Can¨ªbales y adoradores de satan¨¢s: la delirante propaganda rusa sobre las tropas ucranias
Un panfleto del Ministerio de Defensa de Rusia muestra a las fuerzas de Kiev como seres depravados frente a un ej¨¦rcito invasor mod¨¦lico
Los propagandistas del Ministerio de Defensa ruso tienen una fijaci¨®n con las ba?eras. Es una de las muchas conclusiones que se desprenden de un panfleto del Gobierno ruso que se distribuye en las zonas ocupadas de Ucrania. El librito, que consta de 28 ilustraciones, lleva por t¨ªtulo ?Cu¨¢l es la diferencia? Hay dos dibujos centrales en los que se contraponen los ideales rusos y los ucranios: en la de la izquierda, un soldado ruso, fusil en ristre, pasea con su mujer y su hija; frente a ellos, dos soldados ucranios se abrazan en una ba?era y de sus figuras emanan corazones, lo que pretende representar que son gais. En la ilustraci¨®n de la derecha, un soldado ruso se sumerge en agua bendecida ante un pope ortodoxo; el militar ucranio, en cambio, aparece de nuevo en una ba?era abrazando a Satan¨¢s y a un oficial de las SS nazis.
Un oficial de la 65? Brigada Mecanizada ucrania facilit¨® la semana pasada a EL PA?S el contenido de este libro. Por lo menos dos ejemplares fueron hallados en las pertenencias de soldados rusos muertos en el frente de Zaporiyia, seg¨²n este regimiento ucranio. Medios rusos informaron que el mismo folleto fue distribuido la pasada primavera en escuelas rusas.
El documento tambi¨¦n muestra una especial obsesi¨®n con los osos de peluche. En una de las im¨¢genes opuestas, bajo el lema ¡°La diferencia es¡±, un soldado ruso entrega un peluche a un ni?o, mientras que su enemigo ucranio le da el mismo juguete, pero con un explosivo dentro. En otra imagen, el militar ucranio roba el mu?eco a unos ni?os que lloran. Hay una p¨¢gina que muestra a un ruso protegiendo un carrito de beb¨¦ durante un combate; el ucranio, en cambio, lo utiliza como escudo.
El folleto tiene escenas que pueden tener un m¨ªnimo v¨ªnculo con la realidad y otras que son puro delirio. En una, un combatiente ruso se postra ante una tumba con una bandera de Cristo; frente a ¨¦l, un soldado ucranio se arrodilla ante una tumba, pero acompa?ado por una figura que representa al demonio y que, en vez de cabeza, tiene una cruz gamada nazi. En otra, unos rusos patrullan una aldea en la que predomina la armon¨ªa, mientras que los ucranios la incendian enarbolando banderas nazis mientras ejecutan a ni?os. La situaci¨®n m¨¢s demencial muestra a un militar ruso repartiendo cestas de alimentos entre la poblaci¨®n: pan, leche, fruta y verduras; por el contrario, en el bando ucranio, un carnicero descuartiza un cad¨¢ver humano para vender su carne. En otra imagen, un cirujano ucranio extrae un coraz¨®n para venderlo en el mercado de ¨®rganos.
Hay situaciones figuradas en el documento que llaman la atenci¨®n porque son diametralmente opuestas a la realidad. Contrapone la defensa de la familia tradicional en el lado ruso frente a una supuesta degeneraci¨®n de valores en la parte ucrania, haciendo hincapi¨¦ en la homosexualidad. Lo cierto es que Ucrania es un pa¨ªs muy conservador y aunque la homofobia no es una pol¨ªtica de Estado como en Rusia, s¨ª es un problema extendido en su sociedad. Kostia Andriiv, representante de la organizaci¨®n Gender Z, asegur¨® el pasado junio a este diario que los dos a?os y medio de guerra han provocado un retroceso de m¨¢s de una d¨¦cada en los derechos de la comunidad LGTBI en Ucrania.
La entrevista con Andriiv se produjo un d¨ªa despu¨¦s de una marcha por los derechos LGTBI en Kiev, la primera en la capital durante la guerra. La manifestaci¨®n solo pudo avanzar 100 metros porque grupos hom¨®fobos la detuvieron con amenazas de violencia. ¡°Las guerras, en cualquier pa¨ªs, dan alas a la extrema derecha, tambi¨¦n en Ucrania¡±, explic¨® Andriiv.
En Ucrania est¨¢ sucediendo justo lo contrario de lo que el libelo ruso indica, pero la prioridad del Kremlin es incidir, ante la sociedad m¨¢s conservadora ucrania, que la aproximaci¨®n de su pa¨ªs a la Uni¨®n Europea supone la destrucci¨®n de valores tradicionales sobre la familia o la religi¨®n. La bandera de la UE aparece precisamente en el libro en una manifestaci¨®n LGTBI y junto a emblemas nazis. El panfleto tambi¨¦n ofrece numerosos dibujos de soldados ucranios que son aficionados al sacrilegio, a orinar en cementerios o a quemar iglesias.
Como hace cien a?os
Pablo Sapag, profesor titular de Historia de la Propaganda en la Universidad Complutense de Madrid, explica que este folleto sigue el dec¨¢logo de la propaganda b¨¦lica establecido en la I Guerra Mundial por la Oficina de Guerra brit¨¢nica. Estas 10 normas han marcado el desarrollo de estos mensajes en todas las guerras hasta hoy, sea en medios audiovisuales, en redes o en papel. ¡°Lo ¨²nico que ser¨ªa diferente respecto a un librito como este de hace cien a?os es la menci¨®n a la homosexualidad, porque por entonces no era una cuesti¨®n¡±.
Lo dem¨¢s, indica Sapag, es lo mismo: el principio de vincular al enemigo con el demonio; la contraposici¨®n entre el bien y el mal; el principio de ¡°transfusi¨®n¡±, que busca resaltar el pasado com¨²n hist¨®rico con el potencial receptor del documento ¡ªuna poblaci¨®n de la Ucrania del este, m¨¢s pr¨®xima a la cultura rusa¡ª; las atrocidades no solo son contra personas, tambi¨¦n contra ese patrimonio com¨²n; otro principio detectable en otras ¨¦pocas es que la acci¨®n rusa ¡°se presenta como una causa sagrada, protegida por la iglesia ortodoxa¡±.
Adri¨¢n Huici, profesor de Historia de la Propaganda en la Universidad de Sevilla, tambi¨¦n detecta que ¡°son im¨¢genes, en lo formal, muy similares a las tarjetas y carteles que utilizaron sobre todo franceses en la Gran Guerra y que, fundamentalmente fueron veh¨ªculo de la principal estrategia propagand¨ªstica de la ¨¦poca, la llamada atrocity propaganda¡±. Un punto en com¨²n, se?ala Huici, son las atrocidades contra menores de edad.
Otra realidad a la que la propaganda rusa le da un vuelco es la que explica el trato que se da a los prisioneros de guerra. En una ilustraci¨®n del librito, dos sanitarios rusos atienden con cuidado a un soldado ucranio herido. Al otro lado hay un hombre, un torturador con un emblema de la brigada Azov, castigando a un prisionero de guerra con latigazos. En otra, los ucranios acuchillan a un preso.
Prisioneros de guerra
Lo cierto es que si hay alg¨²n ej¨¦rcito en el que se tortura a los prisioneros de guerra ¡°de forma sistem¨¢tica y extendida¡±, ese es el ruso. As¨ª lo dice el ¨²ltimo informe sobre la materia de las Naciones Unidas, publicado el 1 de octubre. Las fotograf¨ªas de los soldados en los intercambios de prisioneros entre Rusia y Ucrania lo dicen todo: demacrados y desnutridos, los reos ucranios contrastan con el mejor aspecto f¨ªsico de los liberados rusos.
Desde septiembre se han comprobado tambi¨¦n, a partir v¨ªdeos hechos p¨²blicos por militares rusos, la ejecuci¨®n sumaria de una veintena de soldados ucranios hechos prisioneros en la batalla.
Columna vertebral de la propaganda del Kremlin para justificar la invasi¨®n es una supuesta presencia masiva de nazis en Ucrania. As¨ª lo explicita el libro, que redunda en el principal objetivo de esta propaganda, en la brigada Azov. Este regimiento y su rama pol¨ªtica tienen sus or¨ªgenes en movimientos de extrema derecha y mantienen elementos e ideolog¨ªa ultra que se ha extendido desde 2014, pero entre un pa¨ªs tomado por nazis y la realidad, hay gran una diferencia. As¨ª lo concluye Michael Colborne en From the fires of war, uno de los libros m¨¢s completos que se han publicado sobre el movimiento Azov. Colborne muestra que Ucrania debe afrontar el problema de la extrema derecha, pero es un problema com¨²n con los pa¨ªses que salieron de la esfera sovi¨¦tica, tambi¨¦n el de Rusia: ¡°La historia del movimiento Azov es, en muchas maneras, la historia de todos los pa¨ªses poscomunistas¡±.
Huici a?ade que la presencia recurrente de oficiales nazis tambi¨¦n responde a la voluntad rusa de mostrar que est¨¢n combatiendo contra el enemigo que ha puesto m¨¢s en riesgo a la patria en la historia reciente. ¡°Para acentuar esa dr¨¢stica divisi¨®n entre buenos y malos, se asocia a los ucranios con uno de los grandes enemigos de Rusia en el siglo XX, el que m¨¢s cerca estuvo de conquistar y someter el pa¨ªs¡±.
Quiz¨¢ las vi?etas m¨¢s pr¨®ximas a la realidad son, precisamente, las que tratan de la destrucci¨®n de monumentos sovi¨¦ticos a h¨¦roes de la II Guerra Mundial. Si bien se exagera el trato a estos ¡ªen el folleto, los soldados ucranios orinan en las estatuas y las cubren de basura¡ª, lo cierto es que en Ucrania se retiran parte de estas esculturas y sobre todo los emblemas que las vinculan al ej¨¦rcito rojo.
La principal duda en la que coinciden Huici y Sapag es por qu¨¦ se ha optado por un producto tan rudimentario como esas ilustraciones. El profesor de la Complutense aventura que puede ser as¨ª porque va dirigido a zonas ocupadas de Ucrania, sin suministro el¨¦ctrico, y a una poblaci¨®n en estos territorios poco formada y, sobre todo, de edad avanzada que no dominan las nuevas tecnolog¨ªas.
¡°Tal vez se ha pensado en ni?os peque?os, todav¨ªa sin las destrezas propias para una buena lectura audiovisual. De all¨ª su distribuci¨®n en las escuelas, algo que, por cierto, tambi¨¦n hac¨ªan los nazis con la propaganda antisemita¡±, dice Huici, ¡°y no se deber¨ªa descartar que, debido al reclutamiento, podr¨ªamos pensar que muchos de los soldados que reciben esos mensajes tampoco deben ser lumbreras intelectuales¡±. Lo que est¨¢ claro, se?ala Sapag, es que este material est¨¢ bien pensado para un receptor sensible de creer en su contenido.
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