegar¨¢ si pueden llegar a sumar pactando con el Partido Popular Europeo.
El PP europeo hamletea con esa posibilidad desde hace tiempo. Hay una facci¨®n que antes capitaneaba Angela Merkel y ahora est¨¢ en manos de Ursula von der Leyen que dice detestar esa opci¨®n. Y hay otro PP que flirtea con la posibilidad de blanquear a los ultras supuestamente presentables: ¡°Ser¨ªa bueno para la UE que Meloni acabara en el PPE¡±, dec¨ªa Feij¨®o en julio del a?o pasado, poco antes de perder ganando las elecciones del 23-J. La decisi¨®n final depender¨¢ de los n¨²meros, pero tambi¨¦n de las grandes figuras de la derecha europea. Tusk es una de ellas.
Y Tusk parece apuntarse al hamleteo del PPE. Cuando el PP pact¨® con Vox en Castilla y Le¨®n, en la primera de sus alianzas, el primer ministro polaco habl¨® de ¡°capitulaci¨®n¡±. ¡°Espero que sea un accidente y no una tendencia en la pol¨ªtica espa?ola¡±, dijo. No era un accidente: el PP de Feij¨®o repiti¨® esos pactos con el diablo en varias autonom¨ªas. ?Qu¨¦ dice Tusk ahora? ¡°El papel positivo de Meloni en Bruselas es ampliamente apreciado. Me impresion¨® o¨ªrla hablar p¨²blicamente en apoyo de Ucrania. A nivel internacional, solo oigo sus declaraciones proeuropeas¡±.
Tusk tiene una personalidad pol¨ªtica de primer orden. Sali¨® tarifando de Polonia, que durante a?os ha sido una isla iliberal ¨Cjunto con Hungr¨ªa¡ª en la UE, y se convirti¨® en el primer mandatario del Este en presidir el Consejo Europeo antes de volver a su pa¨ªs para derrotar a los ultras.
Combina un europe¨ªsmo s¨®lido con posiciones duras en algunos asuntos: ¡°Palabras como seguridad, protecci¨®n y orgullo deben volver a nuestro diccionario pol¨ªtico; los extremistas y los populistas no deber¨ªan monopolizar esos t¨¦rminos¡±, dijo en un discurso en 2017; puede que los socialdem¨®cratas no hayan entendido a¨²n ese axioma, pero el centroderecha europeo lo tiene cada vez m¨¢s claro. Frente al discurso m¨¢s matizado de Pedro S¨¢nchez en relaci¨®n con Rusia, asegura que Europa est¨¢ en una situaci¨®n ¡°de preguerra¡±; al cabo, tiene cientos de kil¨®metros de frontera con Ucrania.
En La Moncloa lo ve¨ªan no hace mucho como un potencial aliado para dejar fuera a los ultras de los puestos de mando en Bruselas. En los aleda?os de unas elecciones es habitual que los discursos se endurezcan, a pesar de que el PPE ya dio cobijo en su d¨ªa a personajes como Berlusconi y Orb¨¢n. Pero ante lo que los alemanes llaman Zeitenwende, un punto de inflexi¨®n hist¨®rico, uno de esos momentos en los que la historia bascula y se define, hay que recordarle a Tusk aquella ¡°capitulaci¨®n¡± castellanoleonesa.
Espa?a y Polonia, ambas potencias imperiales en los siglos XVI y XVII, ambas con un orgulloso patrimonio art¨ªstico, ambas marcadas profundamente por la Iglesia cat¨®lica, comparten una relaci¨®n compleja con Europa; algo as¨ª explica el historiador Timothy Garton Ash en Europa, una historia personal. Quiz¨¢ el centroderecha polaco y el espa?ol compartan algo m¨¢s. La unidad y la diversidad son el ying y el yan de Europa, su tesis y su ant¨ªtesis, siempre en busca de una s¨ªntesis esquiva. El orden fluye hacia el caos y el calor fluye hacia el fr¨ªo, seg¨²n la segunda ley de la termodin¨¢mica. Pero la f¨ªsica no dice nada de que la derecha tenga que aliarse con la ultraderecha para dejar atr¨¢s seis d¨¦cadas luminosas, a pesar de sus sombras. La s¨ªntesis no era eso, se?or Tusk.
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