El ant¨ªdoto Th?lmann
El ¨¦xito de la ultraderecha en las elecciones regionales del este muestran que Alemania est¨¢ mudando de piel
La pintada tiene 100 a?os y ha sobrevivido en el centro de Weimar a los nazis, a los comunistas y a la ca¨ªda del muro. ¡°Vota a Th?lmann¡±, dicen las letras rojas en favor de este sindicalista, candidato en 1932 y fusilado por Hitler a?os m¨¢s tarde despu¨¦s de inspirar a los brigadistas en Espa?a. La tinta parece revivir al calor de estas elecciones en las que Alemania est¨¢ mudando la piel.
Los primeros resultados confirman lo esperado. Turingia, el primer land alem¨¢n donde los nazis formaron parte del Gobierno en 1929, y Sajonia ¡ªdonde han quedado solo por detr¨¢s de la CDU por un estrecho margen¡ª han depositado su fe en Alternativa por Alemania. Brandenburgo, el tercero de los cinco estados que antes formaban Alemania del Este, vota en unas semanas y el calendario pol¨ªtico de oto?o est¨¢ lleno de gabinetes de crisis.
Alemania no es una anomal¨ªa. Sus s¨ªntomas encajan con el mal que aflige al resto de Occidente. En la antigua RDA germina la desilusi¨®n, la cicatriz a¨²n palpita, aunque los datos econ¨®micos no justifican el enfado, ni sacar los esqueletos del armario. Pero para no repetir errores se necesita memoria y esta es una delicada mezcla de hechos y emociones. ?ltimamente las elecciones se basan demasiado en lo segundo.
No estamos tampoco ante un Weimar II. El descontento social y la polarizaci¨®n recuerdan a aquella ¨¦poca. Los hechos riman, pero no se repiten. No nos envenena el aguij¨®n de una guerra mundial, la inflaci¨®n es diminuta en comparaci¨®n con la de esos a?os y la Constituci¨®n actual es un aprendizaje de aquella experiencia.
Pero no debemos despreciar o ignorar lo que nos dicen estos resultados. A la gente no le gusta en general votar por la extrema derecha. Casi nadie reconoce hacerlo. La mayor¨ªa de los que votan por AfD no consideran estar eligiendo radicales, sino hombres y mujeres que se ocupan de sus problemas. Ni rurales, ni hombres, ni mayores: el denominador com¨²n de estos votantes es sentir que est¨¢n en la fila de atr¨¢s, sus problemas no importan, sus tradiciones son secundarias e incompatibles con lo que el pa¨ªs necesita.
Los extremistas ¡ªsus l¨ªderes lo son: se califican solos con ideas como la reinmigracion, un eufemismo de la repatriaci¨®n forzada¡ª han acercado el o¨ªdo al suelo y han percibido la mutaci¨®n. Hay una parte de la poblaci¨®n que quiere m¨¢s ra¨ªces, considera excesivo el celo de los verdes y cree que es malintencionado el apoyo a Ucrania, una guerra que se siente muy pr¨®xima en Alemania. No se les consulta, no se les atiende, para ellos esto no es democracia o la democracia no funciona.
Este malestar, aprovechado por AfD o por otra ¡°alternativa¡±, est¨¢ aqu¨ª para quedarse. O se gobierna con ellos, o la coalici¨®n que habr¨¢ que formar para contenerlos ser¨¢ tan grande que no se podr¨¢n tomar decisiones para gobernar. Hay que centrarse en la causa, no en el s¨ªntoma. Hay que hacer pol¨ªtica de calle, visitar los pueblos, hablar con la gente, elegir bien a estos l¨ªderes entre personas con las que el votante se pueda identificar, no atendiendo a favores en la capital. Esto es ahora quiz¨¢ m¨¢s inc¨®modo y hasta peligroso que antes, pero es la salida.
Muchos alemanes y austr¨ªacos lucharon en la guerra civil espa?ola para evitar que se extendiese aqu¨ª el totalitarismo de sus pa¨ªses, en su mayor¨ªa alistados en el batall¨®n que llevaba el nombre de Th?lmann. Es hora de poner una vez m¨¢s nuestras barbas a remojar.
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