Estudiantes reporteros: as¨ª se rompi¨® el cerrojo informativo durante las protestas en Columbia
Tras el cierre policial de la universidad a los medios de comunicaci¨®n, los alumnos de la facultad de Periodismo, ayudados por los profesores, se convirtieron en la ¨²nica fuente para seguir el desalojo del campamento contra la guerra en Gaza
Desde el inicio de la guerra en Gaza, los peri¨®dicos y las radios universitarias han venido contando con detalle la agitaci¨®n que se vive en los campus de Estados Unidos. Tambi¨¦n el agrio debate sobre el antisemitismo, con una solvencia digna de profesionales: el Crimson, el diario de la Universidad de Harvard, inform¨® con pulso y tino sobre la ofensiva contra la rectora, obligada a dimitir por la presi¨®n de pol¨ªticos y donantes. Luego las protestas adquirieron velocidad y, esta semana, los periodistas universitarios de radio y prensa, secundados por sus j¨®venes e incipientes colegas ¡ªlos estudiantes de periodismo¡ª, se convirtieron a la vez en protagonistas de los hechos ¡ªel cierre de los campus a los informadores hizo de ellos la ¨²nica fuente posible¡ª y en testigos del torbellino de la historia.
Tras el cierre a cal y canto de Columbia a consecuencia de la ocupaci¨®n de un edificio por manifestantes, el lunes, los estudiantes ¡°ten¨ªan lo que todos los periodistas [profesionales] buscaban: acceso al campus¡±, resume Juan Manuel Ben¨ªtez, profesor de periodismo local en la Escuela de Periodismo de Columbia, el epicentro de una movilizaci¨®n que recorre todo el pa¨ªs. Ben¨ªtez, que previamente trabaj¨® en la televisi¨®n local NY1, tutel¨® esta semana la cobertura de sus alumnos, adem¨¢s de ofrecerles apoyo log¨ªstico y profesional, y en ocasiones volvi¨® a ponerse el traje de faena para, ¡°a la vez que editaba textos [de los estudiantes] y les daba toda la cobertura log¨ªstica que precisaban, grabar v¨ªdeos e im¨¢genes¡± de lo que suced¨ªa.
Un grupo de unos 40 alumnos se convirtieron en d¨ªas en periodistas profesionales: sus fotos de lo que suced¨ªa en el campus han sido distribuidas por las grandes agencias internacionales; sus conexiones en directo, emitidas en horario de m¨¢xima audiencia por las televisiones. La cobertura del Spectator, el diario de Columbia, y de la radio del campus, la WKCR, ray¨® tambi¨¦n a enorme altura.
Ben¨ªtez est¨¢ orgulloso del rendimiento de sus alumnos, ¡°no solo han puesto en pr¨¢ctica todo lo aprendido, sino que su trabajo no ha pasado desapercibido, como demuestra la valoraci¨®n que ha hecho el comit¨¦ de los premios Pulitzer¡± (en un comunicado, ha agradecido a los alumnos su esfuerzo por ¡°documentar un importante acontecimiento informativo nacional bajo dif¨ªciles y peligrosas circunstancias¡±). Porque como explica Ben¨ªtez, el operativo policial fue desmesurado: ¡°En mis 20 a?os de experiencia como periodista, nunca hab¨ªa visto un despliegue policial semejante en Nueva York¡±. Cuidar de la seguridad de los j¨®venes y a la vez contener la pulsi¨®n del oficio ante la espiral de acontecimientos ¡ªla entrada de la polic¨ªa en el edificio por una escalera articulada, el desmantelamiento de las tiendas, la salida del campus de decenas de manifestantes maniatados con bridas de pl¨¢stico¡ª no fue f¨¢cil de conjugar.
Cuando la polic¨ªa se despleg¨® en torno al edificio ocupado, la imagen fundi¨® a negro: durante una o dos horas, el tiempo que tard¨® en desalojar el inmueble, los j¨®venes periodistas se vieron recluidos en su facultad, ¡°bajo amenaza de arresto¡±. Por eso siguen, incansables, intentando desentra?ar qu¨¦ sucedi¨® en ese lapso, ¡°investigando, pidiendo la filmaci¨®n ¨ªntegra de la intervenci¨®n a la polic¨ªa, intentando dar respuesta a muchas preguntas¡±, concluye Ben¨ªtez, ¡°porque esto no termina aqu¨ª, no termina el martes¡±. El v¨ªdeo difundido por la polic¨ªa, que fue grabado por las c¨¢maras de los agentes y muestra una evacuaci¨®n amable y pac¨ªfica, no satisface los interrogantes de los alumnos, picados ya para siempre por el gusanillo de la noticia y por la intriga de las claves.
Apoyo log¨ªstico y emocional
¡°Desde el 17 de abril [cuando se levant¨® el primer campamento], mis compa?eros han estado al pie del ca?¨®n, especialmente el lunes, durante el desalojo¡±, explica Carla Samon, estudiante del m¨¢ster de Periodismo. Muchos de ellos contaron lo sucedido ¡°para medios de aqu¨ª e internacionales, pues empez¨® a quedar cada vez m¨¢s claro, con las restricciones de acceso al campus, que la ¨²nica informaci¨®n sal¨ªa de dentro¡±. Los periodistas profesionales se tuvieron que conformar con una franja de dos horas al d¨ªa para ingresar al recinto, pero el horario de visitas se suprimi¨® el martes al precipitarse los acontecimientos.
Samon, con experiencia profesional en Per¨² y Brasil, agradece ¡°la ayuda log¨ªstica incre¨ªble de los profesores, un apoyo clave a la hora de permitir el acceso al interior cuando el campus ya estaba cerrado¡±. Lo hicieron ¡°perfectamente identificados con dorsales de tama?o A4 en los que pon¨ªa Student press¡±. Tambi¨¦n valora ¡°el apoyo emocional¡± de los docentes. ¡°Nos apuntaron los tel¨¦fonos en el antebrazo por si ¨¦ramos detenidos. Algunos tenemos experiencia profesional, pero muchos se ve¨ªan por primera vez en algo tan grande¡±. Su grupo pas¨® hora y media confinado a las puertas de su facultad, ¡°viendo c¨®mo sal¨ªan los autobuses con los detenidos dentro¡±. Por instinto, nunca mejor dicho, period¨ªstico, compa?eros suyos se quedaron a dormir el lunes en el Pulitzer Hall, intuyendo que el final del campamento era inminente. ¡°Los profesores llevaron pizza para cenar y exalumnos de la escuela contribuyeron a comprar comida¡±.
La encomiable labor informativa de los alumnos se desarroll¨® con cortapisas, precisa la profesora Giannina Segnini. ¡°Antes de llamar a la polic¨ªa, la administraci¨®n de Columbia decidi¨® restringir totalmente el acceso a sus instalaciones y, deliberadamente, se neg¨® a permitir la entrada de periodistas, ni siquiera a sus propios estudiantes de periodismo, a pesar de los esfuerzos de la Escuela de Periodismo y de nuestro decano y profesores. Yo no pude entrar. Los pocos estudiantes de periodismo y profesores que estaban adentro cubriendo los eventos cuando la polic¨ªa tom¨® control del edificio Hamilton, estaban registrados en una lista como trabajadores esenciales, no como periodistas¡±, explica.
Segnini recuerda c¨®mo, tras irrumpir la polic¨ªa en el campus y restringir el movimiento de los estudiantes reporteros, estos fueron obligados a abandonarlo. ¡°Unos cuantos, incluidos los periodistas de la radio de los estudiantes, pudieron refugiarse en la Escuela de Periodismo y se les indic¨® que o permanec¨ªan all¨ª o se arriesgaban a ser arrestados¡±. ¡°Presenciar la represi¨®n de la libertad de prensa m¨¢s b¨¢sica en lo que se considera la cuna de la libertad de expresi¨®n no solo genera profunda frustraci¨®n para todos los que hemos dedicado una vida al ejercicio del periodismo libre e independiente, sino que conlleva implicaciones m¨¢s profundas: estos y otros dobles est¨¢ndares debilitan la defensa de la democracia y carcomen el orden mundial que nos ha protegido desde finales de la II Guerra Mundial¡±, concluye la profesora.
Cr¨ªticas del profesorado a la represi¨®n policial
Margaret Sullivan, directora ejecutiva del Centro Craig Newmark de ?tica y Seguridad Period¨ªsticas de la escuela, disecciona la imagen transmitida por los medios de comunicaci¨®n externos de las protestas. ¡°Me gustar¨ªa que se diera m¨¢s publicidad a los manifestantes estudiantes y a sus razones. Y lo que es m¨¢s importante, la crisis inmediata de derechos humanos en Gaza es m¨¢s importante y merece m¨¢s cobertura que lo que est¨¢ ocurriendo en los campus de las ¨¦lites¡±, subraya. La periodista brit¨¢nica considera que ¡°las protestas no muestran signos de detenerse debido a las medidas represivas, aunque habr¨¢ un par¨®n temporal en los campus donde haya una presencia policial sostenida [en Columbia, hasta el 17 de mayo]¡±. ¡°En todo caso¡±, prosigue Sullivan, ¡°creo que los estudiantes, a escala nacional, probablemente redoblar¨¢n sus esfuerzos, sin llegar a los niveles alcanzados durante la guerra de Vietnam¡±.
Entre los profesores de Periodismo de Columbia se percibe el mismo malestar que en otros colegas del claustro: proliferan las voces cr¨ªticas que, m¨¢s all¨¢ de la ¨¦pica cobertura de los hechos ¡ªsobre todo para los aprendices del oficio¡ª, lamentan una quiebra de confianza en la comunidad universitaria. ¡°Lo del martes no tiene excusa ni justificaci¨®n. Conversando con mis colegas, puedo decir que estamos dolidos, frustrados, furiosos. Y s¨¦ que no soy el ¨²nico profesor de Columbia que piensa que la rectora [Minouche] Shafik deber¨ªa renunciar. Es que simplemente no veo c¨®mo va poder reparar su relaci¨®n con la comunidad de estudiantes y profesores¡±, apostilla Daniel Alarc¨®n, docente en el Pulitzer Hall, la facultad de periodismo. Shafik solicit¨® la intervenci¨®n de la polic¨ªa en dos ocasiones, para desmantelar el primer campamento, el 18 de abril, y para desalojar el campus este martes, por lo que se enfrenta a una probable moci¨®n de confianza solicitada por parte del claustro.
Hasta el decano de Periodismo protest¨® el martes por las restricciones impuestas a los informadores, tanto profesionales como universitarios, recuerda la periodista Leyre Santos, que cursa un posgrado en el Instituto Europeo de Columbia. ¡°Da la sensaci¨®n de que no quer¨ªan testigos y consiguieron todo lo contrario¡±, explica. ¡°Una de las principales preocupaciones de la universidad era montar las gradas para la ceremonia de graduaci¨®n, que se instalan justo en la explanada donde se levantaba el campamento, lo que daba a los estudiantes un poder de negociaci¨®n muy fuerte¡±. Pero la cerraz¨®n de las autoridades de Columbia, ¡°que no dejaban entrar a nadie, ni siquiera a los profesores, como si fueran una amenaza a la estabilidad¡±, suscit¨® mayor atenci¨®n que una pol¨ªtica de puertas abiertas.
El discurso oficial del rectorado apuntaba a ¡°Columbia como objetivo de agentes externos y [a] que el cierre de los accesos al campus nos proteg¨ªa de injerencias externas¡±, apunta Santos. El propio alcalde de Nueva York, Eric Adams, habla abiertamente de ¡°agitadores for¨¢neos¡±, que, seg¨²n fuentes policiales, ser¨ªan casi la mitad de los 300 arrestados el martes entre Columbia y la Universidad Municipal de Nueva York (CUNY). El diario The New York Times cifraba esta semana en el 29% los ¡°elementos ajenos¡± entre los detenidos, pero el propio c¨®mputo est¨¢ viciado de ra¨ªz, pues se refiere, precisa Santos, ¡°a arrestados dentro del campus y fuera de las vallas¡± de acceso.
Columbia tiene a gala su historial activista: las movilizaciones de sus alumnos en contra de la guerra de Vietnam ocupan un lugar destacado en su figurada orla. Pero si la universidad que concede los premios Pulitzer, timbre de gloria del periodismo internacional, ha estado hoy a la altura de los acontecimientos, ha sido gracias a la labor de los alevines del oficio, no por las facilidades dadas por la direcci¨®n. ¡°?ramos conscientes de ser unos privilegiados por tener acceso directo a los acontecimientos; la noticia ante nuestros propios ojos¡±, concluye Samon. Noticias en tiempo real, tan palpable e inasible como el de la historia.
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