Biden se r¨ªe de Trump en una cena de corresponsales marcada por las protestas por la guerra de Gaza
Centenares de manifestantes increpan a los 3.000 asistentes a la gala, en la que el presidente brome¨® sobre su edad y el c¨®mico Colin Jost le dio la r¨¦plica
Una vez al a?o, el flirteo m¨¢s o menos discreto entre el poder de Washington y la prensa que lo cubre se convierte en otra cosa: una noche de amor t¨®rrido a la vista de todo el mundo. Sucede con motivo de la celebraci¨®n de la cena de la Asociaci¨®n de Corresponsales de la Casa Blanca, una tradici¨®n en la que libretas y micr¨®fonos quedan a la puerta del gigantesco sal¨®n del hotel Hilton donde se celebra para dejar paso a una velada de compadreo o, seg¨²n se mire, networking. La fiesta tiene m¨¢s de un siglo de historia y se celebra tanto en honor de la Primera Enmienda, que garantiza la libertad de prensa en este pa¨ªs, como del presidente de turno. Fiel a la tradici¨®n, Joe Biden ofreci¨® este s¨¢bado un discurso jocoso, que salpic¨® de chistes sobre su avanzada edad, pero, principalmente, sobre su contrincante republicano en las elecciones de noviembre, Donald Trump, que fue material para numerosas bromas durante la noche.
Varios centenares de manifestantes se apostaron ante las dos puertas del Hilton desde horas antes del inicio de la ceremonia para protestar por la guerra de Gaza, y por el apoyo de Washington a Israel. Gritaban a la llegada de los cerca de 3.000 invitados (con esmoquin, ellos; traje largo, ellas) frases como ¡°?Dais verg¨¹enza!¡± o ¡°Palestina libre¡±. En la entrada trasera, cerca del lugar donde en 1981 un lun¨¢tico a punto estuvo de asesinar a otro presidente, Ronald Reagan, hab¨ªa chalecos de periodistas tirados en el suelo para homenajear a los reporteros ca¨ªdos en los ataques del Ej¨¦rcito israel¨ª, durante una guerra que sigui¨® a los brutales ataques de Ham¨¢s en el sur de Israel del 7 de octubre y que ha causado ya m¨¢s de 34.000 muertes, seg¨²n los datos del Ministerio de Sanidad palestino.
La memoria de esos profesionales estuvo del todo ausente en las palabras de Biden, que tampoco hizo durante los 10 minutos de su discurso ninguna referencia a la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo ni a la influencia que su apoyo a Benjamin Netanyahu puede tener en su reelecci¨®n, especialmente entre el electorado joven y entre los ¨¢rabes estadounidenses.
La ¨²nica que sobre el escenario se refiri¨® al asunto fue Kelly O¡¯Donnell, de la NBC, la presidenta de la Asociaci¨®n de Corresponsales, una entidad que agrupa a 800 reporteros que cubren la Casa Blanca. O¡¯Donnell mencion¨® de pasada los ¡°en torno a 100 periodistas que han muerto en todo el mundo desde octubre, la mayor parte de ellos en Gaza¡±. Se demor¨® m¨¢s en lamentar los casos de los detenidos: como el corresponsal de The Wall Street Journal en Mosc¨² Evan Gershkovich, que est¨¢ desde hace m¨¢s de un a?o en una c¨¢rcel en Rusia (¡°Putin deber¨ªa soltarlo¡±, dijo Biden), o Austin Tice, cuyo paradero actual no es del todo seguro, pero fue secuestrado en 2012 en Siria. Familiares de ambos estaban entre los asistentes a la gala.
El presidente aprovech¨® su mon¨®logo para restar importancia al asunto de su avanzada edad (tendr¨¢ 82 a?os cuando vuelva a jurar como presidente, si es que logra ser reelegido), as¨ª como en atacar a Trump, que, mientras ocup¨® el cargo, nunca quiso participar en la cena de corresponsales, tal vez a¨²n traumatizado por aquella vez en que Barack Obama se ensa?¨® a broma limpia con ¨¦l, cuando en 2011 asisti¨® como p¨²blico y Obama era presidente. La perspectiva de que el candidato republicano pueda regresar a la Casa Blanca y suspenda estas celebraciones por otros cuatro a?os a?adi¨® inter¨¦s y expectaci¨®n a la velada del s¨¢bado.
¡°Las elecciones de 2024 est¨¢n en pleno apogeo y s¨ª, la edad ser¨¢ un problema. Yo soy un hombre adulto que se postula contra un ni?o de seis a?os¡±, dijo Biden sobre su oponente, de 77 a?os, al que llam¨® ¡°somnoliento Don¡±, d¨¢ndole la vuelta as¨ª a uno de los apodos que Trump le puso en la campa?a electoral de 2020. Biden estaba haciendo referencia a uno de los m¨²ltiples l¨ªos judiciales del magnate y al hecho de que los testigos presentes en el tribunal durante el proceso que se sigue contra ¨¦l en Nueva York por el pago para comprar el silencio de la estrella porno Stormy Daniels relataran que el expresidente no pod¨ªa evitar quedarse dormido en el banquillo de los acusados.
Biden tambi¨¦n hizo sangre con el desconcertante discurso que su predecesor dio recientemente en Pensilvania en que habl¨® de Gettysburg, campo de batalla crucial de la Guerra de Secesi¨®n. ¡±Al escucharlo¡±, dijo, ¡°creo que la estatua del general [confederado Robert. E.] Lee se rindi¨® de nuevo¡±. Agradeci¨® el trabajo de sus ¡°amigos de la prensa¡±, hizo una pausa, y a?adi¨®, ¡°as¨ª como el de [la cadena conservadora] Fox News¡±, y reparti¨® pullas m¨¢s amistosas a cabeceras como The New York Times. ¡°Sois m¨¢s importantes que nunca¡±, agreg¨® sobre los medios tradicionales. ¡°No os pido que tom¨¦is partido, pero s¨ª que se¨¢is conscientes de lo que est¨¢ en juego en estas elecciones¡±, sentenci¨®.
Cuando termin¨®, la r¨¦plica se la dio un c¨®mico, como tambi¨¦n dicta la tradici¨®n. El elegido era Colin Jost, miembro de Saturday Night Live, se?ero programa humor¨ªstico televisivo en el que este presenta junto a Michael Che el noticiario alternativo que parte la emisi¨®n en dos. Jost trajo m¨¢s chistes sobre la edad de Biden, pidi¨® a Trump que se decidiera (el presidente, dijo, no puede ser al mismo tiempo ¡°un hombre senil y una mente maestra criminal que ha orquestado los cuatro juicios a los que [su rival] se enfrenta¡±) y confes¨® que le encanta Washington y que la ¨²ltima vez que estuvo aqu¨ª se olvid¨® ¡°la coca¨ªna en la Casa Blanca¡±. El humorista hac¨ªa con ese chiste referencia a un surrealista episodio del pasado verano, cuando el Servicio Secreto orden¨® el cierre de la residencia presidencial tras encontrar una bolsita con droga en su interior. ¡°Afortunadamente, Biden pudo aprovecharla en su Estado de la Uni¨®n¡±, a?adi¨® Jost, provocando las carcajadas de los presentes, a cuya memoria acudi¨® la imagen del en¨¦rgico rendimiento del dem¨®crata durante su solemne tradicional discurso al Congreso del pasado mes de marzo.
Con Scarlett Johansson
Jost s¨ª hizo una lejana referencia a la guerra de Gaza, con una menci¨®n a las protestas estudiantiles que se han recrudecido la semana pasada en la universidad de Columbia, lugar que defini¨® como ¡°un escenario caliente de la geopol¨ªtica mundial¡±. Despu¨¦s brome¨®, recurriendo al uso de los silencios que son parte esencial de su t¨¦cnica humor¨ªstica, sobre algunos de los medios presentes (¡°The New York Times y [el tabloide] New York Post, no se diferencian tanto¡±, dijo, ¡°el segundo es como si el primero te lo contara un adicto al crack¡±), e hizo un chiste sobre Doug Emhoff, esposo de Kamala Harris. ¡°Yo tambi¨¦n estoy acostumbrado a ser el segund¨®n¡±, solt¨® el humorista, que est¨¢ casado con la actriz Scarlett Johansson. Esta asisti¨® desde una de las mesas m¨¢s cercanas al escenario a los casi 25 minutos de mon¨®logo de su marido, que terminaron con el c¨®mico recordando en tono serio que su abuelo vot¨® a Biden, porque ve¨ªa en ¨¦l, dijo, a ¡°un hombre honesto¡±.
Johansson fue la estrella m¨¢s rutilante de la noche, esa a la que todos ¨Dhasta los influyentes pol¨ªticos, desde el gobernador de Maryland Wes Moore, dem¨®crata en ascenso con su propia legi¨®n de fans, a los secretarios de Estado, Antony Blinken, o del Tesoro, Janet Yellen¨D quer¨ªan acercarse para saludarla o para pedirle una foto. Tambi¨¦n se pudo ver a la actriz Rachel Brosnahan (de la serie La maravillosa se?ora Maisel) en una de las mesas compradas por la CNN; al actor franc¨¦s Jean Reno; al mad men John Hamm, que tomaba algo en el bar del hotel como si la fiesta no fuera con ¨¦l; y a la flamante ganadora de un Oscar Da¡¯Vine Joy Randolph (por la pel¨ªcula Los que se quedan).
Todos ellos, junto a centenares de periodistas, se apretujaban en las mesas del sal¨®n en el que se celebr¨® la gala, mientras los camareros hac¨ªan malabares para servir los platos. A esta noche la llaman ¡°los Oscar de Washington¡±, ciudad a la que el comentarista pol¨ªtico Paul Begala puso de moda en los ochenta definir como ¡°el Hollywood de los feos¡±. Es tambi¨¦n esa ocasi¨®n en la que los c¨ªrculos conc¨¦ntricos del poder de la capital estadounidense se concentran en uno solo, el que forma la elipse del sal¨®n de un hotel, y parecen olvidar por unas horas sus reglas profundamente jer¨¢rquicas.
Cuando Jost hubo soltado el ¨²ltimo de sus chistes, esas normas volvieron a entrar en vigor mientras los asistentes dejaban el lugar rumbo a las exclusivas fiestas posteriores. A las puertas del Hilton, unos pocos manifestantes segu¨ªan gritando contra la celebraci¨®n de una gala a cuyo boicot llamaron por carta la semana pasada sin ¨¦xito una docena de periodistas gazat¨ªes. Para entonces, el presidente y la primera dama, Jill Biden, ya hab¨ªan abandonado el recinto en la caravana de sus blindados. Tuvieron que buscar una ruta alternativa a la de a?os anteriores para llegar y salir sin toparse con los ecos de una guerra en Oriente Pr¨®ximo que podr¨ªa definir no solo su futuro como inquilino de la Casa Blanca, sino tambi¨¦n su lugar en la historia. Poca broma.
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